Luke me hizo entrar en su habitación y cerró la puerta. Me quedé de pie, quieta, esperando que dijera algo mientras él iba hacia la cama y dejaba sobre ella lo que había sacado del bolsillo.

- Según estas cartas, doy por hecho que tenías un prometido en el país vecino, que eres de sangre noble y que antes érais ricos pero habéis sido despojados de vuestras posesiones, títulos y derechos, además de ser desterrados. Y en esta foto puedo ver que tienes una hermana más pequeña y por el horno de tu casa tus padres son o eran panaderos.

Bajé la cabeza. Demasiadas pruebas en mi contra. Pasaba a ser la principal sospechosa.

- Tienes una historia intrigante, me estoy empezando a interesar por ti.

- Soy una chica normal- traté de quitarle hierro al asunto.

- Claro, y yo soy un juglar. Mira, no intentes engañarme porque no lo vas a lograr. No soy idiota. Algo debió de pasar para que os desterraran.

Me eché hacia atrás, pero Luke reaccionó y me agarró la muñeca.

- Tu no vas a ninguna parte, aquí es donde perteneces ahora. Ahora respóndeme.

- Déjame ir al baño, volveré enseguida, prometo que no escaparé.

- Como no sea así, verás de qué soy capaz.

Me soltó y salí. Se quedó en la puerta, mirando qué dirección tomaba en el pasillo. Fui al baño y cuando salí, vi a una sirvienta que llevaba un adorno en el pelo igual que el mío.

- ¡Espera! ¿De dónde te lo has sacado?- mi tono sonó desesperado, por lo que traté de rectificar-. Es muy bonito.

- Me lo ha regalado uno de los guardias del palacio. Pero no digas nada o le echarán.

- Claro, no diré nada.

Decidí dejárselo. Al menos sabía dónde estaba y si la pillaban a ella yo me saldría con la mía.

Regresé al cuarto del príncipe y éste cerró la puerta.

- Veo que puedo confiar en ti. Te daré hasta mañana para que me contestes. Ve preparando tu respuesta. Ah, y no te olvides de que a las cinco es la hora del té.

Salió después de que yo entrara a mi habitación y me quedé tumbada sobre la cama hasta que finalmente me quedé dormida.

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