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Capítulo 3

Jeff

4 años después

Algo se estrelló contra mi estómago, robándome todo el aire de mis pulmones. En seguida supe quién era y solo agradecí que al menos esta vez el golpe no fue en mi ingle.

Sonreí a mi pequeña y ella me devolvió la sonrisa más hermosa y brillante que podría ver en mi vida ¿Qué era un poco de aire menos con tal de ver esa hermosa sonrisa? Oh, cielos, cómo amaba a mi pequeña.

— Buenos días, Emily— Besé su frente y ella sonrió.

— Buenos días, papi— Dijo con voz fluida.

Siempre he estado sorprendido al descubrir que mi hija habla mejor que los niños de su edad, la asistente creía que pronto debía hacer un examen, ya que Emily demostraba más inteligencia que el promedio, y eso tanto cómo me alegra, me preocupa. Y realmente detesto que mi mente piense en Adam, en lo inteligente que es, en como Emily sacó parte de su inteligencia, digo, yo también me gradué de la universidad, pero me costó seis años salir de allí. Adam, hasta donde supe, entró antes de la edad promedio y terminó la carrera en cuatro malditos años, antes que sus compañeros porque adelantó varias materias. Me preocupaba lo que eso significaba para Emily en este pueblo.

— ¿Papi?

Me incliné un poco para escuchar mejor a mi hija.

— ¿Voy a poder ir al Zoo?

Quería sonreírle y decirle que por supuesto. Quería decirle que ella podía ir donde quisiera, pero mi rostro se estancó pensando en ese zoológico, en esa ciudad, en el barrio donde tendría que ir, porque no pensaba dejar ir a mi pequeña a esa peligrosa ciudad, sola.

— Si no quieres no importa— Su lengua se trabo en la última palabra, como añadiendo una S donde no debería, no tenía que corregirla, ella misma frunció el ceño, como enfadada con su propia boca por decir mal una palabra, y repitió cuatro veces la misma palabra. Está vez correctamente.

Importa, importa, importa, importa.

Luego sonrió y me miró como si no se hubiera interrumpido, parecía muy satisfecha consigo misma de haber logrado decir bien la palabra.

Había cumplido tres años hace pocos meses, y hablaba mejor que el vecino de cinco años de enfrente, aunque obviamente, yo no hubiera dejado que mi niña cumpliera cinco años llamando a las motos run run o un gato miau miau ¿Qué tipo de padres hacen eso?

— Claro que irás, cariño, y papi te acompañará, no te preocupes.

Ya íbamos entrando al comedor cuando mi mamá levantó la vista, mirándome preocupada, ella sabía porque yo no quería ir, pero del mismo modo no quería negarle a Emily esta oportunidad. Era el único viaje del año con los niños del colegio, sería un padre horrible el no dejarla ir solo por tener miedo de mi pasado.

Además ¿Qué probabilidad había en que Adam siguiera yendo al mismo gimnasio que quedaba a pocos metros de ese zoológico? Tal vez se había mudado, no lo había dicho directamente, pero Adam pasaba mirando sitios y revistas de otros departamentos, sé que quería mudarse, y han pasado ¿Cuánto? ¿4 años? Seguramente ya ni esté allí.

— ¿Entonces irán? — Preguntó mi madre repartiendo los platos.

— Claro que si— Respondí automáticamente.

Por dentro, no lograba decidir si quería ver a Adam de nuevo o no, pero definitivamente no quería tener que explicarle porque tenía una hija. Sigo siendo un muy mal mentiroso.

★゜゜・。。・゜☆゜・。。・゜゜★

Ver a Adam se transformó en la menor de mis preocupaciones, cuando tienes una pequeña niña de tres años capaz de correr tan rápido que si miras por un segundo a otro lado desaparece, en serio, no hay momento de pensar en algo más. Estoy seguro de que el guardia ahora me vigilaba de cerca, me he acercado a él con la intención de hacer un aviso de niño perdido casi cinco veces, pero justo antes de hablarle, veo a Emily aparecer en la multitud. El guardia debe pensar lo peor de mí.

¿Y has visto a tu hija queriendo acercarse a un gorila? ¿O a la jirafa? Y ¡No! Definitivamente no quería dejarla tocar al maldito cocodrilo como el guía dijo que podían, porque ese reptil estaba amaestrado. Yo le hubiera dicho que se podía ir al infierno porque no iba a dejar que mi pequeña se acercara a ese lagarto gigante capaz de comerla de un bocado, pero Emily me miró con sus ojos grises hermosos como si el que le permitiera fuera a hacer todos sus sueños realidad, y simplemente no pude negarme. Así que allí estaba yo, temblando cuando su manito acariciaba esa piel rugosa y asquerosa, y yo solo podía mirar con odio al cocodrilo como advertencia, porque si se le ocurría hacerle algo a mi pequeña iba a saltar y matarlo...no es que sepa cómo matar un cocodrilo, pero cuando tienes una hija, no importa qué o quién le haga daño, eres capaz de todo.

El cocodrilo no hizo nada, tal y como el guía me aseguro como diez veces, solo le pregunte diez veces para ver si lo pillaba teniendo un tic que revelara que me mentía. El guía tampoco tuvo un tic.

Cuando por fin terminó el espectáculo de los delfines y salimos del zoológico, me sentía como si hubiera corrido en esos maratones de 50 kilómetros. Soy un asco corriendo, pero sé que Adam iba a correr seguido... ¡Oh, santo infierno! Realmente odio como todos mis pensamientos van a Adam. Como cada vez que veo los ojos grises de Emily recuerdo esos ojos grises mirándome. ¿Por qué rayos tenía que sacar sus ojos? ¿Y porque amaba tanto correr? Bien, hay pocos niños que no adoran correr, pero cada acción, cada gesto, cada mirada de mi pequeña me hace recordarlo y la culpa me llena ¿Y si me equivoque? ¿Y si debía decirle? A mí no me gustaría tener una hija de la que no sé nada. He estado pensando en eso mucho tiempo.

La presidenta de la junta de vecinos, Dina, interrumpió mi línea de pensamiento.

— Jeffrey ¿Puedes hacernos un favor?

Asentí rápidamente, esta mujer hacía posible que los niños salieran del pueblito a los lugares turísticos de la ciudad, solo era una vez al año, pero con el antiguo presidente, según supe por mi madre, la junta de vecinos no hacía nada por los niños. Le agradezco eso.

— Claro, si puedo ayudar en algo con gusto lo haré.

La mujer sonrió. Siempre pienso en ella como la mujer, porque cada vez que recuerdo su nombre, recuerdo el año pasado cuando Emily me pregunto si la señora Dina, era la mujer de Dino el dinosaurio, lo preguntó frente a ella, y frente a los otros diez niños, y estoy seguro de que algo explotó dentro de mí intentando sofocar mi risa.

— Gracias— La mujer sonrió y me entregó dinero—. Sé que tú solías vivir por aquí, no estoy muy acostumbrada en la ciudad... ¿Venden algo para beber por aquí? Si pudieras encontrar algo para ellos, si alcanza también para nosotros, pero sobre todo para ellos, una bebida grande puede servir, pero no sé si hay vasos por aquí, o tal vez solo bebidas pequeñas, todo sirve.

Ella parecía ansiosa de que no la vieran como irresponsable por no traer bebida desde el pueblo, así que la tranquilicé y fui a comprar los refrescos.

Sabía que había una tienda en la esquina y me sorprendí al verla cerrada, así que caminé hasta la máquina expendedora que estaba cerca de mi ex departamento. Odiaba estar tan cerca, pero me había convencido de que Adam ya no vivía por allí, así que intenté mantener la calma.

Estuve mucho tiempo maniobrando en cómo llevar las bebidas, eran once niños y cuatro adultos ¿Han intentado tomar quince latas de bebida solos? Bueno, no resulta bien, la calle es ligeramente empinada y cuando la primera lata cayó comenzó a rodar y rodar sin parar, así que comencé a correr tras ella, no eran tan empinado así que no caía rápido y tenía la esperanza que se trabará en alguna parte de la vereda o con una piedra, pero la muy obstinada lata siguió rodando hasta que un pie la detuvo. Suspiré aliviado.

No dejé de mirar la lata, no fuera que empezará a rodar de nuevo y desaparecer de mi vista, no quería tener que volver a comprar otra maldita lata.

— Muchas gracias, las llevo justas así que hubiera sido un problema perder una.

Levanté la vista, decidiendo que el pie la tenía bien sujeta, y que después de todo iba a ser difícil inclinarme con 14 latas acurrucadas entre mis brazos y parte de mi polera.

Y mis ojos se abrieron, mi respiración se estancó y estoy seguro de que si hubiera un doctor a mi lado me hubiera diagnosticado taquicardia y un pre-infarto por lo rápido que latía mi corazón.

Dos ojos grises me miraban desde arriba, igual de sorprendidos y tal vez un poco enfadados.

— Oh— Mi voz sonaba estrangulada, así que trague y lo intente de nuevo—. Adam.... C-cuanto tiempo.

Los ojos solo seguían mirándome con una mezcla de dolor y enfado que hacían que la culpa en mí se incrementará.

★゜゜・。。・゜☆゜・。。・゜゜★

Fue un gran salto del tiempo. Pero es la idea desde el inicio. Ya veran que lograrán superar esos años lentamente.

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