22. Cassie.
(22)
CASSIE.
—Cass, pensé que no llegarías. Estuve a punto de...
Kev, venía saliendo de mi cocina comiéndose mis galletas de chocolate.
Voy a matarlo.
—No sabía que vendrías con alguien o mejor dicho que no dormirías aquí —me juzga con la mirada.
Ejem...
—Tuve que, tuve unas cosas por hacer.
—Aún debes recuperarte bien. Por cierto, ¡hola Laura!
Ella le da una breve sonrisa que fue más bien como una mueca.
Sé que está aquí porque necesita hablar, no hace falta que me lo diga. Por eso solo conversamos un largo rato con Kev antes de irse. Pero era notable lo incómoda que estaba.
—¿Puedo usar tu baño, Cass?
Asiento y le indico dónde está.
Mi hermano da la vuelta para corroborar que Laura no pueda escucharnos.
—¿Dónde estabas metida, Cassie R'ioldan?
Entre cierro mi cejo y suelto un bufido.
—Deja lo entrometido hermanito —respondo divertida.
Me advierte con su dedo índice.
—No me ocultes nada o le diré a mamá.
Dejo salir una risotada.
—Kev ya no soy una niña, lo sabés, ¿no? Además tú me ibas a presentar a alguien pero no lo hiciste.
Iba ha responderme cuando Laura entró a la sala nuevamente por lo que se vió obligado a cambiar de tema.
Que rápido fue eso.
—Y trata de comer menos dulces, tú despensa está repleta de galletas, cereales y helados en vez de otras cosas más saludables.
Ruedo mis ojos divertida.
—Si, si trataré de hacerlo.
—También te llamaré más a menudo para saber cómo estás y...
—Ok, yo esperaré ansiosa tus llamadas. Te preocupas de más, Kevin.
Él hace un puchero y no puedo evitar reírme. Estuvimos un largo rato hablando y compartiendo hasta que llegó la hora de que mi hermano se marchara.
Tenía tanto tiempo sin verlo que casi que se me hace imposible dejarlo ir de nuevo.
—Cass una última cosa —me pide soltando una risita —Revisa mi regalo que por lo visto no lo has hecho.
La verdad que no recordaba ningunos de los regalos de la noche anterior. Ni siquiera me despedí de mi madre. No tenía mi cabeza en su lugar.
—Vale, lo haré en un momento.
Kev me abraza fuertemente y deja un beso en mi frente.
—¡Cuídate, por favor!
—Lo haré.
Lo acompaño hasta la puerta ya que no me dejó hacerlo hasta la salida de la residencia.
Lo extrañaré.
Regreso a la sala y ahí estaba esa amiga a la que solía defender en todo momento. Laura se a convertido en la clase de chica que ella misma solía criticar. Pálida, ojeras, desaliñada, nerviosa, y hasta la noto más delgada. Sé que no está bien, su expresión me dice que está arrepentida, pero no volvería a confiar más en ella.
Por más que lo intente no podría hacerlo.
Ella levanta su rostro y empieza a jugar con sus dedos.
—Cass, yo de verdad.
—Laura, lo entiendo. No es necesario que te disculpes y menos a estas alturas, ya lo hecho está.
Se levanta del sofá.
—No, claro que sí lo es Cassie. Traicione toda tu confianza por mis deseos y caprichos, de nada sirvió que lo hiciera.
Muy tarde para lamentar.
No me sorprende escucharla decirlo, conozco perfectamente a Louis.
—Aceptare tus disculpas con una condición.
Me sostiene la mirada por un momento.
—¿Cuál?
Si Louis se atrevió a maltratarme numerosas veces a mi, lo más probable es que también lo haga con ella.
—Que no permitas que él te maltrate o te de por menos de tu valor. No permitas sus abusos mucho menos que te ponga un dedo encima.
Baja su mirada y seca sus lágrimas.
—Lo prometo, prometo que lo cumpliré.
Espero y así sea.
—Me alegrará si así es Laura.
Asiente y estira su mano la cual tomo a pesar del dolor que me recorre que no haya valorado nuestra amistad. Quizás en otra vida, no permita que así sea y cuide más de sus decisiones.
La sigo queriendo, fue mi mejor amiga por mucho tiempo. Tan solo ya no puedo volver a confiar en ella por ahora.
JAEL.
Han pasado unas largas semanas desde que salí de casa y no volví hasta el día de hoy. Aunque mis padres se están divorciando no quiere decir que no me encontraré a mi padre por aquí. Pero lo hago por mamá que aunque calló los abusos de mi padre siempre ha sido una buena madre.
Bajo del auto y una sonrisa se dibuja en el rostro de Clarissa; esta chica nació bajo el mismo techo que yo, pero con diferente destino o parecida desdicha. Su madre cuido de la mía desde que era una niña,solía contarme cuentos cuando era un niño. Un día fui a buscarla a su habitación pero solo estaban sus cosas empacadas y una niña muy triste por la muerte de su madre. Desde aquel día nos volvimos buenos amigos.
—¡Jael! —corre y me abraza.
Es justo lo que hizo ese mismo día cuando la encontré llorando en la habitación de su madre.
—¿Cómo has estado, Clarissa?
Sonríe.
—Me encuentro bien, pero no puedo decir lo mismo de la Sra, Meier. Bueno ahora con el divorcio prefiere que la llame Helena.
—Lukas, me comentó sobre el divorcio y se lo difícil que deben de estar las cosas aquí.
—Ni te imaginas, seguro lograrás subirle el ánimo, te ha echado de menos.
Dejo salir un suspiro y me decido a entrar.
Me siento tan extraño y ajeno a este lugar.
—¿Qué haces aquí?
Escucho esa voz que tantos tormentos y temores causó en mí.
—Papá, yo...
Siempre ha tenido ese poder enfermizo para hacerme enmudecer.
—Desde que te importo primeramente más una escuincla y una zorra que tú familia dejé de ser tú padre.
Trago grueso. Se que quiere herirme con sus palabras pero esta vez no seré yo el débil.
Me doy la vuelta para marcharme.
—Tu no te vas, hijo.
Escucho decir firme a mi madre.
—Esta también es mi casa, así que él no es bienvenido aquí.
—Dentro de muy poco no lo será, y viene a verme a mí no a tí —le réplica.
Que mi madre le hablara así a mi padre era casi un milagro. Mi padre cierra sus puños y se marcha soltando insultos a ambos.
Suele huir cuando ve que no le queda otra opción y se ve envuelto en una encrucijada.
Un cálido abrazo me rodea y como extrañaba que lo hiciera.
—¿Cómo has estado hijo?
La rodeó en un abrazo.
—Nada de que preocuparse, mamá.
Iba a decir algo más pero...
—¡Hijo mal agradecido, no te preocupa tu madre. Te vas ni una llamada eres capaz de hacer!
Suelto una carcajada y vuelvo a abrazarla pero esta vez más fuerte que hace un rato.
CASSIE.
Me siento como una mal agradecida que no sabe apreciar los obsequios que recibe. La verdad es que tenía mi cabeza en otra galaxia, una galaxia de cosquilleo y corazones por dónde quiera.
Me parece extraordinario como Jael a causado tanto en mí, en tan corto tiempo.
Abro primordialmente el obsequio que mi hermano me a dado. Sino lo hago me matará la conciencia o tendré terribles pesadillas dónde su mirada juzgadora me consumirá por no haber abierto su regalo.
¡Woow! Ya hasta había olvidado que no tenía celular ¡Bandidos, esos!
Kev lo ha tenido más en cuenta que yo. Saco el celular de la pequeña caja y me tumbo en la cama. Aunque este es nuevo cuanto no daría por tener de regreso el anterior.
LUKAS.
Mi padre me pasa por un lado envuelto en ira y basta para saber qué a discutido con mi madre. Desde que iniciaron los trámites del divorcio los días en esta casa han sido insoportables. Si antes discutían ahora lo hacen más e incluso suelen ser más fuerte que las anteriores.
Cruzo el pasillo y encuentro una escena que me llena de regocijo. Ya comprendo la razón por la que mi padre salió echando fuego.
—¿Será qué ese abrazo puede ser de tres?
Me uno a ellos en el abrazo y hoy no es el mejor momento para resistirse a los sentimientos.
—Estoy tan feliz de tenerlos juntos de nuevo conmigo, hijos.
Este será un momento que se encargará de gratificar aquellos en los cuales serán días difíciles.
CASSIE.
Escucho el rechinar de los saltitos de Naylon en la sala.
¡Últimamente ha estado muy rebelde este cachorro!
Salgo a la sala.
¡AHAHAHAHAHAHA! Suelto un grito, de seguro y hasta me contratan para una película de horror.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! No quise asustarte, solo que se me olvidó que ya estabas de vuelta.
—Patty, no vuelvas a aparecer de esa manera o serás la responsable de que muera a corta edad.
Hace puchero y me muestra sus dientes graciosamente.
—Prometo tocar la puerta para la próxima.
Asiento y me tumbo en el sofá.
—¿No quieres contarme algo? —pregunta y añade con reticencia: —Te vi salir a toda prisa anoche.
¿Cómo rayos...?
—Voy a creer que me espías.
Ella deja salir una risita.
—Venia a entregarte la llave pero te vi salir a toda prisa y no quise detenerte.
Una sonrisa se apodera de mi rostro al recordar los labios de Jael con los míos. Voy a demandar a ese chico por haberme secuestrado el corazón.
—Si, iba deprisa —digo distraída en mis pensamientos.
—¿Ah sí?, ¿a dónde? —entre cierra sus ojos.
Guardo silencio y siento como mis mejillas arden de la vergüenza.
—Fui a ver a Jael.
Abre su boca en una 'o'.
—¡¿Queeé?! Debes contarme y...
Tocan a la puerta y me levanto de inmediato antes de que Patty suelte todo su repertorio de preguntas.
—¡No huyas cobarde! —grita.
Suelto una risilla traviesa.
Abro y me quedo sin saber que decir.
—Buenas, ¿es usted la señorita, Cassie R'ioldan? —pregunta uno de los dos oficiales frente a mí.
Asiento.
—¿Es usted? —preguntan nuevamente.
—Si, soy yo.
—Debe acompañarnos a la delegación de policía, debe hacer su declaración.
—¿Una qué? —digo sin entender nada.—Disculpe pero es que no estoy comprendiendo.
—Recibimos una denuncia en la cual se ve involucrada directamente usted.
Silencio...
—Tiene que ver con los responsables de agredir a Cassie y a Valentín, ¿o estoy equivocada? —interviene Patty.
Ellos asienten.
—No podemos brindarle más ninguna otra información, debe acompañarnos.
—Iré contigo.—suelta Patty.
Entro por mis cosas y mis pies temblaban. Nunca había estado ante una situación igual.
JAEL.
Toda madre tiene una gran arma en su poder; los álbum de fotos. Clarissa y Lukas se rían como si estuvieran frente a un payaso haciendo sus gracias.
—¡Oigan! No es tan divertido reírse a mi costa. Me parece algo inapropiado.
Ríen más fuerte.
—No te preocupes hijo, también hay fotos de tu hermano.
Le dedico una sonrisa maliciosa.
—Mira esta —me muestra ella.
Mi madre enseña una foto donde Lukas salía con un disfraz de banana. Creo que pasaran años para que pueda superar esta foto.
—¿Ahora quién ríe?
—¡Mamá! ¡No me avergüences! —exclama, Lukas.
Mi celular suena y contesto entre risas, lo juro, no olvidaré ese disfraz de banana.
—Bueno —contesto.
Dejan salir un suspiro y frunzo mi ceño.
—Jael —en un hilo de voz dice—. Cassie, está ahora en la delegación, están tomando su declaración. Encontraron a los responsables.
Me pongo de pie.
—Gracias por avisarme, ya salgo para allá —cuelgo.
—¿Qué sucede? —pregunta, Lukas.
Paso mis manos por la cabeza.
—Voy a la delegación, Ca-cassie se encuentra allí.
Termino de decir y camino a toda velocidad.
—¡Jael, espérame!
Lukas venía tras de mí, saco las llaves de mi auto, me giro y se las lanzo. Él las agarra en el aire con cierta torpeza.
—Iremos en mi auto.
Debe estar nerviosa, debe estar asustada.
Quiero llegar cuanto antes, necesito verle la cara a los responsables.
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¡Nuevo capítulo mis chiquitxs!
Vienen cositas interesantes así que no se pierdan ni un solo capitulo.
Nos vemos en un próximo capítulo ♥️
Delen a la estrellita ♥️ y dejen su comentario.
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Los quiero ♥️
Besos.
Anne Fernández.
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