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32. Ustedes fueron


JungKook giró la cabeza para mirarlo, aterrorizado. El frío que hacia a medida que descendían por los corredores parecía intensificarse muy rápido. Tenía el vello erizado bajo la ropa y comenzaba a temblar, pero JungKook ya no era capaz de distinguir si era de frío o miedo.

– ¿A qué... qué quieres decir?

– De verdad que tienes que ser muy bueno en la cama, porque sino no entiendo el interés de SeokJin, si eres tan tonto como para no saber a qué me refiero a estas alturas. ¿O prefieres que te haga una demostración de lo que planean hacerte? –MinHyun rodeó la cintura de JungKook con los brazos y lo pegó a su cuerpo. JungKook tardó en reaccionar, sorprendido–. No eres SeokJin, por supuesto, pero puedo usar la locura de mi queridísimo tío para fingir que eres quien a mí me de la gana, y si eres tan bueno...

MinHyun deslizó una mano al interior del pantalón de JungKook y éste comenzó a revolverse y forcejear para soltarse.

– ¡No! –chilló.

Los brazos de MinHyun no se aferraban realmente a su cintura y se abrieron con facilidad, liberándolo.

– ¿Lo entiendes ahora? Sólo que ellos no te soltaran. Te violaran, ya puedes darlo por hecho... –Lo miró con atención y frunció el ceño a ver a JungKook apoyado en la pared, con los ojos abiertos y las manos sobre el pecho en un intento inconsciente y absurdo por protegerse –¿Necesitas que te explique ese concepto o puedes apañártelas solo para descubrir que significa?

JungKook sacudió la cabeza, espantado, mientras conseguía calmarse. ¡No podía hablar en serio! ¿Esa era la familia materna de SeokJin?

La paterna quería verlo muerto y la materna... ¿qué querían ellos de SeokJin?

JungKook dudaba que el calor familiar y la añoranza de no verlo en años fueran los únicos motivos para desear traerlo hasta allí.

– No... no puede ser verdad....

– ¿No? ¡Oh, sí! Es una práctica muy común en esta encantadora familia. Suelen sustituir sus amores frustrados de alguna manera... vamos, que si es por eso no te preocupes, ninguno te verá a ti... pero mientras Alexander te mantenga vivo, serás un sustituto bastante lindo para complacerlos.

– No hablas en serio...

No, no era posible. ¿Estaban locos? JungKook se deslizó por la pared, alejándose lentamente hacia el interior de los corredores. Le costaba mantenerse en pie y sentía náuseas.

– Como sea –A MinHyun no parecía interesarle su repentino ataque de pánico.

Aquel joven le restó importancia a la situación con un movimiento de manos y caminó lentamente hacia él, JungKook se apartó aterrorizado, pero el chico no había pretendido agarrarlo, sino que sacó una llave del bolsillo y abrió la puerta que se encontraba a su derecha, la misma en la que JungKook había estado. ¿O serían todas iguales?

– Por muy bueno o por mucha experiencia que tengas, ellos se encargaran de que lo pases mal – Lo agarró y lo empujó al interior de la habitación, tirándolo bruscamente sobre el catre.

JungKook se giró de rodillas para mirar la puerta aún abierta. De pronto le parecía mucho más pequeña y asfixiante. MinHyun permaneció fuera, sin mover un pie hacia el interior.

– Te daré un último consejo, ya que el anterior pareció importarte poco –. JungKook lo miró suplicante. Necesitaba salir de allí, pero la mirada de MinHyun era fría, imperturbable, y creyó que se ahogaría en aquellos ojos tan duros como los de SeokJin–. Ya estás muerto, ahórrate el sufrimiento previo.

Y cerró la puerta con un golpe seco.

……

Las siguientes horas fueron eternas. JungKook no sabía cuando era de noche y cuando era de día.

La habitación no tardó en darle claustrofobia pero no intentó gritar. Sabía que no había nadie al otro lado de la puerta para oírlo y rescatarlo. Pero lo que más le aterrorizaba era la idea de oír en algún momento pasos acercándose a la puerta.

Ni el silencio, la soledad, la oscuridad ni el frío, eran lo suficientemente fuertes como para conseguir apartar de su mente el miedo de que alguien abriera esa puerta y se cumpliera la amenaza de MinHyun.

La idea del suicidio pasó varias veces por su mente, pero la desechó rápidamente. Intentaba buscar una salida, un modo de escapar de allí y de esa situación,  sin tener que morir.

En realidad, JungKook se preguntaba si sería capaz de soportar las violaciones que MinHyun había asegurado que llegarían. Había soportado todo tipo de golpes y hasta había estado al borde de la muerte en una de esas palizas, ¿sería muy distinto?

De alguna manera sentía como si SeokJin le hubiera preparado para eso.

– SeokJin…

Y se echó a reír de forma histérica hasta que las lágrimas comenzaron a descender y le nublaron la visión.

En un movimiento salvaje, trató de secarse los ojos con los bordes de las mangas, pero el dolor en el pecho no disminuía y terminó tumbando el resto del cuerpo en el catre mientras su cuerpo se convulsionaba por el llanto y terminó quedándose dormido.

…....

Cuando volvió a abrir los ojos, su mente se puso rápidamente en guardia. Los pasos amortiguados de alguien acercándose por los interminables corredores se oían cada vez más cerca.

JungKook se incorporó bruscamente, sentándose en el catre, con las rodillas dobladas en el pecho y mirando espantado la puerta mientras su corazón se aceleraba por segundos.

La puerta cedió con facilidad y JungKook tardó unos instantes en ver la alta figura que había frente a la puerta.

No era nadie conocido, pero no sabía si sentir alivio o terror. El hombre era corpulento y vestía un traje negro. Llevaba el pelo muy corto y los rasgos de su cara eran duros.

– Muévete –ordenó– El señor Alexander te está esperando.

Al oír el nombre de su captor, JungKook recordó la advertencia de MinHyun y no se movió, obligando al desconocido a cruzar la poca distancia que los separaba y arrastrarlo fuera de la habitación.

JungKook trató de escapar, pero los fuertes brazos del hombre eran capaces de obligarlo a mantenerse firme y caminar delante de él como si fuera una marioneta y estuviera moviendo sus extremidades con hilos invisibles.

Finalmente, ascendieron lo suficiente, vio la puerta por la que MinHyun también le había acompañado, pero en ésta ocasión la habitación que se encontraba al otro lado, estaba desierta, con las cortinas igual de corridas, ocultando el exterior.

El hombre le obligó a seguir avanzando, pasando por la habitación y siguieron adentrándose, hasta lo que JungKook supuso, el interior de la casa, o mansión dadas las dimensiones, donde Alexander vivía.

La casa era acogedora y cálida, un cambio del que JungKook apenas disfrutó. Seguía helado, más por el miedo que sentía que porque sintiera un frío real. No reparó en las alfombras que cubrían los suelos, ni los tapices y cuadros de las paredes por donde pasaban.

Tampoco los antiguos candelabros que adornaban los muebles de decoración o las sillas de respaldo alto, pinceladas con oro o plata... JungKook sólo miraba al frente, en busca de Alexander, quien los esperaba en lo alto de una larga escalera de caracol con varias personas más.

– Sube –insistió el hombre.

JungKook se dejó guiar más porque no tenía otra opción y percibió la presencia de MinHyun al llegar casi arriba. Estaba apoyado en la pared, indiferente a la conversación que parecía tener abstraídos a la mayoría de los hombres.

Al verlo subir, sólo le echó un rápido vistazo antes de volver a apartar la cabeza. Alexander, en cambio, siguió su ascenso sin perder un solo detalle. JungKook deseó darse la vuelta y salir corriendo.

¿Cuánto iba a ser capaz de aguantar?

Su futuro, ya corto, prometía ser muy negro.

– Señor –murmuró el hombre, cuando llegaron a lo alto de la escalera.

JungKook no miró a nadie. Se limitó a observar sin ver la caída que se avistaba desde donde se encontraba. Por muchas escaleras que le habían parecido, en realidad, no estaba seguro de si llegaría a matarse si se tiraba desde esa altura.

Suspiró con fuerza, buscando en su maltrecho interior algún brote de fuerza que le ayudara a soportar lo que vendría a continuación, tal vez, deseando que MinHyun sólo hubiera exagerado la situación... Tal vez sólo había mentido...

Un barullo en algún punto de la casa le sacó de las sombrías cavilaciones en las que se había sumergido voluntariamente.

Todos parecieron sentir la misma curiosidad que él, porque lo apartaron a un lado, y se acercaron a la barandilla, mirando a las puertas del fondo.

– ¿Qué está sucediendo? –preguntó Alexander con calma, poniendo una mano sobre la baranda de madera que recorría las dos escaleras opuestas– Que alguien vaya a averiguarlo.

Pero no hubo necesidad de que alguien obedeciera. Todos enmudecieron de pronto y JungKook trató de ver algo tras los huecos que dejaban los cuerpos de las personas que se encontraban delante.

Fue difícil, ya que no consideraba prudente llegar a tocar a nadie para abrirse paso, pero cuando consiguió alcanzar a ver parte de la planta baja, creyó que la sangre había dejado de circular por sus venas.

Bajo ellos y entrando por la puerta central, JungKook vio de forma irreal una imagen que ya le era muy familiar.

SeokJin caminaba con elegancia por la alfombra oscura que cubría todo el suelo y se detuvo bajo la lujosa lámpara de lágrimas de cristal que colgaba muy por encima de ellos. Detrás de él, JungKook vio de forma fugaz, como HoSeok, TaeHyung, NamJoon, JiMin, YoonGi y Kai, se situaban al lado del rubio.

– ¿Has conseguido abrirte camino hasta aquí, SeokJin?

JungKook apenas escuchó las palabras que Alexander pronunció. Seguía mirando a SeokJin, sorprendido.

¿Había venido? Pero eso... era... imposible.

Una calidez recorrió su cuerpo como una sacudida y notó como el corazón se le aceleraba con fuerza. No. Debía centrarse. No podía ser cierto que SeokJin hubiera ido a buscarlo.

Lo sabía. No podía permitirse tener falsas esperanzas. Ya sabía lo que sucedía...  Siempre había sido así, toda su vida era un engaño...

SeokJin alzó la cabeza y sus ojos recorrieron a todas las personas que se encontraban sobre él, deteniéndose finalmente.

El corazón de JungKook se detuvo, o eso le pareció, cuando la oscura mirada de SeokJin se clavó en la suya.

¿Y si había ido a buscarle a él de verdad? ¿Y si...? ¿Podía permitirse soñar?

Su corazón luchaba por dar una respuesta afirmativa, pero su mente se negaba a creerlo. No creía poder soportar un nuevo desengaño.

– No he venido de visita –soltó SeokJin, finalmente desviando la cabeza con esfuerzo y clavando la mirada en quien, presumiblemente, JungKook supuso que sería Alexander.

– ¿No es un poco descortés pasar por casa y no detenerte a saludar a la familia?

– Mi familia está muerta –soltó SeokJin con aspereza– Agradecería que me consideraran de la misma manera. He venido por algo que es de mi propiedad y que me lo robaron. Dámelo.

JungKook sintió como las mejillas le ardían. Podía notar como algunas miradas se clavaban en él, pero no las prestó atención. Por una vez no le importaban. Nada le importaba a excepción de la persona que se encontraba a pocos metros de distancia. Le resultaba imposible apartar los ojos de SeokJin. No podía creérselo.

Era verdad... SeokJin había ido a buscar... a buscarle... a él...

– Me temo –comenzó Alexander, sin levantar la voz, con un tono inquebrantable que de alguna manera, a JungKook le recordó al de SeokJin–, que no estoy de acuerdo con eso.

Por unos segundos, los ojos de SeokJin centellearon, un breve instante en el que si JungKook no hubiera estado mirándolo tan fijamente, casi sin parpadear, no hubiera percibido. Finalmente, SeokJin hizo una señal con la mano en la que sostenía un arma negra y pequeña, entonces JiMin entró en la habitación empujando a un hombre delante de él.

El desconocido caminaba con dificultad por culpa de una herida que tenía cerca de la rodilla. Prácticamente se veía obligado a arrastrar la pierna y hacia muecas de dolor con cada paso que daba. JiMin lo condujo frente a SeokJin y éste se limitó a encañonarle en la nuca con la pistola.

– Preferiría ahorrarme una reunión familiar. En esta casa apestan bastante más de lo habitual.

La tensión en el ambiente había ido aumentando desde la aparición de SeokJin, pero en el momento en que JiMin entró con el rehén, pareció que ésta comenzaba a solidificarse. De forma instintiva, JungKook se llevó una mano al estómago, pero se negó a apartar la mirada de SeokJin. ¿Y si era la última vez que lo veía?

– Hay algo que aún no entiendes, SeokJin, y también hay algo que a mí me gustaría comprender –siguió Alexander con el mismo tono inalterable.

A SeokJin, sin embargo, le costaba mantener su fría expresión. En su rostro había odio, repugnancia y un leve indicio de resignación.

– Aún odias matar, ¿verdad, SeokJin? Y me pregunto...

A una orden, JungKook se vio arrastrado hasta donde Alexander se encontraba y el hombre lo agarró del brazo, apretando los dedos en su piel hasta que JungKook sintió como se le detenía la circulación.

– Puedes matar a JunSung, su vida no me importa en absoluto. Ya deberías saberlo a estas alturas. He matado a demasiados hombres que consideraba amigos como para no matar a un primo. La mayoría de las personas son reemplazables, SeokJin, creí que te había enseñado eso. Tu intento es inútil –Hizo una pausa intencionada–. Y por tanto, sabes que tampoco dudaré en matarlo a él.

JungKook notó el movimiento veloz a su alrededor antes de que el helado metal de una pistola le rozara con suavidad la sien izquierda. Desvió la mirada de SeokJin, sólo unos instantes, para poder observar de reojo el rostro del hombre que le apuntaba, aquel que siempre estaba al lado de Alexander.

– Pero, ¿Y a ti, SeokJin? ¿Te importaría que lo mate a él?

Una vez más, JungKook se obligó a mirar a SeokJin. Ésta vez lo hizo con temor. El rubio lo miraba con los labios apretados, sin bajar el arma que apuntaba al hombre herido.

Su vida pasó en imágenes seleccionadas, como una sesión de viejas fotografías y saboreó especialmente aquellas en las que SeokJin estaba con él. No estaba seguro de si conocerlo había sido lo mejor que le había pasado, o lo peor, pero llegados a ese punto, no se arrepentía de ello...

Aún sabiendo que no había ni un solo recuerdo en el que le permitiera creer que a SeokJin le importara que lo mataran.

Siguió mirándolo unos segundos más, permitiéndose sumergirse en la oscuridad de su mirada antes de cerrar los ojos con fuerza, tratando de no pensar en nada pero sin evitar que los ojos se le humedecieran y que su cuerpo temblara débilmente.

Pero no fue el sonido de un disparo cerca de su oído lo que retumbó en toda su cabeza, sino el crepitar amortiguado de algo metálico al caer sobre una alfombra.

Abrió los ojos de golpe.

SeokJin había soltado el arma, tirándola a un lado y liberando de esa manera al hombre que segundos antes había sido la única carta que lo mantenía en libertad.

JungKook miró la escena en estado de shock, incapaz de reaccionar, seguro de que se había perdido algo. Miró como si se tratara de una película que pasaran a cámara lenta, cómo los compañeros de SeokJin eran inmovilizados por los hombres de Alexander, apresándolos sin que ellos ejercieran resistencia.

Pero lo que llegó a impactarle, fue cuando dos de los hombres golpearon al rubio en las piernas y lo hacían caer al suelo, de rodillas segundos después de inmovilizarlo.

Para entonces, JungKook ya se había olvidado de que tenía una pistola apuntando directamente a él. Se agarró al pasamano e inclinó el cuerpo. ¿SeokJin?

– Nunca creí que pudiera llegar a ser tan fácil capturarlo de nuevo... Tantos años y ahora... Llévenselo.

JungKook miró horrorizado como sacaban de la habitación a todos, poniendo mayor énfasis en SeokJin, esperando que hiciera algún movimiento para librarse de los hombres que lo sometían, manteniendo sus manos en al espalda y la cabeza gacha.

– ¡SeokJin! –chilló desesperado. Se inclinó un poco más y notó como unas manos tiraban de él hacia atrás. Intentó soltarse sin éxito–. ¡SeokJin! ¿Qué haces?

SeokJin no intentó girarse y JungKook trató de apartar las lágrimas que ya acudían a sus ojos.

– ¿Qué le van a hacer? –chilló, permitiendo que lo apartaran de la barandilla una vez que SeokJin y los demás se perdieron de su vista– ¡¿Van a matarlo?!

Sabía que su voz sonaba histérica, patética, pero le daba igual. Necesitaba que alguien le respondiera.

– Sáquenlo de aquí –oyó como Alexander daba las órdenes a su espalda–. Pero trátenlo bien. Hemos capturado a SeokJin gracias a él, eso se merece un poco de nuestra hospitalidad.

¿Por su culpa?

JungKook comenzó a marearse y dejó que lo arrastraran sin fijarse a donde lo llevaban, pero al pasar hacia un lado de las escaleras vio a MinHyun. Éste ya no estaba apoyado en la pared, pero parecía ausente. Miraba el suelo, con los ojos muy abiertos, sin parpadear, donde minutos antes había estado SeokJin.

Parecía haberse petrificado con los brazos ligeramente alzados y una expresión de sorpresa y espanto, que se asemejaba más al de una estatua que al de una persona real.

– ¿Qué van a hacer con SeokJin? – preguntó, tratando de que MinHyun le respondiera antes de que lo sacaran de allí– ¡MinHyun!

MinHyun parpadeó y miró confuso a su alrededor, mirándolo como si lo viera por primera vez.

– ¿Qué...?

– ¡SeokJin! –chilló, girando el cuello para poder seguir mirando a MinHyun mientras lo arrastraban literalmente escaleras abajo– ¿Van a matarlo?

JungKook sólo fue capaz de distinguir como MinHyun sacudía la cabeza antes de que desapareciera de su vista.

Durante todo el trayecto al sótano, JungKook no dejó de patalear y moverse, pero aún así fue como si no lo notaran. Lo dejaron en el interior de la habitación bruscamente, y tras decir algo en otro idioma, cerraron la puerta con violencia, caminando apresuradamente hacia la superficie.

JungKook comenzó a aporrear la puerta de metal con los puños, únicamente escuchando el sonido metálico de ésta y los gritos que producían su propia garganta. Cuando las manos comenzaron a doler, se deslizó hasta el suelo, sollozando, y enterró la cabeza entre las piernas, inclinando completamente la espalda y sintiendo como su cuerpo se sacudía con violencia.

Era tan difícil de creer... SeokJin había ido a buscarle, sí, y por un instante se había permitido soñar, ¿pero quería eso? ¿Por qué se había dejado capturar de esa manera?

Era su familia, pero no podía asegurar que no quisieran matarlo, como lo había intentado la familia japonesa enviando a Kai. ¿Y si lo mataban por su culpa?

Jamás debió moverse en la estación. ¿Por qué no había obedecido? Quizás la situación fuera otra... ¡Todo era su culpa! No...

Sacudió la cabeza con fuerza, como si con ello quisiera apartar los pensamientos y las lágrimas. MinHyun había dicho que no lo matarían. Quizás ellos sí lo quisieran...

En realidad no conocía los motivos para que SeokJin huyera continuamente de Alexander, tal vez sólo se negaba a ser parte de la familia... algo que no podía reprocharle dado lo que había averiguado en tan poco tiempo...

Se levantó con esfuerzo y se sentó en el catre, mirando con ansiedad la sombra que se proyectaba de la puerta, impaciente porque fueran a buscarlo. Sólo quería ver a SeokJin, comprobar que estaba bien...¡Porqué lo estaría! ¡No podía ser de otra manera!

– SeokJin...

Tardaron horas en ir a buscarlo. JungKook esperó inmóvil a que abrieran la puerta y cuando se levantó su cabeza dio vueltas y se agarró a la pared para ayudarse a llegar hasta la puerta y reunirse con el hombre que había ido a buscarle.

No sabía cuanto tiempo permaneció inconsciente hasta que descubrió que se encontraba en Alemania, pero desde ese momento hasta ahora, habían pasado muchas horas y parecía que, si no lo mataban antes de alguna otra manera, pretendían hacerle languidecer hasta que muriera de desnutrición o deshidratación.

En esta ocasión se permitió guiar hasta la superficie, esperando encontrar a SeokJin cuando abrieron la última puerta que les conducía a la extraña sala llena de sillas ante la ventana cerrada, pero allí, aparte de Alexander y varias personas extrañas, no había nadie más.

JungKook reprimió un gruñido de decepción y repasó las caras de la gente con impaciencia, esperando encontrar a SeokJin entre ellos y descubrir que simplemente lo había pasado por alto. Al no verlo, clavó la mirada en Alexander.

Una vez más se encontraba cómodamente sentado en el sillón más cercano a las cortinas, y con él se encontraba el mismo hombre que ya había visto antes y una mujer, alta y hermosa con un cabello lacio y muy claro recogido de forma coqueta. Al verlo, la mujer levantó la cabeza y lo estudió con atención, enarcando una ceja e inclinó el cuerpo hacia Alexander.

– ¿Él? –preguntó incrédula, en un tono exageradamente alto que hizo que todos se callaran y se giraran a mirarlo. JungKook se permitió sonrojarse–. Es una broma, ¿verdad, Alexander?

– Parece ser que no –respondió el hombre sin levantar la vista ni dignarse a mirarlo–. Pero esto me ha sorprendido tanto como a ti. Nunca creí que tuviera que agradecerle a un chico de su nivel, poder recuperar a SeokJin.

Alexander levantó un poco la cabeza, lo justo para que JungKook pudiera a ver la larga y cruel sonrisa que se dibujaba en su rostro. Retrocedió asustado. Tenía un mal presentimiento de eso.

– ¿Dónde... dónde está SeokJin? –murmuró muy despacio.

– ¿SeokJin? –Alexander saboreó la palabra sin borrar la sonrisa–. Lo verás muy pronto. Para eso te traje hasta aquí. Tengo que demostrar mi gratitud por toda tu aportación para conseguir lo que llevaba intentando durante tantos años.

Alexander se levantó y JungKook pudo ver a MinHyun con la cabeza apoyada en las cortinas, justo detrás de donde había estado Alexander. Parecía agotado y su expresión mostraba un sufrimiento sobrehumano. Con esfuerzo, JungKook desvió la cabeza y miró alarmado a Alexander.

– Había intentado todo y ya casi me daba por vencido de poder atrapar a SeokJin... como sabrás, es muy poderoso y su privilegiado cerebro siempre es capaz de idear cualquier artimaña para salir ileso de toda situación, por muy elaborada que ésta fuera, así que siempre conseguía dejarme atrás... ¡Y llegaste tú! ¡Un mocoso! Y él simplemente vino a buscarte – Era... ¿Era su culpa? ¿De qué le estaba hablando exactamente? – No significa que acepte aquello que lo haya... atado a ti. Me siento decepcionado, SeokJin me ha desobedecido, no le enseñé todo para que acabara así por un insignificante e inútil muchachito como tú... Supongo que la repugnante sangre japonesa que corre por sus venas, aquella que mancilló a mi hermana y le dio la vida a él, aún sigue brotando muy fuerte en él... pero debo... mi deber es limpiarlo, sanar su cuerpo y su mente de la podredumbre que le legó su padre... Es una tarea que me impuse... por ella... por mi hermana... –Estaba loco. JungKook miró con ansiedad a su alrededor. Quería ver a SeokJin... necesitaba verlo... – ¿no estás de acuerdo, MinHyun?

La pregunta intencionada hizo que JungKook se sobresaltara y mirara a MinHyun una vez más. El chico no había apartado la cabeza de las cortinas, pero la ladeó un poco para mirarlo y JungKook se estremeció al ver el odio que se reflejaba en los ojos de MinHyun, un sentimiento que parecía devorar la expresión de sufrimiento que seguía plasmada en su rostro.

– Sí –murmuró en cambio, sorprendiendo a JungKook por el tono relajado y neutral que no correspondía a su expresión.

Antes de dejar de mirar a Alexander, los ojos de MinHyun descendieron hasta él y JungKook notó como la misma mirada de odio estaba dedicada a él. MinHyun había dejado de ser un posible aliado para él.

¿Por qué? No necesitaba pensar la respuesta. La sabía. Alexander se lo había dicho. Él era el culpable de que SeokJin estuviera allí, que lo hubieran atrapado. Sintió un estremecimiento.

– ¿Dónde está SeokJin? –insistió, sin preocuparse del temblor de la voz.

– ¡Qué impaciente! –bromeó– Ábranlo ya.

JungKook miró embobado como las cortinas se movían pesadamente impulsadas por un mecanismo electrónico y se acercó un poco a los cristales, llevado por la curiosidad, deteniéndose al lado de MinHyun.

Al principio no comprendió qué era lo que estaba viendo, pero lentamente, sus ojos fueron adaptándose a la poca luz que había en la cavidad rocosa a la que daba la ventana. Sus pupilas se dilataron y un hormigueo helado le recorrió todo el cuerpo.

Su cuerpo reaccionó mucho antes que su mente, pero cuando inconscientemente llevó una mano a los cristales, se sorprendió del contacto y aceptó lo que estaba viendo.

Un hombre se encontraba de rodillas en la piedra, con los brazos encima de la cabeza, encadenados en una plataforma que se sostenía en dos pilares. Llevaba la mitad del cuerpo desnudo y el cabello rubio le caía sobre la cara, permitiendo distinguir únicamente unos labios cerrados con fuerza y tensión.

Despacio, JungKook desvió la cabeza hacia el hombre que se encontraba de espaldas al hombre encadenado y que fustigaba incesantemente la espalda desnuda en un cuerpo ya cubierto de sangre por líneas de heridas, destrozándole la piel con los pequeños trozos brillantes que relucían en las puntas, de lo que, presumiblemente, JungKook supuso que eran cristales.

– Por favor... grita... –JungKook se obligó a apartar la cabeza y mirar a MinHyun, quien miraba el espectáculo como si el dolor lo estuviera sufriendo él– Por favor, SeokJin...

SeokJin... No... JungKook volvió a mirar al hombre que se encontraba soportando en silencio los golpes. No... SeokJin no podía encontrarse ahí. Ese no era SeokJin. Era una broma. ¡Claro que era una broma! SeokJin jamás permitiría que nadie le hiciera eso...

Él era fuerte, poderoso... ¿Qué...? ¿Por qué se le nublaba la vista? JungKook se llevó las manos a los ojos y se sorprendió del contacto húmedo de las lágrimas. No... ¿Por qué lloraba si no era SeokJin... si sabía que no era él?

– Y este es sólo el principio –la voz de Alexander parecía estar muy lejana–. Esta vez no permitiré que vuelva a escapar. Lo retendré a mi lado... lo purificaré y le enseñaré... no volveré a perderlo... y lo someteré gracias a ti...

"Gracias a ti"

– No...

– Debes estar feliz. Es la primera vez que SeokJin hace algo así por alguien.

¿Feliz?

– No...

– Pero me pregunto, ¿qué relación mantienes con él? Cuesta creer que haya tenido un amante masculino cuando hasta ahora sus preferencias, obviamente, eran del sexo opuesto. 

¿Relación?

– No...

– Y es difícil imaginárselo junto a alguien como tú...

¿Alguien como él? Sí, alguien como él, por quien SeokJin jamás haría algo así, a quién jamás iría a buscar... ¿Feliz? Comenzó a reírse. ¿Feliz? ¿Acaso bromeaba? ¿De verdad alguien había pensado que podría estar feliz viendo como sometían, como SeokJin se había dejado capturar y se dejaba torturar por su culpa?

– ¿Qué le pasa?

JungKook oyó la pregunta pero no relacionó la voz con nadie. Su risa era histérica y se acompasaba con las convulsiones que sacudían su cuerpo.

– SeokJin... ¡SEOKJIN!– JungKook comenzó a sacudir los cristales con los puños, sabiendo que quizás no podrían oírlo desde el exterior– ¡¡JIN!!  ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Jamás quise esto! ¡¿Por qué tienes que transformarlo todo en esto?! –Dejó de golpear los cristales y deslizó las uñas por ellos, rindiéndose, mientras comenzaba a llorar con fuerza–. ¿Tan débiles y simples has creído todo este tiempo que son mis sentimientos? –sollozó en susurros– Siempre que dije te quiero mis palabras eran sinceras, ¿por qué me haces esto? Preferiría morir a verte así... ¿Es tu manera de castigarme?

SeokJin lucharía... pero en cambio, se había entregado sumiso, sin oponer resistencia y era evidente que sabía lo que le harían... Torturarían, violarían su cuerpo y destrozarían su alma...

– No... es algo que ya han hecho... –la lucidez de ese pensamiento lo azotó con fuerza y sintió como si una sacudida lo despertara completamente. Ellos lo habían creado–. Fueron ustedes.

– ¿De qué está hablando ahora? ¿Se volvió loco sólo con ver como lo torturan un poco?

Hubo unas risitas por la habitación. ¿Un poco? ¿Era tan natural para ellos? ¿Así que SeokJin prefería eso que a él?

– Fue su culpa –gruñó furioso, dándose la vuelta y mirándolos a todos– ¡Ustedes lo crearon! ¡Crearon un monstruo!

Entre ellos y su maldita familia japonesa. ¿Por qué no podía haber habido alguien normal entre ellos?

– ¡Están todos locos!

JungKook no vio a Alexander acercarse, pero sí notó como su mano le cruzaba la cara y caía sobre el cristal por el impacto, golpeándose la cabeza.

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