Harry

Un año después.

No debería de estar nervioso.

No. En lo absoluto.

Sin embargo, no sé porque no puedo dejar de golpetear la suela de mi zapato contra el piso.

—De haber sabido que estarías tan nervioso, te hubiese dejado volver en taxi del aeropuerto —Jeff me mira con una sonrisa divertida en los labios.

—No te atrevas a juzgar mis nervios cuando tu casi te vomitas encima cuando le pediste matrimonio a Addison.

Eso consigue eliminar la sonrisa burlona de sus labios, y es mi turno de sonreír satisfecho.

—Cuando dijiste que volverían por un par de semanas, no imaginé esto.

Esta vez Jeff no emplea un tono de burla, así que me permito relajarme y no insultarlo como vengo haciendo en los últimos diez minutos.

—Ha sido un año complicado, la mudanza, Hudson, el nuevo puesto —tomo una inhalación —cuando se entere de que le he mentido sobre la razón por la que volvimos, va a asesinarme.

Jeff se ríe.

—Nah, Stell es demasiado buena para eso, pero tal vez contrate a alguien —dice burlón —vamos hombre, tienes que calmar esos nervios antes de que llegue.

Me repito a mi mismo que Jeff tiene razón. Hemos planeado esto durante meses, he repasado una y otra vez todo lo que voy a decir, pero justo ahora es como si todo se me hubiese borrado de la mente.

—¿A qué hora se supone que llegan?

Jeff mira el reloj que tiene en la muñeca.

—Deberían de estar aquí en cualquier minuto...

Como si la voz de mi amigo funcionara como invocación, un par de luces se ven a unos metros. Los nervios explotan en mi pecho mientras me preparo.

Jeff tira de mí, escondiéndonos detrás de un pilastrón, mi corazón sufre un vuelco furioso cuando observo bajar a Stella del auto.

Addison viene con ella mientras mi amiga intenta lucir impresionada con el lugar cuando evidentemente ya lo ha visto muchas veces.

Stella no tiene idea de que estamos a unos metros, para ella, su presencia aquí se debe a que Addison quiso una cena tranquila lejos de la ciudad, aprovechando que volvimos a Washington por temas de "Trabajo".

Luego de un año de estar lejos de casa, encontré la oportunidad perfecta para poder volver. Porque no podía hacer esto en otro sitio que no fuese aquí, en el lugar en donde todo comenzó.

Hudson es maravilloso y nuestra vida ahí es estupenda, pero hay lugares en los que simplemente el corazón se siente en casa.

Y este es el nuestro.

—Te advierto que la vista es impresionante —las voces se escuchan más cerca —es uno de los lugares más bonitos que...

La voz de Stella se desvanece cuando en vez de encontrar el Stellar Ridge vació como supuso, el lugar se encuentra lleno de velas, con una botella de vino y a su novio, quien se supone debería estar en una conferencia de trabajo.

—Hola, supernova.

—¿Qué...? —ella se gira hacia Addison —¿qué está pasando? ¿Por qué...?

—Bueno, nosotros nos vamos —Addison tira de Jeff y le lanza un beso a su amiga —¡Te veo mañana!

Ella apenas y tiene oportunidad de responder porque ambos se alejan, el silencio cae sobre nosotros cuando Stella gira, y una preciosa sonrisa se cruza en sus labios.

—No hubo ninguna reunión de trabajo, ¿o sí? —inquiere suavemente mientras se acerca.

—No volvimos a Washington solo por mi trabajo. Esa fue la excusa para traerte aquí sin levantar sospechas —digo, intentando mantener mi tono firme—. Hay algo que he estado planeando durante meses, y no podía hacerlo en Hudson.

Sus ojos se iluminan, parecen brillar tanto como las estrellas que están sobre nosotros.

—Stell, no puedo recordar ahora como es que solía ser antes de ti, pero sé que no pude ser tan feliz como lo he sido desde que nuestras vidas se unieron en aquel puente.

Stella sonríe, sus ojos se han humedecido, y la emoción está latente en sus ojos.

—Soy un hombre de ciencia, pero desde que te conozco, sería capaz de confiarle mi vida a las estrellas con tal de asegurarnos un para siempre. Así que hoy, en medio de este lugar que fue testigo de la primera vez que te abrí mi corazón, quiero preguntarte algo.

Stella ahoga un grito cuando me arrodillo delante de ella.

—No sé si el universo planeó esto o si las estrellas simplemente nos guiaron como mejor pudieron. Pero lo único que sé con certeza es que no quiero pasar un solo día más sin que seas mi todo, mi cielo, mi estrella más brillante.

Stell suelta un sollozo mientras abro la caja.

—Supernova, ¿te casarías conmigo?

Grita, se lanza hacia mi que me sorprende mi equilibrio para no caer, se aferra a mí y yo la rodeo con los brazos. Cuando consigo incorporarme, la miro con una sonrisa.

—¿Esa fue tu forma de decir que sí?

—Sí, mil veces sí.

Me besa, con esa pasión que me vuelve loco, nuestros labios se fusionan y confirmo que hoy es el día más feliz de toda mi existencia.

Porque no me importa que depare el mañana, el hoy es lo que importa, y tengo la seguridad de que Stell siempre será mi presente.

Toda mi vida la dediqué a las estrellas, pero justo ahora... entre las millones de estrellas que se alzan sobre nosotros...

Decido perderme en la única que pudo iluminar mi vida. No está a años luz de distancia, está aquí, justo frente a mí y su nombre es: Stella James, o debería mejor decir... futura señora Jenkins.

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Chao, voy a llorar un ratito por haber llegado al final T.T