Cuando la Felicidad se desmorona (Capítulo único)
Tipo: One-shot.
Resumen: "Cuando la felicidad se desmorona, siempre huele a sangre" y eso fue lo primero que Tanjiro olió antes de ver su hogar, y fue lo que último que Takeo hubiera querido ver ese día.
Advertencias: Esto es un What if donde el hermano menor de Tanjiro hubiese ido con él a repartir carbón. La historia será contada desde el punto de vista de Takeo y trataré de que las partes más importantes estén en esta historia. Espero les guste.
I
"Aunque la vida es como el tiempo
Va cambiando
Nos siempre hace sol
Y no siempre nieva
(...)"
Sus piernas cedieron y la mitad de su cuerpo se hundió en la nieve, comenzó a toser y las lágrimas descendían por su rostro enrojecido por la falta de aire. Ahogó su llanto con su antebrazo y trató con todas sus fuerzas de volver a ponerse en pie, la mano de su hermano mayor apareció frente a él junto a una sonrisa torcida y forzada, manchada por los acontecimientos de hace tan solo unos minutos presenciaron.
—¡Vamos! —Le gritó, el menor tomó la mano y continuó.
Miró el rostro desvanecido y ensangrentado de su hermana mayor, tan pálida, al borde de la vida...
Tuvo que mover la cabeza de un lado para otro con fuerza para sacarse la última idea de la cabeza.
El constante murmullo agotado y desesperado de su hermano mayor cargándola le impedía pensar de esa manera, debían salvarla, su querida hermana, debían sobrevivir, encontrar un médico en la aldea más cercana, tenían que lograrlo de alguna forma.
Soltó la mano de su hermano, este le miró de reojo preocupado, con la mirada perdida entre el paisaje y la angustia, pero al ver la mirada inundada en lágrimas pero segura le dedico una sonrisa que de inmediato se desvaneció por el frío clima de la montaña.
El menor se aferró a la tela de la ropa de su hermano y continúo su paso a duras penas, acompañando los lamentos desesperados del mayor suplicando porque ella sobreviviera.
—Definitivamente... — murmura el mayor—Te salvaré.
—Nezuko...
¿Por qué les estaba pasando esto a ellos?
.
.
.
Takeo Kamado escuchó la voz de su madre llamando a Tanjiro su hermano mayor, rápidamente tomó el hacha y caminó aparentando estar distraído en dirección frente a la casa, los menores estaban pidiendo por acompañar a Tanjiro a vender carbón, aunque debido al clima nevado era mejor que fuera sólo el mayor, a pesar de que les explicaron las razones ellos insistieron haciendo muecas de disgusto.
Se supone que hoy cortaría leña junto a Tanjiro, había esperado eso durante días ya que Tanjiro se había estado encargando de hacer carbón para vender pronto.
Hoy era un día de hermanos.
Aunque debido a que se acercaban las festividades, Tanjiro se había dado la tarea de vender más carbón de lo que necesitaban mensualmente.
Siempre fue así de amable, a veces, es muy parecido al padre de ambos.
—Takeo, ¿Puedes cortar leña para la casa?
—Seguro, se supone que íbamos a hacerlo juntos...
—Eres un buen niño...
Tanjiro se le acercó para acariciar su cabeza con cariño, como suele hacerlo su madre cuando los ve preocupados y como solía hacerlo su padre antes de que falleciera. Esa misma sensación cálida que él desprendía lo tiene su hermano mayor.
Takeo de inmediato se sonroja y los pequeños comienzan a señalarlo en burla dado que él siempre fue más arisco con el cariño familiar.
—Bien, yo me voy, vuelo más tarde —Tanjiro se despide de la familia con una sonrisa relajada.
Los pies de Takeo se movieron por inercia, dejando de lado el hacha y corriendo hacia su hermano.
— ¡Yo voy contigo!
La familia concentró sus miradas en Takeo, el muchacho se paró frente a Tanjiro y su mirada decía que no aceptaría un no por respuesta.
—Pero... —murmuró Tanjiro, mirando de reojo a su madre.
—Quiero aprender.
Tanjiro suspiró, acarició la cabeza del menor con cariño y asintió. Sabe que de todos sus hermanos Takeo es el que más quiere ser mayor para hacerse cargo de la familia, sabe que al ser el que sigue entre los varones se ha dado esa responsabilidad solo, Takeo sueña con ser uno de los soportes. Y no puede negarse a que ahora mismo y con la cantidad de nieve le vendría bien alguien para platicar en el camino.
—Bien, pero ve a abrigarte.
Takeo le sonríe de oreja a oreja y corre dentro de la casa por algo más adecuado para un viaje al pueblo. Los menores gruñen en protesta pero Kie, la madre, les recuerda que ya hicieron un trato con Tanjiro y deben cumplirlo, a los pocos minutos Takeo está listo para salir a vender.
—Ponte bien la bufanda —le regaña su madre acomodando la tela alrededor del cuello del muchacho.
Con eso ambos se despiden de la familia prometiendo volver lo antes posible, antes de que caiga más nieve.
Takeo deja de caminar por unos momentos y mira al cielo, se ve despejado aunque cuando se levantó en la mañana sintió el viento diferente de un día así ¿habrá sido su imaginación? La voz de Tanjiro lo sacó de sus pensamientos y apresuró el paso para seguir a su hermano por el sendero cubierto de nieve.
Seguro no era nada.
.
.
"Todos te siguen Tanjiro"
La suave voz de Nezuko, la mayor de las hermanas, resonó en la cabeza de Tanjiro, la encontraron antes de alejarse por completo de la casa, ella cargaba a uno de los menores Rokuta. Miró a su lado, Takeo parecía muy concentrado en caminar y no retrasarse, ponía todo su esfuerzo en caminar justo a su lado tratando de demostrarle algo.
En cuanto ambos pisaron el pueblo la gente reconoció a Tanjiro Kamado como si fuera un vecino más, aunque varias miradas curiosas se centraron en Takeo quien estaba algo nervioso.
Cuando venía a vender carbón siempre vino con sus hermanos menores, así que las miradas se concentraban en ellos por ser adorables y él al ser el segundo mayor de los varones no atraía tanto la atención pero ahora es diferente. Ahora es solo él el menor.
El día transcurrió entre visitas a las casas, ayudar a los vecinos con algunos mandados como cargar cosas pesadas y saludar a los que conocían desde hace años a la familia por su tradición de vender carbón. La noche los atrapó en el pueblo pero tanto Tanjiro como Takeo no podían estar más felices y cansados por haber vendido todo el carbón de hoy.
La familia podría darse un festín este año para las fiestas.
Con la canasta vacía, el peso de Tanjiro se vio notablemente alivianado, camino de la mano con Takeo que a pesar de los descansos que tuvo en el pueblo la verdad es que sus piernas aun eran demasiado cortas como para aguantar el paso de Tanjiro, le dio la opción de cargarlo en la sesta pero Takeo se negó.
Era muy vergonzoso hacer eso, ya no era un bebé.
A las faldas de la montaña y con el cielo bastante oscuro detrás de ellos se encontraron con una de las pocas casas cercanas. El hombre de ahí se asomó y al reconocer a Tanjiro le ofreció quedarse esa noche ya que la temperatura estaba descendiendo notablemente.
Además, el rostro del hombre se notaba afectado.
—A esta hora salen los demonios.
Takeo apretó la mano de su hermano con fuerza ante la palabra demonios, es bien sabido por los cercanos que ese señor es muy serio con ese tema, el cree en los demonios como ningún otro del pueblo. Perdió a su familia hace tiempo y siempre que puede advierte a la gente de los mismos, de cómo asechan, de cómo se alimentan de la felicidad de las personas.
Esa noche Takeo no durmió bien, escuchó la conversación del Tanjiro con el señor y solo sintió escalofríos. Cubrió su cabeza con las mantas y se aferró al brazo de Tanjiro, sólo así pudo conciliar el sueño.
Bien temprano por la mañana, tomaron un poco de té que les sirvió para calentar el cuerpo y partieron a su hogar. Takeo estaba ansioso por volver con la familia y contarles como de útil había sido ayudando a Tanjiro a vender, y como había recibido elogios de varias de las señoras del pueblo por ser diligente.
Como estaban con las energías renovadas subieron sin prisa pero sin pausa por la montaña nevada, mientras una suave brisa por completo fría les rodeaba.
—La próxima vez quiero traer a los pequeños a visitar al señor ¿Qué dices Takeo?
—¿Eh?
Takeo se había concentrado en las corrientes de aire cambiantes, era lo que ayer en la mañana había sentido, un cambio en el clima, aunque propio de la época invernal, parecía mal augurio.
—¿Estás cansado?
—No, nada de eso, solo me distraje.
Comenzó a reír y adelantar el paso un poco, habían recorrido la mayor parte del camino conversando sobre cosas simples y lo que podrían comprar con lo recaudado para la cena de las fiestas.
De pronto la nariz de Tanjiro se movió, paró en seco de caminar y su mirada se perdió unos segundos en la distancia.
Takeo está confundido.
—¿Hermano...?
—¡Huele a sangre!
Tanjiro comenzó a correr. Takeo permaneció en su lugar unos segundos antes de procesar todo.
¿Sangre? Los únicos que viven en este sector de la montaña son...
Pronto sus piernas siguieron a su hermano lo más rápido que pudo.
Vio a Tanjiro parado cerca de la entrada de su hogar, su cuerpo temblaba, cuando llegó a su lado el desgarrador grito del mayor le ensordeció los sentidos, solo pudo cubrir sus oídos y encofrar la vista en la horrible imagen que tenía en frente.
Su querida hermana mayor, Nezuko, estaba tirada en la fría nieve abrazando a una pequeña figura que reconoció como Rokuta, rodeados de sangre que resaltaba entre el paisaje blanco.
Quiso gritar pero no salía nada de su garganta, en cambio, sus piernas cedieron ante el shock y cayó al suelo, a su lado la canasta de carbón también cayó. Tanjiro reaccionó corriendo hacia Nezuko gritando su nombre confundido y aterrado.
—¡NEZUKO!
Nadie contestaba, todo era por completo silencioso de una manera aterradora. Ni si quiera los animales cercanos se oían, ni los pájaros, ni el viento, ni sus hermanos pequeños.
¿Por qué ese silencio era tan desgarrador?
Los gritos de su hermano mayor se vieron silenciados al llevar su mirada al interior de la casa, el rastro de sangre del cuerpo de Nezuko venía de dentro. Tanjiro entró despacio, y comenzó a murmurar los nombres de cada integrante de su familia, su voz se nota quebrada y asustada.
Takeo no puede levantarse del suelo, tiene miedo de ver lo que hay dentro de la casa, tiene miedo de ver que es lo que ha aterrado hasta ese nivel a su hermano mayor.
Ve a Tanjiro caer al suelo de la impresión.
—Hermano...
Murmura ahogándose en su propia angustia, con las pocas fuerzas que le quedan gatea hacia él, la angustia al escuchar la conversación con el viejo Saburo, el señor que les ofreció su casa vuelve multiplicada por el susto de que sus advertencias sean reales.
Necesita sentir que su hermano aún está con él.
Ambos desvían su mirada al cuerpo de Nezuko, y en cosa de segundos parecen notar que aún hay esperanza en ella.
Tanjiro no duda más y carca a su hermana en su espalda. Deben llegar al pueblo, deben encontrar a ayuda de quien sea.
—No mires Takeo —por primera vez, la voz de su hermano suena áspera y rota. Takeo solo puede asentir y caminar al lado de Tanjiro. Sus pies se embarran por la sangre que se mezcla perfectamente con la nieve.
Takeo ajusta algunas telas del traje de Nezuko alrededor de Tanjiro y antes de que el terror se vaya de sus venas comienzan a correr montaña abajo desesperados por ayuda.
Por favor... alguien, quien sea murmura Takeo en sus pensamientos, tragándose la angustia más no las lágrimas que nublan su vista, no sabe cómo es que puede correr después de todo eso, lo único que tiene ahora es seguir a Tanjiro y salvar a Nezuko.
¡Alguien que nos ayude!
.
.
Ahora se encuentran en medio del sendero, Tanjiro no puede mantener el ritmo pero sigue adelante con el cuerpo aun tibio de su hermana, Takeo se aferra a la tela de la ropa de su hermano y respira atropelladamente mientras esquivan los obstáculos del camino, esta vez fueron por un atajo algo complicado pero es de vida o muerte que lleguen con un médico.
Nezuko aún puede curarse, aún puede vivir.
Ambos están confundidos, mientras Takeo piensa en mantenerse al lado de Tanjiro y no desmayarse del miedo, Tanjiro repasa en su mente las posibilidades de que sea un oso que no hibernó.
¿Era posible?
Su mente no procesaba nada más.
El aire frío congelaba sus pulmones pero no podían parar de avanzar, el tiempo está en su contra, la tormenta se vuelve más fuerte. El viento que sintió Takeo antes era esto, una nueva tormenta de nieve se acercaba a la montaña.
Nezuko comenzó a moverse, Takeo trató de decírselo a su hermano más el paso irregular que llevaban y el extraño impulso que dio su hermana hacia un costado provocó que Tanjiro se resbalara del camino.
Takeo cayó sentado mientras veía el cuerpo de sus hermanos mayores caer por la orilla del camino. A penas si pudo levantarse y gatear tratando de alcanzar la mano de su hermano pero no logró alcanzarlo.
—¡T-TANJIRO!
Las dos únicas personas de su querida familia que le quedaban se habían desvanecido delante de sus ojos por una caída, su cuerpo se congeló en el acto. ¿Era el fin? ¿Eso era todo?
A duras penas logró asomarse por la orilla reconociendo el cuerpo de su hermano y el de su hermana el cual extrañamente comenzó a moverse, tambaleándose de un lado a otro. Tanjiro le miro y se sentó sobre la nieve.
Takeo le hizo unas señas con la mano dando a entender que iría donde ellos. Con eso en mente y sin saber de dónde sacó las energías para correr sendero abajo encontrando la mejor manera de volver con sus hermanos, debe volver al lado de Tanjiro y Nezuko, necesita estar con ellos, prometió que ayudaría a Tanjiro.
Que aprendería de él.
No quiere separarse de su familia, ellos dos son lo único que le queda.
Tiene miedo, está confundido, hace frío, solo quiere estar con sus hermanos mayores.
Las palabras de Saburo vienen a su mente junto a las lágrimas, cae a mitad de camino, le duelen los músculos pero se pone en pie para continua, no sabe cuan largo es ese camino.
Alguien pasa corriendo delante de él, da un salto y continua en la dirección donde antes cayeron Tanjiro y Nezuko.
Takeo logra ver una espada y unas telas con rombos. Su apariencia es diferente a los del pueblo.
¿Será ayuda?
—A... ¡Ayuda! —le grita desgarrándose la garganta, el joven se voltea, su mirada azul parece apagada y su semblante serio contrasta con lo blanco dela nieve y el terror que siente Takeo ahora mismo.
—¿Estás perdido?
—Mis hermanos... Sangre... —las palabras se atoran en su garganta junto a los gimoteos que se ha estado tragando, siente que las fuerzas lo abandonan, su cuerpo no puede aguantar tantas cosas.
Takeo se da cuenta que aún es un niño.
—Voy a ayudarte, calma —el joven se acerca y le deja lo que parece ser una porción de comida. —, dime dónde están.
El menor apuntó en la dirección tembloroso. El otro asintió, buscó con la mirada a su cuervo y le dio la instrucción de guiarlo al pueblo más cercano.
—N-No... Mis hermanos...
—Yo iré a verlos.
—Tengo que estar con ellos...
—No, ve al pueblo.
Las lágrimas inundaron la mirada de Takeo, ya no podía hablar, su garganta dolía, no podía comunicarse porque su propia mente no entendía lo que estaba pasando.
La mano del joven se posó sobre su cabeza, dio una palmada demasiado suave y torpe, su rostro inexpresivo contrastó con lo cálida de sus manos. Takeo guardó silencio.
—Volveré aquí con tus hermanos, espérame.
El cuervo graznó y el joven desapareció en un segundo de la vista de Takeo, quien se aferró a la porción de comida que le había entregado como su única esperanza.
Su rodilla comenzó a arder, se había hecho daño. Pero ahora mismo le duele más en lo profundo de su corazón.
Solo quiere ver a Tanjiro y a Nezuko a su lado.
De alguna manera se vuelve a levantar, guarda la comida entre su ropa y camina a paso lento, aún no está en su límite, aun puede ir a ayudar a sus hermanos, aun puede hacer algo.
El cuervo se aleja de él entre los arboles pero no desaparece de su vista, parece que le vigila, niebla mezclada con nieve atraviesa su camino y lo desorienta por momentos pero a lo lejos aún ve la orilla del camino así que se guía con ello para llegar al lado de Tanjiro y Nezuko.
Todo su cuerpo le grita por qué descanse pero la preocupación es más fuerte y el miedo a no ver más a lo que le queda de familia le aterra mucho más que desmayarse en medio de la nieve.
Debe llegar con ellos, se repite eso en su mente una y otra vez hasta que al llegar a un claro escucha la voz del joven de antes, está gritando, se oye furioso.
—¿Nezu...ko? —Murmura al divisar a duras penas a su hermana de pie, gruñendo.
Takeo no entiende nada, todo lo que ha pasado desde este día es un carrusel de emociones agobiantes para él, su cabeza no alcanza a procesar nada.
Solo el miedo.
Tanjiro grita, le arroja una piedra al joven de la katana, ¿Por qué están luchando? Se supone que él vino a ayudarles, le dijo que traería a sus hermanos con él.
¿Por qué...?
¡Por qué golpeo a su hermano! El cuerpo de Tanjiro cae sobre la nieve al momento en que el hacha se entierra al lado del rostro del joven.
Takeo solo puede ver el cuerpo de su hermano en el suelo, el miedo de perderlo a él inunda su ser y se dispone a correr. Quiere gritarle que se levante pero no le quedan fuerzas para eso ahora, todas sus emociones se ahogan en su garganta, llega al lado de su hermano y se aferra con todas sus fuerzas a su ropa, grita su nombre confundido por todo.
No puede dejarlo solo, Tanjiro no puede dejarlo solo.
Pronto Nezuko golpea al espadachín lanzándolo lejos y se abalanza sobre el cuerpo de Tanjiro y Takeo, quien continúa gritando el nombre de su hermano.
La chica se queda delante de sus hermanos y le gruñe de manera animal al joven, amenazante y fierra.
Como si hubieran tocado el más sagrado de sus tesoros.
Takeo ve la batalla desde la distancia, y las lágrimas resbalan por su rostro una y otra vez hasta que el cuerpo de Nezuko cae sobre la nieve de un golpe.
Mira aterrado a quien antes parecía querer ayudarle. Goleó a su hermano, golpeó a su hermana, y ahora caminaba hacia él arrastrando el cuerpo de ella por el suelo.
Takeo abrazó la cabeza de Tanjiro en un vago intento de cuidarlo, sin perder contacto visual con el otro. Está aterrado pero ya no sabe que más hacer, es completamente débil.
El joven acomoda el cuerpo desmayado de Nezuko al lado del de Tanjiro, y también deja sobre ella la prenda de ropa que antes traían para abrigar a su hermana, en silenció dejó caer un pedazo de madera con una cinta a los lados y se alejó hasta un árbol donde se quedó a esperar.
Takeo tomo con una mano la ropa de Tanjiro y con la otra la ropa de Nezuko, se quedó ahí en medio de ambos esperando el siguiente movimiento del otro.
Pero este solo le miró en silencio, no sacó la espada en ningún momento, mantuvo su distancia, comprendiendo que ahora mismo no tiene la confianza del menor de los hermanos, y que esperar a que el mayor despertase era la mejor opción.
—Ponle eso en la boca, la calmará.
El menor parpadeó aturdido, sus ojos viajaron desde el objeto hasta él, desconfiado por completo.
—Si no lo haces tú iré yo.
Takeo tembló, no quería que se volviera a acercar a sus hermanos, así que obedeció y coloco en la boca la madera, además acomodo el cabello de Nezuko a su alrededor, cubriendo su cuerpo con las ropas de antes para que no sintiera tanto el frío.
La tormenta sigue pero no es igual de turbulenta que las emociones de Takeo ahora mismo.
.
—Mamá... —susurra el mayor y abre los ojos de golpe tomando la tela que cubre a Nezuko.
—Tanji... —antes de que Takeo pueda terminar de decir su nombre este se sienta sobre el suelo y lo abraza, al igual que atrae el cuerpo de Nezuko a su lado, mirando en dirección al joven de la katana.
Takeo solo puede aferrarse a su hermano.
El joven de cabello negro comienza a hablar desde el mismo lugar, Takeo siente como los músculos de su hermano se tensan.
—Ve a ver a un viejo llamado Sakoji Urokodaki al pie del Monte Sagiri —dice inexpresivo —. Dile que te envía Giyu Tamioka.
Las nubes continúan cubriendo todo el cielo, los rayos del sol no pueden pasar entre ellas.
Con eso dicho, desaparece del paisaje sin dejar rastro. Takeo rompe a llorar, por fin su voz sale y se aferra a sus hermanos con todas sus fuerzas.
.
.
Tener las tumbas de su familia delante de él es algo que jamás en sus diez años de vida pensó que vería. Las manos le arden y están enrojecidas al igual que las de su hermano, su mirada está apagada y puede jurar que lloró hasta que se quedó sin una gota de agua en su cuerpo.
Entrar a su hogar teñido de la sangre de sus seres queridos fue una tortura, una que jamás en su vida podrá borrar de su mente.
Acompaño a Tanjiro en los rezos y dejó un trozo de madera sobre la cabeza de las tumbas como homenaje, le hubiese gustado traer flores pero el paisaje estaba inundando en nieve y no tenían mucho tiempo.
Es importante aprovechar que los rayos del sol no tocarían la piel de Nezuko, lo único que les queda ahora es ellos mismos y el lugar que Giyu Tamioka les mencionó, su último recurso.
—Es hora —dice Tanjiro mirando por última vez a su hogar, le ofrece la mano a Takeo mientras toma la mano de Nezuko.
Los tres caminan por el sendero de la montaña con sus miradas concentradas en el camino.
"(...)
Y cuando la felicidad se desmorona
Siempre huele a sangre."
.
.
.
Uy, tengo esto guardado desde hace meses, y Dios una cantidad enorme de HC sobre Takeo que jamás compartí por que el fandom de Kimetsu no Yaiba es.. bueno, muy pesado.
PERO ESTO NO ES PARA HABLAR DE ESO XD
Comentaron la idea de que hubiera pasado si Takeo hubiera vivido, y como yo tenia muy fresco el primer capitulo del anime me di a la tarea de pensar un poco y salio esto.
Espero les haya gustado~ me divertí imaginando a Takeo en ciertas situaciones.
Tambien tenia medio pensado las cosas que haría en los siguientes capítulos y cosas así, pero ya termine el manga ya ahora solo quiero descansar~
Nos leemos en otro lado~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro