Día 11: Barriga
Para Obi, una de las cosas que más amaba con relación al embarazo de Shinra, es ser espectador en primera fila como su panza fue creciendo al correr los días. Amaba tocarla y hablarle al pequeño retoño que se estaba formando allí, ponerle música y perderse en el tiempo, imaginando cómo sería cuando nazca y fuera parte al cien porciento de sus vidas.
El crecimiento de ella es una prueba irrefutable de que su bebé estaba allí y que dentro de unos meses saldría de allí y podría sostenerle entre sus brazos.
Por su parte, Shinra solo podía mirarle con adoración.
Obi siempre había sido una persona cálida, por lo que su comportamiento con él y con el bebé dentro suyo no le parecía para nada algo de sorprender.
Pero aun así, cada vez que lo veía acariciar su barriga mientras su mirada se iluminaba como fuegos artificiales en un cielo nocturno, su corazón saltaba de alegría y sentía que se enamoraba más y más de aquel hombre.
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