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Bar (Katsudekukatsu)

Música estridente, olor a alcohol y perfume junto al no tan común aroma a sexo era lo único que la nariz de Izuku podía sentir mientras estaba sentado en una banca de aquel extraño bar a dónde lo arrastró su mejor amiga Uraraka Ochaco, la cual le dejó solo en la barra para aventurarse entre la multitud danzante.

Para colmo de males para ese punto los incesantes gemidos de la pareja a su lado lo estaban volviendo loco, solo quería irse a casa, y lo hubiera hecho hace una hora si no fuera porque no sabía dónde estaba Ochaco y no deseaba dejarla sola allí.

—Es una expresión muy difícil de encontrar en un lugar como este —comentó una gruesa voz a su lado.

—Pues no es extraño si tienes en cuenta que fui vilmente engañado para venir aquí solo para luego ser abandonado —contestó Izuku antes de darle un trago a su whisky.

—¿Tu novia quería experimentar? —preguntó el extraño sentándose a su lado.

—Mi amiga, me trajo a punta de engaños y ya no me puedo ir.

—Pues hasta donde yo sé no nos tienen encerrados aquí, creo que hacer eso sería ilegal.

Izuku por fin volteó a ver al hombre que le hablaba, era alto, musculosos, de rasgos masculinos, con unos increíbles ojos rojos rasgados y un perfecto cabello rubio cenizo.

—Bueno, no puedo dejarle sola en un lugar así —dijo Izuku después de darse una cachetada mental por haberse quedado viéndole como si fuera un delicioso bistec.

—Un caballero, yo que los creía extintos —comentó el rubio mientras le hacía una seña al barman con la mano—. Por cierto soy Bakugo Katsuki, y amigo mío comparto tu dolor, el par de imbéciles que se hacen llamar mis amigos se fueron a coger a arriba dejándome aquí tirado.

El barman le entregó un cóctel ya listo a Bakugo, el rubio tomó la taza de cristal y le dió un gran trago a la bebida color café que contenía.

"Creo que él acostumbra a venir acá", pensó el muchacho de cabello verdoso con una mueca.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el rubio mirando a Izuku de pies a cabeza sin disimular ni un poco.

—Midoriya Izuku —respondió este sintiéndose un poco intimidado.

La mirada del hombre era tan intensa que casi podía sentirla recorriéndole cada parte del cuerpo con un tacto duro y demandante, es por ello que el peliverde decidió voltear a ver al estante lleno de licor frente a él antes de que sus mejillas se tornaran rojas.

—Por lo que veo no frecuentas estos lugares, pero eres lo suficientemente prudente como para no decir nada o irte los ojos viendo las escenas montadas por las parejas —afirmó Bakugo sin dejar de ver a Izuku—. Si quieres te puedo ayudar a conseguir una mujer, creo que no será difícil, tienes un buen aspecto. Por cierto me gustan los reflejos verdes en tu cabello.

Izuku no dijo nada, no se sentía cómodo con la pregunta, por eso solo le dio otro trago a su whisky haciendo una mueca al sentirlo bajar por su garganta.

—¿O quizás eres de hombres? No importa, también te puedo ayudar con eso —indicó Katsuki con voz ronca.

—No estoy interesado en eso, no soy de este tipo de cosas. —Por fin habló el peliverde.

—¿Me estás diciendo que vienes a un lugar así y ni siquiera quieres intentar coger? —preguntó el rubio con duda—. Si te da miedo puedes solo ver, incluso si quieres me ofrezco para darte el espectáculo.

—No, realmente no quiero... —Izuku iba a continuar negándose, pero los dedos del rubio sosteniendo su barbilla para hacerle girar a verlo lo hizo detenerse.

—Vamos Midoriya, solo es ver, no hay ningún riesgo en ello —dijo Katsuki con voz demasiado atrayente mientras acercaba sus labios a los de Izuku.

—Es que yo nunca... Bueno no importa. —Se detuvo el peliverde antes de decir algo vergonzoso a un completo extraño.

—¿Tú nunca qué? Espera un momento, ¿eres virgen? —Bakugo sonrió con eso, pero al mismo tiempo se relamió los labios como si hubiera encontraba un delicioso bocado—. No te preocupes, hoy no perderás tu virtud, aunque no lo creas sé que es algo importante.

Aun así, el rubio se inclinó sobre Izuku y le robó un demandante beso que se prolongó por varios minutos. El peliverde se encontró a sí mismo sorpresivamente correspondiendo al beso de un completo extraño, no había nada de malo en eso, solo era un beso, además aquel hombre era demasiado atractivo. ¿Qué daño podía hacerle un simple beso?

Bakugo sabía a café y licor, probablemente del trago que le habían servido, además era demasiado bueno besando, ese era quizás el mejor beso que le hubieran dado en sus veintitrés años de vida.

—Midoriya, ¿qué me dices? Únicamente será ver, solo concédeme eso, realmente quiero esas joyas verdes que llamas ojos puestas en mí —susurró Katsuki sobre el oído de Izuku mientras una mano traviesa acariciaba el muslo interno del peliverde—. Te dejaré escoger al otro, sea hombre o mujer, a mí no me molesta.

La mano del rubio subió con lentitud tortuosa sobre el muslo  de Izuku hasta casi tocar su hombría, pero deteniéndose allí a la espera de aprobación.

El peliverde tragó grueso. ¿En qué momento pasó de estar hablando con Bakugo a ser tocado por este de aquella forma? Empero más importante que eso, ¿por qué estaba considerado la oferta de forma seria?

Para ese momento a Midoriya no le importaba mucho esos cuestionamientos, él solo empezó a besar el cuello del rubio cenizo mientras acercaba su entrepierna a la mano en su muslo dejándose embriagar por el delicioso olor a la colonia del Katsuki.

—¿Tomo esto como un sí o es que me propones algo más? —preguntó Bakugo empezando a tocar el miembro del peliverde sobre su ropa.

Midoriya abrió su boca para decirle al rubio que aceptaba lo primero, de alguna forma el imaginar a semejante hombre que se encontraba frente a él tomando de manera salvaje el cuerpo de alguien más lo estaba excitando más allá de sus límites,  sin embargo, antes de que pudiese dar su respuesta la acusadora y chillona voz de Ochaco lo detuvo.

—Izuku nos vamos —dijo la chica menuda de cabello castaño con el ceño fruncido.

—¿No puedes esperar otra hora más? El chico aquí y yo estamos haciendo un trato cara redonda —cuestionó el rubio cenizo mientras miraba a Uraraka como si la quisiera matar.

—Fíjate que no, ya me aburrí de estar aquí así que nos vamos —contestó Ochaco tomando a Izuku de la mano y alejándolo del otro hombre.

—Eres una... —Antes de que Bakugo pudiese soltar una palabra más fue interrumpido por la melodiosa voz de Izuku.

—Fue un placer conocerlo Bakugo-kun, lamentó tener que irme así. —Izuku hizo una reverencia antes de perderse entre la multitud junto a la castaña que lo jalaba.

—El placer fue todo mío Deku —dijo Katsuki, aunque sabía que aquel muchacho ya no le oía.

Hola, está es de esas historias que puede que más adelante continúe, la pongo aquí para que no se pierda en el fondo de mi imaginación y jamás vea la luz.

¿Qué les parece la idea? ¿Les gustaría que la continuaran?

Si ven algún error no duden en decírmelo, se los agradecería enormemente.

Gracias por leer esta historia, y darle una oportunidad a este libro.

No siendo más nos leemos en la próxima actualización o en otra de mis historias.

Los quiero.

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