20.- Orden cósmico
Stella.
Creí que la conversación que mantuvimos Harry y yo sobre Oliver cambiaría algo, una parte pesimista decía que tendría todo el derecho de enojarse, pero no ocurrió. No hablamos más del tema, y tampoco tuve la iniciativa de hablarlo de nuevo.
Al final, es un tema familiar en el que no puedo intervenir, a mi no me agradaría que Harry terminase involucrado en mis problemas familiares, y creo que lo que estamos construyendo es tan especial como para no querer contaminarlo con problemas que en realidad no podemos controlar.
Aún no hemos definido que es exactamente "esto" que se ha formado entre nosotros, pero al mismo tiempo es como si ninguno sintiese la necesidad de ponerle una etiqueta. Es más como si ambos hubiésemos decidido "fluir".
Elevo la mirada cuando escucho a Harry soltar una maldición. Se quita las gafas de descanso, que hasta hace unos días ni siquiera sabía que usaba, y aparta los papeles del líquido café que comienza a formarse sobre el escritorio.
—¿Todo en orden?
—Sí —dice soltando un suspiro —pero creo que necesito dormir urgentemente.
Dejo a un costado mi laptop asegurándome de no perder la página del blog, y me incorporo abandonando mi cómodo asiento en el sofá.
—Has trabajado toda la mañana —murmuro acercándome —creo que mereces un descanso.
Me mira, sonríe levemente y creo que puedo derretirme ante el gesto bonito que adorna su rostro.
—Estoy bien, aunque necesito dormir, pero también necesito avanzar —señala las hojas que ha rescatado antes de que el café las arruinara —no tengo mucho tiempo para dedicarle a la investigación, y realmente quiero concluirla.
—Puedes hacerlo, sin afectar tus horas de sueño —le reprendo.
Me mira, con esa mezcla de cansancio y determinación que conozco bien. Sé lo importante que es para él esta investigación, pero también sé que, si sigue empujándose al límite, no le quedará energía para disfrutar de las cosas pequeñas, de los momentos que también importan.
—Lo sé —responde, pasándose una mano por el cabello desordenado—. Es solo que... siento que, si no termino esto ahora, se me escapará. No quiero dejar ningún cabo suelto.
Me acerco al escritorio, observando los gráficos y notas desperdigadas. La "colisión de estrellas" que tanto le obsesiona parece ser algo más que una teoría científica para él. Es como si esta investigación fuese una forma de entender, o tal vez de controlar, lo que ocurre en su propia vida. Las estrellas colisionan, chocan y cambian el curso del universo. Me pregunto si él siente que su vida ha estado llena de esas colisiones, especialmente con Oliver.
—¿Qué pasa si te tomas un día libre? —sugiero, tratando de no sonar como si estuviera dándole órdenes. Me detengo junto a él, apoyando una mano suavemente en su hombro—. No te vas a quedar sin ideas, Harry. El universo ha estado colisionando durante miles de millones de años. Un día más no hará la diferencia, pero a ti sí.
Él se ríe suavemente, pero noto el conflicto en sus ojos. Por un momento, se inclina hacia atrás en su silla, como si estuviera considerando la idea de dejarse llevar, aunque sea por un segundo.
Ladeo la cabeza, mirándolo con más detalle. Se muerde el labio inferior, y hay una cierta tensión en sus hombros.
—No es solo la investigación, ¿cierto? —su mirada vuelve a mí —¿qué es lo que te preocupa?
Por un instante, creo que no va a responderme. Cierra los ojos y reconozco bien la barrera que ha comenzado a formar, es la misma que yo he usado antes con el tema de mi pasado y de la astrología. Es la barrera que nos protege de aquello que no queremos enfrentar.
—Es Oliver —confiesa en medio de un suspiro.
Me apoyo en el escritorio, quedando frente a él. Es difícil ver a alguien tratando de externar aquello que le duele, la lucha interna que eso significa...no siempre se sale victorioso.
—Es todo lo que pasó en el observatorio. Me siento como si todo lo que construí allí se derrumbó en un instante cuando él tomó mi lugar. Y ahora estoy aquí, tratando de demostrar algo... tratando de demostrar que soy capaz de terminar lo que empecé, que el hecho de alejarme no es una mala decisión.
Sacude la cabeza.
—Tratando de demostrar que no me equivoqué.
Ahora todo cobra un poco más de sentido, las horas que ha pasado investigando, mucho más que en todos los meses anteriores.
—No tienes que probarle nada a nadie—le digo, apretando su hombro con más fuerza, intentando transmitirle apoyo—. Esta investigación es increíble, pero tú lo eres más. Lo que ocurrió no tiene por qué definirte.
Suspira y cierra los ojos por un momento. Se queda en silencio, como si intentara procesar todo lo que acabo de decirle. Me quedo junto a él, esperando, sin presionarlo, sabiendo que necesita su tiempo para asimilar todo.
Finalmente, habla, su voz baja pero firme.
—Cuando empecé con esta teoría sobre la colisión de estrellas, pensé que estaba investigando algo puramente científico. Algo que podría cambiar nuestra comprensión del universo. Pero cuanto más me adentro, más me doy cuenta de que, de alguna manera, esto también tiene que ver conmigo.
Se levanta de la silla y comienza a caminar por el estudio, como si el movimiento le ayudara a organizar sus pensamientos.
—Las estrellas colisionan, se destruyen y crean algo nuevo —continúa, gesticulando con las manos—. Es un ciclo de destrucción y renacimiento. Y, de algún modo, siento que es lo que está pasando en mi vida. Mi relación con Oliver... nuestra relación fue como una estrella, brillaba en algún momento, pero luego colisionamos. Él me arrebató el puesto en el observatorio, y desde entonces, he sentido que todo lo que construí se desmoronaba.
Me acerco de nuevo hacia él. Sus ojos se encuentran con los míos y de nuevo, me reconozco en ellos. Tengo un deja vú con la primera vez que vi sus ojos, no sé si a él le suceda lo mismo, pero yo... veo todos esos demonios que me atormentan en él.
Tal vez es por eso que nos entendemos tanto.
—Olvidas algo —susurro con una leve sonrisa —no todo se pierde cuando las estrellas se destruyen.
Él suspira, eleva la mirada antes de regresar a mis ojos.
—Stell...
—A veces cosas maravillosas suceden, ¿no es cierto? A veces a pesar de la destrucción, algo nuevo puede surgir.
—No sé si puedo reconstruir lo que perdí —dice en voz baja, casi más para sí mismo que para mí.
—Puedes hacerlo, eres capaz. Eres brillante —coloco las manos a los costados de su rostro.
—¿Y si simplemente estoy equivocado? —inquiere —esta investigación, esta nueva teoría, es lo único que tengo ahora. Es mi manera de demostrarme a mí mismo que puedo crear algo nuevo, algo que nadie me pueda arrebatar.
Lo observo mientras habla, y me doy cuenta de que su lucha interna no es solo con Oliver, ni siquiera con el observatorio. Es consigo mismo, con la versión de Harry que existía antes de que todo colapsara.
¿Y no es eso lo que nos atormenta a todos? El recuerdo de las versiones que fuimos antes, las memorias del pasado que en vez de empujarnos hacia el futuro, nos retienen con cadenas invisibles que solo nosotros podemos romper.
—A veces, cuando las estrellas colisionan, lo que queda no es destrucción —me encojo de hombros y le sonrío —a veces se forman nuevas.
—El astro más grande termina absorbiendo al pequeño —dice casi derrotado.
Me río, no pretendo burlarme y él lo sabe.
—Sí, pero eso no siempre es algo malo —le respondo, todavía con una sonrisa en los labios—. El astro más grande puede crear algo más fuerte, más brillante. Absorbe, transforma, y en lugar de desaparecer, lo pequeño se vuelve parte de algo más grande.
—¿Y si no soy lo suficientemente fuerte para ser ese astro? —pregunta, su voz apenas un susurro.
Me acerco, apoyando una mano en su mejilla, obligándolo a mantener el contacto visual. Sé que esta inseguridad viene de un lugar profundo, de un Harry que ha pasado mucho tiempo cuestionándose, y que no ha permitido que nadie vea hasta ahora.
—Ya eres fuerte —le digo con firmeza—. Lo que hiciste en el pasado, lo que logres con esta investigación... no son pruebas de tu valía. Son solo partes de ti, pero no te definen por completo.
Sus ojos se iluminan, vuelven a lucir como él. Es curioso como las palabras pueden esparcir la tormenta, o pueden crear un torbellino.
—Date un respiro, chico de las estrellas —golpeo suavemente su pecho —no tienes que ser el siguiente Stephen Hawking hoy.
Se ríe, la tensión liberándose de él.
—Ahora —digo con una sonrisa, intentando aligerar el ambiente—, ¿qué tal si tomamos ese descanso? Las estrellas no van a ir a ninguna parte, y tampoco nosotros.
Su sonrisa se vuelve más genuina, me aparto. Camino hasta el umbral de la puerta con la intención de salir de la habitación, pero me detiene, su mano se enrosca alrededor de mi muñeca y tira de mí.
—Gracias por cruzarte en mi camino, supernova.
Sonrío con ternura.
—Supongo que las estrellas siguen estando de mi lado.
Se inclina, atrapa mis labios y sonríe.
—Estoy seguro de que nunca han dejado de estarlo, Stell. Nunca.
Al final, consigo que Harry decida tomarse un respiro del trabajo. Optamos por dar una caminata y luego encontrar un sitio para cenar fuera.
El clima es fresco, lo que nos da la oportunidad de poder disfrutar de la ciudad sin sentir que morimos en el intento. Mientras avanzamos por las calles, hablamos de todo.
Una de las cosas que más me gustan de Harry, son las conversaciones que es capaz de crear. La forma en la que escucha, en la que te da toda la atención haciéndote sentir importante. Damos un paseo de aproximadamente una hora que se siente como un minuto, y sin darnos cuenta, hemos llegado al puente Washington.
—¿Estás nerviosa por el podcast? —inquiere cuando nos detenemos en una de las bancas que están frente al puente.
Las personas cruzan delante de nosotros, los autos avanzando sin detenerse. Todos siguiendo su vida sin prestar atención a nada más.
El podcast con Mónica es en dos semanas, he recibido un par de mensajes de ella dándole seguimiento y asegurando mi presencia como si temiera que de último momento pudiera cambiar de opinión.
Y ahora la sensación de nervios ha disminuido, solo queda un creciente sentimiento de emoción.
—Sí, pero estoy emocionada —admito —antes me aterraba la idea de lo que pudiera significar, pero ahora...creo que cuento las semanas para que el día llegue.
Harry se ríe.
—Estoy seguro de que lo harás de maravilla —afirma —tienes un don ante las cámaras.
Sacudo la cabeza en una negativa.
—Ahora es distinto.
Él me mira, sus ojos me observan con curiosidad. Es sorprendente la forma que tiene para leerme, para darse cuenta de todos los pensamientos que abundan en mi mente.
—Debes confiar más en ti —dice con suavidad —eres excelente, no has dejado de serlo y eso no va a cambiar nunca. Estoy seguro de que será todo un éxito.
Una sonrisa genuina se extiende por mis labios.
—Gracias —susurro.
Se inclina hacia mí, sus labios se encuentran con los míos tras un par de segundos, cierro los ojos dejándome llevar por todas las sensaciones que me invaden cada que siento la forma en la que sus labios se apoderan de los míos.
Es un contacto suave y breve. Pero cuando se aparta, sus ojos parecen contener una emoción que no estaba ahí antes.
—Stell, hay algo que he querido preguntarte —dice acomodando un mechón de cabello detrás de mi oreja. —Ya lo hemos hablado, pero necesito preguntarlo.
No respondo, lo miro en silencio, aguardando por su pregunta.
—Quiero que seas algo más que la chica con la que salgo.
Sus palabras me toman tan de sorpresa que, por un segundo, no sé que respuesta dar. El silencio se extiende y él es quien decide romperlo.
—No quiero que haya dudas, y he pasado el suficiente tiempo contigo para saber que quiero que esto sea serio. Sé que dije que no me apresuraría, pero creo que ya no quiero seguir esperando. No quiero seguir pretendiendo que esto es algo que solo flota en el aire, que simplemente va a seguir existiendo sin dirección. Quiero que lo que tenemos sea real, sea claro... para los dos.
—¿Qué...? —susurro, sin poder terminar la pregunta. Mi mente corre, procesando lo que acaba de decir. Me siento abrumada por la sorpresa y, al mismo tiempo, una pequeña chispa de emoción se enciende en mi interior.
Harry se inclina un poco hacia mí, sus ojos serios y vulnerables a la vez, como si cada palabra le costara más de lo que quiere admitir.
—Quiero que seas mi novia, Stella —dice finalmente, con una claridad que me desarma.
El silencio que sigue parece eterno, aunque sé que solo han pasado unos segundos. Mi mente está llena de imágenes, recuerdos de todas las veces que hemos compartido algo más que palabras: miradas, sonrisas, pequeños gestos que fueron creando algo que ni siquiera sabía que estaba creciendo. Y ahora, Harry está aquí, ofreciéndome algo que, aunque no había pedido, parece encajar perfectamente en este momento.
—Harry... —trato de encontrar las palabras, pero no sé si puedo expresar lo que siento. La parte racional de mí quiere anunciarme que es rápido, que hay riesgos, que nada está garantizado. Pero otra parte, la que aprendido ha a dejarse llevar, la que ha encontrado en Harry un lugar seguro, no puede evitar sonreír.
Él me mira, esperando, sus ojos buscando en los míos una respuesta, algún indicio de lo que estoy pensando.
—Sí —respondo antes de pensarlo demasiado, sintiendo cómo el alivio y la alegría llenan el espacio entre nosotros.
Su sonrisa es inmediata, cálida y sincera, y en un segundo se inclina hacia mí, envolviéndome en un abrazo que me hace sentir más segura de lo que he estado en mucho tiempo. No sé si lo que estamos haciendo es lo correcto, no sé si habrá obstáculos o complicaciones en el futuro, pero en este momento, aquí, con él, todo parece estar exactamente como debería.
Harry me besa de nuevo, esta vez con más intensidad, como si sellara nuestra promesa. Y mientras lo hago, me doy cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, estoy completamente abierta a lo que venga.
Cuando se aparta, toma mi mentón y me dedica la sonrisa más bonita que le he visto.
—Soy un hombre de ciencia, Stell. Pero creo que justo ahora, siento que el cosmo ha conspirado a mi favor, si es destino, si es una casualidad, no me importa. Si hay un orden cósmico, siento que todo en mi vida ha encontrado su propio orden, y ese orden empieza contigo, supernova.
—Esto puede salir terriblemente mal —le digo conteniendo la sonrisa.
Se ríe, con un sonido relajado que me envuelve en calidez.
—Tal vez sí. No podemos saber con exactitud a donde llegará, pero quiero que quede algo claro, supernova, no quiero continuar sin ti.
Y esta vez, soy yo quien lo besa de nuevo.
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