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Cap 16

Incógnitas que prevalecen

Hace mucho tiempo había dejado de creer en cuentos de hadas, mitos, leyendas, historias fantásticas que nos contaban con un fin; entretenernos, asustarnos o evitar que cometiéramos los mismos errores que aquellos agentes que la protagonizaban.

Hace mucho tiempo me negaba a mi misma el descubrir aquello que me desconcertaba... Un espejo, un cristal, el fluir del agua, un susurro o una voz que me llamaba, pero por más que lo negara existía algo en mi que quería salir. Algo dentro mío que se sucumbía más allá de todo.

Firmemente sentía que existía algo que me buscaba y que no podría ser tan malo.

Me seque las lágrimas que se habían resbalado por mis mejillas con lentitud, a la vez, que me observaba en el espejo. La oscuridad que me devolvía este detrás de mío no me asustaba, las luces de mi habitación se encontraban apagadas y solo la tenue luz de la luna me acompañaba.

Por más que me sentía bastante agotada el dolor que se expandía de la boca de mis estómago hasta mi pecho, ese vacío que me hacía sollozar, impedía que pudiera conciliar el sueño.

Todo me estaba saturando.

—Bastante entretenida la historieta, pero me tengo que ir—me levante de mi asiento y tome mi mochila para dirigirme hacia la puerta.

No confiaba en Min Lee, y no me encontraba completamente segura si existía alguien en esta habitación en la cual confiaba.

—¿De verdad vas a seguir ignorando lo que esta pasando? No puedes seguir evadiendo esto para siempre—dijo Tomas con frustración apenas me vio tomando la perilla de la puerta.

Sus palabras me habían golpeado como un puñetazo en el estómago, reconocía que no estaba siendo racional, pero tampoco quería serlo. Él no era el indicado de decirme algo, no después de todo lo que habíamos pasado.

—He tenido suficiente por hoy, ¿No te parece?. No quiero escucharlos

—No hay que presionarla, tenemos que entenderla. Dejar que procese las cosas—hablo Celeste levantándose de la cama y disculpándose con Min por mi accionar.

Rodee los ojos ante aquello. Me chocaba que siempre estaba en esa postura de conciliación, y más cuando podía notar que le disgustaba la presencia de aquella chica.

—¡No! ¡No hay que dejarla nada!—levanto la voz y se acercó a mi —Estoy cansado de esta situación, siempre te quejas que nadie te ayuda y a la primera de cambio salís corriendo. No sé que más esperas de nosotros.

—De vos —lo apunte—Ni el saludo, ¿Que clase de ayuda me estas hablando?. Cambiaste tu testimonio sin ni siquiera preguntarme dejándome en banda. Me dejaste sospechosa de un homicidio, tarado. Y esta mina —señale a Min quien observaba todo sorprendida—De repente, sabe todo de mi y me viene con una historia de magia, de emperadores…  No me consultaste si quería que se supiera lo que me esta pasando. ¡Porque es a mi la que me está pasando! —solté un suspiro y gire la perilla—  Encima hace nada vi frente de mis ojos una explosión y me vienen pasando cosas horribles y todavía tienes el tupé de decirme que yo soy la que no quiere ayuda.

Cuando intenté abrir la puerta Tomas la volvió a cerrar con fuerza.

—¡Ah, claro!—soltó una risa sarcástica pasándose una mano en el cabello— Cambié mi testimonio para proteger a mi novia, ¡y te lo juro por la vida que lo volvería a hacer mil veces si es para cuidarla! Pero parece que eso no te importa en lo más mínimo

Y volvía con lo mismo, no se cansaba del mismo discursito barato que lo dejaba como el héroe. ¿Héroe de que? Si en la primera me había traicionado.

Cuando iba a decir algo, él me interrumpió.

—En vez de agradecer que alguien se preocupa por los demás, venís con tus dramas y tu actitud de víctima. Y sí, Min sabe algo, pero no es como si estuviera revelando secretos de estado— señaló a la susodicha— Solo quería ayudarte, pero parece que preferís ahogarte en tu propio sufrimiento, no se que más quieres que hagamos para que sepas que estamos para ti.

Solté una carcajada. No daba más de la hipocresía, me estaba hartando que me mientan en la cara. Él por su parte siguió, se notaba que se había enfadado, pero no me importaba en absoluto. Esta vez, me daba igual.

—¿La explosión? ¡Obvio que la vi, estuve ahí no hace falta que me lo recuerdes! Pero parece que solo te importa lo que te pasa a vos —me apunto y luego se corrió de la puerta—Sabes que, hace lo que quieras, pero después no vengas llorándome cuando te des cuenta de que estás sola en este quilombo, ¿entendiste?

Y si siempre he estado sola, pensé y solté un suspiro.

—¡Epa, paren un segundo!—intervino Celeste quien estaba estupefacta por lo acontecido—No quiero verlos así, pelear no va a llevar a nada. Vos —apunto a Tomas que se había acostado y se limitó a ver el techo —Entiendo que quieras protegerme, pero lo que hiciste no esta bien y pelearte con  ella tampoco. Y vos— me señalo y yo solo me limité a mirarla—Se que estas pasando un momento duro, pero no descargues tu bronca en él. Todos estamos para ayudarnos.

—Exacto, chicos hay que tranquilizarnos. Hay verdaderas cosas por las cuales preocuparse ahora—hablo Min que hasta el momento no había abierto su boca.

—Cállate —dijimos a la vez Celeste y yo

Las diferencias que estaba teniendo con Tomas cada vez se volvían más duras. Sabia perfectamente que todo había dado un giro de ciento ochenta grados, pero me dolía.

Él era una de las pocas personas que me importaban después de mi familia. Era mi mejor amigo, mi confidente, mi compañero y ahora se había convertido en un desconocido, en una persona que… detestaba.

¿Cómo podían haber cambiado tanto mis sentimientos en este tiempo? ¿Cómo podía haber cambiado mi vida de esta manera?

Me terminé de peinar y me levanté del asiento de mi tocador, no sin antes agarrar el libro que estaba leyendo, para sentarme en el suelo con mi espalda apoyada en la cama. Mi celular no dejaba de sonar, pero no me apetecía responderlo al ver que el nombre de él aparecía en la pantalla.

Ya habían quedado las cosas más que claras entre los dos y me negaba a seguir haciéndome daño.

Todas las cosas que estaban sucediendo estaban lejos en desaparecer y yo cada vez tenía más ganas de hacerlo. Quería huir.

Huir era la única solución en la ecuación que encontraba. Huir de los reflejos, huir de los muertos, huir de ellos… Huir de todo aquello que me sobrepasaba y me pesaba cada vez más.

Cerré los ojos calmando mi respiración, esta vez no me sorprendió sentir la presencia de alguien más al lado mío. Aunque suene bastante ilógico, ya me estaba acostumbrando a eso.

Aparecía y desaparecía. Venia, jodia mi vida y se iba. No sé que más quiere, si ya no quedaba nada más para joder.

Cuando abrí mis ojos, deje que la luz que emitía la luna me enfocara. Por más, que me aturdía un poco la vista, permití esta noche dejarme llevar por aquel destello.

En ese momento, al lado mío se encontraba Azkeel. La figura etérea de él comenzaba a tomar forma bajo resplandor brillante que se colaba entre la ventana.

Como si fuera la creación de la misma luz lunar, aquel espejismo desprendía pura energía. Me quedé bastante sorprendida al observar las moléculas que danzaban entre sí conformando gradualmente su rostro y su cuerpo.

La belleza y la vibraciones que emitía me dejaban sin aliento. Aquel ser sobrenatural no podía ser más perfecto.

Sus ojos brillantes como el fuego de dos soles, me observaban detenidamente con una intensidad que traspasaba mi piel.En su mirada encontraba calma, pero los recuerdos me alertaba del peligro que el significaba y que me costaba enfrentar.

—Quieres ser humano… —dije en voz baja mientras acariciaba la tapa del libro que tenía en mi regazo.

La cubierta era dura de un azul profundo y letras doradas titilantes bajo la luz. Mis dedos se deslizaban con delicadeza sobre la superficie, acariciando las letras grabadas “Animales fantásticos” de Jorge Luis Borges.

—¿Tan horrible es allá?—pregunte

Debía existir algo en aquel mundo atraves del cristal, por la cual aquel ser no quería estar. Y si no, no le encontraba mucho sentido a que desee pertenecer a nuestro mundo que no contiene nada extraordinario.

—Quiero ser yo — respondió bajando su mirada para luego levantarse del suelo. Imite su acción siguiéndolo. —Quiero verme en un espejo y dejar de verte a ti —se paro frente al espejo de cuerpo entero postrado en una esquina.

Me mordi el labio al observar como el deslizaba su mano en el marco de este; la imagen que le devolvía aquel cristal, era la mía.

—Quiero solo construirme a mi mismo, no estar atado a nadie

—Suena bastante emotivo—solté un suspiro y me cruce de brazos— Pero mataste a tres personas. Solo eres un mountro— mis palabras escaparon en un susurro.

Instantáneamente al escuchar mis palabras, él se giró, acercándose a mi con una presencia arrolladora que me dejó sin aliento. Quedamos a centímetros de distancia, y con cautela di algunos pasos hacia atrás sintiendo el pulso en mi pecho latir con fuerza.

—¿Estas segura que el mounstro soy yo? — su cálido aliento acariciaba mi rostro y su mirada penetrante desafiaba todas mis certezas.
 

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