Capítulo 27
Pasaron los días y no sabía nada de Sebastian. Me mataba por saber que le pasó en realidad, pues no creía que fuera por un movimiento brusco, sabía que había algo más.
La novia, ex novia, o lo que fuera Sandra, no me terminaba de convencer. Lo vi claro cuando llevamos a Sebastian al hospital, ella desapareció. Nunca supimos nada sobre ella.
Los días pasaron y Sebastian se iba recuperando hasta que llegó el día de su alta médica. Yo nunca me despegué de él aún sabiendo que no tendría que haber estado con él. Pero todo sentimiento hacia él era de pena al verlo en ese estado.
- Por fín salgo de estas cuatro paredes blancas-. Dijo un estusiasmado Sebastian.
Por mi parte, me limité a sonreír y asentir. Le seguía dando vueltas a lo de Sandra aunque no tendría que haberme importado tanto como para pensar en eso cada día.
- ¿En qué piensas?- Preguntó Sebastian.
- Nada, en el frío que hace-. Respondí mientras me frotaba las manos para calentarlas.
- Coge una manta mía.
Sonreí y negué con la cabeza pero mi cabeza seguía dándole vueltas a aquel día.
- Sandra...-. No pude acabar mi frase ya que fui interrumpida por Sebastian.
- Sandra se queda en el olvido.
-¿Te apuñaló?
Aquella pregunta le tomó por sorpresa tanto a Sebastian como a mí. Pero él no contestó. Miró a otro sitio y se limitó a callar.
- Eso quiere decir que sí, ¿cierto?
Por un momento me miró y se levantó de la cama. A paso lento se iba acercando a mí. Se puso de cuclillas para quedar a mi altura y pasó su dedo pulgar por mis labios.
- ¿Cómo lo sabes?
- Los médicos dijeron que si se te abría la herida tendría el agujero de la bala, es decir, un círculo redondo pero más grande. No ha sido así, tenía el aspecto de un arma blanca-. Respondí firmemente a su pregunta aunque asustada por la reacción que pudiera tener.
- Sí, me apuñaló y la incubri. Pero la muy perra me lo pagó huyendo-. Confesó con la voz un poco elevada.
- Mala elección.
Le dieron el alta nos fuimos al Palacio. Por fín en casa, pensé con ironía ya que mi casa estaba en mí Palacio al lado de mi hermano Lucke. Todavía seguía sin entender la razón por la que no me conoció. Estaba decepcionada.
De repente, alguien tocó la puerta y la abrió sacándome de mis pensamientos.
- Querida, vístete, nos vamos de caza-. Dijo Sebastian.
- Primero, no me gusta la caza y, segundo, no me llames querida-. Enumeré con desprecio.
- Pues te tendrá que gustar, ¡vamos!- Exclamó.
Salió y me vestí con ropa de caza, por cierto, era horrible. Cuando estuve preparada salimos y nos metimos en un carro de caballos para adentrarnos en el bosque.
El cochero nos dejó en un punto específico. Sebastian cogió su escopeta y yo no tenía otro remedio que seguirlo.
Nos paramos en mitad del bosque ya que Sebastian vio a un ciervo y quería cazarlo. Pero yo me sumí en la tranquilidad de la naturaleza hasta que vi algo que no encajaba con la imagen, un agujero en la tierra. Me acerqué con ciudado para ver qué era y vi un cuerpo dentro de aquel hoyo. Horrorizada llamé a Sebastian.
- ¡Sebastian! En esta trampa hay alguien.
Sebastian me miró sin entender nada, pero no había nada que entender. Había una persona en una trampa y probablemente herido.
Sebastian se acercó y contempló lo que pasaba. Sin decirme nada se fue hasta el carro de caballos y trajo una cuerda.
- Sebastian, ¿qué vas a hacer?- Pregunté cuando lo vi aparecer con una cuerda.
- Rescatar a esa persona.
Dicho eso, bajó a la trampa y ató la cuerda alrededor del cuerpo de aquella chica.
- Coge la otra mitad de la cuerda que no haya caido a la trampa-. Me orsenó Sebastian.
Cuando tuve la otra mitad de la cuerda en mis manos me ordenó que tirara y eso hice, pero mi fuerza no era suficiente por lo que llamé al cochero para que me alludara y eso hizo. Luego el cochero y yo ayudamos a Sebastian a subir.
- ¿Quién será?- Preguntó para sí mismo Sebastian.
La miré detenidamente y me llevé las manos a la boca cuando la reconocí. ¡Era la sirvienta personal de mi hermano!
- Es...es la...es la sirvienta personal de mi hermano.
Sebastian me miró con satisfacción y ahí fue cuando empecé a temer por mí. Otra persona que me daría de lado por la culpa de una simple sirvienta.
- La llevaremos a Palacio y le cuararemos las heridas provocadas por la caída-. Ordenó Sebastian.
Escrito por Swiftie5sos13.
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