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CAPITULO 5

MATHEO

¿Ella había caído del cielo?

¿Era una Estrella?

¿Guardiana del Cosmos?

¿Princesa de Luminara?

¡¿Qué rayos estaba pasando?!. Mi cabeza estaba apunto de explotar. Eso no podía ser cierto, ¿cómo era posible?. Tenía que ser una broma de mal gusto. Me quedé viendo nuestras manos entrelazadas, pero no me aparté. No podía hacerlo. Mi cuerpo reaccionaba ante su presencia inconscientemente, y no podía hacer nada para evitarlo.

Ella estaba aquí por mi, no lograba entenderlo. Eso era una completa locura.

— ¿Por qué?. — fue lo que dije cuando volví a la realidad.  — ¿Cómo es posible?.

Ella estaba a punto de responder, pero tocaron a mi puerta. Me alarmé.

— ¡Matheo, Cariño, el desayuno está listo!.

Era mi abuela. Solté la mano de ella y nos miramos mutuamente. Selene lucía tranquila, pero yo no. Si mi abuela la ve en mi habitación ¡Dios! No se que va a pensar.

— Ya bajo, Abuela. — Grité.

— Te espero, Cariño. — la escuché decir antes de que sus pasos se alejaran de la puerta. Suspiré de alivio. ¿Ahora que debía hacer con ella? ¿Debería decírselo a mi abuela? No. Esa era una idea terrible.

— ¿Puedes esperarme aquí mientras vuelvo?. — le pedí y ella asintió serenamente.

— Bien. Solo...quédate aquí. No salgas bajo ninguna circunstancia, ¿Entendido?.

Ella frunció el ceño, confundida.

— Esta bien.

La miré unos segundos y luego salí de mi habitación. Me encontré con mi abuela en la cocina.

— Buenos días. — me acerqué a ella quien estaba sentada en la mesa y besé su mejilla.

— Buenos días, Cariño.

Me senté en la mesa frente a ella.

— ¿Has visto ya las noticias?.

—No. — respondí.

— El cometa que cayó anoche provocó un enorme incendio en el Bosque de los sueños. El fuego también afectó varias cabañas. ¿Puedes créerlo?. Todos vimos cuando cayó, era enorme. ¿Tú lo viste, Cariño?.— dijo mientras le daba un sorbo a su taza de café.

¿Qué si lo había visto?. Por supuesto que lo había hecho. Si tan solo supiera que en realidad no fue un cometa el que cayó del cielo sino una Estrella, y que esa Estrella es Selene. Seguro me mandaría al Psiquiátrico.

— No...yo...me dormí temprano. — mentí. Nunca le había mentido a mi abuela. Era la única familia que tenía. Y me sentía terrible al mentirle.

— Gracias a todos los cielos que no lo viste, habrías muerto del miedo.

— Seguro que si. — esbocé una sonrisa fingida. — Abuela, tomaré mi desayuno en mi habitación, ¿No tienes problemas con ello verdad?

Mi abuela me miró sorprendida, ya que no era costumbre de mi parte que yo desayunara en mi habitación, siempre lo hacía junto a ella. Pero debía volver a mi habitación.  No podía dejar sola a Selene.

— ¿Te sientes bien, Matheo?.

— Si. Es solo que...terminaré mis tareas y eso, si. Por eso comeré en mi habitación.

Mi abuela parecía no creerme. Porque además de ser pésimo bailarín, también era pésimo mintiendo. Y si estaba sospechando algo de mi, lo ignoró por completo.

— Esta bien, Cariño. Anda ve y termina tus tareas. Yo terminaré e iré al supermercado.

— Nos vemos más tarde, Abuela. — Me levanté de mi asiento y besé nuevamente su mejilla. Sostuve mi desayuno y mi jugo de naranja y volví a mi habitación.

Abrí la puerta y me paralicé al no ver a Selene por ninguna parte. ¡Por todos los cielos!. Dejé el desayuno sobre la mesita y me dispuse a buscarla, alarmado.

— ¡Selene!. — Susurré un poco alto para que logrará escucharme. — ¿Dónde estás?.

La busqué en el baño, en el armario hasta debajo de la cama (no se porqué busqué allí) pero no la encontré. Entonces me di cuenta de que la ventana que daba al jardín trasero, estaba abierta. Salí por la ventana y la vi. Ella estaba caminando por el césped mirando las margaritas que semanas atrás la abuela había cultivado. Pero las plantas estaban marchitas. Me quedé observándola. Fue entonces cuando me convencí de que lo que me había dicho era cierto. De sus manos comenzó a fluir una especie de polvo azul que brillaba, y las plantas al instante revivieron. Me quedé maravillado con lo que hacía, nunca había visto tal cosa, solo en los libros de fantasia. Era...hermoso. La forma en que caminaba por todo el lugar, de manera sutil y elegante, y regaba las plantas con su brillo Celestial. Me quedé hipnotizado. Estaba observando algo mágico, que no era de este mundo. Era completamente impresionante.

Selene se giró lentamente al notar mi presencia, no se como pudo sentirme estaba en completo silencio mientras la observaba. Me miró y su mirada era tan intensa, que no pude evitar que se me acelerara el corazón al instante. Había algo en ella que me atraía de una forma inexplicable. Era extraño...pero se sentía maravillosamente bien.

Entonces la vi sonreírme levemente.

Era la sonrisa más hermosa que había visto en toda mi vida.

— Estaba...buscándote. — Apenas y pude hablar. — ¿Qué es...lo que has hecho?.

— Yo...las vi tristes. Ella me pidieron que las ayudara. Es lo que hice.

— ¿Puedes hablar con las plantas?.

— Parece que sí, y no lo sabía. Esto es sorprendente también para mí. No pensé que podria utilizar mis poderes en la tierra.

Ahora también tenía poderes. Acababa de verla. Y era impresionante.

— Pero nadie puede saberlo, Matheo. Sería peligroso. — explicó.—  Mi estancia aquí en la tierra lo es. Imagino que pronto vendrán por mi.

— ¿Quienes?.

— El Consejo Sagrado o quizás Las Sombras del Olvido. — respondió. Mi cerebro acababa de tener un cortocircuito.

— Yo...no permitiré que te hagan daño.

— Ellos harán hasta lo imposible para que vuelva a mi lugar en el cielo.

— ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo que estés aquí?.

— Todo. Estoy alterando el Equilibrio entre el Cielo y la Tierra. — explicó. — Las Estrellas no podemos acercarnos a ningún humano, esta prohibido por esa misma razón.

— Y aun así estas aquí. Rompiste las reglas de tu mundo.

— Si. Y todo por ti, Matheo. Porque quiero estar contigo.

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Muero de amor, gente 😭❤️
No saben lo mucho que disfruto escribir esta historia. Espero que les esté gustando 🥺
GRACIAS POR ESTAR AQUÍ

Los quiere siempre
Patrixia Gómez ✨️