29.- Pasado, presente, futuro
Stella.
Han pasado dos semanas desde la última vez que hablé con Harry. Dos semanas en donde no hemos tenido ningún tipo de contacto. Las palabras que le dije esa noche en mi hogar se siguen repitiendo en mi mente, y una pequeña parte de mí se pregunta si realmente fue lo correcto.
¿No habré cometido un error?
Cierro los ojos brevemente. Obligándome a dejar de pensar en el pasado, las cosas ya están hechas, no puedo hacer nada para cambiarlas.
—Stell, ¿me estás escuchando? —apenas y percibo la voz de Mónica.
La miro, sin tener idea de lo que ha dicho antes.
—Lo siento, me distraje. ¿Qué decías?
Ella me da una sonrisa comprensiva.
—Podemos tomarnos un momento antes de empezar si lo necesitas —dice amablemente.
—No. —tomo una inhalación —ya lo hemos pospuesto demasiado, estoy bien, lo prometo.
Mónica asiente. Sé que solo está preocupada, pero posponer por más tiempo del necesario esto...
Necesito continuar.
—De acuerdo, entonces es hora. El estudio ya está preparado.
Ella me hace un gesto para que abandonemos el cómodo sillón del recibidor, y vayamos hasta la sala de grabación.
Después de meses de espera, al fin estamos aquí. Hoy grabaremos el podcast y mañana saldría en los canales oficiales en los que Mónica participaba.
Decir que me encuentro nerviosa sería poco, el latir de mi corazón parece haber roto los límites y me repito que ya he hecho esto antes. Que puedo hacerlo, no es tan diferente de lo que solía hacer.
Nos acomodamos en los respectivos asientos, los micrófonos están delante y hay todo un equipo asegurándose de que todo está funcionando como debería.
—Recuerda, si en algún momento te sientes incómoda, solo dime y nos detenemos. ¿Bien?
—De acuerdo —sonrío —hagámoslo.
Las luces en el estudio se vuelven algo tenues, el aromatizante que una de las chicas del staff ha colocado nos envuelve haciendo el espacio más acogedor.
Una lucecita se enciende en la parte superior, y sé que es momento de empezar. Una música de introducción se escucha y Mónica coloca una sonrisa en su rostro.
—Bienvenidos a otro episodio de Reflejos y Destinos . Hoy tenemos un capítulo especial, uno que muchos de ustedes han estado esperando. Estoy aquí con Stella, mi increíble amiga que el día de hoy nos hace el honor de acompañarnos. Stella, que gusto tenerte al fin con nosotros, ¡hemos esperado tanto este momento!
Una leve risa me abandona —Hola a todos, y el honor es mío, estoy emocionada de que este momento al fin llegara, aunque tengo que admitir que estoy un poco nerviosa también.
—Todos estamos un poco nerviosos el día de hoy, sobre todo por el tema del que hablaremos en unos momentos más. Para aquellos que no estén enterados, Stella James es una increíble mujer con una extensa carrera en el mundo de la astrología, y el día de hoy viene a contarnos un poco acerca de todo lo que ella cree importante compartir con el mundo. Así que Stell, ¿estás lista?
—No creo estar lista nunca, pero creo que tenemos que hacerlo —ambas reímos.
Las preguntas iniciales consistían en explicar un poco acerca de toda mi carrera, hablar de mis inicios, de como poco a poco fui creciendo hasta ser la mujer en la que me convertí. Así que durante ese espacio en el que hablo de algo que conozco tanto, el nerviosismo disminuye.
Mónica hace breves interrupciones para aportar algo, pero me da la libertad de hablar y extenderme tanto como lo considere necesario. Hablo de mi familia, de como mi padre siempre fue el que me inspiró a seguir sus pasos, dejo un poco de mí en cada palabra y poco a poco me siento completamente cómoda.
Hay momentos en donde ambas reímos, en donde Mónica habla de su propia experiencia consultando la astrología y esto deja de sentirse como un episodio y se convierte un poco en una plática entre dos amigas.
—Es admirable todo el camino que has recorrido hasta ahora, Stell —dice con una sonrisa —hablando como una consumidora regular de tu blog, tus predicciones siempre se sintieron...profundas. Estoy segura de que no soy la única que lo percibe de ese modo, así que fue una sorpresa cuando desapareciste, ¿puedes contarnos que pasó?
—¿Puedes hablarnos de tus inicios en la astrología? ¿Cómo es que decidiste entrar en ese mundo?
La tensión vuelve brevemente a mi cuerpo. Suspiro intentando darme calma a mi misma para poder abarcar este tema de la manera en la que lo hemos practicado. Al inicio, no quería mencionar a Frank, porque la herida estaba demasiado reciente. Pero ahora... ahora compartirlo con el mundo se siente liberador. Así que hicimos modificaciones en el guion, hay tantas cosas que quiero contar, que necesito decir.
—Creo que en un momento me centré tanto en las lecturas, que les dejé toda la responsabilidad del futuro. Confiaba ciegamente, sin poner en duda. Pero algo ocurrió que me hizo darme cuenta de que no importan todas las cartas que pueda leer, el futuro nunca es algo que podemos controlar.
—¿Ese algo está relacionado con tu hermano? ¿Con Frank?
—Sí, Frank era mi hermano mayor. Falleció hace varios meses en un accidente de auto —el pecho se me oprime —la última vez que lo vi, fue cuando fue a verme, para una lectura. Iba a tener una cita, así que estaba inusualmente entusiasmado —ambas reímos —fue a verme, e hice lo que me pidió. Le dije que tendría una noche increíble, pero en su emoción él no me permitió terminar y yo no insistí. Ese fue mi error.
—¿Dejaste la lectura inconclusa?
—Sí, —sonrío con tristeza —Y eso es algo que llevo cargando desde entonces. Hay una regla no escrita en astrología, una que dice que jamás debes dejar una lectura inconclusa, especialmente cuando se trata de alguien cercano. Es una especie de "puerta abierta" a energías que pueden permanecer incompletas, o mensajes que nunca llegan a esclarecerse.
—¿Crees que terminar la lectura hubiese cambiado algo?
—No lo sé, y esa duda es lo que me atormentó durante mucho tiempo. Los astrólogos dicen que una lectura inconclusa puede quedarse como un eco, algo suspendido, porque no se da un cierre a esa energía. Al final, una lectura es una conversación entre el consultor y el astrólogo, y dejar esa conversación abierta puede ser riesgoso. Pensé que lo entendería mejor al otro día, que podría regresar y cerrar la lectura con más claridad, pero Frank murió antes de que eso pudiera suceder.
Mónica me mira con comprensión, me hace un gesto con la mano, sé que si quisiera detenerme este es el momento, pero le sonrío, dejándole en claro que vamos a continuar.
—Lamento tanto escuchar eso, Stell. No imagino lo duro que fue para ti.
—Lo fue... y nunca lo olvidaré. Frank murió en un accidente, y no puedo evitar pensar que tal vez pude haber hecho algo más. Fue como si el universo me castigara por creer que podía leer el futuro. ¿Por qué pude leer el destino de tantos otros, pero el de Frank quedó inconcluso? Esa culpa me ahogó por mucho tiempo. Mis padres me culparon por ello, y, de alguna manera, yo también lo hice.
—Nadie merece cargar con la culpa de algo que no puede controlar —Mónica extiende la mano para tomar la mía —No puedo ni imaginar lo difícil que ha sido para ti, creo que ahora muchos entienden el porque te distanciaste de algo que llevabas mucho tiempo haciendo.
—Realmente nunca estuve segura de apartarme, pero la duda fue creciendo como una sombra, hasta que dejé de creer. Empecé a cuestionar la naturaleza de todo lo que enseñaba y leía. Mis cartas, mis predicciones, las constelaciones... todo me parecía frágil.
—Creo que, ante una pérdida de esa magnitud, es entendible que cuestionemos muchas cosas. Creo que es parte de una nueva normalidad.
—Lo es, y acostumbrarse a eso duele tanto antes de conseguirlo. A veces no se consigue, yo estuve cerca de no hacerlo. Tuve algunos tropiezos antes de poder entender muchas cosas. Y sé que estás aguantando tus ganas de preguntar —me río levemente —así que hazlo, Mónica.
Ella ríe.
—Sé que la pérdida que sufriste fue difícil —adopta un tono suave —así que entiendo que hayas cuestionado todo lo que creías, pero el artículo del Washington Post, ¿por qué decidiste publicarlo?
—Desde la muerte de Frank, empecé a cuestionarlo todo. ¿Acaso no debería haber sentido algo en la lectura, un aviso, una señal? ¿Cómo podía la astrología no anunciarme de algo tan trágico? Si la astrología realmente podía prever aspectos del destino, entonces, ¿por qué no vi lo que se venía? Fue como si todo en lo que creía se desmoronara. Empecé a ver los mapas, los signos, los aspectos planetarios como un juego de ilusiones, y por eso decidí escribir el artículo. Necesitaba expresar esa confusión, esa pérdida de fe en algo que había sido mi guía durante años. Mis cartas, mis predicciones, las constelaciones... todo me parecía frágil. Escribí el artículo en el Washington Post como un intento de liberarme de esa carga y de ponerle voz a esa incertidumbre.
—¿Qué sentiste cuando te diste cuenta de que fue un artículo tan relevante?
—Fue un alivio y, a la vez, una especie de pérdida. Mi artículo generó reacciones fuertes. Algunos me criticaron por traicionar una creencia en la que tantos confiaron, otros me agradecieron por expresar algo que también sentían. Me di cuenta de que mi fe no solo era mía, sino de todos los que alguna vez creyeron en mis lecturas. Pero sentí que no podía seguir promoviendo algo en lo que yo ya no creía plenamente. Era como sostener una máscara y eso fue tan agotador.
—Es un acto de valentía, Stella. Abrirte a algo tan íntimo y compartirlo con el mundo no es sencillo. ¿Te arrepientes de haberlo hecho?
No respondo de inmediato, porque incluso ahora, sigo preguntándome si el no haberlo publicado hubiese hecho alguna diferencia. Pero a pesar de todo, creo que es algo que necesitaba hacer. Así que me sincero.
—No me arrepiento de haber escrito el artículo. Necesitaba hacerlo. A veces me pregunto si encontraré algo en lo que creer de nuevo, y si volveré a ver las estrellas como lo hacía antes. Pero me di cuenta de que la vida es mucho más compleja que una carta astral. Los destinos se entrelazan de maneras que van más allá de los planetas y los signos. Y, tal vez, en esa complejidad es donde estoy empezando a encontrar la verdad.
—¿Y crees que en algún momento decidas volver?
—Espero poder volver, aunque creo que, de hacerlo, sería con algo diferente.
—¿Diferente en qué sentido?
—Bueno, ya no creo que la astrología sea una herramienta para predecir el futuro o para "ver destinos" de una manera absoluta, como lo pensaba antes. He dejado de verla como una especie de mapa inamovible. Ahora, si volviera, lo haría con la idea de que es una herramienta de autoconocimiento, más bien una guía de introspección que nos ayuda a entender ciertos patrones o energías, pero no para decirnos exactamente lo que va a pasar.
—Creo que esa es la parte en la que muchas personas coincidimos. A veces no necesitamos las respuestas exactas, a veces solo necesitamos que alguien nos ayude a entender. Y tú siempre has tenido ese don —Mónica sonríe —¿hay algo que quieras compartir con las personas que nos escuchan?
—Solo puedo decir que nunca den por sentado las cosas que conocen, está bien cuestionarte lo que llevas toda la vida haciendo, es parte de crecer. Nuestra identidad no tiene porque ser la misma durante toda nuestra vida, podemos explorar cientos de aspectos y eso no te hace una mala persona. El pasado puede pesar, muchísimo, si decides cargar con él llegará un punto en el que todo va a colapsar y será demasiado tarde para arreglarlo.
Sonrío levemente.
—Una vez alguien me dijo, que lo importante no se trata de encontrar las respuestas, sino de sentir paz incluso cuando no las tienes. Y creo que eso va a quedarse conmigo siempre, ya no me interesa saber que ocurrirá mañana, solo deseo poder ser feliz en el ahora.
—No puedo predecir el futuro, pero estoy segura de que lo serás Stell —Mónica y yo compartimos una sonrisa.
El podcast no finaliza, pero es como si a partir de este momento, la Stella del pasado decide desvanecerse, y solo quedo yo, con mi presente, aunque no sepa muy bien lo que eso va a significar.
HARRY
—No sé si deba confiarte a mi hija —Addie me mira con desconfianza —no luces particularmente bien.
Resoplo.
—Estoy bien —mascullo.
—Si, ajá —Addie rueda los ojos —no has estado bien desde que rompiste con Stella.
Una punzada dolorosa me atraviesa el pecho. No le doy una respuesta, no hay nada que pueda responder a eso. ¿Qué puedo decir?
Tiene razón, me he sentido miserable desde que abandoné su puerta esa noche. He intentado no pensar mucho en eso, pero es imposible. Porque Stella se hizo parte de mi mundo, se volvió parte vital, desde esa noche he estado sintiéndome como en una especie de bucle perdido en el espacio.
—Harry —miro a mi amiga —en serio, estamos preocupados.
Esta vez no hay molestia, o burla en sus palabras. Sus pupilas destellan con preocupación, una genuina.
—No tienen que estarlo.
Suspira derrotada, deja a un lado la mochila que carga sobre el hombro y me encara.
—Bien, basta de esto —arqueo la ceja —este hombre frente a mí no es mi mejor amigo.
—Addisón...
—No —dice con una firmeza que me hace callar —¿qué es lo que pasa contigo? ¿Desde cuando eres de los que se rinden con tanta facilidad?
—No tienes idea de lo que hablas —advierto —así que será mejor que tengas tu noche con tu esposo, y yo me quedo cuidando de tu hija, como lo habíamos planeado.
—No me voy a callar lo que tengo por decir y si después de eso quieres marcharte y no cuidar de mi hija, bien. No voy a detenerte, pero me vas a escuchar.
—Addie...
—¿Por qué? ¿Por qué te rindes con tanta facilidad? Desde el momento en el que Oliver llegó al observatorio, haz optado por abandonar el barco. No luchaste por quedarte, decidiste tomar otro camino y todos lo entendimos pero, ¿esto? Creí que Stella era lo suficientemente importante para ti.
—Y lo es —objeto —lo es, Addie. No dudes nunca de eso pero...
—¿Cuál es el pero? ¡No debería existir ninguno! Lo que ella necesita es saber que te tiene de su lado, es saber que realmente quieres intentarlo. Pero esto, lo que estás haciendo justo ahora...es todo lo contrario.
Addie me mira fijamente, con una intensidad que no me permite desviar la mirada. Sus palabras golpean un nervio sensible, uno que he intentado enterrar bajo capas de excusas y razones vacías.
—Lo que ella necesita es saber que te tiene de su lado —repite con firmeza—, no que te has rendido a la primera señal de dificultad.
Aprieto los puños, mi mandíbula se tensa.
—No me he rendido.
—¿Ah, no? —Addie cruza los brazos—. Entonces, ¿qué es esto? Porque lo único que he visto desde esa noche es a alguien que se esconde, que evita enfrentar lo que siente. Harry, la dejaste ir.
Su declaración es como un golpe directo al pecho. Quiero negarlo, decirle que no es así, que no tuve elección, pero las palabras no salen.
—Ella merece algo mejor —susurro al final, sintiendo un nudo en la garganta—. Merece a alguien que no esté tan jodido como yo.
Addie resopla, incrédula.
—¿En serio? ¿Eso es lo que vas a usar como excusa? Déjame decirte algo. Nadie es perfecto. Todos estamos jodidos de una forma u otra. Pero el amor no se trata de encontrar a alguien perfecto, sino de encontrar a alguien con quien estés dispuesto a luchar, incluso cuando las cosas se compliquen.
La habitación se siente más pequeña de repente, como si las paredes estuvieran cerrándose.
—No entiendes, Addie —respondo, mi voz apenas un murmullo—. No sé si puedo ser la persona que ella necesita.
Ella se acerca, colocando una mano en mi hombro.
—No necesitas ser perfecto, Harry. Solo necesitas intentarlo. Porque lo que estás haciendo ahora, alejándote, dejando que el miedo te controle, no es amor. Es cobardía.
Sus palabras me atraviesan como un cuchillo. Me levanto de la silla y camino hacia la ventana, mirando las luces de la calle. Mi reflejo en el vidrio me devuelve una imagen que apenas reconozco.
—¿Crees que es tan fácil? —murmuro, sin apartar la vista del cristal—. ¿Crees que puedo simplemente aparecer en su vida y decirle que voy a arreglarlo todo?
—No es fácil —admite Addie detrás de mí—. Pero nada que valga la pena lo es.
Un silencio pesado cae entre nosotros. Sé que tiene razón. Lo sé desde el momento en que Stella cerró esa puerta. Pero el miedo de fallarle otra vez, de lastimarla más, es paralizante.
Addie suspira.
—Piensa en esto, Harry. ¿Qué es peor? ¿Intentar y fallar o quedarte sentado viendo cómo la pierdes para siempre?
¿Qué es peor? La respuesta debería ser obvia, pero el miedo sigue susurrando en mi oído, recordándome todo lo que está en juego.
Mi amiga suspira.
—Me llevaré a mi hija conmigo —dice finalmente —mañana sale el episodio con Mónica Stanford. Creo que sabes lo que tienes que hacer.
Addie recoge su bolso y se prepara para salir.
—Addie... —mi voz suena más frágil de lo que esperaba, pero ella no se detiene.
—Mañana, Harry —dice mientras abre la puerta—. Si no tomas una decisión para entonces, no lo harás nunca.
Cierra la puerta con suavidad, pero el eco de sus palabras queda flotando en el aire, golpeándome con más fuerza que cualquier grito.
Me dejo caer en el sofá, con la cabeza entre las manos. La mención de Mónica Stanford me remueve algo profundo. Claro que sé lo que significa. Es el episodio en donde Stella estará. En donde se abrirá al mundo. Prometí a su lado, ¿y qué es lo que hago en su lugar?
La habitación se siente más vacía de lo que debería. Cierro los ojos, intentando ahogar los pensamientos que brotan como un torrente incontrolable. Las palabras de Addie, las de Stella, todas se mezclan en mi mente, formando una maraña de culpa, miedo y un amor que no parece suficiente para sostenerme.
—¿Qué estoy haciendo? —murmuro, con un nudo en la garganta.
Mis ojos se posan en mi teléfono. Pienso en llamarla, en escribirle, en decirle todo lo que no fui capaz de decir esa noche, pero mis dedos se quedan inmóviles. ¿Qué si lo arruino más? ¿Qué si la pierdo por completo?
Respiro profundamente y me levanto con un impulso repentino, agarrando las llaves del auto. Necesito aire, algo que me despeje la mente. Salgo al frío de la noche, el sonido de mis pasos resonando en la acera como un metrónomo sombrío.
Me subo al auto, el silencio del interior es ensordecedor. Pongo las manos en el volante y cierro los ojos por un momento, intentando calmar el temblor en mis dedos.
Enciendo el motor y me alejo, las luces de la ciudad pasando como un borrón a mi alrededor. Con cada kilómetro que recorro, el peso de la pérdida se hace más insoportable. Siento que estoy huyendo, no hacia algo, sino de todo.
"Si de verdad me amas, entonces vas a tener que aprender a estar bien contigo mismo."
Y ahora, mientras conduzco sin rumbo fijo, me doy cuenta de que tal vez nunca he sabido cómo hacerlo.
_____________________________________________________________________
¡Hola, hola!
Sé que he estado mega desaparecida, pero las últimas semanas han estado repletas de ocupaciones. El trabajo me consume a tiempo completo y apenas encuentro tiempo de escribir. Espero pronto retomar el ritmo de las actualizaciones.
¡Disfruten el capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro