Cuando llegué a la habitación del príncipe, me quedé en la puerta, tímida, incapaz de adentrarme en los aposentos de un hombre. Mis padres siempre me habían advertido que tuviera cuidado con los hombres. Más antes que cuando perdimos nuestros títulos, alguien podría haber aprovechado para reclamar su derecho sobre mí al hacerme suya. Nunca había entrado en una habitación que no fuera la mía o la de alguien de mi familia.

El pensamiento de que me quisiera para algo más que trabajo me produjo mariposas en la tripa, que traté de calmar colocando una mano sobre mi vientre de forma disimulada. No me gustaba que ese sentimiento que sólo me había producido estar con mi antiguo prometido volviera de nuevo un año más tarde con el heredero del trono Luke.

- No te quedes en la puerta, ven aquí- me señaló su cama deshecha, como si se acabara de levantar.

No me atreví a moverme del sitio. Me limité a tirar del vestido de sirvienta para que pareciera más largo pero éste insistía en quedarse a la mitad del muslo. El príncipe me miró con malicia, sabiendo lo que me hacía pensar de sus intenciones. Trató de mostrar una expresión facial más inocente pero que no le quitaba ese aire que tenía de buscar diversión en cualquiera de sus formas.

Al ver que no me decidía vino hacia mí y me agarró de la muñeca, llevándome a la cama. Trataba de detenerle pero no podía.

- Hazme la cama.

Me soltó y esperó a que me pusiera manos a la obra. ¡Pero yo no quería agacharme ni inclinarme sobre la cama con él ahí mirando! Me fui al otro lado de la cama para empezar por ahí. Pensé que se iría pero en vez de eso rodeó la cama y se colocó detrás de mí sin que yo me diera cuenta, centrada en arreglar las sábanas. De pronto sentí que algo tiraba de la falda del vestido hacia arriba.

- Tu ropa interior no me gusta. Voy a ordenar que te den algo más adecuado. Nadie más que yo puede verte así.

Me puse roja y me di la vuelta rápidamente antes de que terminara de hablar, bajando la falda del vestido con brusquedad.

No dije nada. Era mejor que me callase y tuviera más cuidado. No quería problemas. Tendría que defenderme sin darle motivos a agravar mi deuda. Pero lo de ropa interior más adecuada era una buena idea. Si me daban algo menos vergonzoso y no tan sexy lo agradecería.

Me pregunté cuánto aguantaría antes de explotar contra él si seguía así.

- Deberías estarme agradecida- dijo con arrogancia.

- Y lo estoy- dije entre dientes haciendo una leve reverencia-. Ahora si me disculpas haré mi trabajo si no deseas nada más.

- Después de hacer la cama prepárame la ropa de montar, hoy salgo.

Asentí. Tenía ganas de que se fuera ya y ponerme a explorar su habitación, descubriendo qué cosas escondía y qué cosas valiosas podían "desaparecer" si apareciera la necesidad de vengarme.

- ¿Puedo pedirte algo?- me atreví aunque en tono apagado.

- Adelante.

- En mi casa me dejé algo muy importante para mí y me gustaría recuperarlo. ¿Podría ir contigo?

Sonrió.

- En cuanto termines tu trabajo y vayas a cambiarte la ropa interior- dijo esto último en voz más baja a mi oído, dicho lo cual se fue de la habitación y yo cerré la puerta para que no me vieran ni hacer la cama ni explorar la habitación.

Esperaba que no volviera muy pronto. En mitad de mi búsqueda en el armario, oí jaleo en otra habitación próxima a la del príncipe pero no le di importancia y seguí con lo mío. Encontré algo muy interesante.

Escrtito por FlightOfFantasy.