Extra: La Navidad
20 años después.
Cerré el fino y negro diario que contenía en mis manos. Miré a mi alrededor, estaba rodeada de altas e inmensas estanterías rebosantes de libros de todo tipo.
Miré por la ventana que tenía al lado, las calles estaban llenas de una esponjosa nieve blanca y estaban llenas de puestos Navideños con todo tipos de luces relucientes. Abrí la ventana y al asomarme por ella, pude oler las castañas recién hechas de algún puesto no muy lejos de ahí.
Un ruido de unas voces tiernas y estridentes llamándome seguidamente, me despertó de mis pensamientos sin fin. Cerré la ventana que había abierto no hace mucho, ya que empezaba a chispear.
Me levanté perezosamente del sillón en el que estaba sentada. Me dirigí hacia el ruido, que me llevó hasta mi salón. Al entrar por la puerta de madera que me separaba del salón, vi tres figuras sentadas en él.
Dos pequeñas que se peleaban por la última galleta que estaba en la mesilla, enfrente de ellas y que compartían un pequeño sillón de terciopelo rojo. Y otra figura de un hombre alto sentado en otra butaca no muy lejos de la otra, contemplando el ardiente fuego de la chimenea y con un libro de una portada oscura que tenía en sus manos.
Cuando las tres personas se dieron cuenta de mi presencia en la entrada del salón, se hizo silencio.
Las figuras pequeñas que se estaban peleando y las que me habían llamado eran dos niños. Una niña de 7 años y otro niño de 4 años, llamados Daniel y Sofía. Sí, son mis hijos.
Seguro que lo habréis adivinado quien es el hombre alto de la chimenea, ¿verdad? Sí, Hugo.
Me senté en la última butaca que quedaba libre en el salón y dulcemente les dije a Sofía y a Daniel:
- Cariños, es hora de ir a la cama- les dije con voz dulzona, ya que era Navidad.
- Pero mamá... - dijo Sofía.
- Nada de peros, a la cama ya, que si no Santa Claus no va a venir - dije levantándolos del sillón y llevándolos a sus respectivas habitaciones contiguas al salón en el que estábamos.
- Bien Santa Claus - dijeron los dos a la vez.
Hugo y yo sonreímos. Él me siguió y me ayudó a meterles a sus camas. Cuando se durmieron por fin, los dos nos fuimos baldados a sentarnos al salón y a empezar a sacar los regalos de las bolsas escondidas en los armarios y ponerlos bajo el árbol que ocupaba medio vestíbulo, lleno de decoraciones navideñas de distintos colores. Rojos, blancos, dorados, plateados...
A la mañana siguiente
Me desperté temprano, puesto que tenía que ir a trabajar, sí, el día de Navidad. Sin hacer ruido para no despertar a los tres dormilones que vivían en esta casa, me vestí y me dirigí silenciosamente a la cocina para desayunar y dirigirme al trabajo.
Hugo era médico y pocas veces tenía vacaciones, yo en cambio, era astrónoma, esas personas que miran el cielo estrellado o los planetas y estudian sobre él. Desde pequeña me gustaron la estrellas.
Me di una sorpresa al ver a Hugo preparar el desayuno y a Sofía y a Daniel sentados en la mesa.
- Pero, ¿¡qué está pasando aquí!?
- Sorpresa - cantaron los tres dirigiéndose hacia mi y dándome un abrazo.
Me acompañaron hacia la mesa y me sirvieron el desayuno, rápidamente me lo comí y me despedí de ellos. Con un suspiro me metí al taxi que me esperaba en la calle enfrente del portal.
- ¿A dónde quiere ir?
- Al Atronomy museum. - dije mientras dejaba mi maletín en el asiento de al lado y cerraba la puerta.
Miré por la ventanilla cómo las familias iban juntas por las calles, hacia las casas de familiares a celebrar la navidad o a ver algún teatro navideño... Suspiré.
Pero este año la nueva galaxia que se había descubierto hacía un par de meses, me estaba obligando a hacer un esfuerzo extra; el agujero negro en un lateral de la galaxia era un reto considerable, y no me suelo dejar vencer por ese tipo de retos.
- Señora, ya ha llegado.
- Muchas gracias, Feliz navidad. - dije saliendo del taxi y empezando a subir las resbaladizas escaleras que dirigían hacia el museo de astronomía en el que trabajaba.
- Igualmente - me dijo el taxista despidiéndose desde dentro y marchándose lejos y más lejos.
A la tarde
Salí del museo satisfecha por el trabajo que había hecho y corriendo para llegar a tiempo a casa de mi hermano, allí estaba toda la familia celebrando la navidad. Quería llegar a tiempo, antes de que abrieran los regalos y también para darles una sorpresa a todos.
Al llegar, toqué la puerta y dentro de la vivienda se oyó:
- ¿Quién será?- dijo mi hermano.
- El cartero, ¿no?- dijo mi madre.
- No creo, es navidad- dijo mi padre.
- Bueno voy a abrir. - dijo Hugo.
Oí unos cuantos ruidos de llaves intentando abrir la puerta y al fin se abrió.
- ¡Feliz Navidad! - dije.
- Oh, ¡Lucía! - dijo Hugo sorprendido.
- Mamá ¿donde? - dijeron Sofía y Daniel viniendo corriendo hacia la entrada y abrazándome.
- Hola cariño - dijo mi madre saludando desde la mesa.
- ¡¡Hola!! - dijeron los demás de la familia.
Entré en la cálida casa y me acomodé en una de las sillas vacías que había en la mesa. Pasadas un par de horas todos nos pusimos manos a la obra, abriendo los regalos que estaban esperando bajo el árbol.
- ¡Mira lo que me ha tocado!
- ¿¡Unos calcetines!? ¡Como el año pasado!
- ¡Un videojuego!
Nos lo pasamos en grande riendo y hablando, mientras los niños jugaban con sus nuevos regalos.
Cuando llegaron las 22:00, todos nos pusimos juntos y nos sacamos una gran foto navideña. A continuación nos pusimos en un corro rodeando el árbol y empezamos a cantar villancicos. Yo cogí la foto de la mesa del comedor y la colgué en el gigantesco árbol. Cuando colgué la foto en él, me junté al corro y empecé a cantar con todos mientras se me dibujaba una gran sonrisa.
¡Feliz Navidad!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro