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24.- El peso de un pasado


Harry

Hay un sentimiento extraño en mi pecho que no puedo descifrar del todo. Una sensación que, a pesar de no entender, no me deja tranquilo.

—Has estado muy pensativo —la voz de mi madre me hace elevar la mirada. Coloco a un costado la computadora, sonrío levemente mientras me inclino hacia adelante.

—Creí que estabas durmiendo.

—No, he dormido lo suficiente —dice con una mueca —¿no deberías de estar trabajando?

—He pedido unos días —me encojo de hombros —mis alumnos seguro disfrutarán no tener a su profesor por un par de días.

Mamá sonríe.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, no tienes que preocuparte.

—Bueno, no dejaré de preocuparme hasta que estés en casa recuperada —sentencio.

Ella hace un ademán con la mano para restarle importancia.

—Estoy bien ahora, no me agrada que tengas que faltar al trabajo para cuidarme. Oliver seguro vendrá pronto.

—Sí, seguro.

—Harry... —suspiro ante el tono que mi madre emplea. —Por favor.

—No voy a discutir contigo mamá —aclaro —está bien.

—No, no está bien cuando apenas y toleras escuchar el nombre de tu hermano —reprende —han llevado esto demasiado lejos.

Me incorporo, no quiero hablar de esto con mi madre porque los antecedentes de nuestras conversaciones sobre el tema evidencian que siempre terminamos discutiendo. Y ahora no quiero hacerlo. No cuando ella está delicada, en una cama de hospital.

—Lo que menos quiero ahora es discutir, por favor, sabes a dónde nos conducirá esta conversación —mi madre suspira.

—Harry, sé que piensas que lo he defendido demasiado, pero...

—No solo lo pienso, es así —cierro los ojos por un segundo —lo has hecho siempre, y está bien. No voy a obligarte a hacer lo contrario. Pero por favor, no quiero hablar de esto ahora. No contigo en una cama de hospital.

—No puedes vivir con esto para siempre, Harry — susurra—. Tú crees que fue intencional...

—Lo fue, mamá. Que ustedes no quieran aceptarlo es algo muy distinto.

—Es tu hermano, Harry. No quiero que se conviertan en extraños.

—Eso es algo que no solo yo debo recordar —mascullo

La escucho suspirar, extiende la mano hacia mí y la tomo, me acerco hasta quedar al borde de la cama.

—Cuando yo no esté aquí espero que ambos recuerden que son hermanos, y que van a necesitarse.

Un sabor amargo se instala en mi boca.

—No digas eso, ma. Tu siempre vas a estar.

Sonríe.

—¿Podemos dejar de hablar de esto, por favor?

Ella parece hacer caso por fin a mis peticiones porque asiente.

—Solo lo dejo pasar porque hay algo más importante —dice con curiosidad. —Tu padre ha mencionado a esa chica...

—Oh, no —me incorporo de nuevo alejándome de la cama, lo que la hace reír.

—Por favor, ¿pensaste que lo ignoraría?

—Mantenía la esperanza de que si —sonrío —se llama Stella.

—Stella —repite el nombre con suavidad —tu padre mencionó que es astróloga, hija del hombre que sale en la televisión leyendo esas cartas.

Asiento lentamente.

—Parece que papá la reconoció bastante bien —murmuro.

—¿En dónde está ella ahora?

—Descansando, apenas he conseguido que se vaya a casa. Es bastante testaruda cuando se lo propone.

Mi madre sonríe.

—Bueno, en algo se parece a ti —dice con diversión —me gustaría mucho conocerla.

Un sentimiento cálido se instala en mi pecho con el solo hecho de recordar a Stell. Es curioso como una persona puede cambiar tanto el concepto que tienes sobre algo. Antes de ella, no imaginé que pudiera concebir las relaciones o el "amor" del modo en el que ahora lo hago.

Pero todo es tan distinto desde entonces.

—Tal vez la invite a comer algún día —me encojo de hombros —tenemos el tiempo suficiente.

—Ella es especial, ¿cierto? —inquiere.

La forma en la que me mira me hace saber que se ha dado cuenta. Nunca entenderé como las madres pueden tener esa especie de superpoder para enterarse de cada cosa que le sucede a los hijos.

—Sí —mi respuesta no deja dudas —lo es. Mucho. Ella... ella me gusta en serio, y no solo me gusta, significa más para mí de lo que pude imaginar. La quiero, mamá.

Una sonrisa dulce se apodera del rostro de mi madre.

—Claro que la quieres, se te nota en los ojos con solo mencionar su nombre.

Una risa se escapa de mis labios.

—Lamento haber discutido esa noche —sus palabras me toman con la guardia baja —cuando tu padre y yo llamamos...no debimos tratarte de esa forma.

—Está bien, mamá...

—No, no está bien —dice y parpadea —hace mucho que no sé nada de mi hijo, parece que has conocido a una mujer encantadora, te has enamorado y yo no me he enterado de nada. Y lo lamento porque tal vez nosotros te apartamos.

Sacudo la cabeza en una negativa.

—No pienses en eso ahora.

—Sé que es injusto pedirte esto, pero... ¿podrías intentar hablar con tu hermano? Sé que si tu no decides hacerlo, la distancia que se ha creado entre ustedes nunca va a desaparecer. No quiero que mis hijos se conviertan en desconocidos.

Un pinchazo de culpa me atraviesa el pecho.

—No quiero que lo hagas ahora, pero considéralo, por favor.

Suspiro, no puedo negarme, no con mi madre delicada, no cuando sé que mi negativa probablemente le rompa el corazón.

—Bien —susurro. —Lo pensaré.

Y ojalá la sonrisa que mi madre me dedica fuese suficiente para hacerme saber que esto es lo correcto.

Stella no está en casa cuando vuelvo. Me hubiese gustado encontrarla aquí pero incluso cuando la necesidad de tenerla cerca parece insoportable, mi parte racional me recuerda que ella también tiene sus propios asuntos que resolver.

El silencio de la casa me envuelve, dejo a un costado la chaqueta y me dejo caer sobre el sofá. Sonrío levemente cuando mi atención se queda en las hojas de colores que están a un costado, extiendo la mano hasta tomar una, y leo las anotaciones que ha hecho.

"Me he dado cuenta de que mirar hacia el pasado es como contemplar un mapa lleno de caminos recorridos y lecciones aprendidas. Esas experiencias, a veces dolorosas, a veces felices, son los cimientos sobre los que construimos nuestro futuro. Hoy, elijo tomar esas lecciones, atesorar cada momento, y avanzar con un corazón abierto, confiando en que el destino guarda nuevas maravillas por descubrir. Nuestro pasado no define nuestro destino, pero sí nos prepara para enfrentarlo con fuerza y esperanza."

Dejo a un lado el papel con suavidad.

El pasado, ¿Qué tanto peso puede tener en un futuro?

Recuerdo las palabras de mi madre, el hecho de prometerle algo que no sé si ahora soy capaz de cumplir. Han pasado meses desde el momento en donde nuestra relación se fracturó, pero la herida sigue fresca.

¿Cómo se puede olvidar la traición y la decepción?

Me recuerdo sobre el sillón, apoyo la cabeza contra el respaldo y cierro los ojos. Los recuerdos vienen a mi mente tan frescos que realmente creo que sucedieron ayer. No creo que puedan olvidarse nunca, ¿Cómo olvidar el instante en el que todos los planes se hicieron pedazos?


—No debí de haberte ilusionado de esta manera, Harry. Lo lamento, pero haremos un incremento a tu salario, y mejoraremos las prestaciones. Desgraciadamente el puesto de director se le ha otorgado a alguien más.

El corazón me dejó de latir por un segundo como si eso fuese humanamente posible, lo es, pero eso significaría morir y yo sigo vivo. Sigo aquí, mirando al hombre que ha sido una guía para mi por años. Y quien aseguró que tenía una gran posibilidad de ser su sucesor.

—No entiendo, usted dijo...

—Sé lo que dije, Harry. Y tu entrevista fue maravillosa, eres excelente en el trabajo pero...

Pero...siempre hay un pero.

—Esto no es personal, Harry. Quiero que lo entiendas.

Sonrío sin querer hacerlo realmente.

—¿A quién han elegido?

Mi jefe sacude la cabeza. Sé que es probable que no me digan el nombre del elegido, porque no es profesional. Además, supongo que tendré que conocerlo cuando se hagan las debidas presentaciones.

Pero maldición, esto no debería de estar resultando así. No se supone que funcione de esta manera. Ver como los planes que has hecho se caen a pedazos, es una de las sensaciones más frustrantes que pueden existir, la decepción se apodera de cada fibra de mi ser mientras intento aparentar que realmente no me importa demasiado.

—No puedo compartirte el nombre ahora, pero estoy seguro de que podrán trabajar de forma excelente.

Antes de que pueda dar una respuesta, el intercomunicador suena.

—Doctor Fischer, el Doctor Oliver Jenkins lo espera para...

Es un movimiento rápido en el que mi bloquea el intercomunicador, quitando el altavoz y terminando la conversación.

¿Oliver Jenkins?

¿Mi hermano? ¿Por qué mi hermano...?

—No —mi voz brota en un susurro, una risa incrédula brota de mis labios —No puede ser él, Doctor Fischer...

—Harry, lo lamento.

Jodida mierda.

El mundo parece detenerse un segundo mientras la idea se instala en mi mente como un mal chiste. Mi propio hermano, la última persona con la que pensaría tener que compartir algo, mucho menos un trabajo tan importante, es el elegido. Ni siquiera estoy seguro de si siento rabia, incredulidad o... ambas cosas.

— ¿Quién demonios pensó que esto era una buena idea? —pregunto, luchando por mantener la compostura.

Doctor Fischer me mira, serio, con una de esas expresiones que he visto tantas veces. Es la mirada de alguien que intenta ser empático, pero que también está dejando claro que su decisión es irrevocable.

—Sé que esto es complicado para ti, Harry, pero Oliver es un profesional muy capacitado. La decisión no se basó en aspectos personales.

Me río con ironía.

—¿Aspectos personales? —inquiero.

No me da una respuesta, así que creo que hemos terminado.

—Bien —digo finalmente, aunque la palabra me sabe amarga—. Supongo que eso es todo.


Recuerdo bien lo que pasó después.

Recuerdo haber esperado que Oliver saliera del Observatorio, recuerdo haberlo llamado enfurecido y recuerdo cada maldita excusa que el dio.

Todo se fue al carajo desde ese momento.

Y ahora parece demasiado tarde como para intentar hacer algo al respecto.

¿Soy realmente un hijo de puta por no poder siquiera considerarlo? Tal vez soy un maldito egoísta que no puede aceptar que los planes no salieron como pensaba, pero a veces tenemos que ser lo suficientemente egoístas para proteger nuestros sueños.

Yo no lo fui. Los compartí creyendo que estaban a salvo.

Y eso me los arrebató.

Pero estoy harto de sentirme de esta manera, estoy harto de lo que significa estar constantemente cuidándome de lo que Oliver pueda o no hacer.

No tengo que perdonarlo.

Solo tengo que dejar de sentir la sofocante sensación de rencor.

Quizás, como me dije tantas veces, me equivoqué al confiar en él. Tal vez debería haber sido egoísta desde el principio, haber guardado mis metas y ambiciones para mí. Pero una parte de mí aún quiere creer que no toda conexión está destinada a romperse. A veces, sólo a veces, las cosas no tienen que acabar en ruinas.

Pero eso ya no importa. Me repito que no tengo que perdonarlo; no necesito esa carga extra. Lo que necesito es dejar de sentir este ardor constante en el pecho cada vez que pienso en él, en su nombre, en el peso de su existencia.

Quizás he estado perdiendo tiempo y energía deseando que las cosas fueran distintas, luchando contra una sombra que ni siquiera debería importarte. No necesito reconciliarme, ni con él ni con la situación, sólo necesito darme permiso para seguir adelante sin arrastrar el peso de lo que pasó.

Cierro los ojos, dejando escapar un suspiro profundo, como si, por primera vez en mucho tiempo, me estuviera desprendiendo de algo.

—Basta —murmuro para mí mismo, sintiendo cómo la palabra resuena en el silencio de la habitación.

Tomo el celular, busco el número de Oliver pero antes de que pulsar el botón de llamar, su nombre aparece en la pantalla indicando que es él quien me llama.

Deslizo el pulgar para responder casi de inmediato.

—Hola, justo iba a...

—Tienes que volver al hospital —su voz llena de urgencia me alarma, me incorporo con rapidez tomando la chaqueta para salir de casa, siguiendo la indicación de inmediato.

—¿Por qué? ¿Qué ocurrió?

—Mamá está muerta, Harry. 

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