Lunes, 10:30pm

Mi familia y yo estábamos cenando juntos, como solemos acostumbrarnos, pero lo curioso de nuestras cenas, es que siempre tenemos un tema de platica totalmente ambiguo, esta vez se enfocó en la curiosidad de mis padres sobre mi cena, la cual era simplemente un sandwich de jamón y queso de puerco. Mi madre, curiosa como siempre o para sacar una conversación entre nosotros hizo la pregunta en voz alta ¿Cómo se prepara el queso de puerco?

Esa pregunta fue detonante para desencadenar los recuerdos de mi padre sobre su juventud, ya que el, como muchas de las personas que conozco, antes de vivir una vida sofisticada se crió en el campo, y cuando llegó el momento de elegir su camino en la educación media superior, el decidió enfocarse en lo que había hecho toda su vida; nos hablo acerca de las grandes maquinarias y las enormes instalaciones, las cuales hace no muchos años, era la tecnología más avanzada que podría llegar a la región. Pero esos son solo detalles que, quizás, luego recordaré para escribir algo sobre ellos.

Entre todas aquellas aventuras de juventud, llegamos a una particular, una que trataba sobre aquellos insectos polinizadores gracias a los cuales podemos degustar la deliciosa miel, en esta aventura participan tres adolescentes, que como su rango de edad lo señala, son tan solo jóvenes jugando a que hacer con su vida, pero ellos tenían una responsabilidad, un proyecto de apicultura, pero la colmena que les había sido asignada, tenía una gran fama de ser un tanto agresiva con los intrusos, sólo el encargado sabía la cantidad de humo ideal para mantener tranquilos a estos maravillosos insectos, pero ¿Desde cuándo un adolescente que cree que puede hacer algo, se detiene a pedir permiso?.

Como era de esperarse, ese proceso de extracción salió horriblemente mal, causando la furia de las abejas ante los invasores, trataron de correr, pero, a pesar de usar protección, las abejas se las ingeniaron para castigar a quienes habían perturbado su paz. Mi padre no huyo lo suficientemente rápido, así que él fue a quien más lastimaron, llegando a tener más de cien aguijones enterrados en su piel, aunque por lo que él cuenta, no sintió dolor, pues en su vida como campirano, había sufrido cosas mayores o similares millones de veces antes; el segundo adolescente no sufrió tanto, a pesar de que había sido lo suficientemente lento como para que varias abejas lo atacaran, aunque no eran más de veinte picaduras, pero no evitó quejarse del dolor; mientras que el tercer chico, solo fue alcanzado por una de las abejas, pero a los pocos minutos, cayó en el suelo totalmente débil, vomitando y teniendo espasmos, fue al único a quien llevaron a la enfermería, ya que, había descubierto de la peor manera, que era alérgico a los rayados insectos.

Esto me recuerda a más cosas, pensando en la coincidencia de cómo algunos sucesos totalmente diferentes, podían converger en maneras impensables, creo que este es uno de esos casos. ¿Qué les quiero compartir con esto?

¿Porque comparamos la misma herida en diferentes personas? Gracias a mis propedéuticos de medicina, he aprendido que las personas y sus cuerpos son un mundo totalmente diferente, incomparables entre uno y otro, ¿Por qué creemos que un resfriado nos durará el mismo tiempo que a la persona a la que tenemos al lado?, ¿Por qué esperamos que un suceso que pudo haber sido traumático para nosotros tenga el mismo impacto en nuestro mayor confidente?

El dolor, el amor, el sufrimiento, la felicidad, la recuperación y la tranquilidad se perciben y se desarrollan de maneras diferentes en cada uno de nosotros, debemos dejar de comparar nuestros tiempos con lo que los demás digan acerca de la misma situación. La sanación y la recuperación tienen un tiempo perfecto para cada uno, pues nosotros mismos sabemos cómo sentirnos mejor.

Así que, no te sientas mal por el hecho de que unas situaciones te afectan más que al resto, o que tomes más tiempo en sanar que el resto ¿Quién impuso el molde del dolor la sanación de cada persona? Exacto, nadie, porque es imposible saberlo, así que espero que esta historia te deje esta lección:

A veces, un solo piquete de abeja duele más que cien, todo depende de cada persona, y cada camino, es perfecto, no lo presiones, toma tu tiempo, pues al final, serás tú él tome los frutos de ese proceso.