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03

|Hypnotized — THE BOYZ|

Me serví un poco de café, mirando como el gato jugaba con las cortinas de la sala... la soledad que debió sentir me la puedo imaginar, hace que se me ponga el corazón como una pasa. Nadie debería sentirse solo en el universo habiendo millones de personas en el, es injusta la soledad no deseada.

El chico de ayer me acompañó a una veterinaria de veinticuatro horas para comprarle lo necesario al gatito, hablamos toda el camino de cómo se llamaría...

Vainilla, eres hermoso.—Susurré, recordando como él escogía los nombres al aire, cautivándome con la sonrisa que se le dibujaba al momento de hablar.

Besé su frente y lo dejé en su nueva cama para salir del departamento.

En la época de invierno la gente se suele sentir más solitaria puesto que a todos nos gustaría poder compartir una cama caliente con alguien que también caliente nuestro corazón y nos haga sentirnos plenos en la vida.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no vi al ciclista doblar la calle, chocando a la par. Este se enojó, recogió su bicicleta sin mirarme, se veía que iba tarde a algún sitio... había olvidado su cuaderno de notas en el suelo.

—¡Señor!—estiré las manos en el aire—¡Su billetera!—grité confundida. No sabía que se le había caído.

Grité a todo pulmón, sin éxito.

Me subí al bus y me senté en la ventana, rogando que ese percance no me hiciera llegar tarde a la primera clase. Acomodé mis cosas, recordando que tenía en la mano lo que se le había caído al tipo... No era su billetera, eran las notas de alguien que no conocía de nada, la abrí esperado encontrarme con algún indicio de quien era...

"—Recetas de cocina, dinero recaudado, dinero perdido en el mes, reglas en la cocina, recaudaciones...nombres de animales" Llegué a la última página y salía el típico "Este número pertenece a" pero la decepción llegó a mí al ver que ese campo no estaba rellenado, estaba en blanco. Suspiré, abriendo el libro otra vez para leerlo. Al final tenía recetas buenas, quizás me sacarían de algún apuro.

—¿Qué es esto que tienes en el bolso de telas, Mel?—preguntó Lia, mirando el fondo de este, sacando la libreta de chico en bicicleta.

—Nada importante, tuve un pequeño percance con un chico cerca de la parada de buses y se le cayó su libreta, como iba en bicicleta no pudo verme—saqué la tela de la bolsa, colocándola en la mesa.

—¿Reconoces la letra?—pregunté irónicamente. Recortando las líneas que había marcado el día anterior sobre la tela.

—En realidad no, pero conozco a algunas personas de gastronomía, van en el penúltimo año...

Le arrebaté el libro de las manos, mirándola aterrada—, ¿Y si piensan que la robé?

—¿Entonces quieres quedártela? Eso sería robo...

Estiré la cabeza hacia atrás, resignando a que Lia corriera el mensaje a los de gastronomía esperando que, si el chico estudiaba eso fuera alguno de ellos... Si no, es así, espero que el chico no piense mal de ese percance.

—¿Al menos el chico era guapo?—Comentó Lia, observando como cocía.

—No sabría decirte, no le vi la cara porque se subió a su bicicleta sin mirar atrás... Se me hace curioso que, si te das de golpe con alguien—expliqué la situación con mis manos, deteniendo la máquina—, no mires a la persona que atropellaste a ver si, quizás, se golpeó o cayó... pero no, no hizo nada, ni me miró—apunté la libreta—, ni miró que se le cayó.

—Parece novela, pero me dan ganas de agarrarlo del cabello y gritarle que debe estar más pendiente de lo que sucede a su alrededor.

—ya ves... No podemos ir distraídos siempre.—Suspiré, volviendo a cocer.

Sujeté el suéter de Lia para que camináramos pegadas. Su amistad me hizo perder el miedo de lo que pudiese suceder en el futuro, perder el miedo a las perdidas... suena ilógico, pero siempre le tenemos miedo a quienes podemos perder en algún momento de la vida...

Con ella, no tengo pensamientos negativos.

—¿Y si pasamos a una cafetería?—sacudió mi brazo, apuntando a la próxima parada.—¡Yo invito! Pero me han hablado excelente de esa cafetería, dicen que venden unos pasteles exquisitos.

Asentí. Dejando que me guiara su enérgica energía.

La brisa cálida de la tienda nos pegó en la cara, el olor a pasteles nos cautivó. Puedo decir que es un olor que nos remueve todo, todo lo malo no entra a la pastelería, solo puedes ser feliz al cien por ciento ahí.

—¿¡Qué vas a pedir!?— me miró a los ojos, mientras señalaba el menú.

—Me gustaría un trozo de pastel de red velvet junto con un café cargado.

Sonrió vigorosamente mientras entrabamos de lleno a la fila. Observé el lugar, aire fresco junto con sillas color marrón, decoraciones en tonos sobrios y plantas por todos los sitios. Habían personas escribiendo, leyendo y hablando de distintas cosas.

Hasta que lo vi, ahí estaba... el chico que me había salvado la vida y ayudado encontrar al pequeño gato...

El desconocido.

Sentí que el alma se me iba a salir del cuerpo.—Iré al baño, ten—Comentó Lia, dándome su billetera.—Quiero un pastel de frambuesa con una malteada de oreos.

Todo pasó muy rápido, no pude negarme ¿Cómo escapo de él? ¿Trabaja aquí? salivaba como loca, sentía que se me bajaba la presión y el calor de mis mejillas subía. Saqué los lentes que usábamos cuando trabajábamos con metales pesados, colocándomelos junto con la bufanda enorme y el gorro de mi chaqueta. No podía permitir que me reconociera.

—¡Siguiente!—me señaló él, para que fuera a la caja de pago.

Los dedos me temblaban, no puedo creer que esto sea real... Me acomodé los lentes para avanzar hacia su puesto. —Buenas tardes—sonrió en respuesta, mirándome dudoso. Las palabras apenas salían de mi boca.

—¿Qué va a querer?

—Un...—olvidé por completo que iba a querer Lia, me quedé en blanco.—Café caliente y...—miré hacia los lados, una rebanada de pastel de—entré en pánico por unos segundos—. Red velvet.

Las palabras no me salían, parecía idiota trabándome ya que si él no sabía que era yo ¿Por qué actuar así? Me ponía nerviosa que mi secreto saliera a la luz, saber que él se interesaría por mi vida más allá del puente...

No puedo permitir que eso suceda.

—¿Puede repetirlo de nuevo? No puedo entenderla con la bufanda en la boca.

Me quería morir de los nervios....

—Un café caliente con un trozo de torta de red velvet...—hice una pausa para recordar el pedido de Lia—, con una malteada de oreos y un trozo de pastel de frambuesa...

—Repito su orden: Un café caliente con un trozo de torta de red velvet, una malteada de oreos y un trozo de pastel de frambuesa ¿correcto?

Asentí, abriendo la billetera de Lia. Él me dice el valor y le doy justo. No puedo darme el lujo de que se ponga a contar las monedas, analizándome.

—¿Cuál es tu nombre? Para colocarlo en la malteada y el café.

Me derrumbé.—Lia.—Respondí rápido. Sabía que el desconocido no sabía mi nombre, pero soy paranoica.

El chico asintió, dándose la vuelta para trabajar en el pedido. No había nadie detrás de mí.

Lia venía limpiándose las manos hacia mi dirección, abrió lentamente la boca para lo que yo creo que era pronunciar mi nombre, la sujeté del brazo mientras tomaba el número de orden asignado.

—¿Pediste?

Asentí, su mirada era curiosa. —¿Por qué te pusiste todo eso? —miró al aire acondicionado del lugar—, estamos a veinticinco grados...

Me quité los lentes, dejándome la bufanda y el gorro—, Tengo mucho frio.—Mentí. Mi cara se sentía colorada, el cuello me sudaba y las manos me temblaban.

—Es como si hubieras visto a un fantasma, ¿de verdad estás bien?

Asentí, al estar de espaldas a la barra él no podía verme ni yo a él. Le entregué en número junto con su billetera a Lia, para que se hiciera cargo de buscar las cosas. Comenzamos a hablar de los sueños que tenemos al terminar la carrera, y lo que desearíamos que sucediera en el futuro... y el clásico ¿Qué harías con una cantidad enorme de dinero?

Abriría mi propia boutique de modas, me convertiría en la grande de grandes.

—¿Lia? —habló un chico detrás de mí, colocándose en el medio de las dos.

—¡Llegaste! —respondió eufórica, abrazándolo. —Ella es mi amiga, Melissa.

Lo miré a los ojos... Mierda. Estaba jodida hasta el cuello.

Playlist: Cuando la primavera llegue

Autora: Tyler Rood

Lia & Melissa


Aster & Melissa

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