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Casi lo tuvimos todo

Miro el techo de mi apartamento y trato de quedarme muy quieta en la cama con la esperanza de ser absorbida por el colchón y así no tener que pararme y arreglarme. En un día normal, no me importaría mucho arreglarme un sábado en la mañana, pero hoy no es un día normal. Es el fin de semana de las despedidas de solteros. No encuentro sentido a celebrar cuando mi hermana mayor, Raquel está embarazada y no puede beber. Sus casi cuatro meses de embarazo ya se empiezan a notar y por eso tienen que darse prisa con la boda de emergencia por culpa de su embarazo no planificado. Tenía tres semanas de embarazo cuando se enteró y cuatro semanas cuando se lo comunicó a la familia. Un mes y medio después anunciaron su compromiso y celebraron una cena en honor a la "feliz" pareja. Dos semanas después aquí estamos, listos para la despedida en las Vegas.

Esta debería ser mi boda.

Debería ser mi despedida de soltera, debería ser yo quien camine hacia el altar este jueves, no ella. Pero Saúl tenía que acostarse con Raquel y dejarla embarazada mientras yo estaba sacando mi maestría de literatura inglesa en Londres. Imaginen mi sorpresa al regresar y descubrir no solo que mi novio de un año y ocho meses me había engañado, sino que la mujer con la que me engañó es mi hermana mayor. Raquel y yo no tenemos la mejor de las relaciones, pero jamás creí que podría hacerme esto. Cuando yo regresé de Londres me contaron lo que había sucedido y me hablaron sobre la boda. Mi madre fue quien me dijo todo, yo no tenía nada que opinar al respecto, ya todo estaba dicho y decidido. Perfecto. El cuento de hadas que soñé cuando era niña: Érase una vez que la princesa se enamoró de un caballero de brillante armadura, tiempo después la princesa descubrió que el caballero también se acostaba con su hermana que era algo puta y también descubrió la basura que era debajo de su armadura. Fin. Tal vez debería escribir eso, al menos de esa manera sacaría un poco todas estas emociones que llevo dentro.

El timbre suena y quiero ignorar el sonido, seguir mirando el techo y fingir que hoy es un día normal y que no tendré que convivir con gente que no me agrada. Pero el timbre sigue sonando y tengo que dejar la comodidad de mi cama para ir a ver quién es. El piso esta frío y resoplo, molesta, mientras camino hasta la puerta. Cuando abro veo a Alisson, mi prima, de pie con una radiante sonrisa y dos tazas de café. Extiende una taza hacia mí y yo la tomo antes de hacerme a un lado para dejarla pasar.

—¿Cómo estás? —me pregunta ella en ese tono lleno de lástima que he llegado a odiar.

Es el mismo tono con el que todos se dirigen a mí, aquel tono le sigue la mirada de pena al ver a la pobre chica que su novio engañó con su hermana. La pobre chica a la que le rompieron el corazón. Estoy cansada de eso.

—No lo hagas, no me des esa mirada. No tú, Allie —le digo mientras camino hasta el sofá y me siento.

No respondo a su pregunta y le digo que estoy bien porque esa sería una gran mentira y no quiero empezar a mentir tan temprano.

—Bien, no lo haré. Solo si me prometes que me dirás como realmente estás.

¿Cómo realmente estoy? Bueno, una parte de mí quiere correr y golpear a Saúl, romper cada uno de sus huesos y gritarle lo molesta que estoy. Otra parte quiere golpear a Raquel. Una pequeña parte siente que todo esto es una pesadilla y que pronto voy a despertar y todo estará bien. ¿Cómo se jodió mi vida en tan pocos meses? Me cuesta creer que esta es mi vida ahora, me cuesta acostumbrarme a la soledad de este nuevo apartamento. Nunca he vivido sola, primero vivía con mis padres, después me mudé con Alisson cuando empecé la Universidad y después me mudé con Saúl. Cuando regresé, mis cosas ya habían sido sacadas de la casa donde vivía con él y traídas aquí. Mi madre se había encargado de eso. Es un lugar bonito, no voy a negarlo, pero al menos me hubieran dejado escoger donde iba a vivir, pero ni siquiera sobre eso pude opinar. Así que ahora intento acostumbrarme a la soledad y al dolor en mi pecho cada vez que pienso en esa boda o en el bebé que van a tener.

—He tenido días mejores.

—Estoy segura de que así es —me dice ella.

Pero ella no agrega nada más y me deja disfrutar de mi café. Recojo mis piernas sobre el sofá y miro hacia la pared donde aún no hay fotos colgadas. En la casa donde viví con Saúl teníamos fotos de los dos colgadas en la sala y una foto de nosotros en nuestro primer aniversario, descansaba en un bonito retrato junto a nuestra cama. Aquí no hay fotos, es un nuevo comienzo, con nuevos recuerdos y se debería sentir bien, pero solo me siento vacía. Alisson dice que es porque aún estoy en etapa de duelo por mi relación y no me he permitido llorar. Algunos en mi familia dicen que es porque soy fría, que hay frío en mi interior y eso congela a todos a mi alrededor. Siempre decían que no entienden como Saúl no se congelaba a mi lado. Pero al parecer él si se llegó a congelar y necesitó a mi hermana para calentarse.

—Willa, tampoco quiere ir —me dice Alisson.

Willa es la hermana menor de Alisson, tiene veintidós y es todo un espíritu rebelde, estudia fotografía y siempre discute con sus padres que le recuerdan que, si no fuera por el apoyo económico de ellos, ella ya se estaría muriendo de hambre. A Willa no le importa lo que ellos digan y sigue su sueño. Alisson es diferente, pero también es alguien de temer cuando se enoja, aunque eso casi nunca sucede. Alisson tiene veintiséis y es profesora de segundo año. Es muy buena con los niños. Alisson es muy bonita, tiene ojos color avellana que enternecen a cualquiera, una sonrisa suave y un lindo cabello castaño rojizo.

—Pero tenemos que ir de todas formas —le digo cuando termino de beber mi café.

Ella suspira y la veo morder su labio inferior, un gesto que hace cada vez que está nerviosa por algo.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

Ella levanta la mirada y sus ojos marrones tratan de evitar mirarme.

—Desearía poder hacer algo para evitar que vayas, no es justo.

No, no lo es, pero la vida rara vez es justa. Tampoco es que la vida sentimental de ella sea color de rosa, aunque eso se debe a que su vida sentimental es inexistente. Alisson cree en conexiones y esas cosas. Dice que cuando conozca a la persona ideal para ella, lo sabrá al instante. Aún no llega esa persona, pero ella es muy optimista sobre el tema, porque mi prima, es optimista por profesión.

—Si no voy será peor. Solo quiero que esto termine. Debí quedarme en Londres, al menos allá vivía en mi feliz ignorancia. Ignoraba lo que sucedía acá y estaba feliz. Sé que eventualmente lo voy a superar, dudo que vaya a doler por siempre, pero duele ahora y aunque todos digan que soy fría y esas cosas, yo tengo sentimientos y él los lastimó. Estoy algo rota en este momento y solo quiero saber cómo juntar los pedazos de mi corazón otra vez.

Siento como si me estuviera ahogando, sé que me estoy ahogando, soy consciente de eso, pero al mismo tiempo no hago nada para evitarlo y eso me molesta porque yo no soy así. Él me convirtió en alguien que no soy y es algo que tal vez nunca le pueda perdonar, no puedo perdonarle que me haya engañado y arrancado una parte de mí volviéndome alguien diferente. Y descubrir como volver a ser yo otra vez es algo complicado en medio de todo esto. También sería fácil irme como sugirió, Nicole, mi otra prima, pero yo no soy de las personas que huyen de los problemas. No, yo enfrento los problemas de frente, con la cara en alto y ocultando cuanto me duele, no les daré la satisfacción de saber que me han lastimado.

El timbre suena y Alisson se levanta para abrir, murmura que debe ser Willa su hermana menor. En efecto es Willa y viene con Nicole. Ambas ya traen sus maletas para el viaje, dejan las maletas junto a la puerta y caminan hasta la sala para sentarse. Willa es muy parecida a su hermana, pero ella tiene los ojos azules y el cabello un poco más oscuro que le llega hasta los hombros. Nicole tiene mi edad, es rubia y de ojos verdes, hermosa por donde la veas. Ella tiene un mellizo, Ander. Dicen que Nicole se parece mucho a su mamá cuando era joven, pero no se puede saber con exactitud, no hay fotos en la casa de mi tío, el papá de Nicole, él se deshizo de todo lo que le recordaba a su esposa cuando ella decidió irse sin mirar atrás, nunca más se ha vuelto a saber de ella.

—A veces me preocupa no encontrar a nadie —empieza a decir Alisson—. Sara ya estaba casada a mi edad y dos años después aún sigue casada.

Sara es la hermana mayor de Alisson. Tiene veintiocho y es físicamente idéntica a Alisson en casi todo. Sara se casó cuando tenía veintiséis con Sergio, alguien que casi nadie en la familia tolera. Es un economista y un gran imbécil machista. A veces no entiendo como alguien tan bueno y dulce como Sara, terminaría casándose con alguien como Sergio.

—Sara, no es un ejemplo de un matrimonio feliz. Tal vez sería un ejemplo de lo que no se debe hacer —dice Nicole.

—O un ejemplo de la clase de hombre con el que uno no se debe casar—agrega Willa —. En serio si tengo que sentarme en la misma mesa que ese idiota de nuevo, no me hago responsable de mis acciones.

—Tú nunca te haces responsable de tus acciones —la regaña su hermana.

Willa, solo se encoge de hombros.

—No lo golpeé en la cena de compromiso, deberías darme crédito por eso y debí haberlo golpeado cuando hizo ese desagradable comentario sobre que me gustan las mujeres porque no encontrado al hombre correcto. ¿Han escuchado una peor mierda que esa? Lo que yo haga de la cintura para abajo es mi problema y de nadie más.

—También es solo tu problema lo que haces de la cintura para arriba —le dice Nicole a Willa.

Ambas se ríen y chocan sus manos. Ellas se llevan muy bien y siempre crean un desastre cuando se juntan.

Todas nos mantenemos en temas seguros tratando de evitar la razón real por la que estamos reunidas, no quieren hablar sobre la boda en cuestión o sobre la despedida a la que debemos ir en solo unas horas. Pero el elefante rosa en la habitación solo sigue creciendo y se vuelve cada vez más difícil de evitar.

—Bueno, Julia Sullivan, dinos la verdad, ¿qué quieres hacer? Hemos estado hablando y sabes que te vamos a apoyar en lo que quieras, si no quieres ir buscaremos una excusa y no tienes que hacerlo. Si quieres arruinar la boda también cuentas con nosotras. Todas las primas Sullivan estamos para ti, excepto Naomi, pero ya sabes cómo es ella y lo bien que se lleva con Raquel.

Naomi tiene veintisiete igual que Raquel, ambas son muy unidas. Naomi es de pelo largo negro y liso, muy liso. Ella y Raquel son algo aparte, no es que nos llevemos mal, pero casi siempre estamos chocando en carácter y opiniones. Naomi es la dama de honor de Raquel.

—Solo quiero ir ahí y emborracharme, pero no voy a beber de más porque no quiero hacer una estupidez. Así que solo iré ahí, me pondré un hermoso vestido y fingiré que estoy bien.

Una estupidez como dormir con el ex de Raquel, Damián Hessel. ¿En qué estaba pensado cuando hice eso? Y ni siquiera puedo culpar de todo al alcohol porque apenas había bebido tres copas. Yo era consciente de lo que hacía y que decisión más estúpida tomé. Aunque en el fondo no me arrepiento porque fue una gran noche, estar entre sus brazos me hizo olvidar de todo por un momento. Y como la persona irresponsable que fui, me escapé de su habitación antes que él se despertará. No quería tener que hablar con Damián, quería evitarme toda esa conversación incómoda de fue solo algo de una noche, no volverá a suceder porque no quiero algo serio y ese tipo de cosas. Así que solo me fui de ahí y no le hablé a nadie de eso, yo no soy de aventuras de una noche o de algo casual, así que no quiero hablar del tema y prefiero fingir que eso no sucedió.

—Iré por mi equipaje y nos vemos en el aeropuerto —nos dice Alisson.

Ella se levanta del sillón y se despide con la mano, sus rizos se mueven de un lado a otro mientras ella camina. Willa y Nicole empiezan una conversación de la que yo apenas y soy consciente. Me disculpo con ellas para irme a arreglar. Cuando entro a mi habitación miro mi cama deseando poder quedarme ahí todo el día y tal vez un poco más.

Solo estoy cansada de toda esta situación, solo quiero un descanso. Dejar de pensar en eso o dejar de sentir que no soy suficiente. Yo intento y vuelvo a intentar no sentirme de esa manera, pero el sentimiento parece estar arraigado en mí. Eso es lo que queda cuando alguien en quien confiabas, cuando alguien que creías que jamás podría lastimarte, lo hace y de la manera más vil que puede haber. Ni siquiera he tenido la oportunidad de hablar con él y si la hubiera tenido, ¿qué le hubiera dicho? ¿Qué estoy mejor sin él? Al menos por ahora eso no es cierto, porque mientras estaba con él, sentía que por fin tenía alguien que estaba ahí para mí y que me quería. Me sentía bien al volver a casa al final día porque sabía que alguien me estaba esperando y estaría feliz de verme. Nunca me había sentido así antes. Odio que Saúl me haya hecho sentir así y ahora se haya ido, que haya roto mi corazón. Lo odio y aún lo amo, si es que eso tiene algún sentido. Ahora lo odio más de lo que lo amo, pero en las noches cuando el silencio es demasiado asfixiante y la cama se siente tan grande y fría sin él, lo extraño y lo odio un poco menos. Soy todo un caos en este momento y Saúl provocó esto.

Cuando llegamos al aeropuerto, Allison y su hermana Sara ya están ahí, el esposo de Sara no está, algo que hace exclamar de felicidad a Willa. Mientras esperamos para abordar el avión, Raquel se sienta frente a mí y su anillo brilla en mi cara. Mis ojos van del anillo a su vientre y todo se siente demasiado, así que tengo que alejarme. Me levanto con la excusa de ir al baño y me voy antes que alguien pueda decir algo. Cuando estoy llegando al baño, alguien tira de mi brazo con fuerza y me jala dentro de los baños vacíos. Cierra la puerta y me quedo de pie frente a Saúl.

—Yo siento mucho lo que pasó, he querido disculparme contigo desde que te vi, decirte cuanto lo siento, cuanto me duele todo esto. —Él toma mis manos entre las suyas y acaricia el dorso de mi mano mientras habla —. Te extraño, no hay un instante donde no lo haga y no tienes idea cuanto me odio por haber tirado lo nuestro por... Yo lo siento, Jul, lo siento tanto.

Toda mi vida me han hecho sentir que amarme era difícil y complicado por mi forma de ser, porque me cuesta expresar mis emociones o demostrar cuando quiero a alguien. Entonces decían que nadie se quedaría a mi lado y yo creí que era así hasta que conocí a Saúl. Él era tan diferente a mí, éramos como hielo y fuego, pero encajábamos bien. Todo estaba y se sentía bien.

—Vámonos Julia, vámonos algún lugar lejano, solo tú y yo. Huye conmigo, Julia. Aún no es tarde para nosotros.

—¿Quieres escaparte conmigo, Saúl?

—Sí, vámonos lejos. Huyamos juntos.

—¿A dónde?

—Donde tú quieres. ¿Aceptas? 

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