Capítulo 4
Janette volvió a su hogar ya entrada la madrugada, pero no sin antes contarme todo. Y no fue por voluntad.
—No quiero casarme —me dijo—. Hay una bruja, como les dicen, dice que me puede sacar si así lo deseo, a cambio de algo.
—¿Qué? —le pregunté cuando vi que no tenía intención de continuar.
—Que yo la ayude a conseguir algo que solo se encuentra en Deximó —reveló—. Es algo que necesita, creo que es muy poderosa, Jacko, tiene magia, me la mostró. Dijo que todos los magos tienen un color, para su magia, para poderla distinguir de la de otros magos y que le daba un toque especial.
Se miró las manos, estaba sentada en el sillón individual de mi alcoba, ese que estaba cerca del balcón.
» Dice que tiene dos hijos. —Continuó—. Son gemelos. Pero no conoce a uno de ellos, la separaron de él cuando era un bebé y solo pudo llevarse a uno de ellos. Dice que ahora ese niño que no pudo rescatar está siendo utilizado por las personas incorrectas, lo usan porque nació con una cantidad de magia inconmensurable. Dice que casi lo lograba, casi recuperó a su hijo, porque hay alguien igual de poderoso que él, que siempre se pensó que serían el lado opuesto del otro, pero que de alguna forma terminaron teniendo ideales iguales... Hasta que ese otro mago lo arruinó.
—¿Ese otro mago era el niño que sí salvó? —me aventuré.
Janette negó con la cabeza.
—No. El niño que sí salvó no nació con el mismo poder, era más... Simplemente más. Aunque excepcional, me dijo los colores de sus hijos —de pronto su mirada se iluminó—. El niño que se llevó con ella se llama Albrecht, y es blanco y negro —contó—, dijo que era una magia casi sin límites, pero tenía una desventaja: sus intenciones siempre debían mantenerse en el extremo, por eso los colores, podría ganarle a cualquiera, incluido su hermano, pero solo si ambos están completamente en desacuerdo, él tiene que mantenerse en el extremo contrario a su oponente.
Nos quedamos callados por varios minutos, minutos en los que me dediqué a procesar la información. Si Janette se iba, ¿podría visitarla? ¿Se olvidaría de mí? Justo en ese momento no me sentía preparado para perder al único ser en el que podía apoyarme. No obstante, también sabía que ella debía tomar su propio camino, por su propio bienestar.
—El otro hijo es gris y cían —dijo tras el silencio—. No me dijo su nombre, pero cree que es el gris lo que hace que destaque. Dijo que conoció al otro mago que es igual a su hijo perdido, dijo que también se movía en el gris, la única diferencia era que el color que lo terminaba de complementar era el naranja. Dijo que tenía que ser ese color. Y ya que técnicamente era el resultado de mezclar blanco y negro, cree que eso responde a los colores de su otro hijo. Gris es neutral, me dijo. Y esa era una ventaja que ambos magos tenían por sobre el hijo que conservó. Pero tiene miedo.
Suspiró, pero ahora estaba ansioso por saber.
—¿Miedo de qué?
—Dijo que nunca le habló a Albrecht sobre su gemelo... Y dijo que Albrecht lo descubrió después de que lo envió a un lugar, donde conoció al chico —parecía distante, cómo si pensará en el momento en que la mujer le contó aquello—. Dijo que ella estaba fuera en aquel entonces, pero cuando volvió se encontró de frente con la furia de su hijo, aquel al que tanto cuidó... Dijo que no le contó nada por miedo a nunca recuperar a su otro hijo. Y ahora cree que Albrecht puede abandonarla para seguir a su hermano, uno que aún no sabe de la existencia de ella.
—Dijiste que esta mujer era una mago también —recordé—. ¿Te dijo sus colores?
Negó con la cabeza.
—Janette...
—¡No tiene! —exclamó—. Por eso te dije que creo que es muy poderosa. Ella no tiene ningún límite, Jacko.
—De acuerdo —asentí—. ¿Qué es lo que quiere de Deximó?
—Necesita algo... Son tres elementos —me explicó—. Cada uno de ellos se encuentra en cada reino. Pero el más importante está en Fhrianew. Ese es el pasado; después está lo que necesita de Nimehú y Deximó.
—¿Qué es? ¿Por qué le das tantas vueltas, mujer?
—Me dijo que la magia puede manifestarse de diferentes maneras y formas... Una de ellas son los magos..., pero en Nimehú hay ángeles.
Okey, decidí abandonar la charla. Es obvio que Janette estaba diciendo incoherencias a causa del sueño. Me levanté, pero ella me tomó del brazo.
—Espera...
—No existen los ángeles, Janette —mascullé.
—No es... no es algo religioso, Jacko —siguió—. Es mágico.
—Mágico. —Repetí—. De acuerdo, Janette, estoy empezando a creer que ni siquiera existen los magos.
—Pero es verdad... —insistió—. ¿Puedes al menos dejarme terminar?
Resoplé y me volví a sentar a su lado, en el brazo del sillón.
—Dice que conoció a uno de ellos, pero que actualmente solo es él y que originalmente eran dos. Dijo que la historia de los ángeles le recordó a su hijo. Pues eran blanco y negro, se complementaban. Pero uno desapareció hace varios meses. Dijo que el ángel que conoció le prometió ayudarla a cambio de que ella lo ayude a encontrar al otro ángel, de lo contrario en realidad él no le sirve. Son uno.
—Muy bien —respiré—. Entonces, una mujer necesita la ayuda de un ángel para revelar el pasado y así recuperar a su hijo.
—Necesita a los dos ángeles —me corrigió.
—Bien. Una mujer necesita la ayuda de dos ángeles para revelar el pasado y así recuperar a su hijo —repetí.
—Y a los dos demonios de Deximó —soltó.
—Ay, por favor —me quejé y me levanté. Caminé hacia el otro lado de la alcoba y la miré—. Eso sí ya no te lo creo.
—¿Me creíste lo de los ángeles pero no lo de los demonios? —preguntó incrédula—. No miento, Jacko. Acabamos de torturar y matar a un hombre, ¿crees que me voy a poner a bromear?
—¡Cállate! —le siseé desde mi lugar—. Te pueden escuchar, carajo.
—Sea como sea. De todas formas no le sirven los demonios hasta que descubran donde está el otro ángel.
—¿Y...?
—¿Y qué?
—¿Y dónde se encuentran los demonios? —pregunté con ansiedad—. Aún no te creo —me apresuré a agregar.
—En la Costa del Ángel —dijo.
—Ya —repliqué—. Cómo me digas otra cosa tan loca dejaré de creerte y te acusaré de brujería —amenacé.
—¡Estoy hablando en serio!
—¿Y por qué todo es tan irónico? ¿Demonios en la Costa del Ángel? No jodas.
—Eso no es más que una coincidencia o tal vez los demonios viven ahí por la ironía que representa —argumentó ella.
Esa fue la conversación más loca que tuvimos. Después de eso se fue, dejándome una profunda confusión y deseos de nunca haberle preguntado sobre el uniforme nimehiano.
[NOTA DEL AUTOR:
Aquí todo empieza a conectar con la saga Fhrianew. Este capítulo es literalmente un spoiler.
¿Creen que si existan los ángeles y los demonios?
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P. D. Pueden seguirme en instagram como m.cabrera_books60 para datos de los personajes e historias.]
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