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Inicio. (Parte I)

Eran aproximadamente las once de la noche y aún no podía dormir, la conversación que había tenido con la comisión me dejo con varias dudas
No comprendía como se les perdió la caja y esta situación no podía hacer nada, solo esperar a mañana, el ultimo día de clases y esperar que lo que hoy vimos en la televisión no estuviera relacionado con nosotros.

La alarma comenzaba a sonar anunciando que ya era hora de levantarse; lo bueno de este día era que estaríamos en la escuela hasta las 12 am, era un día de despedida entre los alumnos y profesores, un día para festejar en los salones, un día libre.
Me coloqué el uniforme de la escuela, el cual consistía en una falda de un verde bastante oscuro, una blusa blanca con mangas cortas y pequeñas líneas amarillas alrededor de las mangas y por último una especie de moño que adornaba el cuello de la blusa del mismo color de la falda. En cuanto a los zapatos y las calcetas era un tema libre pero debían ser de colores oscuros o blanco, un uniforme bastante desanimado.

Acomodé mi cabello, ahora de un café intermedio y me coloqué en marcha para ir hacia la escuela.

Estaba impaciente mirando el roloj del salón, faltaban diez minutos a que las clases comenzarán y mi compañera de banco aún no llegaba. Ahora a solo dos minutos de que sonara el timbre, noté a Sofía caminar apresuradamente hacia mi lado, dejó su bolso sobre la mesa y se acomodó en la silla a mi costado.

Sonreí.—Hola, Sofi—

—Hola...me vine corriendo.— habló bastante cansada.

—Al menos llegaste, eso bueno.— Escuché su risa mientras trataba de volver a calmar su respiración y justo cuando iba a hablar nuevamente, el timbre sonó.

Vimos al profesor entrar con el libro de la clase bajo su brazo, se paró frente a todos, soltó un suspiro y procedió a hablar algo triste.

—Chicos, Chicos... chicos— dejó el libro en el escritorio y continuó.

Había silencio en el salón.— Hemos estado juntos desde hace ya cuatro años y me encariñado bastante con ustedes...—Los rostros de varios a mi alrededor se entristecieron, escuchando al profesor.—Son mi último curso que tendré a cargo y les deseo lo mejor, disfruten de su día, nos vemos a la tarde...para la despedida.— con eso muchos de los alumnos se desanimaron, mientras el profesor abandonaba el salón.

Bien, ahora los alumnos de último año, nosotros, teníamos un par de horas libres antes de la ceremonia final. En este caso mi en mi salón se decidió por decorar la sala y armar una pequeña fiesta durante este tiempo, cada uno saco su aporte para este momento y nos separamos en diferentes grupos, algunos para decorar, otros para ordenar las mesas y bolsos, por último los que estaban encargado de la comida. Yo me apunté para la decoración y Sofi para la organización de la comida. Mientras me encargaba de colocar las decoraciones de pared, Sofi estaba tranquilamente acomodando los pocillos sobre la mesa, la mire de reojo y cuando ella se dió cuenta, me dió una pequeña sonrisa y rápidamente me giré continuando con mi trabajo, algo avergonzada, no debía mirarla a los ojos.

El salón estaba listo, guirnaldas y globos de varios colores decoraban el techo, mientras que en el fondo del salón había un hermoso letrero que decía..."Feliz cumpleaños", definitivamente la persona que lo trajo no estaba consiente de la ocasión.

Las mesas se encontraban al centro del lugar cubiertas de un mantel blanco y sobre ellas había toda clase de comida y cosas para beber, cada alumno tomó una silla y nos sentamos en distintas partes, aunque la mayoría se encontraba cerca de la comida.

Luego de una hora, algunos se las arreglaron para proyectar una película en el salón, ahora sí era una típica despedida, hasta que...

Un grito proveniente del pasillo alertó a todos, la película se detuvo y uno de mis compañeros se propuso ir a ver, mientras los demás nos asomamos a las ventanas. Un chico cubierto de sangre tirado en el suelo, no se movía. Alex salió del salón y apuro su paso hasta llegar y tomar el cuerpo, desconcertado, gritó a todo pulmón a la vez que se arrodillaba junto al cuerpo:

—Un profesor... ¡RÁPIDO! — Alex estaba desesperado.

Pasaban los minutos y los cuatro chicos que habían salido en busca de ayuda, junto a algún profesor, no aparecían debía hacer algo esto era grotesco, la sangre cubriendo el piso y también a Alex.

—Vayan a buscar a los demás salónes.. .—salí del lugar hacia donde se encontraba el chico en el suelo.

—Necesitamos a algún adulto...¡ahora!— me arrodillé junto a Alex que trataba de mover al chico para que reaccionará. El chico ensangrentado, no se movía. Estaba muerto.

No podía dejar las cosas así. Discretamente acerqué mi mano a la cabeza del chico; él se encontraba boca abajo, fuí acercando mi mano hasta dar donde se suponía que debería estar el rostro, un impulso de asco nació de mi estómago, solo había carne y huesos triturados bajó el chico. Este tipo de escenas no las vivía desde hace mucho tiempo y el solo imaginarme lo que le pudo pasar y como se encontraba era horrendo. No podía traer alguien a la vida pero al menos podía reconstruir su cuerpo. Un leve movimiento de manos y un par de palabras cortamente susurradas y el cuerpo estaba listo para darlo vuelta y, para  ser expuesto a los ojos inocentes de muchos.

—Alex, demosle la vuelta...— Asintió y me ayudó a mover el peso muerto.

—N-no...no respira, Nef ¡no está respirando! — Solo asentí a sus palabras.

Alex estaba apunto de soltar a llorar cuando unos pasos apresurados se escucharon por el pasillo.

—¡No hay p-profesores..!— dijo Samuel, era uno de los chicos que salió en busca de ayuda, trataba de recuperar la respiración a un lado de nosotros.

—¿Como no van a estar?— Demanda Amanda desde el interior del salón, se notaba impactada.

Habló Alex.—Vuelve a revis-

—si...no hay nadie...— Interrumpido Lucían, otro de los chicos que fue en busca de ayuda.

—No hay adultos...en los... edificios norte y sur—Hablo Irene, recuperando la reparación.

—Los...pequeños, tampoco están— habló nuevamente Lucían.

Samuel miraba hacia los demás salones del pasillo, sin moverse de su lugar. —Solo hay algunos salones con chicos...—

El pequeño bullicio que estaba entre los que se encontraba dentro del salón y los de afuera, fue cortado por un silencio aterrador.

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