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8. Desconocido

SeokJin se sentó en el largo sofá y permitió que TaeHyung lo hiciera a su lado, él era uno de los amigos que había jurado protegerle y, por lo visto, en esa ocasión le había tocado ser quien entrara en su apartamento, quedándose al margen de lo que él hiciera con su vida.

– ¿Qué ocurre, SeokJin?

TaeHyung era coreano, al igual que los otros cuatro, pero para ser el más joven, era el más maduro. Sus conocimientos en artes marciales eran muy buenos, tanto como el del resto y del propio SeokJin.

Provenía de una familia muy antigua y se conocían desde los tres años. Tal vez ese hecho o todos los problemas que habían compartido, los habían hecho inseparables, formando un vínculo de amistad inquebrantable.

– Tengo que pedirte algo.

– Claro, ¿de qué se trata?

TaeHyung echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en el sofá. Era bastante alto y, teniendo un aspecto galante, no solía pasar muy desapercibido cuando iba por la calle, su atractivo no pasaba desapercibido ante las mujeres.

– Quiero que averigües todo sobre JungKook.

– ¿Te interesa saber la causa de las cicatrices que tiene en la espalda? ¿Tan horribles son?

SeokJin ladeó la cabeza y le lanzó una mirada furibunda. TaeHyung levantó las manos en son de paz y sonrió reconciliador.

– Deberías dejar de escuchar las conversaciones ajenas.

– Me aburría – se disculpó, con el mismo tono inocente que él mismo solía emplear.

SeokJin entrecerró los ojos y TaeHyung se hizo el despistado, antes de volver a perder la sonrisa y clavar la mirada en la oscuridad que se asomaba por la ventana.

Las luces de las farolas penetraba débilmente a través de ella y SeokJin guardó silencio, permitiendo que su amigo reflexionara sobre lo que le pasaba por la mente.

– Hace mucho que nos conocemos – dijo TaeHyung.

– Demasiado –. No había sido una pregunta, pero SeokJin se vio con la obligación de decir algo .– ¿Por qué? ¿A qué viene eso ahora? ¿Te arrepientes de haber abandonado todo para protegerme?

TaeHyung perdió el interés por la calle y lo miró inexpresivo. ¡Cómo conocía esa expresión! Se había molestado.

– En absoluto. Mi familia lleva décadas protegiendo a la gente y, por tanto, mi futuro era éste. La única diferencia reside en que yo he tenido el privilegio de escoger a la persona por la que dar la vida.

– Eso suena muy propio de ti – bromeó SeokJin para romper la profundidad de sus palabras.

TaeHyung sonrió y volvió a apoyar la cabeza en el sofá mucho más relajado.

– No tardaré mucho en conseguir la información de JungKook.

– No esperaba menos.

– ¿No te preocupa?

– ¿Qué?

– Que salga y me encuentre aquí. ¿Qué le explicarías?

SeokJin le miró sorprendido y se puso a reír divertido.

– No sabía que tuviera que dar alguna explicación sobre mis acciones, y mucho menos a ese idiota.

– Eso... suena muy propio de ti también – comentó su amigo con una sonrisa.

– Y de todas formas, si hiciera demasiadas preguntas....

– ¿Le ignorarías? – sugirió TaeHyung, terminando su frase.

– ... Le daría unos buenos azotes en el culo – terminó SeokJin, sacándole la lengua a TaeHyung.

Su amigo sonrió de forma misteriosa pero no dijo nada sobre ello.

– Nunca dejas de sorprenderme... te has pasado toda la vida fingiendo de maravilla que te encantaban las mujeres y ahora me vienes con que también te gustan los hombres.

– Sí... bueno, ese mocoso es interesante. Además, tiene una constitución tan débil que no parece ni un chico.

– Ah... ¿Es eso? – TaeHyung sonrió perversamente – ¿Intentas comprobar si es una mujer?

– Te recordaba menos irónico...

– Llevo muchos años contigo...

TaeHyung se levantó, desperezándose.

– ¿Te vas ya?

– ¿No acabas de darme una orden?

SeokJin suspiró y cerró los ojos. Una sombra había cubierto su rostro.

– Preferiría que hubiera sido una petición.

– Bueno, es lo mismo.– Su amigo posó una mano sobre su hombro y SeokJin abrió los ojos. TaeHyung estaba inclinado frente a él y la profundidad de su mirada lo taladraba.– Fue mi decisión, amigo. Yo sería el único culpable de esto. No lo olvides nunca.

– TaeHyung...

– Bueno, me voy. Los demás están cerca, como siempre.– Se puso una chaqueta y unos guantes de cuero y agarró el casco de la moto.– Ah... por si se me olvida... no te enamores de él ¿Quieres?

TaeHyung había girado la cabeza para mirarle y SeokJin le lanzó una significativa mirada.

– Puedo adivinar lo que viene a continuación...

– Tal vez sí, SeokJin... pero no me queda otra alternativa que decírtelo. JungKook es un chico normal, muy distinto a ti. Crecieron de forma diferente y ahora, en este momento, los separa un abismo.

– Ya sé todo eso –. SeokJin se llevó una mano a la cabeza. Estaba irritado, no le gustaba que le expliquen lo que ya sabía. Si hubiera sido cualquier otra persona, lo habría echado de su casa a patadas.– No hace falta que me repitas lo evidente y, por supuesto, sé hasta dónde pretendes llegar.

– Sí, claro que lo sabes –. TaeHyung abrió la puerta pero no salió –. Si lo introduces de forma permanente en tu vida, él será el blanco perfecto de todos sus ataques. Pero, por supuesto, ya lo sabes, ¿verdad? Y, de la misma manera, sabes que JungKook no puede defenderse.

– ¡Todo...! Todo eso ya lo sé –. SeokJin miró a su amigo con una mueca en el rostro –. ¿Será que ahora te preocupas por ese mocoso?

TaeHyung clavó en el suelo la mirada antes de levantar la cabeza.

– En absoluto. Tú eres la única persona que me preocupa. La única persona a la que quiero –. Guardó silencio unos segundos y sonrió.– Pero, vamos, estoy seguro que tú sabes lo que haces. Te traeré la información que me pides. Nos vemos después. Ahora duerme un rato.

Su amigo salió y cerró la puerta a su paso, sumergiendo el apartamento en un silencio sepulcral. SeokJin se acomodó en el sofá y suspiró cansado.

TaeHyung en vez de su mejor amigo parecía su padre.... O, tal vez, eso le parecía ya que nunca había conocido al suyo.

Lanzó una sigilosa mirada a la puerta de su habitación y, con un gruñido exasperado, se tumbó en el sofá, negándose a volver a su cuarto donde estaba ese mocoso.




– Ni hablar. – JungKook se cruzó de brazos caprichosamente y se sentó en el sofá.

SeokJin, de pie cerca de la puerta de la calle, lo miraba como si estuviera a punto de asesinarlo. Aun así no se movió. El repentino cambio de actitud de SeokJin era sospechoso y temía que fuera por las heridas en su espalda.

¿Le vería como a un monstruo? Bajó la cabeza desanimado, pero la volvió a levantar rápidamente. ¡No era el momento para decaerse!

– ¡Largo!

– No.

– ¿No era esto lo que ayer querías? Vuelve a tu casa, tengo cosas que hacer.

Estaba enfadado, de eso no había dudas, ¿pero era por su culpa?

– Me hiciste llamar a mis padres para que les dijese que me quedaba aquí el fin de semana...

– ¿Desde cuándo te enfrentas a mis decisiones, pendejo?

JungKook no respondió. Estaba temblando de miedo, temía que si seguía con esa actitud, SeokJin perdería la paciencia y le golpearía.

¿Qué haría entonces? Igual no debía enfadarle tanto... tal vez debía marcharse. Se levantó y se acercó a la puerta donde estaba SeokJin.

– ¿Es por... por lo de... la espalda?

JungKook se agarró las manos nervioso.

– Tengo cosas que hacer. Nos veremos en otro momento. Vamos, vuelve a casa.

No había respondido, ciertamente se debía a eso. Salió sin añadir nada más y oyó como la puerta se cerraba a su espalda sin contemplaciones. Se giró y se puso a contemplar la puerta estúpidamente, como si esperase que SeokJin saliera por ella con una sonrisa y le dijera que volviera.

Realmente se conformaba con que saliera y empezara a insultarlo por permanecer tanto tiempo de pie ante su puerta. Aun así, SeokJin no salió de ninguna de las dos formas. Suspiró amargamente y se dirigió a los ascensores del fondo.

– ¡Hola! Buenos días – le saludó alegremente un chico que aparecía desde la otra parte de la escalera.

– Ah...hola.

JungKook miró de reojo al chico. Vestía de forma muy informal con un chándal azul y una gorra negra.

Parecía incapaz de esperar tranquilo los minutos que tardaba el ascensor en subir, ya que no dejaba de moverse de un lado a otro y tarareaba una cancioncilla que JungKook no pudo identificar.

– ¡Arrg! ¡Cuánto tarda! –. El chico hizo ademán de darle un puñetazo a la puerta del ascensor y después se giró hacia JungKook con una sonrisa amistosa. Por primera vez pudo verle bien el rostro y se dio cuenta de que, pese a su pelo rojizo, era coreano. Tenía unas facciones muy marcadas, indiscutiblemente los ojos y el corte lo definían. – ¿Qué tal si bajamos por las escaleras?

JungKook lo miró sorprendido.

¿Por qué le hacía esa sugerencia?

Si no quería esperar que se fuera solo, eso era lo más normal. Aun así, JungKook asintió con la cabeza y siguió al muchacho que seguía tarareando la canción.

– Por cierto, me llamo HoSeok, ¿cuál es tu nombre?

– ¿Eh? JungKook...

¿Por qué le había hecho caso?

HoSeok bajaba las escaleras de dos en dos y medio corriendo. A JungKook le costaba seguir su ritmo para no perderlo de vista y, cuanto más cerca estaba de la salida, más estúpido se sentía.

¿Por qué estaba haciendo caso a un desconocido como si lo conociera de toda la vida? ¿No había tenido demasiados escarmientos en su vida como para saber que nadie se acercaba a él con intenciones amistosas?

Por fin llegaron al primer piso.

JungKook estaba sin aliento y le costaba respirar, sin embargo, el chico daba saltitos muy animado y en plena forma, ¿Era humano?

JungKook cogió aire, sintiendo que los pulmones le ardían y se apoyó cansadamente contra la pared.

– Ha sido divertido, ¿verdad?

– Sí... – susurró

– ¿Te vienes a correr conmigo, JungKook?

El aludido lo miró aterrorizado. ¿Ir a correr con él? No estaba tan loco. Podía imaginarse el ritmo que ese chico pondría y, con seguridad a certeza ciega, podía asegurar que se quedaría atrás desde el primer momento. 

– Creo que mejor no – susurró tan bajo que dudaba que le hubiera oído –. Tengo cosas que hacer.

– ¡Vaya! ¡Qué pena! Hubiera sido muy divertido correr contigo, JungKook. ¿Tal vez en otra ocasión?

– Ni hablar – susurró, con la intención de que HoSeok no lo oyese –. Tal vez...

– ¡Genial! ... Pero oye, JungKook... ¿A cuál de tus respuestas tengo que hacer caso? ¿Tienes doble personalidad o algo así? ¡Eso sería muy interesante! ¿Es eso?

JungKook no respondió. Se quedó mirando sorprendido al eufórico muchacho y enrojeció ligeramente avergonzado. HoSeok sólo pretendía ser amable con él y su comportamiento había sido muy desagradable.

– Lo siento – volvió a susurrar, bajando la cabeza.

– ¿Y eso? ¿A qué se debe esa disculpa? – HoSeok se acercó a él y, sorprendiéndole aún más, le rodeó por los hombros y tiró de él hacia la calle.

– ¡HoSeok!– el nombrado se giró a la misma vez que JungKook.

Ambos miraron a un chico de aspecto muy serio. Parecía estar enfadado por algo, o al menos eso le pareció a JungKook. Tenía unos rasgos muy atractivos, al igual que su negro y ondulado cabello. HoSeok se apartó de él y borrando la sonrisa de los labios se inclinó ante el muchacho que había aparecido.

– TaeHyung tan gruñón de buena mañana, ¿eh? – dijo HoSeok, incorporándose con una sonrisa más amplia que la anterior.

– ¿Qué estás haciendo? – TaeHyung miró ligeramente a JungKook y clavó en él una severa mirada. Sus ojos negros parecían escudriñar todo los rincones de su mente, como si pretendiese averiguar todos sus secretos y JungKook se revolvió incómodo.

– Hablando con mi nuevo amigo. – Ambos chicos se miraron desafiantes y JungKook pensó que estaba de sobra allí.

– Bueno... yo me voy.

– No te preocupes por mí – soltó TaeHyung rápidamente, volviendo a mirarle. Esta vez su mirada parecía mucho más suave, como si después de haber escudriñado su interior, le considerase una persona de confianza –. Parece que iban a ir a correr, ¿no? No los entretengo más diviértanse.

¿Había burla en su tono? JungKook miró a HoSeok, pero éste había retomado su cancioncilla y parecía ajeno al último comentario de TaeHyung.

– Yo no... Yo...

– Buenooooooo – canturreó HoSeok, volviendo a agarrarlo de los hombros –. Nosotros nos vamos. Saluda a.... bueno, hazlo de mi parte y dale un besazo enorme... y también dile que le quiero y que...

– Adiós HoSeok... no te canses demasiado... y, pásalo bien, JungKook.

HoSeok tiró de él por toda la calle llamando la atención de todas las personas que se giraban para mirarlos. JungKook enrojeció pero se sentía incapaz de pedirle que le soltara.

Finalmente llegaron a un parque no muy lejos de allí y el chico le soltó.

– ¡Bien! Ahora a correr.

JungKook suspiró resignado. No creía que SeokJin apareciera con la intención de rescatarlo, es más, dudaba que si pasara por allí por casualidad, le saludara si quiera. ¡Era tan deprimente!

– ¿Preparado JungKook?

No, no lo estaba.

– ¿Qué tal una carrera?

¿Para qué? HoSeok ganaría.

– Me da igual.

– Entonces, vamos ya.

JungKook volvió a suspirar, pero antes de que HoSeok diera la señal de salida, se dio cuenta de un detalle. Si él no se había presentado y HoSeok no lo había señalado...

¿Cómo TaeHyung había sabido su nombre?

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