30🎤
Nota importante al final del capítulo: leed, por favor
Capítulo 30| Un grinch celoso y un Paul decepcionado
(Sophia)
—Niña pija.
Me giro abruptamente al reconocer su voz. El grinch camina hasta la barandilla de piedra de la terraza del reservado con una copa en la mano. La deja sobre la piedra y apoya los antebrazos en está mirando la noche que se ha quedado. Puedo ver de reojo como se le marcan las venas de los brazos al hacer aquel movimiento.
Nos encontramos en la misma discoteca donde nos besamos por primera vez; se había convertido en el sitio favorito de todos nosotros. Yo había venido con mis amigos después de enterarnos que el primo de Mick cancelaba su fiesta y queríamos celebrar mi cumple como es debido.
Rompe el silencio sin mirarme todavía:
—¿Qué haces aquí fuera?
—¿No lo ves? Tomando el aire —digo con sarcasmo aunque se nota la tensión entre nosotros.
De la nada, suelta lo siguiente que menos me esperaba:
—Felicidades, niñata.
Cuando muevo un poco la cabeza para mirarle me fijo en que este lo está haciendo y a saber cuánto tiempo lleva sin quitarme la vista de encima. Nuestras miradas se cruzan en cuestión de segundos. Todavía recuerdo la conversación con mis amigos en la cafetería, sobre Paul y la supuesta tontería que esté enamorándose de mí.
Le doy las gracias con un tono neutro removiendo aquellos pensamientos.
De pronto, me viene a la mente el ramo que me regaló y una sonrisa pequeñita asoma de mi comisura izquierda; aunque no debe ser tan pequeña cuando de pronto le oigo decir:
—¿De qué sonríes, niña pija?
—No es nada —trato de ocultar las sonrisas que quieren salir.
—Odio cuando sonríes.
—Pues no me mires y punto.
—Lo odio porque me he dado cuenta que me gustan tus sonrisas.
"Ay, me muero. Casémonos"
Cállate estúpida.
—Me gusta hasta el hoyuelo que te sale en una de las comisuras cuando lo haces. —susurra muy cerca de mi oído y yo quiero saber cuándo se ha acercado. Cuando doy media vuelta, lo encuentro a pocos centímetros de mi cara encerrándome contra la piedra —Odio lo que me provocas con solo una sonrisa.
En ese momento vuelvo a pensar en las rosas blancas y decido sacarlo:
—No te imaginaba con personalidad de Golden Retriever, Grinch.
—¿Eh?
—Ya sabes, las rosas que me regalaste el otro día.
Por primera vez, consigo sonrosarle por la vergüenza y me río:
—Te llegaron, ¿verdad?
—¿Unas rosas blancas sin remitente? sí.
—Ya... —Se lleva la mano a la nuca, nervioso. ¿Por qué estaba mono incluso inquieto? — Si te soy sincero, no sé el motivo por el que me dio ganas de comprártelas. Esas cursiladas no van conmigo, pero las vi al pasar por delante de aquel puesto y no pude evitar pensarte. También necesitaba disculparme por ser un gilipollas los otros días, pero es que cuando vi que salíamos de nuevo en portada... Me puse nervioso al ver que nos habían pillado.
—Lo entiendo.
Es lo único que digo. Ian alza la mirada que la había bajado mientras él hablaba y me mira con un eje de sorpresa en el rostro.
—Te conozco más de lo que lo hacen los demás y sé que te cuesta abrirte —no dejamos de mirarnos y el vestido que me he puesto esta noche, ya lo siento sudoroso —Sé que algo te pasa porque no me creo que seas así de gilipollas por naturaleza, puede que tengas un miedo interno que te impide abrirte a los demás, pero yo solo quería que confiaras en mí. —He debido acertar en algo ya que su mandíbula y cuerpo se ha tensado bajo mi atenta mirada.
Antes de que pueda continuar, este me interrumpe:
—Si, lo sé, sé que puedo parecer complicado, niña pija pero...
—Ian, yo solo te pregunte una cosa y te pusiste como un energúmeno —le corto las palabras —¡Joder, que tú sabes más de mí que yo de ti! He leído tantas historias de romances y sé perfectamente lo que quiero en una relación y lo que no y si tú no puedes hacer el puto esfuerzo de confiar en mí... Para estar sola en esto... Prefiero quedarme con mis libros.
Aprovecho que ha bajado la guardia y tengo un gran espacio entre su cuerpo y la barandilla para salir de ahí. Sin embargo, antes de que pueda alejarme demasiado, me agarra de la muñeca y tira de esta hacia él. Vuelvo a estar encerrada contra la piedra. ¿Acaso no se acordaba que estábamos en una discoteca donde podrían vernos? ¿Eso no le preocupaba?
—Déjame compensártelo, niñata.
—Nos van a ver, Ian. ¿No te preocupa?
—No te vayas todavía. —Parece desesperado, pero no sé qué pensar ya—Mira, ya te lo he dicho muchas veces, pero lo vuelvo a repetir: nunca he sentido lo que sea que esté sintiendo contigo, niña pija. Normalmente, cuando me lio con alguna a la mañana siguiente ni me acuerdo de ella ni me importa, pero tú... ¡Joder! —Se aleja un poco de mí. Lo veo caminar con las manos en la cabeza de un lado a otro para luego volver aquí y seguir hablando —: Eres la primera tía que no me aburre cuando me cuenta su vida. A la primera que me encanta escuchar sin parar, pero yo no sé cómo darte lo que quieres. Sinceramente no lo sé y estoy cagado de miedo por está mierda.
—Confía en mí —respondo dándole con la mano en el pecho —Solo quiero eso.
—Vale, déjame intentarlo de nuevo.
🎙️🎙️🎙️
A la mañana siguiente despierto con un dolor de cabeza y una presión en mi cintura cuando me percato que se trata de un brazo, rodeándome.
Sonrío, risueña.
No me hace falta darme la vuelta para saber que es el grinch. Su característico olor lo delata y bueno, el tatuaje de su muñeca también. Quisiera saber porque se lo hizo o por quien, pero anoche conseguimos arreglarlas cosas y no quería volver a discutir por sacar algún tema personal y es que estoy segura de que ese tatuaje de Casiopea tenía que ver con algo de su vida privada. Ya me había prometido anoche que iba a intentar confiar en mí y no dejarme en esto sola, así que no quería forzarle a contarme su significado.
Su brazo aprieta más mi cintura tirando hacia él terminando de quitar distancia. Mi espalda da contra su pecho. Oigo que me susurra al oído:
—¿Te has despertado, niña pija?
—No —bromeo, aguantando la risa.
La cama se mueve bajo nuestros cuerpo y en cuestión de segundos, lo encuentro encima de mí procurando no aplastarme con ambas manos a los lados de mi cuerpo. Me besa la nariz, haciéndome reír. Luego la muerde y pasa a hacer lo mismo con mis carrillos.
Quiero quitarle, pero es más grande y fuerte que yo.
Todavía sigo con la conversación de anoche en la terraza. Me había prometido que iba a intentarlo de nuevo y yo quería confiar en que lo conseguiría.
Ian sigue bajando con pequeños besos por mi abdomen hasta llegar a la línea del bikini parándose en el elástico de las braguitas. Alza la mirada haciendo contacto visual con la mía sin apartar los labios de esa zona y puedo entrever que le asoma una sonrisa picarona en estos mismos para, posteriormente, seguir bajando. Siento un cosquilleo en esa zona ilícita. Sin embargo, no quiero que pare.
El dolor de cabeza me ha desaparecido hace unos minutos.
Besa por encima de la fina tela, mojándome cada dos por tres. Cada fracción de mi cuerpo es un cumulo de emociones entre ellas, pasión. Para colmo, justo cuando está a punto de bajar mi ropa interior... llaman al timbre.
—Joder —me indigno, haciendo que se ría.
—Bueno, si no hacemos ruido, creerán que no estás.
—Shhh —le chisto.
Obviando que se ha reído de mí al hacerle callar como una desesperada, el grinch sigue besando esa zona con la esperanza de que, quien haya llamado, o se hubiera equivocado o se hubiese cansado de insistir.
Pero que ingenua de mí pensar aquello cuando vuelven a llamar, esta vez más fuerte. Dejo caer la cabeza en la almohada a puntito de querer matar a quien quiera que esté al otro lado de la puerta... Hasta que reconozco su voz y levanto la cabeza como si mi vida dependiera de ello.
—Soph, ¿Estás en casa? Soy Paul.
Joder.
Joder, joder, joder. Paul estaba aquí y como abriera nos iba a pillar al grinch y a mí juntos. No me avergonzaba, eso nunca, pero como Paul reconozca a la persona que le pego y le metió en un taxi en contra de su voluntad y encima en mi piso... ¡Joder, mierda! Quiero contárselo, pero todavía no estaba preparada porque no quería perder a Paul.
Aparto a Ian de encima dejándole sorprendido.
Cuando ve que me quito su camiseta y comienzo a vestirme con un pijama de los míos y luego le digo que se esté en silencio y no salga de esta habitación, de la sorpresa pasa al aturdimiento. No entiende a que viene todo esto hasta que, al oír de nuevo la voz de Paul gritando al otro lado, parece estar recordando lo que pasa en ese momento. Estoy segura de que cuando ha escuchado el nombre al principio, se le había olvidado quien era.
—Por favor, no salgas, ¿vale?
—¿Quieres mantenerme escondido? Luego soy yo el que se avergüenza, niña pija.
—No me avergüenzo, pero no le puedo soltar de la nada a Paul que, el tío con el que estoy liándome es el mismo que le metió en un taxi sin miramientos; y mucho menos que nos pille haciendo algo indebido. Es mi amigo y no quiero perderlo, ¿vale?
Me retiene contra la pared cerca de la puerta. Una sonrisa maliciosa le aparece en los labios al recordar lo del taxi. Frunzo el ceño esperando que entienda que a mí no me hace gracia lo que le hizo a Paul aquella noche, pero es evidente que a él sí. Se acerca lentamente hasta susurrarme en el oído con diversión en el tono:
—Fue gracioso, niña pija.
—No lo fue. Paul es mi amigo y fuiste un cretino.
—Lo volvería a hacer si veo que intenta besarte.
—Ni se te ocurra, grinch —intento sonar amenazante, pero solo consigo el efecto contrario. Cambiando de tema, trato de pedirle amablemente que me deje salir de allí para ir a ver lo que quiere.
—Con lo bien que lo estábamos pasando, niña pija. Puedes dejarle ahí en la puerta y continuar conmigo, no pasa nada si se muere de hambre, le podemos dar un cuenco con pienso...
—Primero que nada, no estoy como para liarme contigo con Paul a poca distancia —se lame los labios y... ¡dios que sexi! Tomo una compostura decente y no mirarle a los labios que eran mi perdición —. Y segundo, Paul no es un perro. No voy a sacarle ningún cuenco como si fuese un animal.
Chasquea la lengua, triste por negarle esa satisfacción:
—Vaya, niña pija, ¿y yo que pensaba regalarle una correa y un juguete?
—Tú no le regalarías un juguete ni a un niño pequeño —me burlo de él.
—Me ofende que me veas con la apariencia de malo.
—¿No lo eres?
—Tal vez no lo sea...
De nuevo, el timbre vuelve a sonar dos veces seguidas haciendo que el grinch acabe poniendo los ojos en blanco y apriete la mandíbula, cabreándose.
—Me están dando una ganas de volver a mandarle en taxi...
—Cálmate, amargado —pongo las manos en su pecho notando los latidos de su corazón bajo estas. Le aparto con delicadeza y por esta vez, no me cuesta nada hacerlo porque él hace la mayor parte. Antes de salir de allí, le susurro una última vez —: Quédate aquí, por favor. No montes un pollo.
—No puedo prometer nada, niñata.
Suelto un suspiro agotador a la vez que ruedo los ojos porque no me extrañaba para nada su respuesta. Cierro la puerta tras de mí después de dejarle mirando el móvil y camino hasta la entrada. Abro justo a tiempo de que vuelva a llamar, pillándole con la mano extendida junto al timbre.
Procuro aparentar normalidad cuando me sonríe y hago lo mismo que él:
—Paul... ¿Tú por aquí?
No abro mucho la puerta, lo suficiente para que nos podamos ver los dos, pero sin dejarle entrar. En otra ocasión si le habría invitado, sin embargo no me fiaba del grinch y por si acaso provocaba ruido o desobedecía a mi orden de salir del cuarto, mejor prevenir que curar.
—Foquita, parece que no me quieres ver —bromea haciendo que me ría.
—Eso nunca, Paul. Me ha sorprendido eso es todo.
—¿Lo dices por lo sucedido en la cafetería? —Ni me acordaba de aquel día hasta ahora que lo acaba de sacar. De nuevo las hipótesis de mis amigos respecto a lo que pudiese sentir Paul por mí, vuelven a mi cabeza —. Si es por eso, te pido perdón, Soph. Te juro que no sé porque me molestó que te hubiesen regalado un ramo y encima tus propios amigos...
"Si él supiera que no fueron ellos..."
Shhh, calla.
—Paul, todo bien. No te preocupes.
—Cuando salí de allí luego me di cuenta del ridículo que debí haber hecho. Salir como si fuera un niño pequeño cabreado y no debía haberme molestado porque tú y yo somos amigos, ¿no? Bueno, si es que todavía lo somos.
—¡No digas tonterías, Paul! Claro que seguimos siendo amigos.
Este levanta la mirada del suelo, perplejo por mi respuesta. Un brillo le asoma en los ojos al oírme decir aquello. No obstante, desaparece rápido. Mira por detrás de mí como si acabara de ver un fantasma.
No es hasta que, señalando con un dedo para que me dé la vuelta y dice:
—Oh, no estabas sola.
Te mato, Ian.
¿Cuánto podrían caerme de cárcel por matar al cantante de una banda de música famosa si lo hacía a sangre fría? El grinch ha pasado por detrás de mí y como si estuviese solo, asoma la cabeza por la puerta de la cocina junto a la sonrisa egocéntrica de sus labios. Es tal si le pareciese divertido toda aquella situación. Solo esperaba que Paul no le reconociese por la cara y cuando pregunta, siento que puedo respirar en paz:
—¿Y tú quién eres?
Vale, no le ha reconocido. Tal vez no le llegó a ver bien el rostro el día de la pelea. Ian se descojona y sale finalmente de la cocina con un vaso de agua en la mano. Con ese tono de chulo prepotente, se burla indirectamente de mi amigo.
—¿Se te ofrece algo, Pat? —Le fulmino con la mirada ahora que estaba de espaldas a Paul.
—Es Paul.
—Lo que sea, Peter. —Lo estaba haciendo aposta y mi amigo no se estaba enterando. Decido intervenir, pero este me vuelve a interrumpir —. ¿Quieres un zumo? ¿Unas tostadas para desayunar? Bueno, solo te aviso que el único zumo que encontrarás es de piña y debe ser el favorito de la rubia así que, no te recomiendo tomarlo. Además, no suele usar vaso.
—Paul, pasa de él —hablo volteándome a mirarle.
—Oh, niña pija, no seas tan grosera. Preséntame a tu amigo.
Y es ahí, cuando Paul abre los ojos como platos y el grinch dice mi apodo, que presiento que acaba de dar con la solución a su primera pregunta. Paul da marcha atrás alucinando. Acababa de averiguar lo que he llevado tiempo ocultándole. No me hace falta palabras para saber que ya sabía que Ian era el tipo que le metió en un taxi sin preguntarle.
Trato de acercarme a este, pero se aleja un poco mientras niega con la cabeza.
—Paul, puedo explicártelo. Yo...
—Déjalo, Sophia, no tienes que explicarme nada.
—Si que debo...
Vuelve a cortarme:
—Soph, somos amigos y ya eres mayorcita. Solo me ha extrañado que estés con un tío que, se le ve a lo lejos que le va la violencia. Pero yo no soy tu padre y no tenías que haberme mentido pensando que te voy a regañar. Puedes estar con quien quieras. Esto... Ehm... —de un momento a otro empieza a ponerse nervioso; ni siquiera sabe dónde mirar —. Me tengo que ir. Solo he venido a eso, disculparme por mi actitud del otro día. Nos vemos pronto.
—Paul...
Este desaparece escaleras abajo y puedo escuchar como la puerta de la calle se cierra dando un portazo. Siento una lagrima caer por mi mejilla, pero la hago desaparecer cuando una mano se posa sobre mi hombro dándome cuenta de que no estoy sola. Me giro abruptamente encarando al grinch y cabreada le digo que porque ha tenido que salir cuando se lo había pedido con amabilidad.
Presiono con un dedo en el centro de su pecho mientras este sigue perplejo con lo que está pasando. ¿A, que encima no se siente culpable?
—¿No podías haberte quedado en la puta habitación?
—Oh, ¿era que no saliera? Creí que me habías dicho que sí. —Sé que está divirtiéndose con ello y que en realidad me había entendido bien antes. Camina hasta entrar en mi cocina con la risa de fondo. Sigue hablando cuando me nota a sus espaldas —: Tú amigo es un poco borde, ¿no? Yo que le ofrezco con toda mi amabilidad un zumito, pero parece que no le va la piña.
—Mira, como Paul deje de ser mi amigo por tu culpa te juro que...
Ian se acerca en un abrir y cerrar de ojos hasta estar a pocos centímetros de mí. Agarra mi cara con ambas manos y con una sonrisa petulante, continua mi frase:
—¿Qué? ¿Qué me va a hacer la pequeña niña pija?
—Seré pequeña, pero para darte una patada en los huevos llego.
—Tienes una boquita muy sucia, Blancanieves —hace énfasis en el apodo que me puso Noah susurrándomelo en mi oído. Sin más tardar, segundos después, este me sienta sobre la encimera colocándose entre mis piernas. Me come los morros en cuestión de minutos haciéndome olvidar lo que ha pasado con Paul hace nada —Vale, lo admito: puede que me haya pasado de desobediente, pero no niegues que ha sido divertido, niñata.
—¿Puedo saber porque has tenido que salir?
—He escuchado vuestra conversación y no he podido evitar sentirme molesto. Haces que sienta cosas que ni yo reconozco, niña pija.
—¿Estabas celoso, grinch? —me burlo. Era divertido hacerlo.
—No sé lo que es eso, niña pija.
—Ya, y yo me lo tengo que creer.
—¿Por qué tendría que estarlo cuando soy yo quien te tiene atrapada?—Mete sus manos por debajo de la camiseta del pijama que me había puesto paraabrir llegando hasta mis pechos descubiertos. Suelto un gemido cuando llega alpezón y juguetea con el —. ¿Sabes? Deberías plantearte tus amistades, niña pija. Al rizos no parece gustarle el zumo de piña.
Me rio.
—¿Y a ti si?
—Bueno, me gusta probar cosas nuevas.
—¿Probarías la piña, grinch?
—Si tengo alguna motivación, claro —vuelvo a reír.
—¿Qué motivación sería esa? Alúmbrame.
Cuando pienso que no me va a sorprender más, el grinch suelta lo siguiente:
—Tú.
—¿Yo sería tú motivación para probar la piña?
—Más bien tus labios —enarco una ceja sacándole una risotada —. Puedo motivarme a probar la piña de tus labios. Sería una gran motivación.
—Oh claro, dice esto él tío que prefiere el coco antes que la sandía.
Al decir aquello, su rostro se descompone de repente. El brillo que antes surcaba en sus ojos ha desaparecido y soy consciente de que he dicho algo que le ha molestado. Sin embargo, por primera vez y debe estar recordando sus palabras de que iba a confiar en mí, se tranquiliza poco a poco y no se aparta de mí como he esperado que hiciese.
—¿He dicho algo malo? Solo era una broma...
—No has dicho nada malo, niña pija —me interrumpe con un nudo en la garganta casi imperceptible. Después, cambia de tema, pero no le digo nada porque sé que tal vez lo necesita. —¿Sabes? Eres la primera rubia de ojos marrones que conozco. ¿Los rubios no sois más propensos a los ojos claros?
—¿De verdad? ¿Te extraña que sea rubia y no tenga ojos azules?
—En realidad me da igual, te queda bien ese color, niña pija. Ahora... —se acerca a mi oído provocando mil emociones en mi cuerpo y me susurra —: Nos habían interrumpido algo, ¿verdad?
Suelto una carcajada justo al mismo tiempo que me levanta de allí y camina conmigo en brazos hasta la habitación. Acabamos quedándonos toda la mañana en el piso entre las sábanas y luego desayunando juntos.
🎙️🎙️🎙️
Quiero concentrarme en la clase, pero mi mente me traiciona evocándole de nuevo. La verdad es que ya era algo común durante estos días. Habían pasado tres días desde que Paul nos pilló cuando decidió presentarse de sorpresa en mi piso y todavía seguía sin saber nada de él ni de cruzármelo. Tampoco hablamos.
Solo espero que sigamos siendo amigos, porque no quiero perderle.
El timbre suena cortando aquellos pensamientos y en cuanto recojo las cosas, salgo del aula lo más rápido posible. Como estos días atrás, una silueta entre el árbol cerca de la universidad me observa desde la posición.
Sonrío inconscientemente.
Se había convertido en costumbre que el grinch me esperara todos los días o casi todos, junto a ese mismo árbol que le permitía mirarme y al mismo tiempo pasar desapercibido con su gorra y sus gafas de sol oscuras... Como ahora. No tardo en lanzarme a sus brazos en cuanto lo tengo cerca y me recibe de la misma manera que siempre.
—Cuidado grinch, no querrás que nos vean besándonos, ¿no? —me burlo.
—Cuando te beso se me olvida todo, niña pija.
—Oh, mi Golden Retriever ha vuelto a salir a la superficie —le chincho.
Si, desde hace días se me ocurrió llamarle así por el regalo del ramo de rosas y solo para meterme con él. Era divertido hacerlo que puedo deciros.
Ian se ríe y me acerca de la cintura ocultándonos aún más entre el árbol. Todavía seguíamos cerca del campus.
Me susurra tan cerca que puedo sentir como me flaquean las piernas:
—Prefiero ser un Rottweiler, niña pija. Sobre todo por cómo me muevo en la cama.
Siento las mejillas sonrojándose cada minuto que pasa y el calor subiéndome.
—Como me divierte hacerte sonrojar.
—Idiota —le aparto y comienzo a caminar aunque no puedo evitar sonreír sin que me vea mientras siento que me sigue por detrás.
De reojo miro su mano tan cerca de la mía, casi se pueden rozar y me vuelvo a preguntar cuando sería el momento en que pudiéramos ir agarrados de estas sin que le aterre que nos vieran, pero no quiero asustarle, así que me la trago. Como si leyera mi mente, siento que se tensa a mi lado y rompe el silencio:
—Perdóname, niña pija, pero no me siento preparado.
—Tranquilo, grinch.
No estando de acuerdo con mi respuesta, este me detiene tirando de mi muñeca. Nuestros cuerpos chocan, apenas entra el aire entre los dos. Acaricia mi mejilla con los nudillos y he descubierto que me gusta cuando hace eso. En realidad, me gustaba todo lo que venía de él.
—Te juro que intento abrirme, niña pija. Quiero aprender a confiar, pero todavía me cuestan algunas cosas. Solo necesito tiempo y para demostrarte que quiero ir enserio, ¿Qué quieres que haga?
—¿A qué te refieres?
—Déjame mostrarte algo —dice finalmente y sin entender, asiento. —Necesito que conduzcas, ¿podrás?
—Claro, seré tu chofer, grinch.
—Una chofer muy guapa.
Caminamos hasta mi coche que por suerte había venido esta mañana a la universidad con él y en cuanto estoy lista y él también, me va dirigiendo hacia aquel sitio. Diez minutos más tarde, o tal vez un poco más, me fijo en que nos encontramos en un refugio de animales que está bastante lejos de mi piso, de la universidad y de su piso. Puedo sentir la tensión en su cuerpo cuando le miro de reojo.
Parece estar nervioso como si, al traerme aquí, se hubiera abierto demasiado a mí.
Poso mi mano en su rodilla haciendo que reaccione y me mire. Nuestras miradas conectan y, aunque solo son un par de minutos, lo siento como si fueran horas. En sus ojos claros veo un brillo indescriptible. Sé que esto es demasiado para él, pero aun así lo está haciendo. Está abriéndose poco a poco conmigo.
—¿Qué hacemos aquí, amargado? —pregunto con cuidado no asustarle.
—Hemos prometido abrirnos, ¿no? Quiero intentarlo de verdad.
Asiento.
Una sonrisa me asoma en la comisura del labio y segundos después, lo confiesa. Me cuenta que es socio de aquel refugio de animales (más concretamente perros) que son abandonados o necesitan dueños y que le gusta ayudar cuando las giras de la banda se lo permiten. Nunca habría imaginado que el grinch formaría parte de algo así.
Miro por la ventanilla hacia el lugar.
Es pequeño, pero estoy segura de que por dentro no lo será tanto. Las paredes son de un color azul claro y tiene dibujados algunos perros en color blanco en la pared como dando a entender más todavía que se trata de un refugio de perros.
—Me gusta ayudarlos porque cuando estoy aquí consigo olvidarme de...
Poso mi mirada de nuevo en él cuando se detiene a mitad de la frase. Su mirada dice que ha estado a punto de hablar de más. Cambia el tema y sigue hablando:
—Ya sabes algo de mí, niña pija. Soy socio de un refugio de animales.
—No me esperaba que el amargado fuese cariñoso con los perritos —me burlo quitando la tensión que se había formado. Se que esto debe estar costándole más de lo que aparenta y quiero que entienda que le agradezco que pueda confiar en mí y sé esté abriendo —En realidad... Gracias por abrirte. No sé qué es lo que olvidas con esto, pero que lo hayas compartido conmigo, me gusta. ¿Entramos?
Asiente y sin más dilación, entramos juntos.
Me presenta a la jefa y a sus dos compañeros más y no sé lo que es, pero cuando veo a todos los animales corriendo hacia Ian y este los acaricia y juega con ellos, sonrío. Es alguien diferente. Veo un brillo que nunca veo cuando estamos todos juntos. Pero tengo el presentimiento de que no lo hace por él, sino como si lo estuviese haciendo por algo o alguien.
Y eso me atrae más para querer seguir conociéndolo.
Tenéis nuevo capítulo, mis queridxs Lovers!
En el anterior capítulo terminaba un tanto abierto en la fiesta y en este continua por donde se quedó al ver el Grinch a la niña pija en la terraza... ¿qué os ha parecido la promesa de Ian que va a intentar confiar en ella? ¿Creéis que lo lograra? Y el final del todo, no es algo grande, pero nuestro grinch (también Golden Retriever jeje) se abrió ante Sophia para enseñarle el refugio donde es socio y para él es un gran paso.
Espero que lo disfrutéis y no olvidéis votar, comentar y compartir si os ha gustado para saber vuestra opinión. Además de seguirme en redes sociales donde también me gusta comentar con vosotros jejeje.
DEDICATORIA:
mirioytamakiuwu, una-scrittore, Ena_Grcia0, itsela_fierrro04, Ala_Ross, Krisly5, BURGUI92, cristinazg_, SeirMayantigo, 720hbh, Titania2408, Ladanihidalgo, itsmebbcca, LauraAndrea313, WattpadRomanceES, NataliFlores829, firstslight, sofibelu_09, MJ_linezone, EsthefanyMaricelaDeP
Quiero anunciar que tal vez este jueves no haya capítulo porque estoy un poco atascada en el 31 y, aunque intentaré ver si podré subirlo, no quiero prometer nada todavía; espero me entendáis :(
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