Estaba muy agradecida a Sebastian por haberme salvado de mi hermano. Estaba muy desconcertada ya que no dudó ni por un momento de la chica que se parecía a mí y estaba ocupando mi lugar. Ya nada podía hacer.

Quería a mi hermano mucho pero en aquel instante floreció un sentimiento nuevo hacia él. Odio.

Estaba segura que no se creería que aquella chica era yo, que no se lo tragaría, pero se lo tragó, cosa que no pude creer o simplemente me negaba a aceptarlo.

Aquella noche me llevé una impresión bastante contradictoria a la que tuve, pues creía que era un egocéntrico y niño mimado por papá y mamá, pero no. No tuvo porqué salvarme y sin embargo lo hizo, me salvó arriesgando su propia vida por la mía, ¿por qué? Aquella pregunta rondaba por mi cabeza y decidí preguntárselo a él mismo.

- ¿Por qué?- Pregunté cuando entré en la habitación donde se encontraba Sebastian.

No obtuve respuesta alguna ya que estaba dormido. Me acerqué a él sigilosamente para no despertarlo. Cuando estaba a su lado una sonrisa inesperada se formó en mi rostro. Se veía tan indefenso, tan vulnerable, tan mono...

Me sorprendí al pensar aquel último adjetivo ya que se suponía que lo odiaba. En aquel momento no ya que me salvó la vida pero...maldición, ya no puedo mostrarme pasiva sino que me tengo que mostrar agradecida por aquel gesto tan bonito que tuvo.

Estaba dispuesta a irme de aquella habitación cuando de pronto siento una mano coger mi muñeca derecha. Miré hacia mi muñeca y vi a Sebastian mirándome directamente a los ojos, una mirada de esas que atraviesan el alma.

- Quédate una noche conmigo, en mi aposento-. Me propuso.

Miré a toda la habitación y no divisé nada aceptable donde pasar la noche como él me lo proponía por lo que rechacé su indecente proposición educadamente.

- ¿Por qué no?- Preguntó ante mi negación.

- No hay nada en el que pueda dormir-. Contesté intentando zafarme de su agarre.

- La cama es grande-. Inquirió con una sonrisa pervertida.

- Si crees que voy a dormir contigo en la misma cama...vas listo.

- Soy tu novi...-. Lo interrumpí.

- No somos nada más que amigos-. Se me escapó la palabra "amigos" y me llevé las manos a la boca.

- ¿A...amigos? Así que somos amigos-. Inquirió con una sonrisa muy tierna.

Asentí. Él arriesgó su vida por mí y era lo menos que podía hacer, definir nuestra relación como una amistad.

- ¿Cómo podemos ser amigos si te secuestré para que fingieras ser mi novia en esta fiesta tan importante para mi reino?- Preguntó incrédulo.

- Me salvaste, la ocasión lo merece, ¿no?

Él intentó incorporarse pero no lo dejé ya que se hizo daño al intentarlo. Me hizo una señal para que me sentara en la cama y lo hice. Cuando estábamos frente a frente me miró, su rostro iluminado con la luz de la luna le hacía parecer muy atractivo e hizo que me perdiera en su intensa mirada azul. Sin darme cuenta nuestros labios se chocaron torpemente pero con delicadeza, robándome lo que él tanto deseaba, un beso.