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✨️ Capitulo Trece ✨️

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CAPITULO 13

SELENE

Cuando desperté me sentí cansada de repente. Sentía mi cuerpo pesado y débil. No sabía que me había sucedido. Solo sé que me sentía extraña en mi cuerpo humano. Parpadee tratando de adaptarme a la luz que entraba en la habitación. Y cuando por fin pude abrir mis por completo, lo vi.

Matheo se encontraba a mi lado dormido. Sonreí al encontrarlo allí junto a mí. Respiraba pausadamente y me atreví a acariciar su rostro. Era tan hermoso que mi corazón humano se aceleró. Él se removió y segundos después sus ojos se abrieron y me miró fijamente. Pero no aparté mi mano de su mejilla.

—Hola. —dijo y me sonrió, yo me sonrojé de inmediato. —¿Cómo te sientes?.

—Un poco cansada, pero estoy bien. —respondí tranquilamente y aparté mi mano de si rostro. Él se incorporó.

—Me preocupas, Selene. ¿Estás segura de que estás bien?

No. No estaba segura de eso, pero aun así asentí. Matheo no pareció muy convencido de mis palabras.

—Son mis poderes. —dije de pronto y el frunció el ceño, confundido. —Creo que no...debo usarlos.

—¿Crees que pueda ser el motivo de que te sientas así?

—Si. —Respondí. —La Esencia de una Estrella es muy poderosa, Matheo. Es como la energía que nos da vida, sabes.
—Expliqué.

—Ya veo. —dijo el sorprendido. —Entonces no vuelvas a usarlos a menos de que sea necesario.

Asentí.

—Ahora bajemos a desayunar. —se levantó de la cama y yo lo imité. Luego me tomó de la mano y bajamos hasta la cocina.

El aroma era exquisito. Un olor dulce se impregnó en mi nariz. Alhara estaba en la cocina mientras se movía de un lugar a otro. Me era extraño llamarla por otro nombre, pero ahora su nombre era Anna. Nos acercamos a ella y levantó la mirada ante nuestra presencia.

—¡Buenos días!. —dijo Alegremente y beso la mejilla de Matheo. Luego se acercó a mi. —¿Estas bien?. —me preguntó y yo asentí. Ella me abrazó a mi también. —Me alegro de que estés bien, Mi niña.

Me sentí extrañamente feliz por sus palabras.

Cuando se apartó de mi, me sonrió. Matheo me ayudó a sentarme en la mesa mientras Anna nos servía el desayuno. Parecía realmente delicioso.
Habían cosas extrañas en la tierra que me parecían fascinantes y la comida era una de ellas. Empezaba a acostumbrarme a este lugar.

—Yo debo ir a la Universidad. —me dijo Matheo sentado a mi lado. —La Abuela Anna, te llevará con ella. No quiero que estés sola aquí.

—Esta bien. —Dije sonriente. Saldría de nuevo a conocer y eso me llenaba de emoción.

—Cuídate mucho, ¿Si?. —Me dijo y percibí la preocupación en su voz.

—Estaré bien, Matheo. No te preocupes por mí.

—Me quedaría contigo, pero...

—No es necesario. —lo interrumpí. Sabía que debía irse a ese lugar. Era importante para él.

—En la noche, te llevaré a un lugar.

—¿Qué lugar?. —Pregunte curiosa y feliz a la vez. No pude evitar sonreír. El me devolvió la sonrisa.

—No te lo diré es una sorpresa. Te va a encantar.

Decidí no insistir porque era una sorpresa para mi.

Minutos después salió de casa pero antes de irse dejó un beso en mi mejilla que me dejó sin aliento.

—Volveré pronto. —Dijo y yo ya estaba ansiosa de que volviera. Y mientras esperaba su regreso, salí con Anna a su trabajo. Trabajaba en el hospital del pueblo. Mientras caminábamos le hacía preguntas sobre su vida y ella sobre mi mundo. Parecía como si fuéramos grandes amigas y lo éramos en el pasado. Me contó que tuvo una hija con su esposo, pero el murió de una horrible enfermedad. Por eso ahora ayudaba a los enfermos. Y cuando su hija se casó con un gran hombre, fue cuando nació Matheo. Parecía nostálgica mientras me lo contaba. Luego llegó a la parte donde me contó que su hija había muerto en ese accidente de auto. Quise abrazarla, pero me sentí incómoda de repente.

—Así es la vida, ¿No?. Tarde o temprano tu tiempo se acaba. —me dijo. —Por eso quiero pedirte algo, Selene.

Detuvo sus pasos y se volvió hacia mí. Me tensé mirándola fijamente.

—Promete que cuidarás de Matheo, cuando yo ya no esté en este mundo.

Pase saliva y tomé su mano cálida.

—Lo prometo. Lo cuidaré con mi vida, Alhara.

Ella me sonrió.

—Lo amas, ¿Verdad?. Porque estoy segura de que él también lo hace, mi niña.

Amar, me repetí esa palabra una y otra vez en mi cabeza. ¿Lo amaba?. No necesitaba pensarlo mucho. Claro que lo amaba.

—Con todo mi ser. —le respondí, pero muy en el fondo tenía miedo. Miedo de que en algún momento este amor se terminara.

✨️✨️✨️

Cuando llegamos al lugar de trabajo de Anna, me sentí nerviosa. Era algo nuevo para mi, pero aun así la seguí por el pasillo del hospital. Habían muchas personas enfermas, recostadas sobre camas, niños llorando y...

Lo sentí, alguien tenía mucho dolor. Porque me sentía triste de repente. Alguien estaba muriendo.

—¿Sucede algo?. —Me preguntó Anna, al verme paralizada. —¿Te sientes mal?

Negué.

—Alguien...muere. —dije y Anna tensó los labios.

—¿Qué?.

—Llévame con esa persona. —Le pedí desesperada y Anna frunció el ceño.

—¿Qué?. No. Lo mejor es que no veas eso, Selene. Es muy trágico ver a una persona morir.

—Pero...esta sufriendo. Necesito ayudarla. —Dije con determinación y Anna asintió.

—Te llevaré con ella.

Caminamos por el pasillo hasta llegar a una habitación pequeña. Había una mujer rubia recostada sobre una cama, su piel estaba pálida y tenía los ojos cerrados. Parecía que dormía pero estaba débil. 

—No puede ser. —Dijo Anna, sorprendida cubriendo su boca. —Es la madre de Elaine.

De pronto alguien entró a la habitación corriendo. Era Elaine. Lloraba desconsoladamente mientras se acercó a su madre. Detrás de ella, apareció Matheo con el rostro dolido. El llanto de Elaine me rompió el corazón. Matheo me miró y yo le devolví la mirada.

—Lo siento. —Le dije en un susurro haciendo que el frunciera el ceño confundido por mis palabras. Me acerqué a Elaine quien tomaba la mano de su madre sin dejar de llorar. De pronto la mujer abrió los ojos y miró a su hija.

—¡Mamá!. —Dijo Elaine desconsolada. —¿Por qué no me dijiste que estabas enferma?. Yo...no quiero que mueras.

—Cariño. —le dijo la mujer sin fuerzas, apenas y podía hablar. —Mi corazón ya no resiste más. Debo...irme.

—¡No! ¡Por favor, Mamá! ¡Quédate!. —gritó Elaine indefensa, en un mar de llanto que me aceleró el corazón. Debí hacer algo.

Miré mi mano por unos segundos. Se que podía hacerlo, pero no podía usar mis poderes.

No.

Debía usarlos. Tenía que hacerlo.

—Ella no morirá, Elaine. —dije y todas las miradas se posaron sobre mi. Elaine me miró con los ojos rojos llenos de lágrimas.

—Selene. —Dijo Matheo. —No lo hagas. Vas a debilitarte y...

—Debo salvarla. —Le dije mirándolo a los ojos con determinación. Nuevamente rompería otra regla. Pero lo hice por Elaine. Ella era mi amiga ahora. Elaine se apartó de su madre y yo tomé la mano de la mujer. Ella me miró confundida de verme allí. La mujer aún era joven, no debía morir. Esa no era decisión mía, pero no podía dejar que muriera.

—Vas a estar bien. —Le dije y entonces cerré mis ojos con su mano unida a la mia. Pude sentir mi esencia fluir por mis venas. Vi cada uno de sus recuerdos; el nacimiento de Elaine, su cumpleaños, cuando se casó y cuando le dieron la noticia de que su corazón dejaría de latir muy pronto.

Me concentré en su dolor, y lo eliminé de su cuerpo. Borré cada uno de sus dolores. Y de pronto escuché latir su corazón de latir. Sus latidos se escuchaban fuertes, su ritmo cardíaco volvió a ser normal. Cuando abrí mis ojos, noté que estaba brillando y la mujer me miró como si fuera lo más hermoso que había visto en su vida. Su rostro estaba tomando color, sus manos ahora estaba tan cálidas como la luz del sol. Ella tenía vida nuevamente.

—Gracias. —Dijo la mujer, sorprendida por lo que había hecho y muy agradecida.

—¡Mamá!. —Elaine corrió hasta los brazos de su madre y la abrazó. Lloraron juntas y me giré para darles espacio. Empecé a sentirme cansada nuevamente. Alhara y Matheo me miraron y yo apenas y pude sonreírles. Sentí un líquido bajar por mi nariz fue entonces que vi sangre manchar mis manos. Me alarmé. Eso no era nada bueno.

Estaba debilitándome aún más. Matheo llegó hasta mi rápidamente preocupado y me sostuvo. Mi piernas apenas y podían sostenerme. Entonces lo abracé para sostenerme.

—Te llevaré a casa. Necesitas descansar, Selene. No debiste hacerlo. Sabes que tu vida puede estar en peligro.

—Lo se.

Salimos de la habitación y Matheo me recostó sobre una cama en una habitación solitaria. Sus manos temblaban y su rostro estaba lleno de puro miedo y desesperación.

—Estaré bien. —Le dije, pero eso no lo sabía.

Besó mi frente delicadamente.

—Descansa, por favor.

Asentí y a los pocos segundos me quedé dormida. Cuando desperté mi cien palpitaba con fuerza. Fue entonces que vi a Elaine a mi lado.

—¿Te sientes mejor?

—Un poco. —Le respondí débilmente.

—Se que no debiste usar tus poderes. Pero quiero agradecerte por haberlos utilizado para salvarle la vida a mi madre. —llora y luego se acerca para abrazarme. Le correspondo el abrazo.

—No tienes nada que agradecerme, Elaine. Eres mi amiga. —Le dije con sinceridad.

—¿Dónde está Matheo?. —Le pregunté cuando se separó de mi.

—Fue a buscarte un poco de agua. Está muy preocupado por ti, Selene.

—Yo...no quiero preocuparlo. 

—Esto es nuevo para el, sabes. Pero en el fondo eres lo mejor le ha pasado, Selene. Tiene mucha suerte de tenerte.

—También te tiene a ti.

—Si. Pero el no me quiere como te quiere a ti. Creo que en su momento sintió algo por mi.

—¿Lo sabías?. —Asintió. —¿Y tú...?

—Lo quiero muchísimo, Sabes. Es como un hermano para mi. Por eso no pude corresponderle. —Luego ríe. —Pero es obvio que lo nuestro nunca iba a funcionar. Tu eres su alma gemela.

Tiene razón, no habría funcionado.

—¿Crees que podre encontrar a mi alma gemela algún dia?.—Me preguntó y yo tomé su mano.

—Claro que sí. De seguro está en algún lugar del mundo. O puede que en este momento te este viendo desde el cielo.

—No creo que una estrella sea mi alma gemela, Selene.

—Eso no puedes saberlo. —Le dije. —Aunque...

Mire la palma de su mano.

—¿Qué?. —Dijo confusa. Y yo me concentré en su mano. Solo los seres vinculados pueden ver las marcas. —Selene. —Me llamó y fue entonces cuando la vi, la marca en su mano. Una Espiral que brillaba de un color rubí incandescente.

Levante mi vista para observarla sorprendida. No podía creerlo. Elaine también poseía un vínculo pero ella no podía ver su marca.

Sonreí y ella me miró confundida.

—Tu alma gemela esta más cerca de lo que crees. —le dije y frunció el ceño.

Todas la estrellas poseíamos un color único que nos diferenciaba de los demás. Y yo conocía perfectamente los colores de cada estrella.

Y el color rubí, era el color de la luz estelar de mi hermano.

Elio, era el alma gemela de Elaine.

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Los quiero
Besos

Patrix 💙

Adjunto imagen de lo hermoso
que es Elio, el hermano de Selene
😍♥️👇🏼

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