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34.- Luz aún en la oscuridad.


Stella

Acción de gracias llegó con demasiada rapidez. Y aunque ya he convivido antes con los amigos de Harry, esta vez se siente algo mucho más intimo y tal vez es por eso que me encuentro tan nerviosa.

—¿Estás bien? —la voz de Harry me saca de mis pensamientos.

—Si —le sonrío con suavidad —solo estoy un poco nerviosa.

—No tienes que estarlo, ya has convivido con ellos y te aseguro que esta vez no habrá tantos invitados.

—Tal vez es por eso que me encuentro más nerviosa —una leve risa me invade —quiero decir, es algo intimo y el hecho de que me invitaran...

No tengo que continuar hablando para que él entienda.

—Ellos saben que para mi eres alguien importante, te aprecian, todo va a salir perfecto, lo verás.

Tomo una corta inhalación y asiento.

—De acuerdo, bajemos o son capaces de salir a buscarnos.

El asiente, espero cuando baja del auto, me tomo esos escasos segundos para repetirme que no hay motivo para sentirme de este modo, cuando abre la puerta del auto para mi, me lanza una sonrisa encantadora que termina por contagiarme.

Sujeto su mano y me aferro a ella mientras avanzamos por el camino que conduce a la entrada de la casa.

La puerta está abierta así que Harry solamente la empuja suavemente para permitirnos el acceso.

La calidez nos envuelve. El aroma de la comida se siente con tan solo ingresar y cuando veo aparecer a Addie y a Jeff, no me siento tan mal de haber elegido un atuendo casual.

Harry dijo que no necesitaba nada formal. Que sería una pequeña cena íntima pero aun así una parte de mí quería verse lo más presentable por lo que había optado por un vestido café de manga larga y una gabardina negra que combina a la perfección.

—¡Al fin llegaron! —la voz entusiasmada de Addie llega hasta nosotros..

Camina con rapidez hasta donde nos encontramos y me envuelve en un abrazo. —Stella, me da muchísimo gusto verte y que aceptaras la invitación.

—¿Cómo podría negarme? —inquiero con una sonrisa —gracias por considerarme.

—Oh, por favor —esta vez Jeff es el que habla —ya eres parte de la familia.

Lo saludo con un corto abrazo cuando se acerca y luego nos conducen a la cocina.

—¿Dónde está la pequeña Eva? —inquiere Harry haciendo referencia a la pequeña hija de Addie.

—Duerme como si la vida dependiera de eso —bromea Jeff —lo cual es bueno porque seguro nos hace un desastre con tanta cosa en la mesa.

Me sorprendo cuando veo la cantidad de comida que hay en la gran mesa del comedor. Un mantel rojo se encuentra sobre mesa, sobre el cual están perfectamente ordenados todos los platos y cubiertos.

El pavo se encuentra en el centro, y hay toda clase de acompañamientos. Harry bromea diciendo que parece que van a alimentar a toda la ciudad y su comentario hace que reciba un golpe por parte de Jeff.

Cuando todos estamos alrededor de la mesa, Addie dice que podemos servirnos todo lo que deseemos, Jeff se encarga de traer las bebidas y me descubro a mí misma disfrutando del momento.

Mis nervios desaparecen, la sensación de querer impresionar se va y me descubro a mí misma riendo a carcajadas con las bromas que Jeff hace, enterneciéndome con las anécdotas de Addie y Eva. No solo eso, ellos me escuchan. Me dejan hablar, y cuando lo hago, encuentro mi voz más segura de lo que esperaba. Comparto un poco sobre el podcast, las ideas que he retomado y la forma en que estoy tratando de reconectar con algo que había dejado atrás.

—Estoy segura de que vas por buen camino —Addie sonríe —eres sensacional, tengo que admitir que me he vuelto un poco fan de tu blog.

Sonrío, pero no puedo evitar la sorpresa que me llena.

—¿De verdad?

—Claro y eso que el término "poco" se queda muy corto. Lo lee todas las mañanas —todos reímos —Eres buena.

—Muchísimas gracias. Significa demasiado para mi —me sincero —nunca creí que la comunidad científica se fijara en mí.

Ellos ríen con más fuerza

—Eso es solo porque eres parte de familia —dice Addie.

Y sus palabras solo hacen que me sienta un poco más especial.

Las conversaciones siguen. pero cuando llega el momento de dar las gracias, mis nervios regresan. Me quedo en silencio mientras los demás comparten sus pensamientos, sus agradecimientos llenos de anécdotas y risas. Y aunque sé que hay mucho por lo que debería estar agradecida, una parte de mí sigue cargando con lo que he perdido, con los vacíos que este año ha dejado.

Pero estoy aquí. Estoy rodeado de personas que me ven, que me escuchan, que me hacen sentir que pertenezco, aunque sea por un rato. Y eso, más que nada, me obliga a encontrar algo por lo que agradecer.

Cuando llega el momento de dar las gracias, Jeff es el primero en hablar. Se aclara la garganta con dramatismo, ocasionando una risa colectiva.

—Bueno, quiero empezar diciendo que estoy agradecido por esta increíble comida —dice, levantando su copa como si estuviera haciendo un brindis—. Addie, como siempre, supera todas las expectativas. Pero, además de eso, quiero agradecer por este año, porque, aunque no ha sido perfecto, nos ha dado a todos la oportunidad de aprender, de crecer, y de estar aquí juntos. Eso es lo que importa al final del día. Estoy agradecido por las pequeñas cosas: los momentos que compartimos, las risas que hacen que los días difíciles valgan la pena. Pero sobre todo, estoy agradecido por mi familia, por mi preciosa Eva, por mi maravillosa esposa y mis amigos increíbles —nos señala con la copa.

Addie es la siguiente en hablar.

—Yo también estoy agradecida por este año —dice, su voz suave pero llena de calidez—. Por tener a Jeff, que siempre me hace reír incluso en los días más difíciles. Por Eva, que me recuerda lo fuerte que puede ser el amor. Y por Harry y Stella —sus ojos nos encuentran—, por ser parte de esta familia, porque verlos juntos nos llena de esperanza.

Parpadeo intentando alejar las lágrimas, sonrío con sinceridad mientras siento algo cálido llenarme el pecho.

Harry deja un apretón en mi mano, y me da una ligera sonrisa antes de hablar.

—Este año ha sido complicado —admite, su voz baja y honesta—. He cometido errores, he perdido y he aprendido. Pero estoy agradecido por las segundas oportunidades. Por las personas que creen en ti incluso cuando tú no puedes hacerlo. Por este lugar, por ustedes, que siempre me han dado un hogar donde no me falta nada. Estoy agradecido por las personas que no se rinden, incluso cuando tienen todas las razones para hacerlo. Por aquellos que encuentran la manera de ser luz para otros, aunque estén cargando con su propia oscuridad.

Sus ojos se encuentran con los míos, y siento como si su agradecimiento fuera una confesión, una verdad que solo nosotros entendemos.

—Y estoy agradecido por las segundas oportunidades, porque ellas nos recuerdan que todavía hay cosas hermosas por las que luchar. Estoy agradecido por tenerte, supernova, mi año e incluso mi vida, ha sido mejor desde que apareciste.

Una risa nerviosa me asalta y estoy haciendo mi mejor esfuerzo por no llorar.

—Este no ha sido el mejor año para mí —admito, mi voz apenas un susurro—. He perdido cosas que pensaba que nunca podría superar y he sentido vacíos que creí que nunca podría llenar. Pero esta noche, aquí con ustedes, siento algo diferente.

Mi mirada se fija en Harry antes de recorrer a cada persona en la mesa.

—Estoy agradecida por esta noche, porque me recuerda que, aunque a veces todo parece perdido, hay momentos como este que te hacen creer que puedes empezar de nuevo. Y eso, creo, es lo más valioso que puedo tener. Estoy agradecida de estar aquí. Por estar rodeado de personas que no me han dejado caer. Por Harry, que me ha demostrado que el amor puede ser un refugio. Y... —mi voz se quiebra, pero no me detengo—. Por Frank. Porque, aunque ya no está conmigo, me enseñó que la vida es demasiado corta para no valorar los momentos como este.

La mesa está en silencio por un momento, hasta que Addie rompe la tensión con una sonrisa.

—Por Frank —dice, levantando su copa.

Los demás la siguen, y el brindis por Frank se siente como un abrazo, como algo que repara la herida que no ellos causaron. Por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy exactamente donde necesito estar.

(...)

Harry vuelve conmigo a casa. Estoy agotada, pero tengo que admitir que esta noche ha sido estupenda, mucho mejor de lo que siquiera imaginé.

Cuando entramos, Harry se quita la chaqueta. Le había pedido de camino a casa que se quedara, una parte de mí no estaba lista para dejarlo partir, no esta noche.

—¿Estás bien? —inquiere cuando llegamos a la habitación.

—Sí —respondo con un susurro, girándome para mirarlo de frente—. Estoy bien. Gracias por esta noche, fue maravillosa.

Él sonríe, esa sonrisa suya que siempre me deja sin aliento, y da otro paso hacia mí. Estamos tan cerca ahora que apenas hay espacio entre nosotros. Su mano se eleva lentamente y aparta un mechón de cabello de mi rostro, sus dedos rozando mi piel con una suavidad que me hace cerrar los ojos por un segundo.

—Hoy me recordaste lo fuerte que eres, supernova —murmura, su voz tan baja que apenas la oigo, pero el peso de sus palabras se siente como una caricia. —Estoy muy agradecido por tenerte.

—Por tenernos el uno al otro —susurro con una sonrisa.

Él asiente, se inclina hasta alcanzar mis labios y apoderarse de ellos por completo. Besar a Harry siempre se ha sentido como la maravilla, la suavidad de sus labios me acaricia, pero hay algo urgente en la manera en que se mueve contra mí.

Mis brazos suben por instinto, rodeando su cuello mientras nuestras respiraciones se mezclan y el beso se vuelve más profundo, más apasionado.

—Harry... —susurro su nombre cuando sus labios se deslizan hacia mi mandíbula y luego hacia mi cuello, dejando un rastro de calor que envuelve todo mi cuerpo.

—Dime que lo quieres tanto como yo —su voz suena casi necesitada.

—Lo quiero —respondo, mi voz apenas un aliento, porque no hay otra respuesta que pueda dar.

Sonríe satisfecho, vuelve a besarme, sus manos se envuelven alrededor de mi cintura, sus labios se mueven con más frenesí contra los míos, retrocedo hasta que mis piernas chocan con la cama y me dejo caer soltando una suave risa.

—No sabes lo mucho que te he deseado —confiesa con una sonrisa.

Sus labios se apoderan de los míos mientras desliza las manos por mis piernas descubiertas, lo corto del vestido le facilita la tarea, sin dejar de besarme sus manos tiran de mi ropa interior, y una ola de placer me recorre por completo.

Jadeo cuando sus labios se apoderan de mi cuello, mis manos se pierden entre su cabello y ahogo un gemido cuando me acaricia, uno de sus dedos juguetea con mi entrada y creo que voy a volverme loca.

Me pierdo en él, en su aroma, en la manera en que sus manos parecen conocer cada rincón de mi cuerpo como si hubieran nacido para hacerlo.

Se aparta de mi cuerpo para mirarme.

—Creo que hay mucha ropa —dice en un tono travieso.

—Eso no es un problema —mascullo.

Tiro del cuello de su camisa, mis labios se apoderan de los suyos y mientras mis manos se deslizan abriendo los botones de la camisa, las suyas tantean hasta dar con el cierre del vestido.

Nos encargamos de hacer desaparecer cada prenda, cuando estoy desnuda frente a él, se detiene un momento, sus ojos recorriéndome con una intensidad que me hace sentir adorada y deseada al mismo tiempo.

—Eres tan hermosa —su voz se ha enronquecido, no tengo tiempo de responder porque vuelve a besarme más necesitado que antes. 

Un jadeo brota de mis labios cuando uno de sus dedos se pierde en mi entrada, lo siento sonreír contra mis labios mientras ingresa más profundo y yo arqueo la espalda en respuesta sintiendo el placer recorrerme desde la punta de los pies hasta la cabeza. 

Una ola que me derrumba y esto es solo el comienzo. 

Mis manos se aferran a los mechones de su cabello como un medio para no dejarme ir por completo, pero cuando el mueve el dedo con ritmo en mi interior me es imposible, todo en mi se contrae, ante el aviso de lo que ocurrirá. 

—Voy a correrme —susurro en un jadeo. 

—Estaré encantado de recibirlo, supernova. 

Como si quisiera provocarme, ingresa un dedo más en mi interior. Un gemido fuerte abandona mis labios antes de que el placer se libere por completo. 

—Eres tan bueno en esto —sonrío cuando su mano abandona mi entrepierna.

—Oh, y apenas comenzamos, cielo —susurra mientras sus manos me acarician de nuevo. 

Se mueve y su cuerpo se alza sobre mí, muerdo mi labio inferior cuando siento la dureza de su miembro rozarme, cierro los ojos y casi por instinto elevo las caderas, Harry esconde la cabeza en el hueco de mi cuello mientras se mueve contra mi pelvis.  Elevo las caderas de nuevo consiguiendo un gemido ronco que me hace sentir una nueva oleada de placer. 

Harry no entra de inmediato, desliza su miembro entre mis pliegues y aprieto los párpados reteniendo las palabras de súplica para sentirlo dentro. 

Se toma su tiempo, sus labios dejan besos húmedos en mi cuello, y luego se mueve hasta atrapar uno de mis pechos, esta vez no retengo el gemido que brota de mis labios, mis uñas se clavan en su espalda mientras sigue deslizándose entre mis pliegues, cuando mordisquea mi pezón creo que conozco el paraíso. 

Sus manos se posan en mis caderas y su boca abandona mi pecho. 

—Stell, necesito colocarme el condón —dice. 

Se aparta de mi cuerpo y se estira para alcanzar sus pantalones. Me muerdo el labio mientras miro su desnudez y la imagen de él rasgando el empaque y luego colocándoselo, me resulta tan erótica que siento el placer aumentar. 

No demora mucho en estar de nuevo sobre mí,  sus ojos me observan mientras una sonrisa se extiende por sus labios. 

—Estoy agradecido por este momento —dice antes de acomodarse entre mis piernas y empujar las caderas. 

Lo siento llenarme por completo, arqueo la espalda mientras gimo de nuevo y el sonido se mezcla con el suyo mientras se desliza fuera y vuelve a ingresar en mí. No lo hace rápido, encuentra el ritmo adecuado, con la fuerza suficiente como para eliminar todo rastro de cordura y simplemente dejarme en el limbo. 

La noción de tiempo desaparece, no sé con exactitud cuando tiempo estamos de ese modo, el entrando y saliendo, llenándome por completo, haciéndome conocer grados de placer que nunca creí alcanzar. 

Su boca atrapa la mía ahogando los sonidos de placer, sus embestidas aumentan la fuerza y el ritmo, se mueve imponente sobre mí hasta que un sonido ronco brota de sus labios. 

Desliza la mano hasta ahuecar uno de mis pechos, lo aprieta y es como un interruptor que hace que todo en mí se libere. Alcanzo la cima primero, todo mi cuerpo se estremece mientras siento la liberación llegar. 

Harry se toma unos segundos más, sigue moviéndose con firmeza, sigue embistiendo y apretujando mi pecho hasta que siento los músculos de su espalda tensarse, gime con fuerza mientras termina corriéndose segundos después. 

Me siento extrañamente vacía cuando el sale de mí. 

Se quita el condón y se coloca a mi costado, ambos nos miramos por unos segundos hasta que abre los brazos, y yo no dudo en refugiarme en él. 

—Te amo, supernova. 

Las palabras brotan de sus labios tan llenas de sentimiento, de genuinidad, me acomodo más contra él, sintiendo el latir de su corazón tan frenético como el mío antes de susurrar: 

—Yo también te amo, chico de las estrellas. 

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¡Nos quedan aproximadamente cinco capítulos para el finaaaaaal! 

¿Están preparadas?

¡Nos leemos pronto! 

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