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Adelanto~

Hola, amikoooosss :) Les traigo un pequeño adelanto sobre un futuro interrogatorio ya que este bebé llegó a los 100k de lecturas :D 


Interrogatorio


Papá me había dicho que estuviera tranquila, que me harían un par de preguntas y podría salir sin drama alguno, que lo olvidaría todo. Pero ¿cómo se supone que olvidas un interrogatorio? El cual, para sumarle a la cuota perturbadora de la situación, trataba sobre Skyler.

El cuarto era tan frío y me sentí desnuda e indefensa esperando a que el policía entrara para hacerme las preguntas. Estaba segura de que tardaban porque se tomaban el tiempo de estudiar mis movimientos, observar qué actitud mantenía durante mi instancia en solitario; el espejo rectangular gigante a un costado de la mesa, igual al que había visto en las películas y series policiacas, me lo hacía suponer.

Anhelé un cigarro, al menos con uno, por muy arrugado o asqueroso que supiera, iba a distraerme.

La puerta sonó y luego abrió. Desde el otro lado entró una mujer de mejillas regordetas y aspecto afable. Dudé en primera instancia si se trataba de una oficial, pues no llevaba placa.

Se sentó al otro lado de la mesa con semblante relajado, como si estuviera frente a una amiga y me sonrió.

—Buenos días, soy la inspectora Alexandra Hoffman. Harrell, ¿verdad? —Asentí sin decir más, por supuesto que ya sabía mi nombre—. Es un nombre extraño, ¿de dónde es?

Me encogí de hombros.

—No tengo ni idea.

—¿Nunca has buscado en Google el origen y significado de tu nombre?

—Cuando estoy aburrida prefiero ver videos en YouTube —dije tratando de no sonar ansiosa, lo cierto es que quería devorarme los dedos ahí mismo y estos lucían tan tentadores encima de la mesa.

—Déjame adivinar... —Achicó los ojos y apoyó su espalda en el respaldo de su silla. Por un momento entendí que estaba viendo mi aspecto, sacando suposiciones sobre mí, pero el resultado fue decepcionante—. Música.

Negué con la cabeza.

—Casos criminales y videos paranormales.

Enarcó sus cejas en sorpresa. La inspectora Hoffman era un poco más joven que papá, tenía el cabello como el oro —e igual de brillante— y poseía una cara de demostraba mucho; sus expresiones me resultaron hasta exageradas.

—Oscuro —admitió, tras poner una cara de sorpresa—. ¿Quieres estudiar algo relacionado con investigación?

—En realidad quiero estudiar Criminología —mentí.

—Interesante... —pronunció con soltura, alargando la palabra más de lo requerido—. Puede que a futuro me remplaces en esto. ¿Has visto un interrogatorio antes?

—Sí —afirmé con la misma sonrisa falsa que ella me recibió—. Así que entiendo que las respuestas a este tipo de preguntas tan amistosas no le interesan en absoluto, solo trata de formar un lazo de confianza.

—Al contrario, me interesan —contradijo, tornándose seria—. Los gustos y aspiraciones dicen mucho de las personas. O de sus intenciones.

Tenía que darle créditos, porque llevaba razón.

Me apegué a la mesa para acercarme más a su persona. No quería desafiarla, tampoco mostrarme como una niñata pedante que creía tener el interrogatorio a su favor, solo quería mostrarme interesada en el caso y su respuesta.

—¿Y qué dicen mis gustos y aspiraciones?

—Que quieres salir huyendo de aquí —supuse que bromeó, aunque yo lo percibí como un ataque en ese momento—. Solo bromeo. ¿Gustas de tomar algo? ¿Café? ¿Té?

—Quiero un cigarro.

Se carcajeó. Mi respuesta le pareció demasiado irónica.

—¿De verdad me harás darte un cigarro? Todavía eres menor de edad.

—Solo uno. En mis pertenencias hay una cajetilla.

Suspiró con resignación y buscó entre los bolsillos una cajetilla de cigarros. Eran cigarros de esos buenos, que le das una calada y los sientes hasta el alma. Me enseñó uno y lo acercó.

—No quiero ser la que falte a una regla aquí.

—Estoy a nada de ser mayor de edad.

Miró hacia el espejo con el cigarro entre sus dedos y se encogió de hombros. En cosa de segundos, las dos estábamos fumando como dos viejas amigas que van a contarse un sinfín de secretos.

—Harrell... —carraspeó y se acomodó en su asiento. Se venían las preguntas interesantes—. ¿Entiendes por qué estás aquí?

—Por Skyler.

—¿La conocías?

Asentí.

—Cuéntame sobre ello.

—Éramos amigas desde el colegio. Mejores amigas, en realidad. Cuando me mudé seguíamos hablando y, tras su desaparición, papá pensó que era conveniente que viniésemos ayudar.

—¿Hace cuánto estás aquí?

—Una semana.

Que parecía un año.

—Es un sitio aburrido, ¿verdad?

—Más bien uno que me trae malos recuerdos.

—¿Y cuáles son esos?

Su pregunta tenía un dejo de interés por lo personal más de lo que yo hubiese querido exponer.

—La muerte de mamá —confesé tras quedarme en silencio. Decirlo me había costado más de lo que pudiera haber asumido. Entonces, para no hacer de ese dolor tan obvio, añadí—: Que a veces los niños son demasiados crueles y en el cole no la pasaba de maravilla.

—Pero tenías a Skyler.

Mi cabeza hizo un rápido recuento de todas las vivencias que había pasado con Skyler. En esos tiempos, si dejaba de lado lo opacada que era por ella, podía admitir que eran buenos momentos.

—Sí, bueno, con ella se pasaba bien.

No soné muy convencida y esto quedó en evidencia frente a la audaz perfección de la investigadora.

—Tu tono dice otra cosa.

—Digamos que era una amistad algo extraña.

—¿Y volviste a verla?

—El primer año que me mudé, en los cinco primeros meses. Fui casi constante, pero luego lo dejé.

Guardó silencio, esperando que prosiguiera. Sabía hacia dónde iba dirigida la conversación: el día que estuve en la isla. Si de alguna manera ella se había enterado de que visité la isla y me acosté con el novio de mi amiga, estaba perdida. Eso ni siquiera papá lo sabía. Y eso no era lo peor: podían ponerme como posible sospechosa.

Mi nerviosismo subió a tope, y ni cuenta me había dado de que mi cigarro ya estaba bien aplastado sobre el cenicero.

—En Nevada hice buenas amistades —añadí.

A Hoffman la poseyó una mirada inquisidora.

—¿Ni una escapadita?

Apreté los dientes.

Necesitaba contenerme.

—Ninguna.

No se lo creyó. Emitió un extraño sonido con la nariz a modo de burla.

—Eres una adolescente y tienes la apariencia de ser alguien que le dice a su padre: «saldré con amigas» y luego se va con su novio a pasarla bien.

Pensé que me estaba leyendo la mente, porque había acertado. Exceptuando lo del «novio», claro.

—Ya me juzgó una vez, y lo hizo fatal —me defendí.

—Es cierto. Pero sé de muy buena fuente que, dos días antes de la desaparición de Skyler Basilich, tú estabas en la isla.

Aplastó la colilla de cigarro en el cenicero en un acto silencioso de confrontación. La maldita me había atrapado.


***



Yo: Me delataste.

Desconocido: ?????

Yo: Tú o Dreeven me delataron. Le dijeron a la policía que estuve aquí y ahora voy a ser una sospechosa. Saldrá a la luz que dormí con el novio de mi supuesta amiga.

Desconocido: Para que quede claro, jamás te pondría en riesgo o te acusaría.

Yo: El despecho lleva a cometer actos inimaginables.

Desconocido: No soy un despechado. Tengo que admitir que el hecho de que te hayas acostado con Dreeven (y me lo digas así) duele, pero eso es mi culpa. Y también la de él.

Yo: Solo tú y él me vieron ese día.

Desconocido: ¿Seguuuura? :)

Yo: Sí.

Desconocido: ¿Y en qué llegaste? :)

Yo: ¿Sugieres que el hombre de la lancha me delató? ¿No será que tratas de librarte de la culpa?

Desconocido: Solo trato de ayudarte. Si algo llega a pasarte o por algún motivo te alejan de mí, te lo prometo, Moni, yo incendio todo.

Yo: Ella dijo que era una fuente segura. No pudo ser alguien random. Mis opciones siguen entre tú y Dreeven.

Desconocido: Error: tus opciones se han limitado en Dreeven. 



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