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37.- Está aquí


STELLA

La vida a veces puede cambiar, muchísimo. Un día puedes sentirte la persona más afortunada del planeta, y al siguiente, tu mundo entero puede desmoronarse en un instante.

Supongo que eso forma parte de vivir.

Aprendemos a aceptar que la vida no es una línea recta, sino un camino lleno de curvas inesperadas, subidas y bajadas. A veces, es difícil comprenderlo. A veces, es imposible no preguntarse por qué las cosas suceden de la manera en que lo hacen.

Pero también creo que esas mismas curvas y tropiezos nos enseñan. Nos enseñan a ser resilientes, a encontrar fuerza donde creíamos que no quedaba nada, ya valorar los momentos de alegría con una intensidad que nunca habríamos imaginado.

Hoy es uno de esos momentos en donde no sé con exactitud cómo es que debo sentirme.

Tengo que admitir que he cambiado mucho, que la Stella de hace meses es muy diferente a la que se encuentra sentada en medio de la sala, mientras lee el correo que se muestra en la pantalla de la computadora.

Luego de que decidiera hacer el podcast con Mónica, creí que sería lo único en lo que podríamos trabajar juntas. Hemos mantenido un poco de contacto desde entonces, pero no ha surgido ningún tema de trabajo.

Hasta ahora.

El correo en mi pantalla es claro: Mónica me está invitando a ser panelista en un foro que se llevará a cabo durante una exposición sobre el universo.

No es un evento científico, ni mucho menos. Es un espacio donde influencers, escritores, conferencistas y personalidades de distintos ámbitos compartirán escenario. Y esa idea, para ser honesta, me da pánico.

—¿Lo harás? —pregunta Jully, inclinándose para mirar la pantalla desde el sofá junto a mí.

—No lo sé —digo, cruzando los brazos frente al pecho—. Es...demasiado.

—Es una gran oportunidad —insiste, girándose para mirarme—. ¿Sabes cuánta gente daría cualquier cosa por algo así?

—Pero no sé si soy la persona adecuada. Mónica puede estar sobreestimándome.

Jully rueda los ojos y deja escapar un bufido.

—Por favor, Stell. Si alguien te está invitando, es porque cree que tienes algo valioso que aportar.

—Una cosa es grabar un podcast en un espacio controlado, y otra muy distinta estar frente a un público.

—Exacto —dice ella, señalándome con una sonrisa—. Esa es precisamente la razón por la que deberías hacerlo. Salir de tu zona de confort te ha hecho bien antes, ¿o no?

—No sé si estoy lista para algo así —murmuro.

—Stell, si sigues esperando el momento para sentirte lista, me temo que nunca llegará. Ya has avanzado lo suficiente, ¿por qué no lo consideras?

Sacudo la cabeza de nuevo. Jully suspira.

—De acuerdo, no tienes que decidir nada ahora, puedes pensarlo, pero solo quiero que te quede claro una cosa —mi amiga se planta frente a mí —ya te detuviste por mucho tiempo, Stell, no permitas que eso siga por más tiempo. ¿De acuerdo?

Sonrío levemente.

—Gracias —susurro —en serio.

—Prométeme que en serio lo pensarás, el podcast te parecía algo descabellado y resultó bastante bien, ¿no? —asiento con una sonrisa —no quiero que pienses que te estoy presionando, pero tal vez es tu oportunidad.

El sonido de las llaves en la puerta anuncia la llegada de Harry. Jully y yo intercambiamos una mirada antes de que él entre, dejando su chaqueta sobre el respaldo de una silla. Su rostro parece cansado, pero aun así me dedica una sonrisa suave cuando se acerca.

Le da un corto saludo a mi amiga y luego regresa su atención a mí.

—Hola —dice, inclinándose para besarse en la mejilla—. ¿Todo bien?

—Hola —respondo, tratando de sonar tranquila, pero Jully ya me conoce lo suficiente como para soltar una risita.

—Bueno, creo que mi señal para irme ha llegado —bromea, levantándose del sofá—. Nos vemos luego, Stell. Piénsalo, ¿sí?

Asiento, y Jully sale, Harry la observa salir por la puerta y luego me mira. Arquea la ceja y sonrío ante su mirada curiosa.

—¿Qué es lo que tienes que pensar? —inquiere caminando hasta colocarse a mi costado.

No respondo, solo giro la pantalla hacia él.

El nombre del panel se lee: Universos Convergentes: Explorando el Cosmos y la Conexión Humana.

—Mónica me ha enviado una invitación, quiere que forme parte del panel. Es un evento relacionado con el universo. Me lo ha enviado esta mañana.

—Oh, vaya —la sonrisa que curva sus labios es completamente entusiasmada —¿no quieres hacerlo? Es una gran oportunidad.

—No se trata de querer o no, es decir...creo que me siento un poco asustada —una risa nerviosa brota de mis labios —nunca antes he estado en algo así y aunque sé que si Mónica me invitó es por algo... no dejo de pensar que tal vez es una idea terrible. Tiene mucho tiempo que no hablo frente a tanta gente.

—¿Qué hay del podcast?

—Bueno, eso no cuenta. Fue un video. No fue...en vivo.

La mirada de Harry se suaviza.

—Es una oportunidad valiosa para hacer escuchar tu voz otra vez, tú lo has dicho, si Mónica te extendió la invitación es porque sabe que tienes algo valioso que aportar.

La bruma de dudas disminuye tan solo un poco.

—Y bueno...creo que también sería una buena oportunidad para estar juntos en un evento.

—¿Juntos...?

—La universidad me ha invitado a la misma convención, para hablar sobre mi investigación. He aceptado, hace una hora.

Parpadeo sorprendida, una sonrisa se extiende en mis labios, mucho más entusiasta que las anteriores.

—¿De verdad? ¡Eso es asombroso!

Harry sonríe con suavidad. Asiente lentamente antes de apoyar la espalda por completo en el respaldo del sillón.

—Sí, espero que luego de mi participación, haya alguna buena oferta —se encoge de hombros, desvía la mirada y esta vez es mi turno de sonreírle con suavidad.

Sé que el tema de las ofertas de trabajo es algo que le inquieta. Desde nuestra conversación, no hemos mencionado el tema, pero sé que es algo que tiene cabida en sus pensamientos.

La investigación de Harry es excelente, me he tomado el tiempo de leerla, y la forma en la que plantea y explica la colisión de estrellas, los efectos en el universo, es...fascinante.

—Seguro que si —extiendo la mano para alcanzar la suya —creo que ahora estoy un poco más animada de aceptar la invitación.

Una corta risa brota de él. Su celular suena, aparta la mirada mientras lo saca del bolsillo y hace una mueca, me lo enseña y dice:

—Es el decano, tengo que tomar la llamada, vuelvo enseguida.

Se incorpora, lo sigo con la mirada mientras responde y se aleja hasta la habitación. Cuando lo pierdo de vista, vuelvo la atención a la computadora, tomo una inhalación mientras pulso el botón de "responder correo", y sin pensármelo mucho escribo:

"Sería un honor participar"

Me tomo el tiempo de escribir un par de párrafos más agradeciendo por la oportunidad y cuando lo he revisado, pulso el botón de enviar.

Mónica realizó algunas llamadas con el comité de organización, y en cuestión de días ya tenía en mi correo toda la información necesaria para estar preparada: horarios, temas a abordar, los otros panelistas, e incluso detalles sobre el formato del evento.

La fecha del foro quedó fijada para dentro de tres semanas, y aunque parece un margen de tiempo razonable, no puedo evitar sentirme apurada. Mi mente está dividida en dos: la parte optimista que me dice que tres semanas son suficientes y la parte perfeccionista que insiste en que no lo serán si no me esfuerzo al máximo.

He perdido la cuenta de cuantas veces revisó la lista de tareas que elaboré en mi libreta. Asegurar que los temas a tratar estén claros, planificar mis intervenciones, decidir qué ropa usar... Desde lo más grande hasta lo más trivial está anotado. Sin embargo, no importa cuánto revise, siempre hay algo que me hace dudar.

Mónica no me deja sola, envía mensajes constantes, y su optimismo termina contagiándome en los momentos en donde estoy muy segura de que voy a perder la cabeza.

Harry también está ocupado, resumir una investigación de meses en una participación de dos horas y media...no es una tarea sencilla. Y hemos hecho un acuerdo no verbal de pasar horas trabajando juntos, aunque apenas y compartimos palabras en esos momentos.

Pero a pesar de todo, me descubro disfrutando esos momentos. Me descubro sintiendo la emoción latente en mi pecho, el nerviosismo por los pensamientos de antelación se transforma en ilusión porque, por mucho que quiera negármelo, esta es una parte importante de mí. Y compartirlo con los demás es todo lo que siempre he querido.

Unos pocos días antes de la convención, visito el cementerio.

He pasado por la florería de camino, Frank nunca fue alguien de flores, pero no puedo llegar con las manos vacías.

El cementerio está tranquilo, como siempre. El aire tiene ese extraño aroma a tierra húmeda y flores frescas mezcladas con otras que comienzan a marchar. Camino lentamente entre las hileras de lápidas hasta llegar al lugar de Frank. Me detengo frente a la piedra grabada con su nombre y una fecha que todavía duele mirar.

—Hola —me inclino para dejar el pequeño ramo sobre la lápida. Me coloco justo al frente, sintiendo la humedad del césped en mis piernas —lo sé, he tardado demasiado en volver.

Sonrío levemente.

—Han pasado muchas cosas desde la última vez que estuve aquí. Lamento no haber venido, pero aquí estoy y eso es lo que cuenta, ¿no es así?

La brisa sopla revolviéndome el cabello.

—He vuelto al centro holístico, he retomado el blog y... he tomado las cartas otra vez. Estoy continuando, tal y como tú lo hubieses querido. Y ahora...ahora estoy a días de estar en un gran evento, hablando sobre las estrellas. Creo que el tiempo ha sanado la herida que tu partida dejó, aunque la cicatriz siempre estará conmigo.

Tomo una corta inhalación.

—Me gustaría poder compartir todo esto con nuestra familia, pero no sé si nos estás viendo desde el mas allá...—sonrío con tristeza —no he hablado con nuestros padres en mucho tiempo, no sé si alguna vez vuelva a hacerlo y perdón si eso te hace enojar, pero no podía quedarme estancada en la culpa para siempre, tu no lo hubieses querido. Así que continué, y creo que comienzo a sentirme viva.

Estiro la mano para acariciar su nombre

—Creo que estoy siendo la Stella que tanto te gustaba que fuese —los sentimientos se incrementan en mi pecho —y solo quería venir a decirte que espero que estés orgulloso, que espero que veas todo lo que estoy haciendo, que veas que tu hermanita si sobrevivió al dolor.

Parpadeo alejando las lágrimas, pero continúo con la sonrisa en mis labios.

Me limpio las lágrimas y me incorporo.

—Tengo que irme, pero volveré. Y tal vez traiga buenas noticias —me rio dándole una última mirada a su nombre —te quiero.

Las palabras flotan en el aire, y mientras me doy la vuelta para marcharme, un destello fugaz capta mi atención. Mis ojos se detienen en una figura, apenas visible entre las hileras de lápidas.

Mi respiración se entrecorta.

Es Frank.

O al menos eso parece. Está de pie, con las manos metidas en los bolsillos, como solía hacer cuando esperaba algo con paciencia. Lleva la chaqueta azul que nunca dejaba, esa que se volvió su uniforme personal, y su cabello está ligeramente despeinado, como si acabara de pasarle los dedos por encima.

El mundo a mi alrededor se silencia. No oigo la brisa ni los pasos lejanos de algún visitante. Sólo está él, y mi corazón, que late frenéticamente.

—Frank... —susurro, sintiendo que el aire abandona mis pulmones.

Su rostro parece iluminarse con una sonrisa pequeña, tranquila, como si quisiera decirme algo sin palabras. Pero cuando doy otro paso, un movimiento de las hojas detrás de mí lo oculta por un instante.

Doy un paso hacia él, incapaz de parpadear, temiendo que, si lo hago, desaparecerá.

Pero entonces, un suave movimiento del viento agita las hojas de los árboles, y cuando vuelvo a mirar... no hay nadie.

El espacio donde juraría haberlo visto está vacío, sólo queda la luz filtrándose entre las ramas, pintando sombras irregulares en el suelo.

Me quedé allí, inmóvil, intentando procesar lo que acaba de ocurrir. ¿Fue real? ¿Fue mi imaginación jugándome una mala pasada?

Una risa nerviosa se escapa de mis labios, mientras me llevo una mano al pecho para calmar los latidos frenéticos de mi corazón.

—Supongo que siempre encuentras formas de sorprenderme, ¿no? —murmuro al aire, con una sonrisa temblorosa.

Tal vez fue mi mente, tal vez fue el deseo de verlo una vez más. O tal vez... tal vez era su manera de decirme que está aquí, que me ve, que me escucha.

Con esa idea en mente, respiro hondo y continúa mi camino, sintiéndome un poco más ligera, un poco más en paz.

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¡Nos quedan oficialmente dos capítulos más el epílogo!

No quiero que se acabe T-T, siento como si fuese ayer que me animé a intentar esta historia que me ha sido como una curita al corazón.

¡Nos leemos pronto!

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