En cuanto me explicó el motivo por el cual estaba ahí aquella chica fui corriendo para donde la habían llevado.

- Jack, ¿dónde han llevado a la chica nueva?- Pregunté con una voz dulce y dudosa.

- La han llevado al baño de las sirvientas-. Respondió con una agradable sonrisa en su rostro.

Le devolví la sonrisa y en seguida emprendí el camino hacia aquel baño.

Cuando entré en el baño todas las criadas se quedaron mirándome con cara extraña, pues no era nada normal que la princesa estuviera en aquellos baños.

- ¿Qué se le ofrece?- Preguntó Tamara, una de mis criadas de confianza.

- Deseo hablar con la chica nueva-. Respondí amablemente con mi criada.

- Me temo que eso no va a ser, princesa-. Dijo agachando la cabeza.

- ¿Por qué?- Pregunté.

- La estamos preparando para su estancia en Palacio-, levantó la cabeza-, cuantas menos distracciones mejor.

Sonreí cínicamente, pude ver la cara de Tamara, muerta de miedo, ya que mi genio era muy fuerte.

- ¿Sabes dónde vas a dormir esta noche como no me dejes hablar con ella?

- Sí-, bajó la cabeza-, ahora mismo la hago llamar.

- Así me gusta.

Fue detrás de una cortina para llamarla, noté sus prisas al vestirse, noté su cara de horror, noté el miedo que a aquella chica le entró.

Salió de la cortina con el uniforme que todas las criadas llevaban para ejercer su trabajo.

- ¿Qué se le ofrece?- Preguntó la chica asustada.

- Espero que sepas coser.

- Claro, Princesa.

- Serás mi mudista personal.

- Pero...yo...yo sólo estoy aquí por su hermano.

- Y también para mí, date prisa, en media hora quiero verte en mi aposento para que me diseñes un nuevo vestido.

- Sé coser botones o rotos, pero hacer un vestido de cero es otra cosa.

- Pues que te enseñe Tamara.

Me acerqué a ella de manera amenazadora señalándola con el dedo índice.

- Vas a desear no haber herido a mi hermano.

Me fui dejándola detrás de mí, seguramente, temiendo por su penosa vida.