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Capítulo 20| Atracción irresistible


(Sophia)

—¿Qué has dicho? —su boca se encuentra a escasos centímetros de la mía. Sus ojos verdes eléctricos me miran en shock por sus palabras.

"¿Por qué me resultas tan irresistible?"

Por fin, habla:

—Ni yo lo sé, niñata.

—¿Te resulto irresistible, grinch? Aunque es normal, soy un pibón —digo, con la autoestima alta y burlándome. Se ríe —¿No nos odiábamos?

—Si, te odio. Me sigues pareciendo una niñata caprichosa —me interrumpe al borde del enfado. Se pasa la mano por su pelo. Seguimos en el mismo árbol donde me ha encontrado. ¿Mis amigos se habrían dado cuenta de que no estoy? —Pero no sé porque coño no puedo mantenerme alejado de ti. Eres una niña pija que me saca de quicio y mírame, no puedo dejar de pensar en besarte de nuevo. Nunca me ha pasado esto.

No quiero reírme. No cuando yo estoy sintiendo lo mismo o peor. Deben ser ya las doce, por lo que, estaríamos ya en marzo. Las palabras de Mane en los mensajes vienen a mi mente:

"Estas empezando a sentir cosas".

Tal vez tuviera razón. Soy muy fácil de enamorar y lo odiaba. Odiaba que no pudiera dejar de pensar en el grinch. En cómo sería que volviera a tocarme, a follarme con sus manos. Desde el primer beso en aquella puta fiesta neón no he dejado de pensar en repetirlo.

Quiero odiarle.

Le odio muchísimo, pero solo quiero que me bese de nuevo. ¿Tal vez esto significa que me estaba gustando?

Su voz me devuelve al momento presente:

—Ahora mismo volvería a follarte...

—Hazlo —le interrumpo dejándolo en shock —Fóllame.

—¿Qué?

—Por mucho que nos odiemos, ambos pensamos lo mismo. No podemos ignorar la tensión que hay. Tampoco sé porque no puedo alejarme de un amargado como tú, pero aquí estoy, pensando en cómo sería follarte de verdad. Como en mis sueños.

—Vaya con la niña pija —se ríe.

La verdad tenía una risa bonita y sexi.

—Tal vez no sea tan pija después de todo.

—Me temo que lo sigues siendo.

—¿Vas a follarme o qué? —suelto directa.

—Estas borracha —enarco una ceja. ¿En serio? —Aunque te odie y sea una cabrón, no follo con tías borrachas; normalmente soy yo quien va como una cuba al hacerlo.

—El pedo se me fue hace rato.

Se aleja, analizando si digo la verdad o no. Me sorprende que sea de esos que se preocupan si una tía va pedo o no. Ruedo los ojos y al ver que no hace nada y me estoy aburriendo, soy yo quien empieza el juego. Junto nuestros labios sin darle tiempo a coger aire. Llevo la iniciativa poniendo su mano dentro de mi vestido, cerca de la zona prohibida.

Como si no le gustara que le dieran órdenes, los puestos cambian enseguida. Ahora es él quien lleva toda la iniciativa. Mete dos dedos en mi sexo. Suelto un gemido... ¡Joder!

(Ian) 

"—Ian —la voz de Matt me llama pero no lo encuentro —Tú me mataste. Por tu culpa mamá está destrozada.

No sé dónde estoy. Todo yace negro hasta que de la nada, me encuentro en una carretera y todo vuelve a mi mente: el accidente, el coche donde nos encontramos mi hermano y yo... Me encontraba en el lugar del suceso.

—Mereces morir, hermano —me sobresalto de nuevo al oír su voz. Al darme media vuelta, caigo al suelo con las manos en el asfalto cuando veo a Matt mirándome fijamente con odio y la cara ensangrentada.

"Es un sueño. Nada es real, todo es un sueño".

—No es un sueño, Ian —habla como si me leyera la mente —Abre los ojos, hermano y mírame. Es real. Esto lo causaste tú. Mira lo que hiciste.

—Lo siento, Matt, yo no quería de verdad —comienzo a llorar como un niño. No paro.

—Estoy muerto... Por tu culpa.

Muerto, muerto. Tu culpa, culpa tuya. Las palabras se me repiten mientras todo da vueltas.

Muerto, culpa tuya..."

Abro los ojos, levantándome de golpe. Respiro profundamente acompasando los latidos. Cuando estoy mejor, analizo la habitación donde me encuentro. Vale, ¿Por qué coño no estoy en el estudio? Que no me halle en el estudio significa que acababa de tener una pesadilla en la casa de alguien.

Y cuando escucho su voz insoportable (y que no puedo quitármela de la cabeza) me cago en todo:

—Por fin despiertas. Llevabas un buen rato gritando dormido, ¿todo bien, grinch?

Mierda.

¿Qué coño hacía con la rubia? Pero mis preguntas se resuelven solas cuando al girar la cabeza, la veo a mi lado en su cama con las sábanas tapándola entera. Todo me vuelve como de una película: recuerdo que salí por la noche a dar un paseo y la encontré con sus amigos caminando borrachos. Luego a ella recogiendo las cosas del suelo de su bolso y después, yo encerrándola contra un árbol y volviéndonos a besar.

"¿Por qué me eres tan irresistible, niñata?", recuerdo lo que solté ayer.

Pero toda clase de recuerdos de ayer se borra en cuanto me doy cuenta de que acababa de tener una pesadilla con Matt delante de la niña pija caprichosa. Nuestras miradas se encuentran por primera vez desde anoche. En su rostro ya no hay ni rastro de maquillaje y me impresiona las pestañas tan frondosas y largas que iluminan más sus ojos avellanas. Ninguno de los dos parece saber que decir. Bajo lentamente los ojos a sus hombros desnudos, pero dejo de hacerlo al darme cuenta de que se siente incómoda por ese gesto.

Sin verlo venir, esta posa su mano en mi hombro con dudas por lo que pueda decirla e intentando que no se le caiga la sábana. En cuanto siento su contacto en la piel, una corriente eléctrica nos sacude a ambos.

Decido romper el silencio:

—Respecto a lo que hayamos hecho o no...

Su risa me interrumpe. Me quedo estupefacto:

—¿Qué?

—Si, si, lo tengo claro: no hablaremos de lo de anoche, ¿verdad? —asiento, perplejo con que haya adivinado lo que quería decirle —Cómo si yo quisiera que la gente se enterara de que me he follado al cantante amargado de una insignificante banda... —mira al techo, pensativa y luego riendo, añade —: Si Mane me oye decir eso de su banda favorita, me mata.

—Te odio.

—No dijiste eso mientras me empotrabas contra el árbol, grinch.

—Digo muchas tonterías, princesita —sonrío con prepotencia mientras acerco el rostro al suyo. Mi mirada vuelve a fijarse en que está desnuda y solo la cubre una fina sábana blanca.

—De todos modos, tampoco quiero recordar lo que hemos hecho.

Cuando dice aquello, vuelvo a levantar la mirada para ponerla en sus ojos. ¿A qué se refiere con no querer recordar?

—¿Qué?

—Es que, cuando entramos al piso, puede que siguiera un poco borracha y acabe vomitando de nuevo delante de ti —lo dice con un tono de vergüenza. —Lo que sí, es que me sorprendió que volviste a ayudarme a vomitar en el baño.

—Que asco.

—Que majo, gilipollas.

Miro hacia delante, analizo mejor la habitación. Es simple como el piso en general: colores blancos y beiges. Con un escritorio cerca de la puerta y enfrente. Me toco la frente, con cansancio.

Me duele la cabeza y eso que yo no fui quien se pasó con el alcohol. Su voz vuelve a hacerse notar. Levanto la mirada y me giro tan rápido que espero no haberme dislocado el cuello:

—¿Qué estabas soñando?

—¿Cómo?

—Cuando te has levantado abruptamente y al verte sudado, he supuesto que has tenido un sueño. Además, no has dejado de gritar cosas extrañas...

—¿Qué gritaba?

—No sé —se encoge de hombros. Suspiro creyendo que tal vez no hubiera escuchado nada, pero vuelve a hablar y me tenso —: Repetías varias veces un nombre. Creo que... ¿Matt? Si, Matt. También no dejabas de disculparte por algo.

Escuchar el nombre de mi hermano salir de sus labios me produce un escalofrío. Es la primera persona en escucharme tener una de mis muchas pesadillas y de saber la existencia de ese nombre. Intentando sonar lo más borde posible, me levanto de allí lo más rápido posible y contesto:

—No te importa.

—¿Estas bien? Oye, solo he querido ser amable y...

—Mira, niña pija, porque hayamos follado y me hayas escuchado tener un sueño, no te hace poder meterte en mi vida, ¿te queda claro? —me llevo las manos al pelo.

Escucho el ruido de la cama cuando alguien se levanta y al darme la vuelta, veo que se está de pies, mirándome con furia. Esta vez no se inmuta en que la estoy viendo desnuda, pues no se está tapando con la sábana. Por suerte, la parte de abajo la tiene cubierta con unas bragas blancas de encaje. Sus pechos... ¡Joder! Remuevo aquellos pensamientos que no deberían estar ahí.

Esta se acerca, pero en lugar de decirme nada, sale del cuarto.

"Creo que te has pasado".

Es ella quien se mete donde no la llaman.

"Ya, pero por mucho que tengas miedo, no puedes tratar mal a todo el mundo. Ella ha sido la primera persona en escucharte gritar en sueños y no preguntarte por estos, sino, si estabas bien"

Mi mente se reinicia.

Ahora que retrocedo a la conversación de hace unos segundos, mi conciencia dice la verdad. Miro a la puerta por donde ha salido. Se escucha el ruido de la cafetera. La niña pija no ha preguntado por el sueño sino por mí. A pesar de que nos odiamos, sus palabras han sido literalmente estas: ¿estás bien?

¿Estoy bien? Joder, es que ni siquiera yo sé que responder a eso. Bueno, en realidad si lo sé: no estoy bien. No desde la muerte de mi hermano pequeño. La rabia aumenta en cuestión de segundos, porque nunca nadie me ha hecho preguntarme todas estas cosas y con la intención de decirle cuatro cosas a esa niñata, salgo de su habitación. Sin embargo, se me olvida toda la rabia cuando, al entrar en la cocina, veo lo que menos me esperaba encontrar.

La niña pija bebiendo del propio cartón de zumo.

A morros.

Pongo cara de desagrado cuando lo guarda de nuevo en la nevera y al darse cuenta de mi presencia, vuelve a fulminarme con la mirada. Sigue sin sujetador. Aunque no voy a decir nada, porque yo tampoco es que me haya vestido, y además, estoy en su casa. Salgo del ensimismamiento cuando esta se mueve por la espaciosa cocina americana.

Su voz es dura cuando pregunta:

—¿Quieres café?

—¿Me estas ofreciendo café después de lo de antes? —estoy estupefacto.

—Que me hayas tratado como una mierda por querer saber si estas bien o no al descubrir que tienes sueños extraños y te quiera matar, no significa que no te pueda ofrecer desayunar.

—Si, respecto a eso... —me rasco la nuca.

"Venga, Ian, no es tan difícil. Solo discúlpate"

—Mira, se nota que te cuesta pedir perdón —me corta. ¿cómo sabe que iba a disculparme? —Y no me gustan las disculpas por quedar bien, así que no digas nada. Sé que hay algo que te persigue y, teniendo en cuenta que descubrí hace semanas que algo te pasaba con los coches, tiene que ver con eso. Pero no voy a meterme en tus asuntos porque sé lo que es estar jodida por dentro y no poder decirlo...

De pronto, se detiene.

Me quedo callado, sin saber que decir. ¿cómo es que una niña pija ha podido ver más allá de mí sin apenas aguantarnos? Pero eso no es lo único lo que me deja pensativo, sino en lo último que ha dicho y como se ha parado como si se hubiera dado cuenta de que ha dicho más de la cuenta.

Sin embargo, no digo nada y ella tampoco. Me vuelve a ofrecer café y acabo aceptando automáticamente. Me siento en uno de los taburetes de la isleta y doy el primer trago cuando me pone una taza frente a mí. Durante varios minutos, el ambiente se vuelve tenso. Mi mente no deja de formular preguntas mientras la observa sin que se dé cuenta.

¿Qué coño me está pasando contigo, niñata? ¿Por qué me cuesta alejarme de ti?

 🎙️🎙️🎙️

 (Sophia)

Toda la atención está puesta en mí y se debe a que acabó de llegar a la Uni ahora.

Pido disculpas a Nova que me deja pasar sin enfadarse y me siento en el círculo que han formado mis compañeros. Después de que el grinch se marchara de mi piso, o bueno, de que lo echará a patadas al terminar de desayunar, me fui a dar un ducha. Acabe pensando tanto en el amargado y en la noche anterior que se me hizo tarde (y eso que al principio iba con buena hora). La clase continua por donde he interrumpido. Mis compañeros van leyendo su poema o en algunos casos, reflexiones que mando Nova en la clase anterior.

Y sin poder evitarlo, mi mente vuelve de nuevo al grinch.

Más concretamente a su tatuaje en la muñeca.

Cuando llegamos a mi piso entre besos y tensiones altas, en uno de esos momentos que me tuvo encerrada entre la pared, se lo vi. Sin embargo, no pregunte nada porque estaba tan llena de placer que solo podía pensar en follarle. Era una constelación. La de Casiopea si mal no recuerdo y desde entonces me surgen muchas preguntas: ¿acaso le gustaba la astronomía? ¿Por qué hasta ahora no lo había visto antes?

—Sophia.

La voz del profesor me saca del ensimismamiento dándome cuenta de que estaba en clase.

—Sophia, ¿todo bien? Estas ausente —Asiento y para que no me pregunte nada más, le pregunto s ha dicho algo y que me he perdido. —Te toca a ti leer tus deberes.

Asiento sacando el iPad de la mochila.

En cuanto lo enciendo voy al documento donde tengo todos los poemas y tareas que nos suele mandar Nova y abro el último que aparece. Mi reflexión va sobre príncipes, princesas y amores reales. De como pasamos de querer un príncipe azul de niñas a amores reales como Darcy. Empiezo a leer. Todos escuchan atentos mis palabras y de vez en cuando, levanto la mirada hacia el profesor que me presta suma atención con una sonrisa.

—"No quiero que me diga te quiero, quiero que me demuestre que me quiere".

Con esa última frase, los aplausos escandalosos de Nova se pronuncian en el aula. Los demás le siguen a continuación. El timbre corta los aplausos avisándonos de que la clase ha llegado a su fin, pero nadie se levanta. Aunque sí guardamos las cosas. Nova comenta mi escrito y lo alaba tanto que hasta yo me creo que es bueno. Cuando finalmente podemos marcharnos, este me retiene para preguntarme sobre la charla de su amiga.

Sé que ya le confirmé que iría con amigos, pero de todas formas, se lo vuelvo a confirmar. También le comento que el mismo día que me dio el libro lo empecé y que me ha impresionado. Que me está gustando. Luego se ofrece a ayudarme con mis borradores de novelas que tengo cuando le confieso que estoy en bloqueo de escritor y yo acepto sabiendo que él puede ayudarme de verdad.

Salgo de clase despidiéndome de él y voy directa a la cafetería.

Ninguno de mis amigos se encuentra ahí lo que me sorprende y a la vez me deprime. Necesito hablar con Mane con urgencia. Paso primero por el mostrador donde pido un café latte y voy directa a nuestra mesa. Minutos después, es Susan quien llega. Le hago una señal para que me vea con la mano.  Viene hacia aquí y cuando se sienta frente a mí, me fijo en las miles de pulseras que cubren sus muñecas. No me extraña el hecho de las pulseras, sino que la semana pasada no llevaba ninguna y desde ayer empezó a usar y no solo una o dos, sino cientos. Desde pulseras hasta coleteros. 

Susan parece incómoda al darse cuenta de que la estoy mirando allá donde le cubren las pulseras y baja los brazos debajo de la mesa. Decido no preguntar respecto a ese movimiento suyo tan raro y porque ella me interrumpe antes de tiempo:

—¿Todo bien, Soph? Es decir, con tu libro y eso.

—Bueno —me encojo de hombros aun con la mente en sus pulseras —No escribo nada desde antes de fin de año. No me sale ni una sola palabra y estoy pensando que quizá no sea lo mío...

—No, Soph, claro que lo es.

—¿Tú crees? Porque yo no lo veo.

—A veces nos costará avanzar en nuestros sueños y se fallará muchas veces. Pero eso está bien: fallar es de humanos. Debemos aprender a fallar y caernos para luego levantarnos con más fuerza y seguir intentando. En el intento está la llave, Soph y, por muchos bloqueos que tengas (que tendrás a lo largo de tu vida) lo que menos puedes hacer es rendirte. Esos bloqueos acabarán yéndose. Te lo aseguro.

—Vaya, Plantita. Voy a dejarte a ti la escritura.

—No, gracias. No se me daría bien escribir.

—Pues hija, parece que lo llevas en la sangre —nos reímos.

Doy un sorbo a mi café y continuamos hablando de cosas distintas. Cuando es hora de marcharnos, nos vamos juntas hasta el metro y aunque sé que no debería, cuando veo que no deja de mirarse las pulseras y tocándolas con la mente en otra parte mientras estamos sentadas en el vagón, no puedo evitar soltar la pregunta que me carcome por dentro:

—¿Por qué llevas tantas pulseras, Plantita?

 🎙️🎙️🎙️

Al llegar al piso, entro a la cocina después de dejar la mochila en la habitación y de haberme puesto cómoda con la camiseta que uso de pijama. Saco el zumo de piña de la nevera y cuando voy a beber, no cae nada. ¡Genial! Me he quedado sin zumo. Dejo el cartón en la basura. En su lugar me sirvo un vaso de agua para quitar esta sensación de boca seca que tengo. Tengo que ir a comprar zumo en cuanto vaya al centro comercial.

Entro en el salón.

Me siento en el sofá y planto el vaso sobre la mesita del centro para luego echarme de nuevo con la espalda en el sofá y ojear el teléfono. Sin embargo, mi mente sigue en la contestación de Susan en el metro.

"No sé, me ha dado por llevar pulseras ahora".

Tengo la sensación de que no ha sido del todo cierto. Que Susan oculta algo entre esas palabras, pero no sé el que. No me da tiempo a seguir pensando en eso cuando de pronto llaman a la puerta y en cuanto abro la puerta, me sorprendo al ver quien hay al otro lado de la puerta.

El grinch. O más bien, un atractivo y borracho grinch que parece igual de confuso que yo. ¿Así voy yo cuando estoy borracha?

—¿Qué...?

—Me tengooo que irrrr —me corta en un idioma ininteligible.

Y antes de que me dé tiempo a decir nada, tambaleándose, se marcha hasta que no le veo. Ni siquiera cuando corro detrás de él. Se ha ido y me ha dejado con mil respuestas iguales: ¿Por qué narices se ha presentado aquí?

Nuevo capítulo de "Cuando las rosas dejen de arder" como cada lunes. Siento el retraso pero hoy ha sido por mi culpa jejeje no me acordaba que era lunes. 

En el capítulo anterior se termino con muchísima tensión entre nuestro grinch y la niña pija. Además, el grinch ha tenido uno de sus sueños cerca de ella ¿creéis que ha hecho bien tratándola mal por preguntarle por estos? Yo creo que no y encima es la primera persona que le pregunta si "está bien". 

Espero que os guste el capítulo como yo escribiendolo y recordad usar el emoji de la rosa si no sabéis que comentar o en las escenas que os guste. Votar, comentar y compartir para ayudarme a crecer y llegar a más personitas Lovers. Poned también vuestras opiniones tanto aquí, como en el grupo de wasap que tenemos para lectores o en mis redes que me gusta siempre leeros jijiji. 

DEDICATORIAS:

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