21🎤
chica con Capítulo 21| Celos, nuevas canciones y miedos
Ian
Todos en el grupo acabamos exhaustos.
Anthony nos deja descansar unas horas del ensayo y en esas aprovechamos para subir a la parte de arriba del estudio e ir a por algo de beber a la cocina. Los hermanos de Riley entran en ese momento por la puerta de la entrada junto a la novia de este y sus amigos, exceptuando la rubia, cosa que me extraña.
"¿Solo te extraña?"
Oh por favor, no insinúes nada.
"Yo no insinúo lo que sabemos que es verdad".
Acer viene en los brazos de Mane con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en su hombro. Se lo tiende a su novio justo cuando la escucho decir:
—No ha dejado de correr por todos lados. Ha acabado muerto.
—Eso significa que la visita al zoo ha ido genial, ¿no?
—Bueno, son más obedientes que su hermano mayor —decido entrar cuando siento que van a empezar a hacerse carantoñas de esas románticas que tanto detesto y no me equivoco cuando los veo besándose.
Mientras me sirvo una coca cola en un vaso puedo seguir escuchando su conversación desde el salón. De momento seguimos en aquel estudio donde las habitaciones están muy cerca las una de las otras. La idea de Rain de alquilar o comprar algo más grande ya se lo dijimos a Anthony y nos respondió que iba a ir buscando; por lo visto le pareció buena idea.
En ese instante entra Aaron por la puerta y abre la nevera para cogerse otra Coca Cola. Cuando me ve, dice con ironía:
—¿Hoy no te apetece emborracharte?
Soy consciente de lo que se refiere y de lo que no quiero recordar.
Hace tres días fuimos a divertirnos a una discoteca y acabe pringándome de alcohol hasta las trancas. Todavía sigo con dolor cabeza y eso que ya pasó. Sin embargo no es por eso por lo que no quiero recordarlo, sino lo que sucedió más tarde cuando me fui de allí sin que nadie me viera. Cogí un Uber y cuando me quise dar cuenta me encontraba llamando a su puerta. ¡A la puerta de la niña pija!
Lo que más me jodió no es el hecho de que me presentará allí (aunque también) sino el pensamiento que se me vino a la cabeza cuando me abrió la puerta con solo una puta camiseta que le llegaba hasta las rodillas y el pelo desordenado en un moño malhecho y su cara de pasmada al verme. Las ganas de probar de nuevo esos labios al abrirme... ¡Joder, ¿Qué coño me pasa?! Y luego me marché lo más rápido posible de allí, tambaleándome.
Remuevo los pensamientos, doy un trago y le contesto cuando me pregunta que donde me fui y que habían estado buscándome:
—Me líe con una y nos enrollamos en su coche —miento.
Aaron parece intentar analizarme, pero por suerte soy de los que no se dejan descifrar más allá de lo que yo muestre y cuando ve que no lo consigue, asiente y da un trago a su bebida para cambiar el tema.
—¡Thor, así no! Tienes que seguir mis pasos.
La voz chillona de la rubia hace eco en la calle. Levanto la mirada de mi móvil y me detengo cuando la veo en plena calle haciendo lo que parece ser un baile. ¿Qué narices? Le da instrucciones a su amigo el otro rubio que a decir verdad, parece arrítmico. Como si me hubiera leído la mente, es justo lo que dice este:
—Blancanieves sabes que soy arrítmico para TikTok.
Vaaaale, ahora entiendo todo. Se están grabando para esa ridícula app donde la gente hace bailes de mierda o cualquier cosa. Yo también la tengo, pero como si no existiera. Ni siquiera sé porque la instalé. Creo que fue porque Matt me obligó a descargarla cuando se llamaba de otra manera. Aún tengo los videos que mi hermano se grabó con mi móvil, que por cierto, se guardan en privado aun luego cambiándote de teléfono mientras sigas teniendo la cuenta, cosa que no sabía.
A veces los miro cuando le echo de menos, o sea, siempre.
Intento seguir mirando sin que se den cuenta de que estoy ahí, pero el grito de varias voces femeninas lo joden todo. Miro en dirección a las voces cuando me doy cuenta de que son un grupo de fans que se acercan. No me da tiempo a marcharme cuando ya las tengo rodeándome, pidiendo fotos y autógrafos.
Mientras poso en el teléfono de una, puedo sentir que alguien me observa. Nuestras miradas hacen contacto visual cuando me volteo. Sonrío. Una sonrisa entre arrebatadora y sarcástica consiguiendo que esta ponga los ojos en blanco y siga a lo suyo. Sin embargo, estoy seguro de que ahora le costará concentrarse.
Una fan me saca del ensimismamiento al decir:
—Ian, ¿Cuándo sacaréis álbum nuevo?
—Aún quedan canciones que sacar —respondo, me bajo las gafas de sol de la cabeza —Solo puedo decir que estad atenta a nuestras redes.
Después de dejarlas allí chillando como locas, incluso creo haber visto a una desmayarse, sigo mi camino de vuelta al estudio. En cuanto llego, todos se giran a mirarme. Pero luego Seth y Riley continúan su partida a la play y Aaron sigue jugando al Candy Crush en su móvil. Madre mía, que show. Horas después, Anthony llega de nuevo y nos avisa que tenemos que ir subiendo a la cuenta de la banda que se va acercando la fecha para el siguiente álbum y quizá, los conciertos. Y eso hacemos durante toda la tarde.
Los comentarios de los fans no tardan en explotar en cuanto subimos el primer post y las historias.
🎙️🎙️🎙️
Música por todos lados.
Me ajusto la gorra y también las gafas de sol a pesar que es de noche y además, estamos dentro de un pub. Aunque a mí no me importa que las fans me reconozcan, hoy no tengo ni estoy para que me paren así que prefiero pasar por el anonimato. Llevo una hora de mierda desde que hemos llegado y lo que más me jode es que, la causante de todo ha sido una puta niñata rubia caprichosa al verla entrar con sus amigos al mismo local que nosotros. ¡Joder, es que parece que me sigue!
"Pero no es eso lo que te ha jodido, campeón"
No empieces tú también.
"Oh venga, admite que te ha jodido un poco al verla entrar con el rubio ese de rizos".
Tú estás mal de la cabeza.
"Si yo estoy mal, lo estás tú bonito. Soy tu conciencia, recuerda".
Alejo a mi maldita voz interna y sigo caminando hasta una mesa al fondo del local donde ya están estos. Como no, Riley ha tenido que hacer sitio a su novia y sus amigos aunque no hayamos venido juntos. El sitio no es muy grande, pero no es pequeño tampoco. Solo ocupa una planta. La barra está al fondo casi cerca de la entrada y luego la pista, en medio. Me siento lo más alejado posible de la rubia. Y no sé el motivo de porque mi cabeza me lleva al momento en que me presenté borracho en su piso.
No creo que haya sido el único que lo ha recordado porque me mira al darse cuenta de que yo lo estoy haciendo y nuestras miradas se cruzan. La aparto rápidamente al darme cuenta de los pensamientos que estaban pasando por mi mente y decido largarme de allí hacia la barra.
Muevo mi mirada por la pista del local con la mente en blanco mientras sujeto una copa en la mano. La pelinegra que tengo al lado me babosea el brazo aunque no la presto atención. Llevamos aquí me parece que dos horas, son las doce solo. De pronto, la veo. Se mete aún más al fondo entre la multitud de la pista de baile. Ahora hay más gente bailando.
La niña pija comienza a bailar la siguiente canción con sus amigos. No se da cuenta que la estoy observando, mejor. Aparto la mirada regañándome a mí mismo y me doy la vuelta para pedir otra copa cuando veo que el vaso está vacío. Al voltearme de nuevo con el vaso lleno, nuestras miradas se encuentran. Ahora baila con el tío rubio ese, el Paul creo. ¿Por qué coño siento un malestar en el cuerpo al verla con él? ¡Joder, si me la suda con quien baile! Comienza a bailar más lentamente y pegada al chico al ver que no aparto la mirada.
No sé el motivo por el que hago lo siguiente, pero cojo la mano de la chica que tengo al lado y la llevo hacia la pista. Estamos ahora cerca. La chica se ríe. Bajo mis manos por su cuerpo, los labios cerca de su cuello en un baile que se vuelve sexual. En ese momento, la siguiente canción la reconozco y es que, es de nuestra banda, del último álbum. Besos envenenados suena por alguna parte del local, pero no le presto mucha atención. De un momento a otro, comenzamos a bailar sin apartar la mirada el uno al otro como si fuese una pelea en la que no sabemos bien quien va a ganar. Y pasan las horas.
Y finalmente y sin verlo venir, acabamos juntos, ella de espaldas contra mi pecho con varias copas ya encima. Bailamos haciendo que el baile se vuelva para mayores de edad.
—¿Estabas celosa, niñata? —pregunto en tono de burla.
—¿Yo? ¿Por qué estarlo de una pelinegra con mal gusto por los hombres?
—¿Y tú tienes buen gusto?
—Mejor que tú seguro —comenta, se da media vuelta y nuestras miradas quedan frente a frente. Sigue moviéndose al ritmo.
—Parece que te gusto, niñata. No dejas de seguirme.
—¿Seguro que soy yo? No fui yo quien se presentó en mi piso borracho, grinch.
"Ahí te ha dado guapo".
Touché, niña pija, me has dado bien.
Sin poder controlarlo, la alejo de allí.
La cojo de la muñeca y durante esos minutos que me parecen eternos, nuestros ojos conectaron. Esos ojos color avellana que no dicen nada y al mismo tiempo lo dicen todo. En la zona donde la he llevado apenas llega la luz de la pista ni la música, pero se escucha un poco. Sin controlar la situación, presiono los labios contra los suyos. Los besos se vuelven calientes como los anteriores hasta ahora. Esta no tarda en seguirme el beso. La subo deslizando su espalda por la pared y rodea mi cintura con las piernas y el cuello con los brazos.
Cuando nos separamos, siento los labios hinchados. Nos miramos un par de minutos y luego, rompo yo el silencio jadeando:
—No sé qué coño me pasa que no puedo alejarme de ti, niñata.
—Suelo ser adictiva dicen mis ligues —bromea.
Y río. No sé cómo, pero esta chica me hace hasta reír.
—Esos ligues tienen mal gusto.
—Pues tú has caído también.
—Yo no he caído, lo has hecho tú —aclaro.
—Macho alfa, ¿eh?
—Niña pija que cojones tienes que no me aparto de ti.
—Bueno, ambos no podemos mantenernos alejados del otro. Habrá que aprovecharlo ¿no?
—¿Qué insinúas niñata? ¿Qué nos convirtamos en folla-amigos?
—Amigos no creo que lleguemos a serlo, pero lo de follar no está nada mal.
Vuelvo a reírme.
—¿vas a poder controlar tus sentimientos de mujer? Sé que las tías caéis rendirás ante los tíos...
—Despierta grinch, siglo 21. Las mujeres podemos liarnos sin tener sentimientos hacia esa persona. No somos putas por liarnos con veinte en una noche ¿o es que eso es solo para vosotros? Además, si, puede que me vaya el romanticismo, pero no contigo, tranquilo.
—Claro, tú eres de las que busca un Darcy ¿verdad? O alguien que te regale florecitas de esas cursis.
—¿Me besas o no? —cambia de tema.
Finalmente, seguimos con lo que habíamos interrumpido. Vuelvo a chocar mis labios con los suyos y de nuevo, la tensión de antes se adueña de nuestros cuerpos. Acabamos abandonando el local sin que nadie se dé cuenta. No obstante, yo seguía con las mismas preguntas en la cabeza: ¿Qué cojones me estabas haciendo rubia?
🎙️🎙️🎙️
Ha pasado una semana.
Una semana desde lo sucedido en aquel bar con la niña pija, de lo que le dije alejados. Que no tenía ni puta idea de porque no me mantenía alejado de ella. Y es que es cierto, no tengo ni la remota idea de porque no puedo dejar de pensar en volver a besarla si la odiaba. O en cómo sería tenerla entre mi cuerpo y la pared, encerrada.
"Habrá que aprovecharlo ¿no?", fueron sus palabras.
Durante toda esta semana he intentado mantener la cabeza en las canciones, la banda y no pensar en esa puta noche, pero cuando solemos tener días libres... Ahí se me jode todo. O por las noches cuando me voy a dormir.
Justo cómo ahora mismo que me encuentro mirando el techo sin poder volver a dormirme con los pensamientos desbordados. Cuando miro la hora veo que son solo las siete de la mañana, ¡genial, otra noche sin dormir!
Salgo de la habitación una vez vestido con un pantalón de chándal y una camiseta básica negra de manga corta y cuando me pongo las zapatillas, salgo del estudio sin hacer ruido; necesito salir a correr y despejar mis pensamientos de una vez por todas.
—¿Adónde has ido, bro?
Miro a Steele cuando entro en el piso. Si, por fin teníamos un sitio más grande donde vivir en lugar del estudio. Anthony nos lo enseñó hace días, pues la idea de separar el trabajo con lo personal no le pareció nada mal y se centró en buscar algo. Es bastante grande: cuatro habitaciones, dos baños y una cocina abierta al salón. También una terraza con vistas impresionantes a la ciudad.
Aaron sale de la cocina con una taza de lo que seguro es cacao o chocolate; ya que odia el café.
Por fin, le respondo:
—Salí temprano a correr.
—¿A correr? —asiento riéndome de su cara de estupefacción al oírme — Y vienes a las nueve de la mañana casi a las diez. ¿a qué hora te levantaste?
Levanto un hombro y luego respondo:
—A las siete de la mañana. No podía dormir.
—¡¿A las siete?! Madre mía bro, estás majareta.
—Necesitaba despejar la mente, bro.
—Bueno vale —se encoge de hombros y cuando va a entrar a la cocina, dice antes de tiempo —: Por cierto, vamos a salir por central park, por si quieres venir. Estarán Mane, Noah y...
—¿La niña pija? Paso.
—De verdad yo no entiendo el odio que la tienes, pero este jueguecito acabará en lío.
—Más quisiera ella, bro.
—De todos modos, no, ella no viene. Me ha dicho mi chica que se ha ido a una clase de un evento de una escritora o algo así con otra amiga, ¿cómo se llamaba? —mira a todos lados intentando acordarse del nombre de su amiga. Cuando lo tiene, es como si una bombilla en su cabeza se encendiera —Susan. Si, se ha ido con Susan a no sé qué de un evento o charla.
Mucho mejor.
Si la niña pija no se encontraba por los alrededores todo era muchísimo más fácil. No tengo que aguantar sus chillidos de niñita inmadura ni las tonterías que suelta por esa boquita tan dulce y sensual... Remuevo los pensamientos. ¡Joder, no! O el olor a vainilla de su pelo. Vale, tengo un puto problema que tengo que solucionar cuanto antes. Les digo a los chicos que voy a darme una ducha y en nada salía para irnos.
Sin embargo, cuando termino de ducharme, la notificación de Instagram me hace mirar la pantalla y cuando veo el fondo de pantalla con Matt, ni siquiera me importa de qué es la notificación.
Me derrumbo ahí mismo. Frente al espejo. Con la vista en el monstruo al otro lado del cristal. Me limpio las lágrimas con el brazo al oír un golpe en la puerta y cuando creo que estoy bien, vuelvo a poner la misma mirada de gruñón de siempre para salir y avisar a los demás de que podemos marcharnos.
Miro el tatuaje.
Acaricio esa zona siguiendo la línea con el dedo y no puedo evitar pensar en Matt. Me consuela saber que ahora mismo estaba ahí, en su constelación favorita, Casiopea. Sin embargo, no he podido evitar volver a pensar en mi hermano después de llegar de Central Park y ahora estoy aquí, en la terraza del piso nuevo, mirando las estrellas (que no hay muchas) y el dibujo en mi piel.
Ahora mismo mi vida suena como una canción de Cigarettes After Sex triste.
Odio ser tan débil. Odio llorar y por eso me limpio con mala leche la pequeña lágrima que se desliza en ese momento por mi mejilla. Cuán estoy más tranquilo, doy un trago a mi cerveza y abro Instagram. Busco su cuenta en la aplicación y me rio al ver la ocurrencia que se le ocurrió al crearla: @Mattnimal4. Mezcla de su nombre con animal. El cuatro es por el número favorito de nuestra madre.
Deslizo sus fotos hasta pararme en una que ni me acordaba que existía. La amplio.
En ella, sale Matt besando la mejilla de mamá con... ¿trece? Tal vez. Con esa edad, mamá llevaba su cuenta pues era menor todavía y, pensándolo bien, a partir de los catorce fue cuando ya empezó a tener libertad con las redes sociales hasta los dieciséis. Solo pudo disfrutar poco tiempo de Insta por sí mismo y todo por mi culpa. Otra cosa que le privé: de su libertad en redes.
Salgo de la foto y de la red al mismo tiempo que llaman a la puerta. Suspirando, voy a abrir llevándome la mala sorpresa de verla a ella. Por lo visto esta también se sorprende al verme y no sé porque, ya que vivo aquí.
Rompe el silencio, incomoda:
—¿No hay nadie?
—¿Ves que hay alguien? —Formulo con terquedad y alejándome de la puerta —¿Otra vez quieres meterte en nuestra casa? Adelante, como si es tuya.
—Imbécil. He quedado con Mane y me había dicho que estaría en vuestro nuevo pisito. Si llego a saber que no, me hubiese quedado esperando abajo.
—Pues no están y si vas a entrar, cierra la puerta y la boca.
La oigo suspirar, pero no dice nada y acaba haciendo lo que le pido de cerrar la puerta. Enciendo la televisión para tener algo con lo que entretenerme aunque estoy más pendiente del móvil que de esta. De reojo, veo que se sienta en la silla más alejada de mí. Mejor para mí. Vuelvo al móvil, o eso pretendo hacer, cuando la mirada se me va de nuevo a ella. Ahora se mira las uñas, nerviosa. Alterna entre sus uñas y a los rincones de la sala.
Cuando creo que va a seguir manteniendo la boquita cerrada, me equivoco al escuchar que habla:
—Podías ofrecer un vaso de agua a tus invitados, grinch.
Enarco la ceja. ¿Acaso tengo cara de camarero?
—Lo primero, yo no soy camarero de nadie y lo segundo, invitada serías de Steele y tu amiga, no mía. Es más, yo pienso que eres un grano en el culo y aquí estoy, dándote conversación.
—Seré un grano en el culo pero bien que no puedes alejarte de este grano.
"Me gusta esta chica".
Oh cállate, conciencia.
"Sabe ponerte en tu lugar y si lo piensas, es divertido".
Justo cuando estoy a punto de rebatir ese argumento, se empiezan a escuchar unos gritos fuertes de arriba. Minutos después, me doy cuenta de que son los vecinos (porque esto es un apartamento con más personas) están de nuevo discutiendo. La verdad, llevan así desde que nos mudamos y a veces es insoportable. Voy hacia la puerta para asomarme al vestíbulo y ahí, se empiezan a escuchar aún más fuertes que con la puerta cerrada.
—¡VETE A LA MIERDA, CABRÓN! —una voz femenina bastante cabreada.
Menuda tienen montada.
Ruedo los ojos y decido no meterme en medio porque siempre es lo mismo, discusiones y horas después gemidos como si hubiesen hecho las paces con un polvo. En cuanto cierro la puerta y llego de nuevo al salón, los gritos siguen arriba, me encuentro con que la rubia no está donde la he dejado sentada. No hay ni rastro de ella y no puede haber salido. La busco hasta que, después de un tiempo sin dar con ella, escucho unos sollozos dentro del armario de la limpieza.
Extrañado, me dirijo hacia este y nada más abrir la puerta, ahí está ella. ¿Qué cojones? Su apariencia me deja aún más descolocado. La niña pija de puntillas con las manos en las orejas sin dejar de repetir palabras que apenas entiendo por los sollozos.
Hasta que me agacho a su altura y por fin, entiendo:
—Haz que paren. Haz que paren, por favor.
¿Parar el que? ¿De qué estaba hablando? Intento tocarla para quitar sus manos de las orejas, pero niega.
—Niñata, hey, ¿todo bien? —Manda huevos yo aquí de nuevo preocupándome por ella.
—Que paren, que paren. ¿Por qué se gritan? ¿No pueden hablar las cosas? Haz que paren por favor.
Es por eso... ¿Le daban miedo las discusiones? No, no creo que sea eso sino entonces cuando nosotros peleamos no se pone de esta manera. A veces las empieza ella. Cuando por fin consigo quitarle las manos, esta alza la mirada y nuestros ojos vuelven a encontrarse. Sin embargo los suyos no tienen ese brillo de rebelde y el de siempre, sino con lágrimas en estos y rojos. Como no se levanta, vuelvo a hacer lo mismo que la otra noche, viéndome de nuevo con ella en brazos. Esta me aprieta el cuello con sus brazos.
—Haz que paren —Sigue sollozando.
—Niña pija ya han parado.
Miro al techo esperando oír cualquier indicio de discusión, pero en su lugar escucho, como ya he dicho, los chirridos de una cama junto a gemidos fuertes. Me siento en el sofá y, aunque pretendía soltarla, esta se aferra tan fuerte que acabo teniéndola todavía en los brazos. Ahora mismo no parece la niñata con la que me meto sino una más indefensa. Ahora mismo me recordaba a mí cuando vi a Matt muerto.
No sé a qué hora llegaran sus amigos, pero espero que pronto. No sé cómo sobrellevar todo esto. La niña pija se gira quedando más a mirarme. En sus ojos veo como si se sintiera mal por haberla visto en ese estado. No nos movemos. Nos miramos así, durante varios minutos hasta que de un momento a otro y no sé cómo, nuestros labios vuelven a estar juntos. Ella se pone de repente a horcajadas sobre mí. Sin embargo, al separarnos, vuelven a sonar gritos y esta se sobresalta aferrándose a lo primero que ve, o sea, a mí.
En cuanto se da cuenta, destierra la cara de mi cuello y me mira:
—¿Tienes miedo a las discusiones, niña pija? —No responde, pero cuando vuelven a gritar y la veo de nuevo acurrucarse por el miedo, me lo confirma. Y en ese momento me doy cuenta de algo.
Tal vez no éramos tan diferentes al fin y al cabo. Tal vez teníamos más cosas similares, niñata.
Nuevo lunes, nuevo capítulo de nuestro grinch y nuestra niña pija. Espero que os guste como los anteriores y que en comentarios me pongáis vuestras opiniones para saber lo que os ha parecido.
¿Por qué le habrá molestado a Ian ver a Sophia con otro bailando? Yo creo que empieza a sentir celos aunque no quiera admitirlo jajaja. ¿Y ese final? ¿Creéis que pronto se desvelarán los secretos de cada uno de ellos? Ian al principio mirándola como si estuviese loca por esconderse en el armario, pero ¿cómo la protege y la coje en brazos para sacarla de allí aún odiándola? Aun claro, yo creo que ese "odio" se va convirtiendo en algo más.
No olvidéis votar, comentar y compartir para ayudarme a crecer y usar 🌹si no sabéis que comentar o las escenas/frases que os encanten (quiero ver los comentarios llenos de rosas). Podéis entrar al grupo de wasap que el link lo tenéis en mi perfil o podéis pedírmelo por privado para comentar ahí los capítulos y también suelo subir avances. Y seguirme en mis redes sociales donde me gusta hablar con vosotros y vosotras y también comentar los capítulos.
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