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Capítulo 18 - Vale la pena querer

Me senté dentro del auto y miré por el espejo retrovisor esperando, tal vez, que Damián viniera por mí, pero no lo hizo. Me sentía como una estúpida, sólo debería haber traído a la Bianca de siempre y haberle dicho que no sentía nada por él, ni sentiría nada por él nunca o al menos durante muchísimo tiempo, pero no. La Bianca borracha que tenía dentro había salido en todo su esplendor para decirle que estaba enamorada de él ¿por qué no podía controlar mis palabras cuando el alcohol entraba en mi cuerpo?

Arranqué el auto del lugar y no quise mirar una vez más a Damián. Intenté torturarme pensando en cómo le habría dicho, pero nada llegó a mi mente ni siquiera como un recuerdo borroso. Lo único que logré pensar camino a casa fue en los ojos de Damián, que aunque en ese mismo momento estaba odiando, no podía decirme a mí misma "No estás enamorada de él". Tal vez podía mentirles a todas las personas de mí alrededor, pero no quería mentirme una vez más a mí misma.

——

Era tarde y no podía conseguir conciliar el sueño, y no era exactamente pensar en Damián lo que estaba consiguiendo que estuviese hasta altas horas de la madrugada despierta, o a veces, toda la noche despierta. Pensé en cientos de ocasiones ponerme de pie e ir al callejón, pero mi orgullo era más grande que yo y no iría aunque tuviese que estar toda la noche encerrada en el frío piso de cerámica del baño.

La vida, a veces, no me daba oportunidades y sólo se aferraba a la idea de que todo iba a estar bien, y yo no podía ir en contra de la mierda de destino o no sé qué que estaba a cargo de mí.

Nuevamente desperté demasiado tarde para esconderme en el baño. Sus pasos se acercaron a mi habitación y mi sueño era tan ligero que desperté de inmediato. Ésta vez me puse de pie, pero él fue más rápido que yo, me jaló del cabello y puso su gran y sucia mano en mi boca para que no gritara. Los latidos de mi corazón comenzaron a ser cada vez más rápidos e intensos, tanto que me dolía el pecho. Las lágrimas llegaron a mis ojos en cuestión de segundos y todo comenzó a ponerse borroso delante de mí. La oscuridad no me protegía, el pijama más abrigado y feo no me protegía, las cuatro paredes de mi habitación tampoco me protegían ni mucho menos me protegía el lugar al que le debería llamar "hogar".

—Me excitas tanto —susurró en mi oído, mientras apegaba su cuerpo al mío.

Estaba detrás de mí, consiguiendo que me sintiera ultrajada y sucia, queriendo gritar y a la vez quedarme congelada para que todo ocurriera rápido. Comenzó a tocarme con fuerza, como siempre lo hacía y yo intentaba quitármelo de encima, pero toda la fuerza que tenía parecía desvanecerse bajo sus brazos. Tocaba mis pechos con fuerza, como si lo hiciese con rabia, y dolía como muchísimos puñetazos. Tocaba mi zona intima, olvidándose de que sus manos eran grandes y sus uñas averiaban cada vez más mi interior. Lloré y le suplicaba a Dios o a lo que fuese que alguien me ayudara porque estaba costándome respirar y si no se detenía iba a terminar desmayada y violada..., gran panorama ¿no?

De pronto, un ruido en el pequeño balcón de mi habitación consiguió que Vincent se detuviera, pero no alejó sus brazos de mí. Me mantuve rígida tanto como Vincent lo hizo para asegurarse de lo que habíamos escuchado era imaginación o algo y cuando luego de unos segundos nada ocurrió, él continuó en lo que estaba, hiriéndome. Sentí que comenzó a bajar mis bragas mientras estaba detrás de mí, y ésta vez el ventanal del balcón se abrió y una figura masculina se asomó. Vincent rápidamente se alejó de mí. Sólo pude subirme el pijama y quedarme estática, no podía ver su rostro y apenas podía calmar mi respiración. Fue como un reflejo el golpe que vino después, el tipo golpeó a Vincent en el rostro de un puñetazo, luego otro y otro, Vincent intentaba defenderse, pero él era mucho más rápido, lo pateó en el suelo y cuando lo dejó suficientemente mal, se volteó hacia mí, no dijo nada y volvió a escapar por la ventana para marcharse. ¿Qué mierda había sido eso? Miré a Vincent en el suelo casi inconsciente, y no me apeteció ayudarlo. De todas maneras salí de mi habitación y caminé por el pasillo hasta donde se encontraba mi madre.

—Mamá, mamá —comencé a moverla, pero ella no despertaba. —Mamá, despierta —toqué su hombro y ella comenzó a abrir sus ojos con pesadez. Ella jamás había tenido el sueño tan pesado. Miré su velador y había un tazón.

Vincent claramente la estaba drogando para meterse en mi habitación.

— ¡Llama a la policía! —escuché a Vincent gritar por el pasillo, pero lo único que hice fue salir de su habitación y correr al primer piso en donde me escondí en el baño principal. Si él quería llamar a la policía que lo hiciera él, pero yo no culparía a la única persona que me había defendido.

Efectivamente unas horas más tarde Vincent llamó a la policía quien en un par de minutos ya estaban ahí, llegaron a registrar huellas y las cámaras, pero no había nada.

Fue una noche larguísima.

——

En todo el día en la universidad no crucé palabras con Damián, ni siquiera estuve dispuesta a mirarlo, pero la tarde llegó y debía cumplir mi castigo. La cafetería era inmensamente grande y debíamos hacer dibujos y pintar, luego dejar todo en perfectas condiciones. Llegué casi de las primeras a la convocatoria que había realizado el monitor así que estábamos esperando que todos comenzaran a llegar y a unirse. Fue ahí en ese preciso momento cuando vi a Damián. Estaba limpiando el mesón con un pequeño corte en su ceja que cubría con una bandita blanca. Él levantó su mirada y rápidamente hizo un gesto para que me acercara a él, lo dudé unos minutos, pero finalmente accedí.

— ¿Qué ocurre? —le pregunté, él detuvo su limpieza y rodeó el mesón hasta quedar frente a mí.

—Tenemos que hablar —dijo directamente, su rostro estaba completamente serio.

— ¿De qué?

—Sobre lo que pasó ayer, Bianca —soltó y mi mente rápidamente viajó al episodio en donde el tipo que se había colado por mi ventana y luego había golpeado a Vincent sin escrúpulos. No sé qué expresión tuve, pero él aflojó su mirada. ¿Había sido él? Casi pude sentir la vergüenza a flor de piel, Damián no podía enterarse de eso ni menos de ese modo. —Anoche fui a Serendipia y no estuviste ahí —dijo, y fue casi como si me hubiesen devuelto el oxígeno —, quería hablar contigo.

—No hay nada de qué hablar.

—Sí, he sido un idiota la otra tarde —bajó la voz. Luego desvió su mirada a alrededor, nadie estaba mirándonos, nadie podía vernos en el lugar en donde estábamos.

—No, está bien —asentí —. Está bien que seas honesto y no me pintes un castillo en el aire. Sé cómo funciona todo, sé que...

— ¿El mundo es una mierda? —terminó la frase. — ¿Qué no todo es de colores y felicidad? Que a veces despiertas y sientes que todo está roto, ¿Te cuestionas? —Me observó fijamente — ¿Cuestionas el por qué vivimos en un mundo tan hipócrita y desmedido? ¿Te preguntas si haces bien al seguir respirando?

—Damián, no creo que sea el momento de hacernos preguntas así —bajé la voz también.

—Intento decirte que sí..., que yo también estoy en la mierda, que me cuesta despertar y cuando lo hago también me cuestiono si hago bien en seguir respirando ¿sabes? Me he cuestionado muchísimas cosas, y créeme que cuando te conocí y comenzaste a voltear todo, por primera vez me cuestioné si sabía o no querer a alguien, Bianca.

— ¿Y a qué conclusión llegaste? —quería tenerlo justo en ese momento, abrazarlo y quedarme a su lado sintiéndome por alguna vez..., poderosa, querida, bella y mujer.

—Que si estar enamorado significa perder la cabeza, preocuparse más de la cuenta, tener unas locas ganas de besarte, abrazarte y mirar tus ojos azules a cada momento, estoy enamorado de ti, Bianca —se acercó lo suficientemente a mí. —Y créeme que yo si soy un idiota, probablemente no pueda protegerte, te de malos consejos, probablemente me hunda contigo y no te saque de la mierda, es muy probable, Bianca, que estar conmigo sea la peor decisión que puedas tomar en tu vida, y te lo advierto desde este preciso momento, mi pequeña Bianca, yo no sé amar cómo todos lo hacen.

—Yo tampoco sé, Damián —puse mis manos en su cuello y él sonrió mirándome —y si alguna vez lo hice, fue tan efímero que se ha ido de mis recuerdos. Tal vez no sepamos querernos, pero estoy segura de que no apareciste en ese callejón para luego olvidarnos.

—Gracias —susurró, apoyó su frente en la mía y yo no entendí por qué estaba agradeciéndome —, gracias por darme la oportunidad de quererte a pesar de que puedas salir hecha trizas.

Pero valía la pena querer. Vale la pena querer aunque luego nos quedemos en cama llorando por días, aunque luego los momentos se transformen en meros recuerdos. Vale la pena amar, amar hasta desgarrarse, amar hasta que duelen los ojos de tanto mirarte en los suyos, de tanto mirar mensajes y de tanto derramar lágrimas. El amor siempre ha valido la pena, dure un mes o años. Y aunque mi vida es un desastre y mi cabeza también, el amor vale la pena para mí. Sigue valiendo la pena..., porque no lo tenía y lo he encontrado en los ojos cafés y en las pecas de Damián.

Lo besé, ésta vez lo besé sin importarme quien o quienes estuviesen mirando. Lo abracé tanto que parecía querer meterme en su piel. Sus labios eran suaves, acogedores y sólo quería quedarme besándolo así, simplemente así. Sus brazos eran fuertes y cuando me rodeaba con ellos parecía protegerme con tanto cariño.

Me separé de él y ambos sonreímos. Besó mi frente.

—Ve a dibujar —me dijo

—Y tú a limpiar —reí

—Es lo que nos ha tocado en esta vida —se encogió de hombros.

—Compraré la siguiente para asegurarme de que sólo existamos nosotros —sonreí y él se quedó mirando mi boca — ¿Qué te ocurrió en la ceja? —pregunté de pronto y él se tocó el parche.

—Nada —dijo —, tuve una pelea anoche de regreso a casa.

— ¿Todo bien?

Él guiñó un ojo.

——

—He estado ahorrando dinero, pronto podré salir de casa —me contó Damián.

Estábamos sentados en la solera de nuestro planeta nuevo que aún no era descubierto por la NASA, fumando un cigarrillo e intentando encontrarle un sentido a la vida o, tal vez, sólo mirándonos a ver si en nuestros ojos había una respuesta.

Hacía frío, tanto que apenas podía doblar mis dedos y la punta de mi nariz estaba congelada. Los largos dedos de la mano derecha de Damián sostenían su cigarrillo y su mano izquierda estaba oculta en el bolsillo de su chaqueta.

— ¿Es lo que quieres? —lo miré, él se encogió de hombros.

—Supongo que 20 años es una buena edad para salir de casa —contestó mirando cómo su cigarrillo se consumía.

—Creo que sí, pero ¿eso es todo?

— ¿Qué más?

— ¿Y tu madre?

—Quiero por primera vez desligarme de eso, Bianca —confesó —. Quiero poder hacer mi vida como se me dé la gana y no tener que estar todas las noches preocupándome de ir por ella a los bares de la ciudad.

—Entiendo, cuando algo te está haciendo daño es mejor soltar —opiné

—Si —desvió su mirada hacia la mía —Y créeme que me ha costado muchísimo desligarme de mi propia sangre.

Me quedé en silencio observándolo, acaricié su espalda con la palma de mi mano, luego apoyé mi cabeza en su hombro.

—Si pudieras viajar en este mismo momento, ¿a dónde irías? —me preguntó cambiando el tema de conversación.

—No lo sé, tal vez a una playa paradisiaca —contesté sin pensarlo, él sonrió. — ¿y tú?

—El primer lugar al que debemos ir juntos es a París —dijo.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué no? —sus ojos cafés se quedaron en los míos. —Debemos besarnos en París, Bianca y andar en esos botes de amor, los que pasan por un río lleno de infraestructura novelesca.

— ¡Damián! —reí.

— ¿Qué? —rio —créeme que lo pasaríamos genial.

— ¿Tomaríamos café y comeríamos croissant? —pregunté en el mejor tono francés que podía tener, él soltó una carcajada.

—No sé qué es esa mierda, pero la comeríamos, estoy seguro —comentó, luego se acercó a mí y besó mis labios.

— ¿Cuándo estás de cumpleaños?

— 17 de Agosto —respondió, sólo faltaba un poco más de un mes. — ¿y tú?

—27 de Octubre —contesté.

— ¿Dónde te gustaría estar justo ese día?

—Contigo —contesté.

— ¿Justo aquí?

—Adonde sea.

—Yo también —bajó la voz. 

***

Perdón por la tardanza! muchísimas gracias por su paciencia, les recuerdo que estamos participando en los Wattys con ésta historia y DECADENTES, por eso pido que las que no comentan o no votan, lo hagan ya! desde el primer capítulo.

BESOPOS

XOXOXO

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