Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26.- Monstruos reales

STELLA

Odio los funerales.

Una presión constante en el pecho apenas me permite respirar con normalidad. Sin embargo, estoy haciendo mi mejor esfuerzo para aparentar que soy capaz de estar en este sitio.

La atmósfera es pesada, cargada de los sentimientos de dolor que emana de cada rincón. Deslizo la mirada hacia Harry, está a mi costado, noto su respiración pesada y la expresión casi impenetrable en su rostro, pero sus ojos...

Siempre he pensado que los ojos son como una ventana abierta que reflejan todo aquello que no podemos esconder. Y ahora mismo, los ojos de Harry están tan llenos de dolor, sus ojos dicen tanto que me duele el pecho solo de verlo. Está haciendo un esfuerzo enorme por mantenerse entero, y mi corazón se rompe a pedacitos porque entiendo perfectamente el sentimiento de darlo todo para mantenerte en pie aun cuando tus pedazos se están haciendo añicos.

Me muevo ligeramente, mi mano envuelve la suya, aprieto su mano en un intento de hacerle saber que estoy aquí, no se aparta, pero tampoco devuelve el gesto. Solo permanece mirando al frente, hacia el ataúd que está rodeado de todo tipo de flores.

—Ojalá pudiera estar en cualquier otro sitio —su voz apenas me alcanza —no soporto esto.

Baja la mirada. Su barbilla tiembla y su voz brota tan inestable que, por un segundo, siento el picor en los ojos, porque no hay nada más doloroso que ver a la persona que amas sufrir y no poder hacer nada para detener el dolor.

—Podemos tomarnos un segundo si lo necesitas —murmuro.

Sacude la cabeza en una negativa. Aprieta los labios y aparta la mirada hacia un costado. No vuelvo a hablar, pero me apego a su cuerpo. Esta vez él me rodea la cintura con el brazo y yo envuelvo el mío alrededor de su torso.

El sacerdote continúa hablando, los minutos parecen eternos hasta que el momento de bajar el féretro llega.

Su cuerpo se tensa todavía más si eso es posible, su mano sigue en mi cintura, pero su agarre se vuelve más firme, como si necesitara aferrarse a algo.

No aparta la mirada ni un segundo del féretro mientras baja y desaparece en el espacio de tierra que han preparado. El momento final para despedirse llega y solo entonces Harry me suelta. Me quedo a unos pasos de distancia, mirando al hombre que quiero tanto lucir tan roto y vulnerable que desearía poder hacer cualquier cosa para que no tuviera que estar experimentando ese grado de dolor.

Pero no puedo hacer nada. Absolutamente nada más que aguardar a que él regrese, con los ojos llenos de dolor y las lágrimas contenidas.

Su barbilla tiembla y abro los brazos, no duda en acercarse y se aferra a mi cuerpo.

—Te tengo —susurro rodeándole el cuello —te tengo, cielo.

Me aferro a él con más fuerza, deseando poder absorber parte de ese dolor que lo está destruyendo. En este instante, solo quiero ser su refugio, el lugar seguro donde pueda volverse vulnerable, donde no tenga que ser fuerte.

No sé cuánto tiempo permanecemos así, pero no me importa. Aquí, rodeados de la fría realidad de la pérdida, su dolor se convierte en mi dolor, su duelo se convierte en el mío. Y, aunque nada pueda aliviar por completo lo que siente, lo único que puedo hacer es mantenerme aquí, con él, esperando que mi presencia le traiga algo de paz.

Porque a veces, cuando el mundo se desmorona, lo único que necesitamos es saber que alguien nos sostiene.

Para cuando Harry se aparta de mi cuerpo, parece haber recuperado el control. Algunas personas se acercan y él se limita a dar cortos asentimientos. El itinerario es volver a la casa de los padres de Harry, algunas personas como familiares y amigos cercanos estarían ahí, Jeff y Addison también han llegado y justo ahora los observo acercarse.

Solamente con ellos Harry parece abrirse un poco más, cuando sus amigos lo abrazan y susurran algo en voz baja, luego Jeff y él se apartan y Addie se queda a mi lado.

—Duele tanto verlo así —dice con los ojos húmedos.

—Sí —tomo una corta inhalación —me rompe el corazón que tenga que pasar por eso.

—No malinterpretes su distancia —dice como si supiera exactamente lo que está ocurriendo —Harry suele encerrarse en si mismo para no sufrir, es su método de protección. Suele alejarse de todos y de todo, lo hizo cuando ocurrió lo de Oliver y sé que lo está haciendo de nuevo.

El nudo en mi garganta aprieta un poco más.

—No quiero perderlo.

Addie sonríe.

—No lo harás, solo tenle paciencia, y recuérdale que por mucho que lo parezca, no está solo.

Regreso mi atención hacia Harry y Jeff quienes mantienen una conversación que parece seria, luego, él voltea hacia mí. Le sonrío, intentando transmitirle, aunque sea una pequeña pizca de calidez y él me regresa el gesto, o lo intenta porque la sonrisa no llega a sus ojos.

Los chicos no demoran en regresar, toma mi mano apenas se coloca a mi costado y mira a sus amigos.

—Iremos a casa, pueden acompañarnos si gustan.

—Por supuesto, amigo —dice Jeff —¿los vemos ahí?

La mayoría de las personas ya se han dispersado, así que Harry asiente y nos despedimos de nuestros amigos mientras volvemos al auto.

—Puedo conducir —me ofrezco.

Él solo asiente. No dice nada cuando nos montamos en el coche, se coloca el cinturón en silencio y se apoya por completo en el respaldo del asiento. No me mira. Mantiene su mirada en el exterior, sus manos están en puños sobre la tela de su pantalón y su cuerpo está tenso.

Quiero hablar, decir cualquier cosa y romper el denso silencio que se crea entre nosotros... pero he aprendido que a veces eso es justo lo que las personas necesitan. El silencio.

Nos toma cerca de veinte minutos llegar a la casa, fueron solo veinte, pero se sienten eternos. Bajamos del auto prologando en silencio y justo antes de entrar, se detiene. Se queda inmóvil frente a la puerta, y, por un momento, pienso que quizá no será capaz de entrar. Me acerco lentamente, coloco una mano sobre su brazo y, como si ese gesto fuera el impulso que necesitaba, finalmente abre la puerta.

Hay algunas pocas personas, el padre de Harry habla con una mujer de mayor edad, a quien reconozco como la abuela de Harry, él no parece interesado en mantener una conversación con alguien así que lo sigo hasta el salón en donde hay una cantidad menor de personas.

—¿Necesitas algo? —inquiero.

Sacude la cabeza en una negativa.

Se desliza sobre uno de los sillones que se encuentran más apartados. Me coloco a su lado, sin saber si mi cercanía en realidad es una ayuda, o solamente está siendo perjudicial. Y como si pudiera responder a mi pregunta, su cuerpo se desliza hasta colocar la cabeza sobre mi hombro.

—Esto no debería ser tan difícil —murmura, su voz apenas un susurro.

—Lo sé —respondo del mismo modo —pero supongo que la vida no deja de mostrarnos que las cosas nunca son como deseamos.

Un corto silencio se instala entre nosotros.

—Lo lamento —dice de pronto.

Me muevo un poco para poder mirarlo.

—¿Por qué?

—Te estoy alejando —dice cerrando los ojos —sé que no debo hacerlo, pero no sé como lidiar con lo que estoy sintiendo ahora. Yo solo... solo quiero dejar de sentir lo que sea que estoy experimentando. Desearía solo...silencio.

—No necesitas disculparte por lo que sientes —digo suavemente, acariciando su cabello—. A veces, todo lo que podemos hacer es intentar seguir adelante, un día a la vez. Y eso está bien.

Harry no responde, pero se aferra un poco más a mí, como si mi presencia fuera un salvavidas en un mar turbulento.

—No tienes que lidiar con esto solo —susurro—. Estoy aquí contigo, en cada paso del camino. Y cuando necesites silencio, te daré el espacio que necesites. Pero cuando necesites hablar, cuando sientas que el peso es demasiado, recuerda que me tienes.

Me mantengo a su lado, permitiéndole sentir mi apoyo sin presionarlo a hablar.

—Te prometo —digo con voz suave pero firme—, que no importa cuánto duela, no importa cuán grande sea el monstruo del dolor, tú lo eres más. Eres más fuerte de lo que crees, y no estás solo en esto. Por favor, dime que lo sabes.

Asiente, su mirada un poco menos pérdida.

—Lo sé, supernova.

Vuelve a acurrucarse a mi lado, su cabeza descansa de nuevo sobre mi hombro y su respiración se vuelve un poco más suave.

Nos quedamos de nuevo en silencio, porque después de todo, cuando se experimente un dolor tan grande, no hay palabras que puedan ayudar.

A veces... a veces lo mejor que puedes hacer, es simplemente... estar.

Pasamos cerca de dos horas en la casa familiar de Harry, él se acerca a su padre en un par de ocasiones y yo intento ser de ayuda tanto como me es posible.

Sin embargo, llega un punto en el que realmente siento que necesito un poco de aire. La tarde ha comenzado a caer sobre el ambiente, la oscuridad comienza a expandirse así que salgo al jardín trasero de la casa, el aire fresco me golpea y considero volver adentro, pero decido quedarme.

Avanzo unos cuantos pasos, alejándome de las conversaciones que se producen en el interior, y permito darme un momento para simplemente respirar. Creo que estoy sola en el jardín, sin embargo, cuando avanzo unos pasos más. Descubro que hay alguien más aquí.

Reconozco la figura alta que parece querer esconderse entre las sombras, Oliver está apoyado debajo de uno de los árboles, incluso desde aquí puedo ver la botella de cerveza que sostiene entre sus manos, probablemente lo último que quiere es que alguien lo moleste, después de todo si está aquí, es porque quiere privacidad.

No he hablado mucho con él, más que para darle el pésame, he mantenido mi distancia porque sé lo que significa para Harry la cercanía de su hermano. Sin embargo, ahora me acerco sin dudarlo mucho a pesar de todas las voces en mi cabeza que sugieren que esto puede ser una mala idea.

—Deberías de estar adentro —su voz se escucha cuando estoy a unos escasos pasos de distancia.

—Supongo que tú también —respondo suavemente, sin retroceder. Oliver ni siquiera levanta la vista, sus ojos están fijos en algún punto oscuro del jardín, como si el vacío fuera más fácil de enfrentar que la realidad.

Por un segundo, dudo. La tensión en el aire es palpable, mi mente repite que estar aquí no es buena idea, pero la hago a un lado, y me quedo.

—No soy fan de las reuniones familiares —murmura, más para sí mismo que para mí—. Y menos de este tipo.

Doy un paso más cerca, cruzando los brazos para protegerme del frío que se ha asentado en el aire, y me armo de valor para responder.

—Lamento tu perdida. Sé que esto es difícil...

Oliver deja escapar una risa amarga, una mezcla de resentimiento y tristeza en su tono.

—¿Difícil? Claro que lo es. Difícil es poco. Es una jodida tortura.

Se gira. Me encuentro con sus ojos rojos y el dolor tan profundo que he visto en otro par de ojos muy similares.

—¿Sabes que es lo más jodido de todo, Stella? Que he perdido a mi madre, y también a mi hermano. A este paso terminaré perdiendo todo y lo mejor, es que ya ni siquiera me importa.

—Oliver...

—Porque él tiene razones para odiarme, las tiene de sobra.

—Tal vez solo tienes que darle la verdad —me encojo de hombros. —Decirle la verdad de una vez y...

—¿Qué verdad? —da una zancada hacia mí que me hace retroceder —¿la verdad de que estoy tan celoso de mi hermano menor que decidí robarle sus sueños? ¿La verdad de que me aterraba perder lo único en lo que he sido bueno, así que decidí joder a la persona que nunca me ha hecho ningún mal?

—Oliver...

—¡Esa es la puta verdad, Stella! —retrocedo un paso más —la verdad es que soy un puto egoísta que no quiso dejar que su hermano brillara porque le aterraba perder lo único que lo definía.

El dolor y la autodesprecio en su voz son tan palpables que me paralizan. Quiero decir algo, cualquier cosa que pueda romper esa barrera de odio hacia sí mismo que Oliver parece haberse construido, pero no encuentro las palabras correctas. Siento su amargura, su arrepentimiento disfrazado de furia, y me doy cuenta de que en el fondo, lo que más le duele es precisamente lo que ha hecho.

—¿Crees que él no sabe cuánto te duele todo esto? —digo finalmente, tratando de mantener la calma mientras el frío aire nocturno nos envuelve—. Sé que no es fácil, pero, Oliver, a veces el paso más difícil es perdonarte tú mismo. Y si quieres intentarlo... si quieres que él escuche, eso puede ser el comienzo.

Él sacude la cabeza, una risa sin alegría escapando de sus labios mientras clava la vista en algún punto entre nosotros.

—¿Y para qué? Eso no cambia nada, Stella. Mi madre se fue, me pidió que hablara con él, me hizo prometerle que lo haría, pero ahora él no va a escucharme. Si había alguna probabilidad, ahora no existe ni una sola.

—Pero ¿y si sí? —insisto, dando un paso hacia él con cuidado. Él se queda inmóvil, la tensión en sus hombros apenas cediendo mientras las palabras le llegan—. ¿Y si, por una vez, decides hablarle sin esperar una reacción perfecta? A veces, no es necesario que todo sane de inmediato. Solo hay que empezar, Oliver. Tienes que darte la oportunidad de demostrar que puedes ser más que esos errores. Dile la verdad —enfatizo las tres últimas palabras.

—No puedo —dice y su voz tiembla levemente.

—La misma que acabas de gritar, dísela. Si quieres recuperar a tu hermano eso es lo que tienes que hacer. Tal vez no lo entienda, tal vez no cambie nada, pero le habrás dicho la verdad y créeme, eso siempre va a contar.

Sacude la cabeza, dando un paso hacia atrás. Se queda en silencio, pero sus manos comienzan a temblar visiblemente. Sus hombros se tensan y su respiración se vuelve entrecortada, rápida, como si de pronto no pudiera tomar suficiente aire. Su mirada se pierde en el suelo, y veo cómo su pecho sube y baja a un ritmo irregular. Lleva una mano a su pecho, como si tratara de calmar el frenesí que lo invade, pero es evidente que está perdiendo el control.

—Oliver —digo suavemente, acercándome otro paso, sin saber si mi presencia lo ayudará o lo hará sentir más atrapado. Sus ojos, llenos de pánico, se encuentran con los míos, y su mano se aprieta sobre su pecho, mientras intenta inútilmente contener las respiraciones jadeantes.

—No puedo... no... —balbucea, su voz temblorosa—, no debería estar aquí... todo esto... no puedo respirar.

Sin pensarlo, extiendo mis manos y las coloco suavemente sobre sus hombros, manteniendo mi voz tranquila y baja.

—Escúchame, Oliver. Respira conmigo, ¿de acuerdo? Solo inhala lentamente, cuenta conmigo... uno, dos, tres —lo guío mientras tomo una respiración profunda, asegurándome de que él me siga.

Pero no lo hace.

—Oliver, respira —insisto —hazlo conmigo.

Su respiración sigue entrecortada, pero poco a poco comienza a calmarse.

Sigo contándole cada inhalación y exhalación, sosteniendo su mirada para darle algo en lo que concentrarse. Finalmente, sus respiraciones se tornan más largas y profundas, y el temblor en sus manos disminuye. Aún luce frágil, pero la sombra del pánico comienza a disiparse.

—Gracias —murmura, apenas audiblemente, sus hombros cayendo, agotados. Aprieta los párpados, sé lo horrible que se sienten los ataques de pánico, así que no pienso demasiado en lo que hago después.

Rodeo sus hombros en un abrazo. Es un gesto breve, que apenas parece sorprenderlo, y siento cómo poco a poco su respiración recupera el ritmo mientras su cuerpo deja de temblar. Mi abrazo es firme, intentando brindarle un apoyo que probablemente no ha tenido en mucho tiempo, pero no es más que eso: una muestra de amistad en medio del dolor.

—Intenta hablar con él —susurro —verás que no todo está tan perdido.

El asiente brevemente.

—¿Interrumpo algo? —la voz fría nos hace voltear a ambos.

La voz de Harry nos congela, y cuando lo miro, noto la tensión en su mandíbula y el brillo intenso en sus ojos. Su mirada va de mí a Oliver, y es como si el aire se volviera denso y pesado alrededor nuestro. No supe en qué momento apareció ahí, pero es evidente que ha estado observando por unos segundos.

—Harry... —comienzo, soltando a Oliver de inmediato, pero Harry ya ha dado un paso hacia nosotros.

—¿Mi novia estaba siendo de ayuda, Oliver? —pregunta, su voz tan baja y afilada que siento un escalofrío. La dureza en su tono me hace sentir que las palabras que puedan seguir no van a ser fáciles de manejar.

Oliver retrocede un paso, sus hombros aún tensos, pero responde con un esfuerzo visible.

—No es lo que crees. Solo... estaba pasando por algo, y Stella estaba aquí para ayudarme.

—¿Ayudarte? —Harry deja escapar una risa seca, su mirada clavada en mí—. Claro, siempre tan dispuesta a ayudar.

—Harry, ¿qué...? —intento acercarme, pero él retrocede —no es nada, así que realmente tienes que dejar de pensar en lo que sea que tienes en la mente —advierto.

—Lo que sea que haya sido, me quedó claro —susurra, con una dureza que no había oído antes.

Se da la vuelta, pero me rehúso a dejarlo marchar.

—Harry —mi voz brota más firme, se detiene, permanece dándome la espalda por unos segundos antes de girarse.

Y entonces lo veo.

Lo veo claro.

Aquellos monstruos invisibles que ahora se muestran por completo, y que amenazan con hacernos pedazos. 

_____________________________________________________

¡Hola, hola! 

¿Qué creen que pase ahora?

¡Me encanta leerles en comentarios!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro