Capítulo 41 - Regalo de cumpleaños
Habían pasado exactamente 3 meses desde que me habían encerrado en éste lugar.
No sabía lo que estaba ocurriendo afuera, no sabía qué había pasado con la gran mansión quemada. Tampoco tenía muy claro si había sido Damián o había sido sólo un accidente.
—Hoy es el día —escuché la voz de una enfermera que en más de una ocasión había golpeado mi rostro con una varilla de madera.
—Claire me dijo que saldría hace dos semanas.
—Si, a veces creemos en muchas cosas que no ocurren —sonrió con ironía.
Me quedé en silencio mirándola.
—Ten —me lanzó una bolsa con la misma ropa que había llegado el primer día —está limpia, cámbiate y luego ve a recepción.
Se acercó a mí, desencadenó mis muñecas y mis tobillos de la cama, y luego se marchó de la habitación.
Mi corazón estaba latiendo con fuerza. No sabía si todo se trataba de una trampa o si en realidad era verdad que iba a salir de este horrible lugar.
Cuando mis pies descalzos hicieron contacto con la fría cerámica se sintió tan reconfortante. En tres meses sólo había tocado la cerámica para ir al baño, luego volvían a amarrarme.
Entré al baño y en cuanto me miré en el espejo me percaté de que la persona que estaba en el reflejo no se parecía a mí. Mi piel estaba pálida y había unas bolsas negras debajo de mis ojos, estaba tan delgada que el hueco debajo de mis ojos se notaba muchísimo. Intenté no observarme demasiado, ya que, si seguía así, me encontraría con heridas, moretones y golpes que jamás merecí.
Rápidamente me vestí, la ropa me quedaba algo grande y seguía sin sentirme cómoda dentro de esos pantalones. Tomé el regalo que me había enviado mi padre y salí de la habitación directamente a recepción. Enseguida me atendieron.
—Felicitaciones señorita Morelli —me dijo la mujer detrás del mesón, ni siquiera pude sonreírle —. Volverá a casa.
—¿Alguien vendrá por mí? —pregunté, ella revisó en su ordenador y luego fijó su mirada en la mía.
—Sí, su madre está en el piso de abajo.
Respiré profundo.
—Firme aquí, por favor —me tendió un papel, lo leí un par de veces y se extendía, en pocas palabras, que saldría gracias a Vincent Hayden quien me había visto mucho mejor desde la última vez que nos vimos, por buen comportamiento, y muchísimas cosas más que eran mentira. Además, remarcaba que, si seguía con problemas, volvería a parar ahí.
Me quedé mirándola y ella seguía mirando el lápiz para que firmara, pero sabía, que todo lo que tenía el papel era mentira y ni en un millón de años volvería ahí. Aun así, firmé porque quería irme rápidamente de ese lugar.
Bajé en el ascensor y lo primero que vi al poner un pie en el primer piso fue a mi madre junto a su marido. No podía gritarles, ni menos comportarme como una loca, no quería que nuevamente me regresaran a ese lugar.
Ellos fueron los que se acercaron a mí, pero no me besaron ni abrazaron.
—¿Qué hacen aquí? —bajé la voz.
—Hemos venido por ti —contestó Claire.
—¿Por qué?
—Queremos que conozcas tu nueva casa. Luego de ese terrible incendio que ocurrió, estamos empezando de cero —continuó ella hablando mientras dábamos pasos lentos hasta estar en el exterior.
Respiré profundo cuando el aire chocó con mi rostro, el nudo de mi garganta regresó, pero debía mantenerme fuerte.
—No —la miré fijamente, ignorando por completo que Vincent se encontraba ahí —. Quiero que me regreses mis tarjetas y mi dinero, yo no iré a casa contigo.
—Bianca...
—¿Olvidaste que ya no eres mi madre? —alcé mis cejas, pero seguía calmada.
—Le pedimos a Damián que viniera por ti, pero estaba demasiado ocupado para hacerlo —comentó Vincent.
Mi mirada chocó con la de él y algo se rompió dentro de mí, pero no podía creerle.
—No me interesa —le contesté —. Necesito tiempo a solas, no quiero irme con ustedes.
—Te vas a subir a la camioneta —ordenó Claire —, te llevaremos a casa y luego si quieres harás lo que quieras.
Levemente tomó mi brazo, supongo, que lo hizo así para que la gente de alrededor no se percatara de que estábamos teniendo una discusión. No me rehusé esta vez, caminé junto a ella hasta la gran camioneta de Vincent Hayden y me senté en el asiento trasero.
El camino a la nueva casa se me hizo eterno, ya que el volumen de la música iba relativamente bajo y nadie decía nada dentro de ese pequeño espacio.
Lo único en que podía pensar durante esos largos minutos era en Damián. Quería verlo, lanzarme sobre él y abrazarlo porque sabía, de ante mano, que él había estado haciendo de todo ahí afuera por sacarme. Y ahora que, al fin, me encontraba fuera de ese terrorífico hospital psiquiátrico sólo quería ir a verlo y decirle cuánto lo había extrañado.
Cuando las calles comenzaron a agrandarse y las enormes palmeras aparecieron, me percaté que estábamos en el mismo sector de donde estaba la antigua mansión del demonio, y cuando pasamos fuera del terreno en el que se encontraba, no había absolutamente nada. Todo parecía estar abandonado, y algunos constructores se paseaban por el lugar para hacer quizá qué cosa.
De pronto, Vincent se detuvo frente a un portón enorme. Habló con un tipo quien parecía ser el conserje y luego continuó con su camino.
Una enorme casa rústica apareció frente a mis ojos, había arboles alrededor y estacionamiento privado. Me quedé impactada con la infraestructura por unos segundos. Vincent aparcó el auto afuera y rápidamente se bajaron, apenas pude respirar tranquila, me bajé siguiéndolos. La enorme mansión no cabía en mi pequeño campo de visión, por lo que debía levantar un poco más la cabeza para mirar las terminaciones.
Una mucama nos recibió en la puerta, no la conocía, pero no tardó en mostrarse extremadamente amable conmigo. La sala de estar estaba llena de cuadros nuevos, sofás nuevos y..., todo nuevo. Había estanterías y televisores nuevos. No quise quedarme demasiado tiempo en el lugar, por lo que rápidamente me acerqué a Claire.
—¿Ahora si puedes pasarme mis tarjetas y todo el dinero que tenía ahorrado? —le pregunté directamente a ella mientras Vincent había ido por algo a su oficina.
—Me gustaría que vieras tu habitación —bajó la voz.
—¿Mi habitación? —sonreí —Yo no viviré con ustedes.
—¿Y a dónde irás?
—No lo sé, pero te aseguro que si encuentro algún lugar no te lo diré.
—Bianca, pensé que todo estaría bien ahora ¿qué ocurrió? Debemos saber arreglar nuestros problemas.
—Lo único que has conseguido encerrándome en ese lugar por tres meses es hacerme más fuerte de lo que era.
—Hija...
—¿Me devolverás mis cosas o debo ir con un abogado para quitártelas? —alcé un poco la voz.
Ella me observó con sus ojos empañados, miró sus manos y luego asintió lentamente. Caminó no sé a qué dirección y luego de unos minutos regresó con un pequeño bolso. De inmediato lo abrió frente a mí, me mostró que estaban todas mis tarjetas y el dinero que había ahorrado.
—En casa se quemaron todas tus cosas, Bianca, te he comprado cosas que están en la habitación de arriba por si necesitas llevarte algo —habló, pero la ignoré.
—¿Y mi auto? ¿Lograron sacarlo?
—Sí, está aparcado en el patio trasero —indicó, se acercó a un colgante que estaba en la puerta y me tendió las llaves.
—Bien, adiós —la observé.
—¿Realmente puedes ser así de fría después de todo lo que ha pasado en nuestra familia? —me enfrentó.
—No me culpes por esto, no fui yo quien rompió todo.
La miré por última vez y me dirigí a la parte trasera de la casa en donde estaba aparcado mi coche. Brillante como si lo hubiesen lavado recién, por dentro y por fuera, de inmediato me subí en él y respiré con fuerza. Estaba partida a la mitad, pero ya era hora de escapar para siempre de las redes de un millonario que jamás entraría a la cárcel. Me sequé un par de lágrimas que había derramado y me dispuse a irme de ahí para jamás regresar.
Pero, cuando iba conduciendo me saltó una duda ¿por qué Vincent estaba dejándome ir tan fácilmente? ¿Por qué luego de que casi me encerró de por vida en aquel lugar, ahora me dejaba escapar, así como así? ¿Mi madre había tenido que ver con eso? No podía pensar con claridad, y lo único que apareció en mi cabeza fue Damián.
Rápidamente me dirigí al edificio en donde vivía Damián, casi bajé corriendo y ni siquiera saludé al conserje, sólo subí en el ascensor y, cuando estaba afuera de su puerta, toqué el timbre, pero nadie salió. Toqué una vez más, nadie. Debía estar trabajando.
No me dirigí a la universidad. No estaba preparada para que todos me juzgaran por el estado en el que me encontraba, así que opté por tomar el papel que había venido en el regalo de mi padre y me dirigí hacia el lugar, si era lo que yo estaba pensando, seguramente éste había sido el mejor regalo que pudo haberme dado y en el momento preciso.
Esquivé un par de calles innecesarias, di vueltas en círculo por unos minutos, hasta que finalmente di con la dirección que salía escrita en el papel. Era un edificio completamente blanco, reluciente y enorme. Aparqué el auto y me bajé con confusión. Cada paso que daba, iba acompañado de una mirada rápida al papel. En cuanto entré me percaté de que todo estaba extremadamente limpio y con aroma a nuevo. Las personas que paseaban por ahí me observaban como si fuese una pordiosera por las condiciones en las que me encontraba, aparte de que ellos parecían haber salido de una telenovela millonaria. Me acerqué a la recepción en donde me atendió una mujer de coleta alta, me sonrió con efusividad.
—Buenas tardes ¿en qué puedo ayudarla? —su sonrisa continuaba en su rostro.
—Voy a esta dirección —le enseñé el papel. Ella lo miró por unos segundos y luego buscó en su ordenador, leyó un par de cosas que no pude ver y luego alzó su vista.
—¿Eres Bianca Morelli? —me sonrió.
—Si.
—Tu identificación, por favor —me la pidió, se la entregué y tras revisarla por unos segundos me entregó otras llaves aparte de las que tenía en mis manos —Tu padre, Stefano Morelli, ha comprado este departamento para ti y nos pidió con claridad que lo tuviéramos en buenas condiciones para cuando llegaras —sonrió —Es un regalo de cumpleaños ¿no?
—Sí, pero...
—Tranquila, déjame buscar a alguien para que te acompañe.
Mi corazón no dejaba de latir con fuerza ¿Por qué mi padre se había esmerado en comprarme un departamento justo aquí, tan lejos de todo? Ni siquiera podía pensar en lo que rápidamente estaba ocurriendo frente a mis ojos. Sólo reparé de mi gran sorpresa cuando estaba frente a la puerta 713 fingiendo que no estaba sorprendida con el tipo que estaba a mi lado para ayudarme en lo que necesitaba.
—¿estás bien? —me preguntó.
Era un joven aproximadamente de 26 años, vestía formal y su cabello estaba perfectamente peinado. Además de que su perfume podía olerse a kilómetros.
—Estoy bien —contesté.
—Pues abre —soltó con una pequeña risa.
Mis manos temblaban, miré las llaves que habían llegado en el sobre y las que me había facilitado la mujer de abajo.
—No sé cuáles son —lo miré.
—Las que te llegaron en el sobre son las de ésta puerta, las que te ha pasado mi compañera son las llaves de todas las puertas del departamento.
—Bien.
A pesar de que mis manos seguían temblando, introduje la llave en el picaporte y la giré, la gran puerta de madera negra se abrió frente a nosotros. El tipo me dio un pequeño empujón desde los hombros para que me atreviese a entrar, pero aun así sentía que todo era demasiado extraño.
Lo primero que vi al entrar fue el living el cual estaba situado en medio del departamento. Las paredes eran blancas con turquesa y la decoración del departamento iba acorde a esos colores. Los sofás eran de color turquesa y había una alfombra blanca enorme la cual estaba debajo de una mesa de centro prácticamente de cristal con un par de velas encima. Había una televisión en la pared y a la izquierda un gran ventanal que dirigía al balcón del departamento.
—No puedo creerlo —murmuré.
El tipo que estaba a mi lado sólo sonrió.
—Puede venir por aquí para enseñarle las habitaciones —indicó.
Pero antes de llegar al pasillo, la cocina se quedó en mi vista. Era una gran cocina americana, totalmente equipada y con cubiertos como si fuese a ir la reina Isabel a comer conmigo un plato carísimo. Caminé por el pasillo detrás del asistente, abrió la primera puerta enseñándome un baño, que supuse era el de invitados, aunque seguía siendo completamente grande. Tenía una ducha con transparencia, el espejo cubría toda la pared de la derecha y sólo pensé en que tal vez vendría a cagar nuevamente la reina Isabel aquí. La segunda puerta daba a una habitación completamente vacía, una de las paredes sólo era de vidrio y no pude evitar pensar en lo maravilloso que sería pintar mirando las estrellas en esa habitación.
La tercera puerta tenía un pequeño cuadro afuera que decía "Bienvenida". De inmediato supuse que se trataba de mi habitación y probablemente también estaría vacía, ya que debía dejarme decorar algo ¿no? Pero quedé casi con el corazón en la boca cuando el asistente abrió la puerta y vi que todo estaba lleno de globos morados y blancos alrededor de la habitación. Había una cama en el centro, muebles, una alfombra, cuadros en las paredes, pero estaban vacíos, seguramente yo era la que debía poner mis propios recuerdos ahí. Encima de la cama había un ramo de violetas y tulipanes. No las tomé, no porque no quisiera, sino porque no quería tocar nada. Todo parecía tan extraño y hecho de porcelana.
—Y aquí está el baño exclusivamente de usted —lo escuché. Salí de mis pensamientos y me quedé fijamente mirándolo a él. —¿Está bien?
—No —mis ojos se llenaron de lágrimas y él frunció el ceño.
—¿No le gustó la sorpresa?
—Claro que me ha gustado, pero ¿por qué tanto? —me acerqué lentamente a la puerta en donde se encontraba él.
—Su padre ha sido muy específico con los detalles, la posición de las cosas. Incluso le pagó a una persona para que decorara a la perfección.
Me quedé en silencio. Divisé que en el baño se encontraba la ducha y a un costado había una bañera que probablemente cabían dos personas ahí. Encima del mesón estaba lleno de cremas, shampoo, acondicionador, líquidos para poner en la bañera, flores de Bach y muchas más cosas que ni siquiera sé describir.
—¿Esto es todo? —alcé mi mirada.
—Puede ocupar dos estacionamientos que son sólo de usted. Hay piscina en la terraza, pero si necesita arrendarla para una ocasión especial sólo debe hablar con la recepcionista. Si tiene ropa sucia, puede dejarla en un canasto y por la mañana vendrá la mucama a recogerla, incluso puede pedirla planchada...
—Gracias —lo interrumpí.
—¿La puedo ayudar en algo más?
—No, gracias.
—Bien, cualquier cosa llame para la recepción y enseguida la atenderemos —sonrió con amabilidad.
Lo vi caminar por el pasillo y antes de que pudiera salir lo detuve.
—Espera.
—¿Si?
—¿Quién más ha venido aquí? —pregunté. Él pensó unos segundos y luego continuó.
—Su madre con su padrastro, nadie más.
—Dios —resoplé.
—¿Puedo hacer algo por usted?
—Si ¿Cuál es tu nombre? —me acerqué a él.
—Paul.
—Paul, quiero que envíes a alguien a que cambie el picaporte de la puerta principal y me den llaves nuevas, lo más rápido posible, por favor —indiqué y el asintió con rapidez —, y quiero que avises en recepción que Claire y Vincent Hayden no pueden subir a verme, por ningún motivo. Y si quieren subir a la fuerza, llamen a la policía.
—Pero...
—Es todo, Paul. Gracias —sonreí.
En cuanto Paul salió del departamento, apenas pude moverme del sitio en donde estaba. Miré una vez más los sofás y me senté con cuidado, como si en realidad nada me perteneciera. No pude evitar que el nudo de mi garganta se hiciera visible. Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar ¿cómo era posible que, teniendo todo esto, me sintiera tan vacía? ¿Por qué simplemente no puedo hacer oídos sordos y vivir mi vida juvenilmente como todas las demás? No dejaba de preguntarme cómo era posible que mi padre prefiriera enviarme regalos carísimos en vez de venir a verme y decirme que estaba todo bien, que él me protegería, no, él sólo me demostraba que tenía todo el dinero que quería y que podía darme grandes comodidades, pero ¿qué mierda me importaba a mí? Si las últimas veces que había sido realmente feliz fue en un callejón deteriorado, oscuro y fumando un cigarrillo con la persona de ojos cafés más honesta, sencilla y quien me quería de verdad.
***
¡Hola! Espero que estén teniendo un buen día, y si no lo es aún, que este capítulo les suba un poco el ánimo.
Les he venido a dar un poco de información:
1. Ya he decidido el final de ésta historia y quiero decirles que se acerca a pasos agigantados, probablemente tenga entre 5 o 6 capítulo más y ya esté finalizándose, pero siempre aviso cuando estamos en el penúltimo capítulo así que no se preocupen por eso.
2. Para lxs que aún no se han enterado, fui escogida para participar en la caja de pandora que realiza wattpad todos los años (Para mayor información pueden entrar al perfil de los embajadores y buscar el libro que lleva por nombre "Caja de Pandora 2018-2019) El 16 de Mayo será publicado un texto inédito escrito por mí y al final habrá un sorteo (Yo elegiré el premio) y todas las personas que comenten el texto que suban, estarán participando. Como pueden ver, es un regalo para ustedes, los lectores!
Y bueno, creo que nada más. Espero que les esté gustando esta novela y dejen sus comentarios y votos. ¡No olviden seguirme en mis redes sociales! Ya que ahí estoy siempre muy activa.
BESOPOS
XOXOXOXO
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