36.- Sea donde sea
HARRY.
Observo el documento abierto en la computadora, sintiendo una extraña mezcla de sentimientos arremolinándose en mi pecho. Es curioso como cuando has pasado tantas horas haciendo algo, y el final evidentemente llega...todo es tan extraño.
Justo ahora debería sentirme eufórico, pero es como si no pudiera sentir nada.
He pasado los últimos meses sumergido tanto en este trabajo que, terminarlo, se siente...extraño.
Hoy, luego de meses de trabajo, al fin he concluido mi investigación. Solamente queda hacer algunas pequeñas revisiones a todo el documento y estará lista. Y a pesar de que me siento emocionado por haber terminado, una parte de mí no sabe que es lo que viene ahora.
Suelto un suspiro, me recuesto contra el respaldo de la silla y miro fijamente la línea parpadeando en el final del documento, más específicamente la última frase del documento parece brillar más que el resto: "De la colisión de las estrellas nace el cambio, la renovación... la vida misma."
Sé lo que sigue ahora, a pesar de todo, sé bien que cuando la investigación se de a conocer, tal vez algunos centros de investigación u observatorios se decidan por hacer alguna oferta para colaborar en sus instalaciones.
Quería mantenerme positivo, pero soy muy consciente de que no soy el único investigador, hay cientos como yo intentando apoderarse de los pocos lugares que se ofrecen al año, las plazas se abrirán pronto, y no sé si estoy preparado para enfrentar los cambios que traerán consigo el recibir una oferta.
Creo que por ahora he tenido suficiente, así que me incorporo, guardo los cambios en el documento antes de cerrarlo, y cuando la pantalla se apaga, me levanto.
Un par de toques en la puerta rompen el silencio, la puerta se abre y una sonrisa crispa mis labios al mirar el rostro de Stell.
—Hola, lamento interrumpir —dice abriendo la puerta por completo —pero estaré fuera algunas horas, quería despedirme antes de marcharme.
Me acerco a ella, Stella sonríe un poco más cuando llego hasta ella, y le acomodo un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja.
—He acabado, ¿necesitas que te lleve? —inquiero —no tengo mucho que hacer de cualquier manera.
—No, no hay problema —dice haciendo un ademán con una de sus manos —he quedado con Emma para tomar algo. Iré a pie, no te preocupes.
—De acuerdo, ¿me llamas si necesitas que pase a recogerte?
Me da un asentimiento como respuesta y se coloca en puntillas para alcanzar mis labios. Es apenas un contacto, pero el roce de sus labios me envuelve en una nube de calidez que solo ella es capaz de crear.
—Cuídate —murmuro cuando se aparta.
—Sí, te quiero.
Apenas alcanzo a responder el "te quiero", antes de que ella salga por la puerta. Unos pocos segundos después la puerta de la entrada se escucha por lo que el silencio vuelve. Regreso la mirada a la computadora, podría encargarme de los detalles faltantes ahora, pero justo ahora creo que quiero darme un poco de tiempo antes de tener que preocuparme más por la investigación.
Decido que lo mejor que puedo hacer justo ahora es distraer a mi mente, así que decido adelantar un poco del trabajo de la universidad, las clases no se planearían solas y yo no podía seguir confiándome de mi habilidad para sacar buenos temas de último minuto.
No se en realidad cuanto tiempo es el que paso sumergido intentando sacar los temas necesarios para la clase, pero cuando el timbre rompe el silencio de mi hogar, la noche ha comenzado a caer, me incorporo, estirando el cuello y moviendo los hombros en un intento de eliminar la tensión en mi cuerpo mientras camino hasta la puerta.
No me molesto en ver quien es el que está detrás, así que simplemente abro. Y creo que debí de hacerlo, porque no espero ver a mi hermano al otro lado.
—Hola —me lanza una sonrisa —¿puedo pasar?
Si bien es cierto que desde nuestra última conversación los sentimientos que resentimiento han disminuido un poco, también es verdad que no soy capaz de olvidarme del todo de sus acciones del pasado. Y eso significa que aún hay una leve molestia persistente en mi pecho.
—¿Qué haces aquí?
Eleva una carpeta.
—Puedo explicártelo si me dejas pasar —dice.
Me hago a un lado, él cruza sin perder tiempo y permanezco un par de segundos más en el umbral antes de cerrar la puerta y seguirlo.
—No voy a quitarte mucho tiempo —dice mientras extiende la carpeta hacia mí —he sabido de un puesto.
Tomo la carpeta casi en automático. Cuando lo abro, reconozco de inmediato el logo que está impreso en la primera página.
—¿El observatorio Europeo del Sur? —elevo la mirada hacia él.
Oliver asiente.
—Si. Han estado buscando investigadores para un nuevo proyecto relacionado con la formación de sistemas binarios y la colisión de estrellas de neutrones. Nos llegó la convocatoria hace algunos días.
Mi atención vuelve a la carpeta, hojeo las páginas siguientes, leyendo las descripciones de las fichas, la oferta, y luego miro a mi hermano.
Oliver se mantiene sereno, con las manos en los bolsillos mientras aguarda por algún tipo de respuesta.
—Sé que estabas trabajando en algo relacionado con la colisión de estrellas, ¿no es cierto? Tal vez puedes enviar la investigación —se encoje de hombros —es un buen puesto.
—Lo es, aunque no entra en mis opciones mudarme tan lejos —cierro la carpeta de nuevo —De cualquier forma, gracias. Lo pensaré.
—Bien —no parece tener la intención de irse. Pasa la vista por la sala y algo ve que lo hace sonreír.
Sigo su mirada, encontrándome las cartas de Tarot que le obsequié a Stella,
Oliver observa las cartas de tarot sobre la mesa por unos segundos más antes de emitir un leve bufido, una mezcla entre incredulidad y diversión.
—Nunca he entendido cómo puedes creer en estas cosas —dice mientras toma una carta al azar y la gira entre sus dedos. Su expresión está llena de escepticismo, aunque no parece burlarse—. ¿De verdad crees que un pedazo de cartón puede decirte algo sobre tu vida?
Cruzo los brazos, preparándome para responder, pero me contengo. Es Stella quien usa las cartas, no yo, y tampoco me corresponde defenderlas. Aunque no puedo negar que el hecho de que Oliver cuestione de forma tan arisca...no es que me agrade tampoco.
—No es tanto sobre creer —respondo finalmente—. Para Stella es más como una forma de reflexionar. Algo simbólico, supongo.
Oliver frunce el ceño, camina hasta donde se encuentra el mazo de cartas y toma una.
—¿Simbólico? —repite, levantando una ceja—. ¿Qué símbolo este? ¿Que alguien está a punto de cometer un error gigante?
—¿No has escuchado que nadie aparte de la persona a la que le pertenecen las cartas debe de hacer la lectura?
Oliver suelta una risa suave, con esa mezcla de sarcasmo y diversión que parece su especialidad, pero finalmente deja la carta de vuelta en su lugar.
—Y ¿qué pasa si lo hago? ¿Se me maldice o algo así? —pregunta, con una sonrisa burlona mientras se aleja de la mesa.
—Algo así —respondo, manteniendo mi tono neutral—. O, bueno, al menos Stella diría que altera la energía.
—Claro, "la energía" —réplica — Mira, no es que quiera ser aguafiestas, pero sigo sin entender cómo pueden tomarse estas cosas tan en serio. Aunque... —pausa, y su expresión se suaviza un poco—. Admito que, si funciona para ella, supongo que eso es lo importante.
Retengo la sonrisa.
—Sí, es lo importante.
No responde, camina hasta la puerta y supongo que su visita a terminado. Abre, pero no se marcha enseguida, se da la vuelta y me mira una última vez.
—De todas formas, piénsalo, Harry. No necesitas un tarot para saber que esta es una buena oportunidad —dice, dándome una última sonrisa antes de salir.
Cuando se va, dejo escapar un suspiro, mirando de nuevo las cartas. Una suave sonrisa se filtra en mis labios.
Claro que no necesito las cartas, pero si a cierta chica que las interpreta. Y una distancia como esa... no sería capaz de colocarla entre nosotros.
Stella vuelve a casa un par de horas más tarde. Me he ocupado de la cena y cuando entra a la cocina con una sonrisa en los labios, sé que he acertado al cocinar algo para ella.
—¿Cómo fue tu reunión?
—Bien, Emma es agradable, casi siento que es mi amiga de toda la vida —dice mientras se acomoda sobre el asiento —¿Qué hay de ti? ¿Estuviste mucho rato trabajando en la investigación?
Me aparto de la estufa un momento para mirarla.
—En realidad, ya la he terminado —la sonrisa de Stell se esfuma para ser sustituida por un gesto de sorpresa.
—¿Cómo que lo has terminado? ¿Por qué no has dicho nada? —inquiere —eso es asombroso.
Me encojo de hombros.
—Aún faltan ciertos detalles, pero es cuestión de un par de días como máximo para que pueda publicarla.
La emoción destella en los ojos de Stella. Sonríe y me termina contagiando el gesto.
—¿Qué?
—Nada, es solo que me siento una novia muy orgullosa —dice colocando sus manos en puños y colocando la barbilla sobre sus nudillos —pude haber comprado un buen vino para celebrar.
Me río, no respondo, pero camino hasta la nevera. Me apodero de la botella y se la enseño.
—¿Un buen vino como este? —cuestiono.
Lo cierto es que no pensaba celebrar, pero no podía dejar pasar la oportunidad de una deliciosa cena y un buen vino. Además de que, ahora, con la investigación lista, tal vez se abran muchas puertas, y quería saber como afrontarme a eso.
—Parece que pensaste en todo —dice ampliando la sonrisa —¿te ayudo en algo?
—Puedes encargarte del vino, la cena está casi lista.
Ella asiente. Nos movemos por la cocina, yo me encargo de servir la cena en un par de platos y ella se apodera de un par de copas de la alacena, minutos después estamos sentados frente a frente compartiendo una cena que resultó mejor de lo que me planteé.
—Oliver estuvo aquí —confieso. Stella me observa con curiosidad.
—Ah, ¿sí? ¿Y cuál fue el motivo?
—Al parecer, supo de una oferta para investigación en el Observatorio Europeo del Sur.
—¿En serio? —Stella arquea las cejas mientras lleva la copa a sus labios—. Eso suena... grande.
—Lo es —respondo, jugando con el tenedor en mi plato—. Están buscando investigadores para un proyecto relacionado con la formación de sistemas binarios y la colisión de estrellas de neutrones.
—Perfecto para ti, ¿no crees? —pregunta con una sonrisa cálida, pero puedo notar la ligera tensión en su voz.
—Sí, pero no estoy seguro de querer mudarme tan lejos —admito, soltando un suspiro.
Ella asiente lentamente, apoyando la barbilla en una mano.
—Además, no estoy seguro de querer algo que venga de Oliver. Es decir, sé que no viene directamente de él pero...—Stella asiente.
—Estoy segura de que esta es solo la primera de muchas. Hay muchos otros observatorios en el mundo...
—El tema es que no sé si estoy dispuesto a irme a cualquier parte del mundo —mi voz sale casi tensa, y ella lo nota.
Su sonrisa decae un poco.
—Harry...
—Lo sé. Solo...solo no quiero dejarte, supernova.
Su sonrisa toma fuerza.
—Sé que no has decidido nada, pero no te pediré que te quedes —dice extendiendo la mano para tomar la mía —y me sentiría fatal de ser la razón por la que rechazas una buena oportunidad. Odiaría que te detengas por mí.
—No es solo por ti —digo, soltando el tenedor y pasándome las manos por el cabello—. Es por nosotros. No puedo imaginarme mudándome al otro lado del mundo y dejando todo esto atrás, dejando a ti.
—De acuerdo, creo que nos estamos adelantando mucho —dice con una sonrisa suave, en su voz ahora no hay nada de tensión —paso a paso, cielo.
—Stell...
—Escucha, las oportunidades que te lleguen ahora...considéralas. Por favor. No las rechaces a la primera. Considéralas, y podremos ver que hacer con eso. ¿Bien?
Asiento brevemente.
—Puede que no llegue ninguna y me quede como profesor.
Ella se ríe.
—Eres un tonto —me río con ella.
Cuando las risas se calman, ella toma la copa y la acerca a mí, la imito, el cristal choca y luego ella dice:
—Por las posibilidades, sea donde sea que te lleven—Sonrío.
—Sea donde sea que nos lleven —corrijo.
Sus ojos brillan con un sentimiento tan puro, y sé que no hay forma que pueda estar lejos de ella.
Nunca he creído en la magia, en el destino, o en las estrellas. Pero justo ahora, les daría todo de mí con tal de que me garantizaran un futuro al lado de Stella James.
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¡Hola, hola!
¡No quiero que se termine!
No puedo con la idea de soltar a mis bebés.
¡Nos leemos pronto! Recuerden que nos quedan cerca de 3 a 4 capítulos incluyendo el epílogo. Probablemente haga un maratón de los últimos dos.
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