10.- Fusion
Harry
Stella me lanza una mirada curiosa, la calidez del cuarto nos envuelve lo que se siente como un alivio ya que nuestra ropa está completamente empapada por la carrera hasta aquí. El cabello de Stella está húmedo, y ha adquirido leves ondas, el color rojo parece mucho más intenso ahora, más vibrante.
—¿Puedo estar aquí? —inquiere con cautela mientras pasea su vista por toda la habitación.
—Es la sala de investigación —informo —tengo libre acceso a ella, así que no hay problema.
El parque en el que estábamos se encuentra a un par de cuadras de la universidad. No sé porqué tuve el deseo de traer a Stella aquí, pero hay una parte de mí que quiere mostrarle las cosas en las cuales he estado trabajando.
Stella se estremece levemente, se abraza a sí misma mientras se encoje. Enciendo la calefacción y tomo una de las mantas que están en uno de los sillones. Es común quedarme hasta tarde, así que la sala de investigación está equipada con todo lo que pudiera necesitar. Me acerco hasta cruzársela por los hombros y ella la toma para envolverse.
—Gracias —susurra dedicándome una sonrisa. —¿Es aquí donde realizas tus investigaciones? —cuestiona acercándose a las hojas que están esparcidas sobre el escritorio.
—Sí, no tiene tantos recursos como esperaba, pero sirve —sonrío cuando ella me mira.
—Recuerdo que la noche que nos encontramos en la noche de observación, dijiste que estabas trabajando para descubrir el próximo gran misterio cósmico.
Me rio levemente mientras avanzo hasta llegar a su costado.
—Puede que haya exagerado un poco, en realidad, estoy trabajando en una investigación relacionada con la colisión de astros.
Eso llama su atención, se gira, apoyando la cadera contra el escritorio, lo que consigue que me mire de frente. La cercanía en la que estamos me permite admirarla más. Stella es como una especie de estrella brillante, con su mirada intensa, y las pecas esparcidas por el rostro, consiguen hipnotizarte igual que cuando descubres una nueva galaxia. Su cabello luce de un color más vivo por la humedad que contrastando con lo blanco de su piel, crean la combinación más perfecta que pudiera existir.
Tengo que obligar a mi mente a concentrarse cuando los pensamientos van hacia un sitio que no deberían.
—¿Alguna vez te has preguntado que es lo que ocurre cuando dos estrellas colisionan?
Sacude la cabeza, dándome una respuesta negativa.
—Cuando dos galaxias comienzan a orbitar una cerca de la otra, se genera cierta atracción, giran en espiral entre sí, pueden pasar años hasta que las dos por fin se encuentren en algún punto de sus orbitas. Conforme giran, la fuerza gravitacional hace que el cuerpo más pequeño explote, arrojando su contenido al espacio. Este es absorbido por el más grande hasta provocar su inevitable colapso.
Hay un breve silencio, Stella me observa casi con fascinación. Sus ojos destellan mientras sus labios forman una leve sonrisa.
—¿Qué ocurre después?
—Bueno, hay dos opciones. O se crea una estrella de neutrones masiva, conocida como super nova, o se crea un agujero negro.
Bajo la vista hacia las hojas esparcidas.
—Pero a veces, cuando dos estrellas pertenecientes al sistema binario colisionan demasiado cerca de la tierra, se puede originar un evento cósmico capaz de acabar con la vida en la tierra. Los astrónomos de todo el mundo han intentado investigarlo, hay cientos de telescopios por todo el mundo monitoreando las galaxias más susceptibles a una explosión. No es común que ocurra, ya que solo hay alrededor de diez en todo el universo, pero basta que una de ellas se mueva un poco, para que sea más que una probabilidad.
Stella parece sorprendida, asiente levemente y desvía la mirada hacia todas las anotaciones que hay en la pared.
—Suena como algo que pasaría en guardianes de la galaxia —dice.
Suelto una corta carcajada.
—Sí, supongo que sí.
Un silencio cae sobre nosotros, Stella mira a nuestro alrededor, sus ojos escaneando cada detalle de la sala en la que nos encontramos. Ninguno tiene la intención de hablar, pero no parece ser necesario, no hay incomodidad, solo una tranquilidad que se extiende por completo hasta envolvernos.
—Es curioso, a ambos nos apasiona el universo, pero le damos un significado totalmente opuesto. Casi como una ironía de la vida el hecho de que hayamos coincidido, ¿no lo crees? ¿Qué tan probable es?
Su mirada vuelve a mí, sonrío, dejo que el gesto se apodere por completo de mis labios y ella me lo regresa. Es como si una atracción involuntaria me atrajese hacia ella, mi cuerpo se inclina, Stella no se mueve, permanece en su lugar, estática, con la sonrisa curvando sus labios y creando en mí una tentación que nunca había sentido.
—Supongo que somos el 1% que siempre es considerado milagroso. Mientras ese uno por ciento exista, siempre habrá una oportunidad.
Una corta risa brota de sus labios, ladea la cabeza, no crea distancia, al contrario, se mueve hacia mí dejándonos a escasos centímetros.
—Harry Jenkins, ¿estás coqueteando conmigo?
Muerdo mi labio inferior reteniendo la sonrisa tanto como me es posible.
—No lo sé, Stella James, ¿quieres que coquetee contigo?
Un brillo divertido cruza por sus pupilas.
—¿Esta técnica siempre te funciona? —inquiere bajando la voz.
Una risa brota de mis labios, bajo la cabeza y niego. Retrocedo, creando un espacio entre nosotros, no deseo alejarme, pero tampoco quiero arruinar las cosas.
—En realidad nunca la había aplicado —confieso.
Stella se muerde el labio inferior, deja de mirarme para darle su atención a la pared llena de anotaciones. Soy consciente del rubor que cubre sus mejillas, como intenta ocultarlo, pero le está resultando casi imposible.
—Si no está funcionando creo que tendré que ser más creativo —añado consiguiendo que su atención vuelva a mí.
—Confío en que tendrás un par de buenas ideas —responde divertida.
Ambos compartimos una carcajada, doy un paso al frente, ella permanece en el mismo sitio, sin alejarse, sin parecer incómoda, solo se queda ahí.
Me inclino hacia adelante, nuestros rostros a escasos centímetros. Me fijo en sus ojos, en sus pupilas que brillan con emoción. No tengo ninguna duda de lo que diré a continuación, no dejo de mirarla mientras susurro:
—Ten una cita conmigo, supernova.
Soy capaz de ver como la duda se siembra en su mirada. No retrocede, pero el dejo de indecisión se clava en sus pupilas.
—¿Por qué estas haciendo esto? —Me sostiene la mirada, su tono es suave, y noto cierto temblor en su voz.
Sé que todo depende de la respuesta que sea capaz de darle, y una parte de mí insiste en ser transparente con ella, en darle toda mi sinceridad sin preocuparme porque algo pueda ocurrir después.
—¿Por qué estoy pidiéndote una cita? —inquiero —bueno, porque creo que eres alguien fascinante, Stella. Porque desde que te conozco, no has hecho más que fascinarme por completo, pasar tiempo contigo es como una bocanada de aire luego de que has pasado horas conteniendo el aliento. Y porque quiero conocerte, realmente me gustaría hacerlo y estaría más que encantado de que me dieras esa posibilidad.
Su semblante ha cambiado, la duda ha abandonado sus ojos y ahora solo se encuentra una emoción que ilumina sus pupilas. Se muerde el labio inferior, mientras el silencio se extiende más y más.
—Ten una cita conmigo, supernova. Por favor.
—De acuerdo. Tengamos una cita.
Sonrío aliviado de que no me haya rechazado, la emoción crece en mi pecho, no le doy una respuesta verbal pero mi cuerpo se inclina más hacia ella, como si sufriese de una atracción a la que no puedo resistirme. Estoy cerca de sus labios...
Tan cerca.
Siento su aliento chocar contra mí, bastaría un corto movimiento, un centímetro para que nuestros labios se encuentren y...
—Profesor Jenkins... ¡Mierda!
Stella se aparta de un salto, maldigo por lo bajo mientras giro para encarar a la persona que ha interrumpido.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Reconozco a una de las chicas que llevan conmigo la última clase, el rubor en sus mejillas se intensifica mientras pasea la mirada entre Stella y yo.
—No, lo siento —dice con rapidez —lo siento, en serio.
Cierra la puerta y sus pasos se escuchan alejándose con prisa, cuando el silencio cae entre nosotros, Stella se encarga de romperlo con una carcajada. Me termina contagiando así que ambos reímos, lo hacemos con ganas hasta que parece ser suficiente.
—Creo que esa es una señal de que debería irme. —dice deslizando la sábana por sus hombros.
—Te llevo —me ofrezco enseguida —estoy libre y si me quedo aquí, ocurrirán más cosas como esa.
Stella ríe.
—De acuerdo.
Conforme salimos de la sala de investigación, la cercanía de su cuerpo parece ser muchísima más que antes. Cuando llegamos al pasillo, extiendo la mano hacia la de ella, mis dedos se entrelazan con los suyos, siento una especie de electricidad recorrerme, una que llevaba bastante tiempo sin experimentar...pero que se siente bien.
Avanzamos, los estudiantes nos rodean conforme atravesamos el campus, y no soy capaz de ocultar la sonrisa en mis labios...
Porque Stella sigue sujetando mi mano, y yo no tengo ninguna intención de soltarla.
Stella
—Así que... ¿Una cita?
Me muerdo el labio inferior intentando ocultar la sonrisa, pero el gesto no pasa desapercibido para Jully. Ella sonríe con suficiencia mientras aplaude.
—Ya decía que mi intuición no podía fallar —dice con orgullo —además es un bombón, y parece ser alguien...elegante. ¿De que trabaja?
—Es profesor en una universidad, e investigador —le doy un corto trago a mi café —es astrónomo.
Jully arquea la ceja.
—¿Sales con un científico?
—No estamos saliendo —objeto —no hemos tenido ni una cita...
—Bueno, pero es cuestión de tiempo —se encoje de hombros —quien diría que los hombres de ciencia iban a gustarte.
Ruedo los ojos.
—No me gustan los hombres de ciencia...
—Pero te gusta Harry. —Me señala
—No me...—frunzo los labios ante la mirada divertida de mi amiga —puede que lo considere atractivo, nada más. Apenas y nos conocemos, Jully.
La risa de mi amiga es lo que obtengo como respuesta.
—No tienes que conocer a profundidad a alguien para que te guste —dice elevando uno de sus hombros.
Resoplo.
—No, pero luego por eso todo el tiempo las personas nos desilusionamos —objeto —porque es fácil caer ante lo que una persona quiere que veamos, es fácil sentirnos fascinados con la primera impresión sin esperar que las personas saquen sus verdaderas intenciones.
Jully suspira.
—Stell, sé que es complicado, pero sin las desilusiones, no sentiríamos esa emoción cuando conocemos a la persona correcta. No digo que tengas que enamorarte de Harry, solo digo que está bien admitir que te gusta, y no tienes que esperar lo peor.
Mi animo decae un poco.
—Lo sé, es solo que con todo lo que ha pasado...supongo que he entrado en una especie de ciclo vicioso esperando lo peor.
Mi amiga extiende la mano, toma la mía y deja un apretón.
—Dale tiempo.
Quiero responder pero no encuentro la palabra adecuada. ¿Darle tiempo? ¿Cuánto más tendré que darle para poder ser la chica que fui antes de la muerte de Frank?
Parece ser que eso es algo que las personas que no han sufrido una gran pérdida no entienden. No hay que darle tiempo, porque el duelo nunca termina. Porque el dolor no se va. No desaparece, sino que forma parte de ti.
Nunca vuelves a ser la persona del pasado.
Y una gran parte de mí, tiene miedo de no descubrir a tiempo la persona en la que me estoy convirtiendo, miedo de no aceptarme a mi misma, miedo de que por consecuencia... no pueda ser aceptada por nadie más.
Mis pasos suenan debido a las hojas que crujen bajo mis zapatos. Me ajusto el abrigo mientras avanzo por el camino que he evitado cruzar, porque no sé si seré lo suficientemente valiente para permanecer aquí más que un par de minutos.
Pero desde la conversación con Jully, tengo una sensación en el pecho que no consigo eliminar.
Sujeto las flores con firmeza conforme me acerco, mis latidos se vuelven más fuertes, más rápidos. La respiración se me corta y las lágrimas bordean mis ojos en cuanto me detengo frente a la tumba de Frank.
—Hola —susurro arrodillándome, coloco las flores con suavidad sobre la lápida, y tomo una breve inhalación antes de atreverme a volver a hablar —hace tiempo que no vengo por aquí, ¿cierto?
Me aferro al abrigo cuando la brisa fresca me golpea, el sonido de los árboles meciéndose es lo único que puedo percibir. Permanezco en silencio, intentando encontrar la valentía para hablar sin romperme.
—Han pasado cuatro meses desde tu partida, pero lo cierto es que sigue pareciendo que fue ayer —mi visión se nubla —la última conversación que tuvimos sigue en mi mente, atormentándome.
Me tallo los ojos para eliminar las lágrimas. Tomo una inhalación mientras me fijo en su nombre tallado en la lápida.
—No sé quien soy ahora, Frank —mi voz se rompe —desde que te perdí, no soy capaz de reconocerme. Ahora me siento perdida. No sé quién soy sin ti.
Siento una lágrima descender por mi mejilla, no impido que muchas más vengan después.
—A veces, tengo miedo de nunca volver a reconocerme. ¿Cómo puedo seguir adelante sin ti? ¿Cómo puedo ser la misma persona que solía ser? —aprieto los párpados sintiendo el dolor apretarme el pecho —¿alguna vez dejaré de sentir esta culpa, Frank?
La brisa sopla con más fuerza, elevo la mirada, el atardecer comienza a formarse en el cielo. Las estrellas aún no son visibles, pero están ahí, siempre están ahí.
—La vida sigue adelante, pero yo... yo sigo buscando tu reflejo en el espejo. — Mis dedos acarician las letras grabadas en la piedra. —¿Cómo puedo ser la misma persona sin ti? ¿Cómo puedo enfrentar el mundo cuando tú ya no estás aquí para guiarme?
Mantengo la vista fija en su nombre.
—Estoy aquí porque he conocido a un chico, y en otras circunstancias estaría en tu hogar molestándote sobre lo que debo o no hacer. Preguntándote si crees que debería salir con él, y seguramente tú tendrías una respuesta.
Un suspiro tembloroso brota de mis labios.
—Su nombre es Harry. Y es genial, es amable, divertido. Es astrónomo —sonrío —seguro te sorprende, ¿cierto? Él cree en la ciencia, en la lógica y los números. Me recuerda tanto a ti, con su mente curiosa y tratando de dar las respuestas a todo. Y me pidió una cita, le dije que sí aún cuando no estoy segura de si va a resultar bien.
Bajo la mirada, tratando de mantener el control en mi cuerpo.
—Creo que tengo miedo de que todo salga mal porque él parece ser la primera persona que me mira como lo que soy, la única persona a la cual parezco agradarle de verdad y me da pavor que cuando me conozca a profundidad, se de cuenta de que en realidad soy un caos. Que solo soy una chica más que no sabe quien es ni que hacer con su patética vida.
Me incorporo lentamente.
—Pero supongo que tengo que confiar, ¿no es verdad? —me limpio las lágrimas y sonrío levemente —tengo que marcharme, pero volveré. Lo prometo. Te amo, Frank, espero que lo sepas, en donde quiera que estés.
Retrocedo un paso, y luego otro y otro hasta que la distancia crece y me aleja de las lápidas. La calidez del auto me envuelve, mientras me coloco el cinturón, el teléfono vibra. Lo tomo, leyendo el mensaje en la pantalla y sintiendo de nuevo el caos desatarse en mi interior.
Harry J: Estoy ansioso porque sea mañana, paso a recogerte a las ocho, ¿está bien? Hasta entonces, supernova.
Una sonrisa se extiende en mis labios, confiar, solo debo confiar.
Me lo repito mientras tecleo una respuesta rápida confirmándole.
Confiar, solo confiar.
Porque a veces, incluso el caos...posee su propia magia.
________________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro