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38. No lo toques


Era imposible.

Por más vueltas que le daba le parecía imposible salir de aquello vivo. JungKook se acurrucó en el sillón con las rodillas sobre su regazo, demasiado aterrado de iniciar una conversación con SeokJin.

No, no, el problema no era iniciar una conversación, era continuarla.

Suspiró amargado. No podía hacerlo.

Con ansiedad miró hacia la puerta cerrada cuando escuchó voces afuera, pero nadie entró y las voces fueron alejándose hasta desaparecer. JungKook siguió mirando la puerta.

Sí, se sentía aterrado de que SeokJin entrara por esa puerta, pero de la misma manera, la ansiedad que sentía de que no lo hiciera lo estaba matando. Se llevó una mano al pecho y apretó con fuerza la camiseta que le habían prestado, arrugándola en su puño.

HimChan les había pedido que salieran de la sala después de que JungKook y HoSeok entraran armando un alboroto. JungKook había creído que se moriría en ese momento, bajo la aprensiva y oscura mirada de SeokJin.

SeokJin le había ayudado a levantarse y habían salido de la sala junto al resto. Antes de que la puerta se hubiera cerrado detrás de Kai, que fue el último en abandonar la sala, se fijó que la mano de MinHyun se posaba en la espalda del rubio.

Una desagradable sensación de aprensión le había recorrido todo el cuerpo y había mirado desesperado a HoSeok, pero el pelirrojo estaba lloriqueando exageradamente mientras pedía infantilmente algo para comer.

TaeHyung había terminado por darle una patada y arrastrarlo por el pasillo mientras le insultaba. HoSeok había berreado con más fuerza, acusándolo de ser muy cruel con él y de que no le quería.

JungKook desconocía si el pelirrojo había conseguido o no la comida, pero sí se había ganado una segunda patada y varias risotadas de parte de sus compañeros.

Kai se había ofrecido a acompañarlo a su habitación y JungKook permitió que el chico lo guiara por los pasillos de decoraciones similares hasta detenerse en la habitación que compartía con SeokJin.

— ¿Qué crees que pasará ahora? —había preguntado con la mano en el manillar y la cabeza casi rozando la madera.

— Quién sabe —respondió Kai encogiéndose de hombros. Su expresión no decía nada.

JungKook no quería quedarse solo, pero tampoco se atrevió a pedirle que se quedara un rato con él. Movió la manija y abrió la puerta.

— Pero sea lo que sea que pase, será peligroso.

JungKook giró la cabeza para mirarlo. Kai había ladeado la suya hacia él. No había humor en sus ojos y JungKook entendió a qué se refería. Asintió despacio y entró en el cuarto vacío con un nudo en el estómago.

Y mientras las horas pasaban JungKook no conseguía sentirse mejor. SeokJin aún no volvía y, aunque lo hiciera no sabía qué iba a decirle exactamente.

Hasta ahora seguía a su lado porque él se había mantenido allí a la fuerza, de alguna manera, pero ¿qué había conseguido a parte de conseguir que hirieran a SeokJin?

Él no era como sus amigos, no podría protegerlo, ni ayudarlo, no era como MinHyun, quien juraba que lo amaba y sacrificaba todo por él. ¿Era su amor tan valioso, tan importante como para aferrarse a SeokJin hasta el punto de hacerle daño?

Con cuidado dejó que las piernas se deslizaran hasta el suelo y apoyó los pies descalzos en el suelo, agradecido de sentir el frío contacto antes de levantarse y acercarse a la puerta. Apoyó la oreja en la madera y trató de escuchar algo.

Al no oír nada desde el otro lado, abrió la puerta y asomó la cabeza. El pasillo estaba iluminado, como siempre, e igual de desierto. Empujó la puerta y dejó que se abriera completamente antes de aventurarse fuera.

Era difícil ubicarse en aquel laberinto de pasillos iguales. Llenos de puertas simétricas, con la misma planta a la derecha, de hojas verdes y alargadas dentro de una maceta ovalada de cerámica policromada.

Diez minutos después se detuvo frente a la puerta de la sala. No la reconoció; si no hubiera tenido una pequeña abertura, JungKook hubiera pasado de largo, siendo sólo una más de tantas decoradas con la graciosa planta.

Con el corazón palpitando con fuerza, echó un vistazo al interior, descubriendo a SeokJin aún dentro, sentado en una de las sillas tapizadas en negro, con la mirada perdida y una de las manos sobre el rostro.

JungKook sintió una punzada y, tras dudar si debía abrir o no la puerta, apoyó la mano con cuidado, moviéndola ligeramente para poder distinguir más al rubio.

— ¿Vas a quedarte ahí plantado toda la tarde?

JungKook dio un respingo cuando SeokJin ladeó la cabeza y lo miró con sus intensos ojos negros.

— No… lo siento.

Abrió la puerta y entró con pasos lentos, dejando que la puerta volviera a cerrarse hasta quedar con la pequeña abertura de antes.

La habitación estaba prácticamente en penumbras, a salvo por una pequeña lámpara antigua que brillaba débilmente encima de una mesita alta al lado de los ventanales.

JungKook caminó despacio hasta detenerse frente a SeokJin, quien lo miró en silencio. Parecía cansado, pero sus ojos tenían el mismo brillo de siempre, una mirada peligrosa y cruelmente atractiva.

— ¿Así que pasas de echar raíces en el pasillo a hacerlo aquí?

— ¿Eh?

SeokJin enarcó una ceja y JungKook tragó con dificultad.

— Si esa es tu intención, mejor ve a plantarte en una de las macetas del pasillo.

JungKook desvió tontamente la cabeza hacia la puerta donde se podía distinguir una de las macetas y percibió como la expresión de SeokJin se oscurecía.

— Yo… —musitó acobardado.

SeokJin gruñó.

— ¿No querías decirme algo?

JungKook lo miró horrorizado.

— Sí…

SeokJin guardó silencio pero no suavizó la expresión.

— ¿Necesitas que te riegue para que hables? ¿O eres uno de esos actores inmóviles que tras recibir una moneda hacen su acto?

JungKook abrió la boca y la volvió a cerrar sin decir nada. Tenía la mente en blanco. No era capaz de hablar, de decir lo que quería. No era tan fácil como como HoSeok quería hacerle creer.

Un sudor frío comenzó a recorrerle el cuello, incapaz de apartar la mirada del mayor, que tras lanzarle una helada mirada, sacó algo del bolsillo y tiró una moneda a sus pies.

JungKook miró cómo ésta caía en la alfombra y rodaba unos segundos hasta detenerse en su zapatilla.

JungKook levantó la cabeza y miró a SeokJin que lo observaba fijamente, con un brillo peligroso en los ojos.

— Recógela.

JungKook notó como perdía el color de la cara y se agachó a recoger la moneda sin pensarlo, arrodillándose a los pies de SeokJin.

No se levantó rápidamente, manteniendo la cabeza gacha y la moneda en la mano. La apretó con fuerza e, ignorando los fuertes latidos de su corazón martilleando en su pecho, respiró hondo antes de buscar el valor para hablar.

— Me preguntaba… Yo… —JungKook se humedeció los labios, incapaz de levantar la cabeza.— Yo sólo quería decirte que…

— ¿Decir qué? —intervino SeokJin molesto—. Hasta ahora sólo se que quieres decir algo, pero si lo único que vas a hablar son balbuceos sin sentido, mejor escríbelo en un papel.

— ¿Estás bien…?

SeokJin no respondió rápidamente y JungKook sintió cómo la tensión se creaba en el ambiente. Se arrepintió de haber hecho la pregunta.

— Si eso es lo único que querías decir, ya lo dijiste. Ahora vete.

JungKook volvió a bajar la cabeza pero no se levantó. Apretó con más fuerza la moneda en el puño hasta que comenzó a sentir dolor.

— No...

— ¿No, qué? ¿Puedes hablar más claro? No tengo tiempo ni ganas para descifrar tus palabras.

— No es sólo eso.

Aunque también le preocupaba cómo se sentía, cómo estaba, qué había dicho HimChan, qué había decidido hacer, y si entre todos sus problemas había, aunque fuera de forma lejana, espacio para él.

— ¿Entonces, qué?

— Yo… —sólo tenía que poner esos pensamientos en palabras… sólo tenía que hacerlo…

JungKook contuvo la respiración cuando notó la punta del zapato de SeokJin en su barbilla, levantándole la cabeza sin que pusiera ninguna resistencia.

— ¿Por qué no pruebas a levantar la cabeza y hablar mirando a la cara?

JungKook no reaccionó, ni siquiera cuando escuchó moverse la puerta y sintió unos pasos acercándose por la larga alfombra marrón hasta detenerse frente a ellos.

— No critico las prácticas sexuales de cada uno pero, ¿no es un poco exagerado?

JungKook cerró los ojos con fuerza al oír la voz burlona de MinHyun.

— Has tardado, MinHyun.

— Tenía que hablar con el tío —se hizo una pausa y JungKook abrió los ojos de nuevo, comprobando como la presión del pie de SeokJin lo liberaba—. ¿Piensas quedarte a jugar con el gatito o prefieres algo más fuerte?

JungKook miró horrorizado a SeokJin, que desvió una sardónica mirada de JungKook a MinHyun.

— ¿Qué tienes en mente?

MinHyun, con una sonrisa plasmada en su jovial rostro, caminó hasta estar lo suficientemente cerca de SeokJin.

— Sólo quería recordar viejos tiempos —dijo MinHyun mostrando una sonrisa excesivamente inocente, e inclinando la cabeza hasta alcanzar la altura de SeokJin—. Nada más.

Sus labios rozaron los del rubio un instante, sin que SeokJin pareciera disgustado por ello, dejando que MinHyun lo aceptara como una invitación y interpusiera una rodilla entre las piernas de SeokJin, curvando el cuerpo para besarlo una vez más, introduciendo su lengua salvajemente en el interior de la boca de su primo.

JungKook sintió una arcada y un dolor punzante en el pecho. Se llevó la mano que sostenía la moneda al pecho y sin pensarlo agarró la tela del pantalón de SeokJin, tirando de ella con fuerza.

— ¿Qué ocurre?

La voz de MinHyun le atravesó con una nueva punzada y JungKook tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no echarse a llorar, o comenzar a golpear al chico norcoreano, deseando apartarlo de SeokJin.

JungKook miró a SeokJin que lo observaba en silencio, sin borrar la sonrisa diabólica de los labios.

— ¿Qué? —preguntó, tendiéndole una mano tras el cuerpo de MinHyun— ¿Acaso quieres unirte? —JungKook lo miró espantado, incapaz de abrir la boca, perdiéndose en la provocativa mitrada del rubio—. Si no dices nada, no sabré qué es lo que quieres.

JungKook lo miró unos instantes más. ¡No era eso lo que quería!

Miró de reojo la puerta.

Sólo tenía que levantarse e irse y dejar a MinHyun con SeokJin… sólo tenía que…

Bajó la cabeza y se mordió los labios para dejar de temblar antes de aceptar la mano que SeokJin le ofrecía.

Era eso o cedérselo a MinHyun…

JungKook dejó que la mano de SeokJin lo empujara suavemente sin oponer resistencia. Tenía la garganta tan seca que tampoco creía que fuera a salir algún sonido aunque tratara de quejarse. Ni aunque se hubiera arrepentido…

— ¿Seguro que no se rompe si lo usas mucho?

MinHyun apartó la rodilla ligeramente, lo justo para poder alcanzar su cintura y rodearla con el brazo.

JungKook dio un respingo y miró suplicante a SeokJin que seguía sujetando su mano sin apartar los oscuros ojos de él. Cuando la mano de MinHyun descendió hasta agarrar con fuerza una de sus nalgas, JungKook contuvo la respiración con tanta fuerza que dejó escapar un sonido deprimente, provocando la risa de MinHyun.

— Todo depende de lo que pretendas hacer con él.

La respuesta de SeokJin no le ayudó a sentirse mejor. JungKook bajó la cabeza y apretó los labios con fuerza, dejando que la mano de MinHyun presionara con más fuerza sus nalgas y moviera la mano más hacia dentro.

— Lo que pretenda hacer… ¿eso significa que puedo hacer lo que quiera?

JungKook se puso aún más tenso y levantó un poco la cabeza, sólo lo suficiente para mirar a la cara a SeokJin.

El rubio seguía con los ojos fijos en él y JungKook se dio cuenta de que se estaba aferrando a su mano con tanta fuerza que debía estar impidiéndole la circulación. Aún así, no la soltó, siguió aferrándose a ella como si aquello fuera lo único que podía mantenerlo a flote.

— ¿Hola? Hola, hola, ¿hay alguien en casa?

La cabeza de MinHyun se interpuso entre JungKook y SeokJin. Primero lo miró a él, con sus ojos ambar brillando, y después la desvió hacia el rubio.

— ¿Qué estás haciendo, MinHyun?

— Yo pretendía divertirme un rato —contestó MinHyun, apartando las manos de JungKook y volviendo a prestar toda la atención en SeokJin.

Deslizó una vez más la pierna en el sillón, e introdujo la mano derecha dentro de la camisa, sacándola del interior del pantalón con deliberada suavidad. Los ojos de SeokJin se desviaron hasta el rostro de su primo.

— ¿Divertirte un rato?

— No pongas esa cara. Puedo asegurarte que yo puedo ser mejor puta que ese gatito.

Los labios de SeokJin se curvaron en una sonrisa burlona.

— Tranquilo. No se necesita mucho esfuerzo para conseguir eso.

JungKook notó como la opresión del pecho aumentaba a medida que lo hacía el rubor de sus mejillas. Volvió a bajar la cabeza avergonzado y clavó la mirada en la mano que seguía estrujando.

— Exactamente… ¿Quién me habías dicho que era?

— No recuerdo haberte dicho que fuera alguien.

Se hizo un silencio incómodo, pero JungKook lo agradeció. Las manos de MinHyun se habían detenido y se aventuró a mirar de refilón. 

SeokJin mantenía los ojos en el rostro de MinHyun a escasos milímetros del suyo, y aunque sólo podía ver la nuca del otro chico, JungKook imaginaba que MinHyun no tendría ningún problema en sostener la dura mirada oscura.

— ¿Y para qué habías dicho que te servía?

— Tampoco recuerdo haberte dicho eso.

— Te has vuelto un hombre muy frío, SeokJin.

SeokJin sacudió apenas la cabeza.

— Ahí, lo que no recuerdo es haber sido de otra manera.

Pese al ambiente enrarecido, MinHyun soltó una risita y JungKook comenzó a creer que sólo él notaba esa tensión que se había creado a su alrededor.

— Supongo que en eso sí estamos de acuerdo, aunque… —MinHyun desabotonó la camisa de SeokJin y dejó al descubierto el torso, con las vendas manchadas de sangre y bajó la cabeza hasta uno de sus pezones, mordiéndolo tras la venda— también hay otras cosas que recuerdo bien de ti.

JungKook miró la escena lívido, demasiado impactado por lo que estaba sucediendo. No quería eso… No quería nada de eso…

Levantó un poco la cabeza para encontrarse con la mirada oscura de SeokJin y la bajó rápidamente otra vez. Le sudaban las manos y sabía que SeokJin lo notaba, pero le daba igual.

Comenzaba a sentirse mal; fatal. Tenía nauseas y la cabeza le daba vueltas. Solo tenía que marcharse. Soltar la mano de SeokJin y recorrer la pequeña distancia que lo separaba de la puerta. Sí, sólo tenía que marcharse. Irse para dejar a SeokJin solo con MinHyun.

Volvió a levantar la cabeza. Los labios de MinHyun se abrían paso en la boca de SeokJin, mientras que su mano se introducía en los pantalones. Era una locura, una pesadilla. Y JungKook quería despertar de ella.

Cualquier cosa menos eso. Cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir infantilmente, pero la escena no cambió.

— No —musitó con voz ahogada. Notaba cómo las lágrimas se agolpaban en los ojos y sacudió la cabeza, como si al hacerlo también pudiera espantarlas a ellas.

¿Por qué tenía que ocurrir aquello? No esperaba que SeokJin lo amara; se había dicho, se había convencido de que se conformaba con que SeokJin lo mantuviera a su lado, pero con MinHyun no sentía esa seguridad.

Él no podía dar a SeokJin lo que MinHyun le ofrecía. Por no poder, no podía darle nada, excepto esas heridas que tenía por su culpa. ¿Podía permitirse seguir a su lado? ¿Podía permitirse ser tan egoísta?

— No toques a SeokJin.


MinHyun despegó sin prisas sus labios de los del rubio, dejando la lengua para el último momento, terminando lamiéndose la boca mientras le dirigía una mirada de soslayo, muy parecida a la de SeokJin.

— ¿Qué no toque, qué?

JungKook tragó con dificultad y se secó la palma de la mano libre en el pantalón. De refilón echó un vistazo a SeokJin, sereno, impasible y con los ojos helados fijos en él. JungKook sintió que empequeñecía y deseó no haber abierto la boca.

Pero sólo durante un segundo.

— Es… él… déjalo —continuó. Tenía la lengua apelmazada y el sudor de la frente no ayuda a mejorar su estado. Desvió la mirada y trató de no mirar a ninguno de los dos, clavando los ojos en la pared más allá del sillón en el que SeokJin seguía sentado—. SeokJin es mío. No lo toques.

Y ahora podía matarlo si quería. No había vuelta de hoja. JungKook lo sabía. Y lo sabía muy bien. Le costaba respirar y contenía difícilmente las lágrimas; aún así no estaba dispuesto a compartir a SeokJin.

Puede que sólo fuera una molestia, que sólo sirviera para dar problemas, para ponerle en peligro, tal vez era cierto que era un inútil y que no debía existir.

Lo había oído tantas veces que ya ni le costaba pensar sobre ello, pero no se conformaba con mantenerse al lado de SeokJin, con que él permitiera que siguiera a su lado.

Si lo mataba, bien; si lo rechazaba lo soportaría. O puede que no lo soportara, pero estaba dispuesto a lidiar con ese dolor, a soportarlo si llegaba… JungKook se llevó una mano al pecho y se curvó ligeramente. Pero si llegaba…

— Esto es una broma, ¿no?

La risa de MinHyun inundó toda la estancia.

JungKook esperó a oír la voz de SeokJin en cualquier momento, pero el rubio no habló y él no se atrevió a mirar. No estaba preparado para ver la reacción de SeokJin. Estaba equivocado. Quizás no iba a poder soportarlo después de todo.

— Dale, dale — soltó desinteresado MinHyun, acercándose hasta JungKook que retrocedió instintivamente y estuvo a punto de tropezar y caer con el pie de SeokJin—. De acuerdo, culpa mía. Se me olvidó tenerte en cuenta en la fiesta que me armaría con SeokJin. Solucionemos eso, ¿sí?

MinHyun alargó la mano para tocarle y JungKook se encogió, cerrando con fuerza los ojos a la espera de que el contacto llegara. No quería que tocase a SeokJin, como tampoco quería que otro, cualquier otro, lo tocara que no fuera SeokJin. Todo su cuerpo lo rechazaba.

Pero el contacto nunca llegó y JungKook se aventuró a abrir los ojos lentamente.

El brazo de MinHyun se había detenido a escasos milímetros de distancia, con los dedos de la mano de SeokJin clavados en su muñeca. Había cambiado al fin de postura, inclinándose hacia delante para poder alcanzar a su primo.

Los dos chicos se estaban mirando, pero ninguno mostraba una expresión de amabilidad.

— Creo que ya lo dijo él.

— ¿Qué parte me perdí?– MinHyun se mostraba desconcertado.

Ninguno de los dos parpadeaba, pero la cabeza de JungKook se detuvo en el rostro perfecto del rubio, demasiado sorprendido como para procesar correctamente lo que estaba sucediendo.

— Y si lo tocas, te mataré.

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