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35. Remordimientos

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💜Aviso! Salió larguito!

Se suponía que debía subirlo anoche pero me re dormí 😂😂😅

Que lo disfruten!♥️

💮💮💮💮

Desde que habían entrado, JungKook sólo había conseguido ver a SeokJin por la ventanilla del segundo coche, justo cuando el primero se detuvo frente a la casa y SeokJin salió de él, junto a TaeHyung y entraron acompañados de HimChan y MinHyun.

Le molestaba que hubieran absorbido toda la atención del rubio para ellos, alejándolo de él y, aunque se habían preocupado de averiguar si estaban heridos o darles de comer y conducirlos a sus habitaciones, JungKook sentía un vacío en el pecho.

– ¿Vas a sentarte?

JungKook giró la cabeza. No era el único que se había negado a permanecer dentro de la habitación asignada. Ninguno de los amigos de SeokJin lo había hecho, prefiriendo permanecer lo más cerca de éste, aunque sin invadir una privacidad que él mismo había pedido al entrar en el coche junto a HimChan, MinHyun y TaeHyung.

Todos ellos se mostraban intranquilos, o, al menos, JungKook podía leerlo en sus expresiones pese a que ninguno decía nada ni se movía, permaneciendo de pie, apoyados en la pared, o simplemente sentados en las sillas improvisadas.

– ¿Estará bien? –se atrevió a preguntar, esperando que cualquiera de ellos le diera una respuesta afirmativa pese a saber que en realidad ellos sabían tanto como él.– Es SeokJin – HoSeok le sacó la lengua–. Nada por lo que preocuparse.

– Pero las heridas... ¿Y quién es HimChan?

YoonGi se encogió de hombros, tal vez respondiendo por todos.

– Quién sabe. No parece que sea aliado de Alexander, así que supongo que esta bien.

– ¿Y si le ocurre algo dentro?

– Relájate un poco, JungKook –le aconsejó Kai, levantando la cabeza para mirarle–. Si hubiera habido una pequeña amenaza, TaeHyung no hubiera permitido que SeokJin entrara solo con ellos en la habitación.

– ¡Eso, eso! –aceptó HoSeok.– Además, TaeHyung está dentro. Una sola mirada y seguramente se convertirán todos en piedra.

NamJoon y JiMin se permitieron reír, pero el ambiente, pese a que HoSeok trataba de ser natural, era demasiado tenso.

JungKook asintió con la cabeza, poco convencido y siguió paseándose, admirando la aparente sangre fría de los demás, que podían permanecer firmes y serenos aunque hubiera un volcán en erupción en su interior.

– ¿Y MinHyun? –estalló repentinamente, recordando el beso con rabia– ¿Por qué ha entrado con ellos?

– Es evidente que conocían a MinHyun –razonó Kai una vez más, haciendo alarde de serenidad, quien no hubiera dudado en matar al norcoreano durante su huida de la casa de Alexander.

– Pero puede ser peligroso para SeokJin, ¿verdad? –insistió deseando abrir la puerta e irrumpir en la habitación donde SeokJin se encontraba. Quería saber lo que estaba ocurriendo, si estaba bien, y la espera sólo le producía ansiedad. ¿Cuántas horas llevaban dentro?

– Quien sabe...

JungKook miró a YoonGi con rencor y trató de serenarse.

–Voy... voy un minuto al baño.

Se giró y caminó con prisa en busca del cuarto de baño. Tardó un rato en recordar dónde le habían indicado que se encontraba y cuando finalmente se encerró en él, apoyó las manos en el lavabo y se miró en el espejo.

Su aspecto no era tan desastroso como al llegar, después de casi dos días en la casa de Alexander, pero aún tenía las ojeras negras bajo los ojos y el pelo demasiado rebelde como para conseguir domarlo. Se llevó una mano a la cabeza y trató de arreglárselo, desistiendo rápidamente, con un suspiro apagado.

¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad creía que podía hacer algo si hubiera entrado con SeokJin?

Él no era como TaeHyung, quien parecía ser su amigo más cercano..., ni como cualquiera de sus compañeros, que, sin ninguna duda, serían muy capaces de protegerlo y ayudarlo, no importa cual fuera la situación...

Ni, por supuesto, como MinHyun, quien, de todos, parecía ser quien más le conocía... su primo, y a quien SeokJin parecía tener algún tipo de especial cariño... ¿Y qué significaba eso? No... ¿Qué significaba él para SeokJin?

Molesto y frustrado abrió el grifo y dejó que el agua corriera un rato antes de mojar las manos en ella y se refrescara la cara, agradeciendo el frío que recorrió todo su cuerpo con una sacudida.

– Soy un idiota –murmuró ante la imagen que le devolvía el reflejo del espejo.

Sí, era un idiota que por su culpa había conseguido que hirieran a SeokJin y que ni si quiera había sido capaz de ayudarlo. ¿Podía ser más inútil?

Apretó con fuerza la mano en el frío extremo del mármol blanco del lavabo y apartó la mirada del espejo. Prefería no mirarse a la cara.

Sus deseos de que SeokJin lo aceptara y llegara a quererlo sólo habían conseguido arrastrarlo hasta allí, había hecho que recordase algo que evidentemente había tratado de cerrar y ocultar, lo habían herido y humillado... Ese era el final.

JungKook se llevó la mano libre al pecho y aferró la ropa con fuerza, sintiendo que un dolor fuerte y punzante comenzaba a asfixiarle.

El final.

Sonrió amargamente tragándose las lágrimas que se negó a dejar salir.

Esa era la realidad.

Siempre había sabido que SeokJin no le quería, que el final de una relación que no existía llegaría tarde o temprano y que si había seguido a su lado sólo había sido por sus mentiras.

Si nunca hubiera mentido sobre MinHyun él jamás habría ido a Japón y del mismo modo SeokJin jamás habría tenido que volver a Alemania por... él.

– Vino a buscarme –murmuró, negándose a permitir que la esperanza resurgiera.

Levantó la cabeza y trató de sacudir los amargos pensamientos de la misma manera que sacudía la cabeza con fuerza. No era momento para auto compadecerse. Además, quería saber el motivo... por qué había ido a buscarlo y no lo había abandonado... sólo eso...

Volvió a refrescarse la cara y salió del cuarto de baño, tratando de recordar donde estaban el resto de compañeros de SeokJin.

– ¡Es verdad! –oyó con alivio a HoSeok, no muy lejos de donde se encontraba–. ¡Decile vos, Kai!

– Creo que...

– ¿Ves? ¡Tengo razón! –le interrumpió HoSeok efusivamente.

– HoSeok...

¿TaeHyung?

JungKook apresuró el paso, deseando preguntar al chico sobre SeokJin.

– ¡Es verdad! ¡Tenías que ver como manejaba el bate! ¡Parecía un bateador haciendo home run! ¡Y le daba con ganas! ¡JungKook se ha hecho todo un hombre!

JungKook palideció y se detuvo de golpe a apenas dos pasos para cruzar la esquina que lo conduciría ante el grupo.

– ¿Un bate de béisbol?

YoonGi era uno de los que no paraba de reír y entre las risas mezcladas, JungKook reconoció la de JiMin. JungKook se debatió entre la vergüenza de dejarse ver en una situación así y el deseo de ver a SeokJin.

– ¡Pedazo de bate! ¡Brillaba como si fuera de oro! ¡Y cómo se ensañaba contra el pobre guardia! ¡No creo que lo dejase ni un segundo para respirar! ¡Te digo! ¡Se le salían hasta las tripas!

– ¿JungKook? ¡Vamos, HoSeok, invéntate otra cosa! –rió JiMin, entre carcajadas.

– ¡Digo la verdad! ¡Kai! ¡Decí algo!

– No jodas.

– ¡Qué sí! Les muestro cómo fue –JungKook escuchó mareado unos ruidos y movimientos y espantado miró la sombra de HoSeok mientras relataba teatralmente lo sucedido cuando lo encontraron, añadiendo exagerados detalles en la representación.

– ¡Ese chico tendría futuro como bateador! ¡SeokJin, en serio! ¡Tenías que haber visto como movía el condenado bate!

– ¿Así que mató al guarda con un bate...?

JungKook creyó que desfallecería al oír la pregunta intencionada de SeokJin y se descubrió desesperado, ansioso por desmentir las palabras de HoSeok, y asegurar que él no había llegado a matar a nadie.

– ¡No fue con un bate! –chilló desesperado, soltando varias incoherencias.

– ¿Hm? –SeokJin giró la cabeza para mirarle. Tenía la mitad del cuerpo cubierto por vendas y, aunque su rostro estaba más pálido que de costumbre, su mirada tenía un brillo firme, de burla e interés, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa burlona– ¿Y con qué fue entonces?

– ¿Eh?

JungKook notó como recuperaba toda la sangre en la cara y como en pocos segundos sus mejillas comenzaban a arder, mirando horrorizado a SeokJin.

– Fue con un candelabro –suspiró Kai– De esos que había por toda la casa. Y lo remató HoSeok.

– ¡Aguafiestas! –se quejó HoSeok haciendo pucheritos.

– Madura de una vez –gruñó TaeHyung cruzándose de brazos.

– ¿Yo? ¿Por qué? –HoSeok imitó el mismo gesto serio y malhumorado de TaeHyung– Según mi punto de vista, eres tú quien debería inmadurar de una vez.

Los dos se desafiaron con la mirada y SeokJin apartó unos instantes la atención de JungKook, permitiéndole respirar al fin, para enfrentarse a esos dos.

– Chicos, ¿Les importaría matarse en otro momento? Me dejarían mal parado si llenan de sangre la casa de nuestro anfitrión.

– ¿Qué? –MinHyun, que había permanecido apoyado en la pared, frente al grupo, sin participar en la discusión, y rascándose distraído una oreja, alzó la mirada y observó a TaeHyung y HoSeok con atención–. ¿Una pelea de perros? Quizás sea interesante...

JungKook hizo acopio de todas sus fuerzas para no retroceder ante la peligrosa atmósfera que de pronto se creó alrededor de los amigos de SeokJin.

Todos ellos, a excepción de SeokJin, parecían tener un interés especial para saltar sobre MinHyun.

– Ah... –intervino, tratando de suavizar rápidamente la tensión, pero notando como se encogía cuando todas las miradas volvieron a clavarse en él, mecánicamente y a la vez, como si hubieran estado programados– Ah...

– Un segundo –soltó NamJoon de pronto, señalando a JungKook– ¿No era una broma?

HoSeok soltó un bufido.

– Yo nunca miento.

– Eso lo pondría bastante en duda –rió JiMin, divertido.

– ¡Pero no es justo que crean a Kai y no a mí! –chilló HoSeok infantilmente, poniéndose de cuclillas.

– ¿JungKook mató a alguien? –insistió NamJoon, ignorando a los demás.

– ¿Eh? No... – el menor volvió a palidecer. Miró con temor a NamJoon cuando se acercó a él y le dio palmaditas en la espalda como si pretendiese reconfortarlo.

– Vamos, déjalo salir. Siempre es duro matar por primera vez. ¿Quieres llorar? Dale, llora en mi hombro.

JungKook perdió bruscamente la capacidad de hablar. La sala se había quedado completamente en silencio y JungKook no necesitaba levantar la mirada para saber que todos los estaban mirando.

– Y yo que pensaba que tu última adquisición era la defectuosa –murmuró MinHyun, conteniendo mal la risa–. Quizás deberías plantearte la opción de sacrificar a algunos de tus perritos, SeokJin.

– NamJoon... –murmuró TaeHyung, llevándose una mano a la cara.

– Sos... – HoSeok, se acercó hasta ellos y apartó a JungKook del alcance de NamJoon que miraba al grupo como si fueran ellos los que se habían vuelto locos– ¡Sos un idiota!

Y estalló a reír.

– Idiota no sé –continuó YoonGi–, pero sordo...

– ¿Qué? –gruñó NamJoon a la defensiva–. ¿Qué pasa? ¡No entiendo nada!

– ¿Escuchaste algo de lo que dijo Kai, NamJoon? –intervino JiMin, manteniendo la calma, pero sonriendo divertido– Fue JungKook quien mató no él.

– Ah...

– Semejante manada de...

MinHyun no terminó la frase, dejando que cada uno imaginara la palabra ofensiva que más le gustase. Kai le lanzó una mirada sin emoción y MinHyun le dedicó una perversa sonrisa.

– Ya, suficiente –ordenó SeokJin– Será mejor que vayamos a descansar un rato. Mañana hablaremos.

SeokJin se levantó y todos guardaron silencio, incluso MinHyun, quien lo seguía con la mirada, aún sin moverse. JungKook miró nervioso como SeokJin se alejaba acompañado de TaeHyung.

No le había prestado más atención que la que habitualmente le dedicaba... incluso, según le parecía, había sido mucha menos.

¿Pero podía ser de otra manera teniendo en cuenta que ahora no tendría que llevar esas vendas si él jamás hubiera aparecido en su vida?

– Ah... –se humedeció los labios, maldiciendo en silencio tener la garganta reseca. Sólo era una pregunta... Apretó con fuerza los puños a ambos lados de su cuerpo y enderezó los hombros, mirando fijamente como SeokJin se alejaba–. SeokJin.

El rubio se detuvo despacio y sólo giró medio cuerpo para mirarle. Al ver su rostro, su dura mirada eternamente oscura, JungKook perdió todo el valor y no consiguió que sus labios volvieran a despegarse.

– ¿Qué?

JungKook abrió y cerró los puños, tratando de liberar la presión de su cuerpo.

– Un gato entre tanto perro –murmuró MinHyun, bajando la cabeza, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa divertida– ¿Cuánto tiempo tardarás en ser su alimento?

Desvió la cabeza para mirar a MinHyun y se sonrojó al comprobar que todos le estaban mirando, expectantes a lo que tuviera que decir.

– Yo sólo... –susurró, apartando la mirada del cabello largo y rubio de MinHyun. ¿Podía preguntarlo delante de todos? ¿Por qué le daba vergüenza si todos ellos le habían visto en circunstancias mucho más denigrantes? – Sólo quería...

¿Por qué viniste a buscarme? Esa era la pregunta. ¿Por qué no era capaz de decirla? JungKook se mordió el labio.

El corazón le latía con fuerza y buscaba las palabras correctas para preguntarle algo de lo que temía la respuesta. El final. ¿Y si de verdad ese era el final? Sintió un escalofrío.

– Ven –dijo SeokJin.

– ¿Qué...?

– Dale, vení de una vez.

SeokJin se inclinó y le dijo algo a TaeHyung que resultó inaudible para JungKook y, antes de enderezarse, echó una ácida mirada de impaciencia a JungKook.

–Ah...

Tragó con dificultad y echó a andar hacia él, sin atreverse a mirar a ninguno de los chicos que, sin ninguna duda, le estaban observando mientras se acercaba a SeokJin. Cuando llegó a la altura de TaeHyung, lo miró de reojo y se encontró con la atenta e inexpresiva mirada del otro.

– Tenelo preparado para mañana –ordenó SeokJin.

TaeHyung inclinó la cabeza respetuosamente sin decir nada y esperó a que SeokJin comenzara a andar para volver a levantarla. JungKook dudó unos segundos antes de seguirlo, manteniendo una distancia prudente entre él y SeokJin.

No caminaron mucho tiempo antes de que el mayor se detuviera en una puerta y la abriera, seguro de que era esa la que le habían asignado, pese a que no había salido en ningún momento del cuarto donde habían estado custodiando la entrada.

JungKook se detuvo ante la puerta abierta, sorprendido de que SeokJin lo estuviera esperando con la mano en la manija.

– Entra –Ordenó.

JungKook obedeció nervioso, sin levantar la vista del suelo y se desvió hacia un lado, justamente al opuesto a donde SeokJin se encontraba.

SeokJin, sin decir nada más, cerró la puerta con cuidado y tras echar una ojeada a la espaciosa habitación en la que se encontraban, cubierta por sobrios muebles de madera antigua, varias alfombras, cortinas pesadas de tonos oscuros y una lámpara en forma de nuez. Se dirigió hasta la cama, pero no llegó a sentarse en ella, se limitó a observar la cabecera antes de girarse y mirar a JungKook, quien, al verse sumergido en los inescrutables pozos negros de la mirada de SeokJin, bajó rápidamente la cabeza.

– ¿Y bien?

JungKook se sobresaltó al oír de nuevo la voz de SeokJin.

– ¿Qué... qué tal estás? –susurró sin voz.

Al ver que SeokJin no respondía levantó la cabeza, asustado, y notó como las mejillas comenzaban a arderle al sentir la intensidad de la mirada del rubio aún fija en él.

– ¿Esa es la pregunta que querías hacer?

La frialdad de la voz de SeokJin lo heló y se encogió un poco, cohibido.

– Sí...

No era capaz de preguntárselo. No podía.

– Comprendo –. SeokJin lanzó un suspiro cansado y le dio la espalda, perdiendo completamente el interés en él–. Será mejor que...

– ¿Por qué viniste a buscarme? –soltó precipitadamente, llevándose una mano a la boca y esperando preocupado la reacción del mayor.

SeokJin, sin embargo, no se apresuró en responder, aumentando la agonía de JungKook, quien deseaba fundirse con la alfombra que cubría sus pies. Se detuvo cerca de la ventana, sin decidir abrirla, sacó un cigarrillo y, tras ponérselo en los labios, lo encendió sin prisa.

JungKook observó cada movimiento del rubio, preguntándose cuando había sido la última vez que lo había visto fumar, planteándose la posibilidad de que incluso aquella fuera la última vez que lo viera hacerlo.

Cerró los párpados, deprimido... quizás era lo mejor para él, para SeokJin, para los dos. SeokJin ya no tendría que volver a encontrarse en peligro por su culpa y él... simplemente volvería a su vida estéril donde no parecía haber ni un hueco pequeño donde meterse, donde encajase.

– ¿Llegaron a hacerte algo?

JungKook abrió los ojos, sorprendido, al sentir la mano de SeokJin en su barbilla, alzándole la cabeza y moviéndola de izquierda a derecha como si fuera una muñeca a la que estaba examinando.

– ¿Qué? No...

SeokJin encontró las heridas de la cabeza y presionó con los dedos, arrancándole un quejido de los labios. JungKook, prudentemente, trató de apartarse, pero SeokJin le obligó a mantenerse inmóvil, abriéndole hábilmente la camisa, siguiendo su examen y comprobando que su cuerpo no tuviera ninguna herida.

Al darse cuenta de lo que SeokJin buscaba, JungKook se sintió mal y miserable, denotando un nudo en el estómago, alzó las manos, apartando con esfuerzo a SeokJin.

– ¡A mí no me hicieron nada! –chilló, apartando un poco las palmas del cuerpo vendado de SeokJin, pero aún manteniéndolas extendidas, obligándolo a mantener esa distancia con él–. ¡¿No te das cuenta de que tú eres el único que ha salido herido?! ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Respóndeme SeokJin, explícame por qué viniste a buscarme si sabías lo que pasaría! –Hizo una pausa para recuperar aire, negándose a mirar a SeokJin a los ojos– sólo... dime una razón –susurró de pronto, avergonzado por los gritos que acababa de dar.

– ¿Sos idiota?

JungKook abrió exageradamente los ojos unos instantes, entrecerrándolos dolido segundos después. Sí, era un idiota que quería aferrarse a una esperanza que no existía.

– Sólo... quería... un motivo.

– Fui a recuperar lo que es mío –soltó SeokJin tan fríamente que hasta JungKook sintió como se le helaba la sangre– Me limité a cumplir mi parte del contrato.

– ¿El... contrato? –A JungKook casi no le salía la voz para hacer la pregunta y le sonó estrangulada, con una nota histérica. Sin darse cuenta de lo que hacía levantó la cabeza y miró a la cara a SeokJin–. ¡Es una broma!

– Para nada. De todas formas, no sé a que viene tanto escándalo, deberías alegrarte de que fuera a buscarte.

JungKook recibió las palabras como si le hubieran lanzado un cubo de agua fría en al cabeza.

– ¿Alegrarme? ¿De qué te torturaran?

– Fue a mí a quien golpearon, no a ti, ¿A qué viene esta absurda conversación? No estoy de humor para...

– ¿Y se supone que por eso debo sentirme mejor? –lo interrumpió bruscamente, observando como SeokJin enarcaba una ceja visiblemente contrariado y molesto– ¿De verdad crees que puedo alegrarme por las heridas que tienes? –chilló histérico– Nunca te he obligado a aceptar mis sentimientos a la fuerza, se perfectamente que tú jamás llegarías a quererme, ¿pero tan difícil es comprender como se siente una persona cuando quiere a otra? No puedes imaginar el dolor que sentí, la impotencia, el miedo. ¿Tan difícil es de entender? Para esto... nunca debiste volver a buscarme.

JungKook notó como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y bajó rápidamente la cabeza, deseando que SeokJin no las viera. No quería que se burlara de él y esperó un poco a calmarse para volver a hablar, incapaz de ocultar completamente el temblor de la voz.

– Jamás pretendí que mi presencia pudiera dañarte de esta manera. Hubiera sido preferible que me dejarás allí. Yo... –se le trabó la voz y aspiró aire con fuerza, incapaz de continuar.

– ¿Hm? ¿Intentas decir que hubieras sido capaz de soportar todo lo que te hubieran hecho?

JungKook percibió la burla impresa en las palabras de SeokJin y sacudió la cabeza con fuerza, aún incapaz de hablar.

– Sí –murmuró, recordando las palizas que había recibido y la que lo mandó al hospital el día que decidió enfrentar a SeoHee. Se estremeció involuntariamente.

– Claro, es verdad –acepó SeokJin, divertido, alejándose de él, y permitiendo que JungKook levantara la cabeza para mirar como se alejaba y tiraba el cigarrillo en el cenicero–. Se me olvidaba que te gustaba el sado. Quizás hubieras disfrutado con las constantes violaciones, las torturas... Alexander es un experto en hacer que cada día sea peor que el anterior. Te hubiera gustado, ¿verdad? –SeokJin giró un poco la cabeza, para mirarlo con una burlona sonrisa y JungKook se sonrojó, apartando inmediatamente la cabeza–. ¿Debería pedirte perdón por privarte de tu tan ansiada diversión, princesita?

JungKook notó como se ahogaba.

– No... no es eso –masculló buscando desesperadamente una vía de escape–. Lo hubiera soportado. Estoy acostumbrado a...

JungKook observó de reojo como SeokJin cruzaba tranquilamente la habitación y se acercaba a él, pero antes de que JungKook pudiera imaginar qué pretendía, SeokJin se limitó a darle una bofetada en la mejilla, no pretendiendo hacerle daño, pero sí lo suficientemente clara para humillarlo. Sorprendido, JungKook tardó unos segundos en reaccionar y llevarse una mano a la mejilla.

– ¿Te gusta? –preguntó SeokJin irritado.

JungKook no levantó la cabeza, era incapaz de hacerlo. Lentamente apartó la mano de la cara y la dejó caer pesadamente a un lado.

– ¿Qué...?

Antes de que pudiera decir algo, sintió como SeokJin volvía a golpearlo. Nuevamente sin hacerle realmente daño, pero tan humillante como la anterior.

– ¿Te gusta? Vamos, responde, no es difícil ni para ti, ¿verdad? ¿O no eres capaz de diferenciar si algo te gusta o no?

JungKook siguió sin responder, aún impresionado y cuando vio venir el siguiente golpe, se cubrió la cara con las manos, instintivamente.

– ¿Qué? –gruñó SeokJin– Di algo de una vez, maldito mocoso.

– No... –susurró, sin oír su propia voz– No...

– ¿Qué dijiste? ¡Habla más alto!

– No...

– ¡Habla claro!

– No me gusta –sollozó, manteniendo aún las manos sobre su rostro.

SeokJin furioso le agarró con fuerza las manos y se las levantó bruscamente, manteniéndolas sobre su cabeza. JungKook, temiendo otro golpe, se encogió y cerró los ojos, a la espera.

– Abre los ojos y mírame –ordenó. JungKook no obedeció y SeokJin volvió a golpearle– ¿Te gusta?

– Déjame –farfulló JungKook.

– ¿Te gusta?

SeokJin volvió a pegarle.

–  No...

– Responde, ¿Te gusta?

– ¡No!

– Mírame y repítelo.

SeokJin le obligó a levantar la cabeza y a enfrenar su mirada con la de él, tan fría, tan furiosa a la misma vez y JungKook tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no volver a apartar la cabeza.

– No... –susurró.

Las lagrimas volvían a traicionarlo y el dolor en el pecho era demasiado fuerte como para seguir soportándolo. Ahogó un sollozo y agradeció que SeokJin lo soltara y le diera la espalda.

– Entonces no te acostumbres, simplemente, decilo.

JungKook dejó que las fuerzas le abandonaran y para no caer al suelo se apoyó contra la cómoda antigua que había justo a su espalda. Se limpió las lágrimas con las manos, manteniéndolas en la cara unos pocos segundos más.

Y mientras observaba disimuladamente como SeokJin se dirigía a la puerta, la abría de golpe, empujando al interior a HoSeok y JiMin. YoonGi, con más suerte, consiguió mantener el equilibrio y se enderezó de golpe, llevándose una mano a la cabeza como disculpa mientras se alejaba prudentemente de SeokJin.

– ¿Aburridos? –se interesó SeokJin fríamente.

JungKook miró sorprendido hacia la puerta, apartando las manos de la cara. HoSeok y JiMin comenzaban a levantarse del suelo, entre los exagerados quejidos de HoSeok y las disculpas precipitadas de JiMin.

YoonGi se escabulló hacia un lado del pasillo, saliendo de la vista de SeokJin. NamJoon miraba distraídamente hacia atrás, riendo disimuladamente mientras TaeHyung miraba al grupo enfadado y algo avergonzado.

Kai, ausente de todo lo que ocurría, se limitaba a observar, más a MinHyun que estaba apoyado frente a la puerta de SeokJin con una expresión incalificable.

– Hay una explicación –aseguró HoSeok una vez se enderezó y destensó los músculos de una forma exagerada.    

– No me interesa escucharla –le cortó SeokJin– ¿Alguno entiende lo que significa nada de protección en esta casa?

Hubo un silencio incómodo.

– ¡Vamos, SeokJin, no seas tan cruel! –soltó de pronto HoSeok – Después de tantos años no nos puedes hacer eso –gimoteó, apoyándose en el hombro de JiMin, quien le dio unas palmaditas en la espalda.

– HoSeok...

– ¡Quieres prohibirnos privarte de tu intimidad! ¡Eso es injusto!

JungKook siguió mirando la escena boquiabierto, comprendiendo lo que significaban las palabras de HoSeok.

¿SeokJin no tenía la seguridad permanente de sus amigos? ¿Ninguno de ellos los estaba viendo dentro de la habitación?

Un cosquilleo le recorrió la espalda, pero sintiéndose observando desvió la cabeza hacia la pared del fondo.

MinHyun le estaba mirando y si su expresión no decía nada, tuvo que apartar rápidamente la cabeza, revolviéndose incómodo ante la profundidad de esa mirada oscura y penetrante.

Ahora conocía parte de los secretos de SeokJin, un infierno que había compartido con MinHyun y, con quien, sin ninguna duda, había forjado un vinculo que él jamás conseguiría crear. Sintió celos, dolor y vergüenza.

– Además –continuaba HoSeok, quien no había dejado de hablar en ningún momento, consiguiendo que TaeHyung entrara en la habitación a buscarle y quien comenzaba a perder la paciencia. SeokJin seguía inalterable.– Me temo que nos da igual las normas de esta casa –se encogió de hombros, perdiendo la expresión de afligida agonía. TaeHyung se puso tenso.– Éste –y señaló a TaeHyung descaradamente, casi tocando la piel de su mejilla con el dedo– nos ha ordenado largarnos a nuestras habitaciones mientras él se queda toda la noche en guardia frente a la puerta. Y, como comprenderás –Por el tono dejaba bien claro que le importaba poco si lo comprendía o no– todos hicimos un juramento, no sólo él. Así que...

– De acuerdo –le cortó SeokJin, frotándose los ojos con una mano–, pero cállate ya.

– ¿Ves? –soltó HoSeok con prepotencia, dirigiéndose a TaeHyung con una sonrisa perversa.– No hace falta poner esa cara de estreñido todo el día.

TaeHyung apretó los labios con fuerza hasta que estos se pusieron blancos.

– Incumples todas las normas. Es mi deber.

HoSeok comenzó a hurgarse en un oído, ignorando descaradamente el discurso del joven que parecía haber pasado un mes de previa preparación.

– Claro, claro, sí, sí.

– Eres un impertinente.

– Suficiente –SeokJin dio un paso al frente– JiMin, YoonGi, NamJoon y Kai. Túrnense por ese orden las horas que quieran. Los demás descansaran mientras tanto.

– ¿Qué?

TaeHyung miró sorprendido a SeokJin.

– Creo que la perdida de sangre debió afectar a tu privilegiado cerebrito –canturreó HoSeok – Pero te has olvidado de mí y de... –miró con los ojos entrecerrados a TaeHyung que ya lo ignoraba completamente– ese.

– Ustedes... –SeokJin los miró con el ceño fruncido y finalmente sonrió, haciendo que los dos chicos se irguieran, prácticamente como si contuvieran la respiración.– Hay un pozo de agua en el patio trasero –TaeHyung se puso más tenso de lo que JungKook nunca lo había visto y HoSeok desvió la cabeza para mirarlo con la duda plasmada en la mirada.– Ya conoces donde están los cubos, ¿verdad, TaeHyung? Sean buenos chicos… y espero que para cuando salga el sol estén todos llenos y distribuidos en el patio por tamaños –terminó con un tono como si estuviera imponiendo un castigo a dos niños que acabaran de hacer una travesura.

– ¿Eh?

HoSeok se permitió lanzar una risita nerviosa, pero se le borró la sonrisa al ver la expresión de TaeHyung. El joven se limitó a mirar a SeokJin, fijamente, sin parpadear, sosteniendo la mirada altiva, fría y segura de SeokJin antes de girar sobre sus talones y salir por la puerta, sin esperar a HoSeok.

– Si yo fuera tú, me daba prisa –aseguró SeokJin, sin borrar el tono de voz que había adquirido– Hay mucho trabajo para muy pocas horas.

HoSeok dudó unos instantes antes de hacer el mismo recorrido que TaeHyung, sorprendentemente en silencio. Una vez hubo desaparecido de la vista de todos, la atmósfera se hizo excesivamente tensa y SeokJin se limitó a echarles de la habitación.

– ¿Y qué hay de mí? –soltó MinHyun finalmente, rompiendo el silencioso letargo al que se había sumergido.

– ¿Qué pasa con vos? –inquirió SeokJin, mirando fijamente al norcoreano– ¿Vas a decirme que también quieres velar por mi seguridad?

MinHyun, sin hacer caso a la ironía en las palabras de SeokJin, se acomodó en la pared y sonrió juguetón.

– ¿He hecho otra cosa durante estos años?

– Podría enumerar muchas otras cosas.

– Hey, Hey, ¡qué cruel! Y dime... ¿piensas quedarte con el gatito... o prefieres que ocupe su lugar? También podría afilarle un poco las uñas para que sea un poco más acorde con tus gustos... dada la decepción de criatura que me he llevado... ¡Y pensar que lo había considerado una maquina en la cama...! Siempre se le puede enseñar...

JungKook se sonrojó y miró enfadado a MinHyun, quien le devolvió la mirada con una sonrisa de indulgencia.

– Buenas noches, MinHyun.

SeokJin cerró la puerta con un golpe seco y JungKook se quedó mirándola unos segundos antes de girar la cabeza hasta el cuerpo de SeokJin.

– ¿A dónde han ido TaeHyung y HoSeok? –preguntó con la intención de romper el silencio que se había creado.

– Al patio. ¿Por qué? ¿Quieres ir con ellos?

– No... –Sólo era una pregunta, ¿por qué tenía que haber una razón para todo?

JungKook siguió con la mirada los movimientos de SeokJin que no parecía estar a gusto en ninguna parte de la habitación.

Se movía constantemente, nunca quedándose demasiado quieto en un sitio, fumaba más de lo que JungKook recordaba que hubiera hecho nunca y si se sentaba en la cama, no tardaba en levantarse.

El nerviosismo de SeokJin era contagioso y antes de darse cuenta, JungKook sentía la misma ansiedad que SeokJin, sólo que él se mantuvo inmóvil, más por miedo a SeokJin que por cualquier otro motivo y cientos de ideas comenzaron a vagar por su mente, relacionando personas, frases y sucesos de una manera tan incoherente que después de media hora tenía un espantoso dolor de cabeza.

– Somos prisioneros –reflexionó en voz alta, comprendiéndolo de pronto. ¿No había sido todo muy fácil cuando apareció HimChan y se fueron con él?

Puede que hubiera algún tipo de guerra interna entre las dos familias y estuvieran dispuestos a usar a SeokJin como trueque para que Alexander aceptara algo. ¡De ahí que no se le permitía a SeokJin tener escolta en esa casa! ¡Estaba todo tan claro!

Se mordió el labio, cada vez más nervioso, sin darse cuenta de que SeokJin se había acercado a él.

– ¿De qué estás hablando ahora?

JungKook se sobresaltó al oírlo tan cerca y levantó involuntariamente la cabeza para mirarlo. SeokJin tenía el ceño fruncido y lo miraba como si le molestara tener que lidiar ahora con un enfermo.

– HimChan... nos tiene prisioneros, ¿verdad?

SeokJin no cambió de expresión.

– Obviamente lo tuyo no es pensar.

JungKook enrojeció y apartó la cabeza.

– Creí que...

– Deja de creer.

– Pero, ellos no pueden estar contigo y...

SeokJin puso los ojos en blanco y se apartó, nuevamente incapaz de estarse quieto.

– La madre de HimChan se casó con mi abuelo cuando él tenía ocho años. Alexander, por ese entonces tenía nueve, el padre de MinHyun seis y mi madre tres años. Son hermanastros y si cuando eran niños no se llevaban muy bien, cuando crecieron, como comprobarás, no ha mejorado precisamente su relación.

– ¿Y él es... como Alexander?

SeokJin le miró con una sonrisa socarrona.

– ¿Tienes miedo?

JungKook apartó la cabeza, avergonzado.

– Por supuesto que no –farfulló.

– HimChan aún tiene cordura, algo que Alexander perdió hace tiempo. Es un aliado, si es lo que te preocupa.

– No me preocupaba –insistió mohín.

– Claro.

JungKook miró con remordimiento el cuerpo vendado de SeokJin y tragó varias veces antes de sacar el valor suficiente para volver a abrir la boca.

– Lo siento.

JungKook se había esperado muchas reacciones por parte de SeokJin, pero la airada mirada que le lanzó, lo descolocó completamente.

– ¿Y ahora por qué?

La voz de SeokJin era sólo un siseo y JungKook se estremeció.

– Debí... debí soltarte.

SeokJin soltó un bufido.

– Dudo que hubieras conseguido hacerlo de todos modos.

– Preferirías... estar ahora con MinHyun, ¿verdad? –JungKook apretó los dedos contra la ropa y esperó la dolorosa respuesta.

– ¿Qué esperas que te diga a eso? –soltó SeokJin venenosamente–. Entre tantas y tan claras diferencias entre los dos, ahora mismo destacaría una sola: él, al menos, no se pasa la vida diciendo lo siento. Contigo ya tengo los oídos perforados.

Sorprendido, JungKook miró a SeokJin, que por fin se había sentado en una austera butaca de piel, con la espalda tiesa y con la impresión de ir a levantarse en cualquier momento.

¿Le había dicho que estaba harto de que se disculpara? Kai le había advertido lo mismo, pero ¿por qué?

SeoHee siempre lo obligaba a disculparse, una y otra vez, cuando él hacía algo que a ella le molestaba.  ¿No era lo correcto?

– Te enfadarás –musitó, casi para sí mismo, repasando mentalmente todas las ocasiones en la que le pusieron la zancadilla y le obligaron, para dejarle levantarse del suelo, mientras le daban constantes patadas, que se disculpase por ponerse en medio del pie que lo había hecho tropezar.

O las veces que había levantado la cabeza y había mirado a cualquiera de las amigas de SeoHee, que enfadadas habían hecho que lo golpearan y había tenido que disculparse, mientras unos le agarraban y sujetaban para inmovilizarlo y hacerlo un saco de boxeo mejor improvisado.

Levantó la cabeza y se sobresaltó al encontrar la mirada severa de SeokJin sobre su rostro. Incómodo apartó rápidamente los ojos.

– Ven aquí –ordenó.

JungKook no se movió, miró el lugar donde SeokJin indicaba y se mordió el labio.

– Ah...

– Ven aquí –insistió. JungKook miró a un lado y otro de la habitación y se acercó lentamente, hasta detenerse frente a SeokJin.– Arrodíllate.

– ¿Qué?

JungKook trató de retroceder pero SeokJin lo sujetó de un brazo, inmovilizándolo con fuerza.

– Arrodíllate.

JungKook sacudió la cabeza y miró suplicante a SeokJin. ¿Lo había hecho enfadar?

– Por favor –suplicó.

– Hazlo, arrodíllate.

JungKook cerró los ojos con fuerza y obedeció, cayendo de rodillas ante SeokJin, notando como su alma descendía a la misma vez que él. Pero al notar el impacto de la mano de SeokJin sobre su rostro, JungKook volvió a abrir los ojos, impresionado.

– ¿Qué...? –gimió.

– ¿Querías arrodillarte? –preguntó la helada voz de SeokJin.

– ¿Qué...? – ¿Era un retorcido juego? – Yo no...

– ¿Querías arrodillarte? –insistió impasible.

– No...

– ¿Entonces por qué te arrodillaste?

JungKook clavó la mirada en los pantalones de SeokJin.

– Dijiste... –se humedeció los labios– Dijiste que lo hiciera.

¿Por qué tenía que ser todo con SeokJin de esa manera?

– ¿Así que sólo lo haces porque yo te lo mandé aunque no querías? ¿Es eso lo que intentas decirme? –JungKook no respondió, sintiéndose miserable por la cruel forma en la que SeokJin lo exponía–. Ciertamente, me asqueas.

SeokJin se levantó bruscamente, apartándolo con un pie para poder pasar. JungKook no se movió. Siguió con la mirada fija en el suelo, donde segundos antes había estado el pantalón de SeokJin, incapaz de reaccionar, notando como el pánico, la vergüenza y la confusión se apoderaban de él.

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