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24. Verdad al descubierto

Ooooooook

Disfruten el cap!💜

(Que tal quedaron las fotitos de trasfondo??) Estaba bien al pedo😅💛

🌸🌸🌸🌸

JungKook cerró los ojos relajado. Siempre le había calmado darse un buen baño y, en la gran bañera del hotel, parecía tranquilizarse más rápidamente.

Removió un poco el agua con la mano sana y olvidándose que tenía la otra vendada, la sumergió también, inconscientemente; sacándola tan rápidamente como había entrado en el agua. Abrió los ojos de golpe y se incorporó molesto y preocupado.

¿Qué explicación le daría a SeokJin si se daba cuenta de que la había mojado? ¡Y se lo había advertido!

Farfulló algo sin mucho sentido y se deslizó nuevamente, permitiendo que el agua le cubriera hasta la barbilla. Bueno, ya no tenía remedio, ya trataría después con lo que sucediera. Aún así, no volvió a meter el brazo en el agua.
           
Suspiró pero no cerró los ojos. Levantó un poco la cabeza y contempló el techo blanco, como recién pintado, que se extendía sobre él. El calor era agradable y el olor a jabón era una caricia para sus sentidos.

Pero todo ello no hacía que se olvidara de SeokJin. Sí, SeokJin, quien parecía estar grabado en sus pensamientos, sujeto a su mente.

Siempre había conseguido borrarlo todo, dejar la mente en blanco, desconectar, pero con SeokJin era imposible.

No negaría que había momentos en los que deseaba matarlo —bueno, la mayoría de las veces—. Era cruel, cínico, manipulador, dominante, arrogante… aunque también podía ser dulce; claro que no recordaba ningún momento en ese instante y, lo protegía, de alguna forma, siempre estaba a su lado cuando lo necesitaba.

Era imposible que no tuviera corazón y luego estaba el problema de cuando lo tocaba. Conseguía que con un solo roce perdiera la razón completamente. Su piel parecía fuego… y sus ojos… aquella mirada firme y penetrante, capaz de tragarte y hundirte en la profundidad de aquel abismo negro… y su cuerpo… pálido, bien formado, perfecto…

JungKook recorrió con la mente cada línea de la parte del cuerpo desnudo de SeokJin que había visto, cuando salía de la ducha, aún mojado, con las gotas deslizándose por el cuello, bajando lentamente por sus hombros y rozando con delicadeza sus pezones…

¿Eh? ¿En qué estaba pensando? Se incorporó bruscamente y sintió una punzada en su pie herido. JungKook se tocó la cara y comprobó que no era el agua lo que parecía haber aumentado de temperatura.

– ¡Oh! ¡Genial! – exclamó avergonzado, observando la parte del torso que sobresalía de la espumosa agua. Los pezones estaban rígidos y, para su consternación, no era lo único que lo estaba. Un incómodo cosquilleo le recorría toda la ingle. – ¡Perfecto! – inquirió JungKook frustrado.
           
¡No era posible! No podía ser cierto… Su cuerpo no podía reaccionar de esa forma sólo por pensar en SeokJin.

¡Sólo por eso!

Era todo tan bochornoso… sólo estar al lado de SeokJin, junto a todos sus amigos que conocían sus sentimientos era bastante extraño.
           
JungKook dejó escapar un lamentable suspiro y se incorporó un poco. Se planteó la posibilidad de abrir el grifo del agua fría. La idea de masturbarse en la bañera, con SeokJin y sus amigos justo en la habitación de al lado no era muy alentadora.

Aún así, sumergió la mano sana en el agua y acarició el miembro erecto con torpeza. Se sentía estúpido, avergonzado pero no negaba que deseaba a SeokJin.

Sí, por muy mal que lo tratase, lo humillase e insultase, lo quería y deseaba su cuerpo. No podía evitar preguntarse como sería hacer el amor con SeokJin, sentir sus largos dedos recorriendo todo su cuerpo, la calidez de sus labios, la fuerza de su cuerpo…

No, no podía seguir pensando en él. Sacudió con fuerza la cabeza como si con eso pretendiera alejar los pensamientos y se encogió en la bañera, acelerando el ritmo de su mano, hasta que sintió que estallaba, eyaculando con fuerza sobre el agua.
           
Se dejó caer torpemente, hundiéndose en el agua.
           
– ¿Y piensas quedarte ahí después de eso? – preguntó una voz divertida detrás de JungKook.
           
El muchacho, sorprendido y asustado, se incorporó tan bruscamente que se le antojó una escena cómica. Se apoyó contra la pared y miró a SeokJin directamente a la cara. Éste le miró unos instantes, devolviéndole la mirada fría que siempre bailaba en sus ojos, antes de perder interés por su rostro y comenzando a descender la mirada por su cuerpo desnudo.
           
JungKook, por la sorpresa, se había olvidado de dónde y cómo se encontraba, y si creyó que había perdido todo el color de la cara al darse cuenta de la presencia del rubio, lo recuperó y con intereses.

Un calor bochornoso le recorrió todo el rostro y buscó desesperado algo con que taparse. SeokJin, con su típica amabilidad, comenzó a reírse divertido. 
           
– No armes tanto alboroto por tan poca cosa…, princesita – se burló, lanzándole caritativamente la toalla que JungKook había dejado cerca de la puerta –. No tienes mucho que esconder.
           
JungKook no hizo caso a las sarcásticas palabras de SeokJin y salió de la bañera —algo bastante difícil con una toalla enrollada en la cintura— sin mirarle una sola vez.

¿Le habían echado alguna maldición? ¿El mal de ojo? Debía de ser algo así.

Era imposible que alguien naciera con la mala suerte que él tenía. Una vez que se encontró empapando la bonita, y seguramente, cara alfombra del suelo, un fugaz pensamiento le atravesó la nuca haciendo que se estremeciera.
           
– ¿Desde cuándo estabas ahí? – preguntó tímidamente, conteniendo la respiración.
           
SeokJin soltó un bufido y sonrió más abiertamente, claramente burlándose de él.
           
– Lo suficiente como para no perderme nada de la obra de teatro – comentó –. Y debo admitir que la obra no fue muy buena – se mofó.
           
JungKook sintió que esta vez hasta las orejas le ardían y las piernas le temblaban.

¿Por qué siempre tenía que hacer semejante ridículo frente a SeokJin? ¿las desgracias le perseguían?

Se mordió el labio e intentó secarse la mano vendada frotándosela contra la toalla.
           
Durante unos minutos ninguno de los dos dijo nada.

JungKook temblaba ligeramente de frío pero no se atrevió a quitarse la toalla de la cintura para taparse con ella, ni agarrar su ropa, que se encontraba al lado de SeokJin.

Ir por ella significaba aproximarse a él, y dadas las circunstancias prefería evitarlo.

El mayor, no parecía alterarse, aunque pensándolo bien, JungKook no recordaba ni una sola vez que SeokJin se hubiera alterado por algo. Pero en esa ocasión, como en muchas, su tranquilidad conseguía ponerle nervioso.

Finalmente SeokJin dio un paso en su dirección y JungKook, sin pensarlo, retrocedió rápidamente, tropezando con la alfombra y cayendo al suelo dándose un fuerte golpe en el trasero.
           
– No, si pagaran por ser idiota e inútil, tú ya serías millonario.
           
JungKook lo miró enfadado, más por el dolor que sentía que por sus palabras. Para amortiguar el golpe, de forma instintiva, había apoyado la mano herida sobre el suelo, y de mucho no le había servido, sólo había conseguido que el dolor volviera a intensificarse.
           
– No estaría mal – refunfuñó con voz ronca – si con todo ese dinero podría comprarte.
           
SeokJin dejó de sonreír y una fugaz sombra le recorrió el rostro por unos segundos, desapareciendo tan rápidamente que JungKook creyó haberlo imaginado.

Antes de que JungKook consiguiera levantarse, SeokJin atravesó la distancia que los separaba y apoyó uno de sus pies en el torso desnudo del menor, obligándole a tumbarse completamente. El pie de SeokJin estaba cálido a pesar de que había estado andando descalzo por toda la espaciosa habitación del hotel.
           
– ¡Déjame! – protestó JungKook molesto, tratando de apartar el pie.
           
SeokJin, como si por primera vez le hiciera caso, apartó el pie, pero sin darle tiempo a que pudiera incorporarse, se arrodilló sobre él, interponiendo una de sus rodillas entre las piernas de JungKook.
           
– Supongo… – comenzó SeokJin, sin un ápice de burla en su voz –. Que alguien como tú, si tuviera dinero, necesitaría comprar a la gente si pretendiese complacer a su cuerpo alguna vez en la vida.
           
JungKook apoyó la cabeza sobre el suelo y soltó un largo y frustrado suspiro, sabiendo que SeokJin habría sonreído divertido o habría hecho alguna mueca de mofa.

Pero no le importaba, no exactamente. Tenía otras cosas por las que preocuparse ahora. SeokJin, tanto si había sido de forma voluntaria o involuntariamente, había subido la toalla con la rodilla al acomodarse y el tejido de sus pantalones rozaba su piel desnuda incómodamente.

La posibilidad de abrir un poco más las piernas, dada la situación, a JungKook se le antojaba ridícula y un motivo más para dar la oportunidad a que la lengua rápida y viperina de SeokJin se lanzase cruelmente sobre él.
           
– Deja que me levante, SeokJin… por favor… me duele el pie – suplicó buscando una excusa razonable para alejarse de él.
           
– ¿En serio? – se interesó falsamente –. ¿Aquí?
           
SeokJin estrujó con una mano los dedos del pie herido de JungKook, obligando a que él soltara un grito de dolor y se incorporara bruscamente, tratando de liberar su pie. Al hacerlo, se forzó a acercarse tanto a SeokJin, que sus cuerpos se rozaban y chocaban en el forcejeo.
           
– ¡Me duele SeokJin! – suplicó.
           
– ¿Qué ocurre? Pensé que te gustaba el dolor… – susurró maliciosamente, adelantándose un poco para apoyarse voluntariamente sobre el pecho desnudo de JungKook.

Éste, sorprendido, se puso rígido y tan inmóvil como una estatua de mármol. El cabello de SeokJin le rozaba la mejilla y la mano que, segundos antes le había torturado la herida del pie, ascendió lentamente por su pierna.
           
– Espera, SeokJin – pidió, agarrando la mano que ya había llegado a la rodilla y pretendía continuar con su ascenso.
           
JungKook temblaba un poco. Una cosa era imaginarse cómo sería hacerlo con SeokJin, y otra muy distinta que se hiciera realidad. La idea le espantaba… un poco. No creía que SeokJin fuera a ser nada suave con él dada la manía que le tenía y que los sentimientos no eran recíprocos.
           
– ¿No decías que querías comprarme? – se interesó SeokJin sin ninguna emoción.
           
– ¿Eh? Sí, pero…
           
– ¿Pero, qué?
           
¿Podría haber comprado también su corazón?
           
– No tengo dinero para comprarte…
           
SeokJin soltó un bufido y, agarrándole del pelo, tiró de él con fuerza hasta obligarle a tumbarse nuevamente.
           
– No te preocupes por eso –. SeokJin sonrió de forma malvada –. Ya me encargaré que me pagues después.
           
JungKook intentó incorporarse de nuevo. No creía que la forma de pago que SeokJin impondría le fuera a satisfacer nada.
           
– Creo que…
           
– ¿Qué?
           
JungKook miró a SeokJin un poco cohibido. El rubio le había permitido levantarse sin poner ninguna objeción, sin imponerse a sus deseos y eso le deprimía un poco.

Le hacía pensar que sólo, nuevamente, estaba jugando con él, sin pretender nada serio. En definitiva, SeokJin no era gay..., ¿cómo iba a querer hacerlo con él? Pero…
           
– ¿Cuál sería el precio?
           
Miró a SeokJin fijamente, con el ceño fruncido y mirada decidida. Si podía pagarlo, aunque sólo fuera una vez… ¿no merecería la pena? ¿Y si después se arrepentía?

Vaciló unos instantes, comenzando a arrepentirse. SeokJin le sostuvo la mirada con la cabeza ladeada, y sin titubear un solo instante hasta que JungKook terminó por apartar la cabeza, avergonzado.
           
– Eres un mocoso – rió finalmente SeokJin.
           
JungKook suspiró resignado. ¿De verdad había pensado que SeokJin se lo tomaría en serio?
           
– ¿Así que quieres un precio ya? Esto se pone interesante por fin –. SeokJin siguió riéndose –. Veamos… dinero no…, tengo demasiado… y tú no podrías pagar lo que valgo ni en toda tu vida, pendejo. ¿Entonces, qué?
           
SeokJin parecía pensativo, pero una pequeña mueca sardónica le hacía dudar a JungKook de las verdaderas intenciones del otro.
           
– Pide algo razonable – soltó JungKook molesto, sin darse cuenta que lo decía en voz alta. Se sonrojó completamente y miró a SeokJin horrorizado.
           
– ¿Tan impaciente estás? – inquirió francamente divertido –. ¿No será qué…?
           
Alargó el brazo y deslizó la mano por debajo de la toalla que mal cubría a JungKook, descubriendo la erección que él tanto había intentado disimular.
           
– ¿Qué haces? ¡Suéltame! – chilló avergonzado.
           
– Hey, que sorpresa, nenita, dos erecciones en tan poco tiempo, será todo un logro viniendo de ti, ¿no? – se burló SeokJin, sin soltarle.
           
JungKook hizo una mueca de angustia e intentó revolverse, pero SeokJin, le agarró el pene con más fuerza y dejó de moverse de golpe.
           
– No sabía que podías ser más dócil de lo que ya eres –. Se rió SeokJin.
           
¡Maldito bastardo! Siempre estaba jugando con él y continuamente lo hacía torturándolo o humillándolp de la peor manera que encontraba. ¡Era tan frustrante! ¡No, lo frustrante era saber que lo quería a pesar de todo!
           
– ¡SeokJin! – chilló JiMin irrumpiendo en el cuarto de baño –. Ha ocurrido…
           
El chico se paró de golpe, mirando la escena boquiabierto. HoSeok y TaeHyung que aparecieron justo detrás de él, sonrieron y entrecerraron los ojos sin mostrar ninguna emoción respectivamente.
           
– ¿Molestamos? – preguntó HoSeok inocentemente, con una sonrisa tan amplia que no parecía real.
           
JungKook los miró sin poder creérselo. La situación no podía ser más vergonzosa. Se sentía tan azorado que deseaba que el suelo se abriera y lo tragara entero.
           
– Evidentemente – respondió SeokJin, ladeando la cabeza mirando a sus amigos fríamente –. ¿Y bien? ¿Quién murió?
           
JiMin dio un respingo al oír la última pregunta de SeokJin y HoSeok dejó de sonreír, mostrando una expresión de grave preocupación, algo bastante extraño en él.

SeokJin los miró unos instantes fijamente y tras lanzar un profundo suspiro soltó a JungKook y se levantó.
           
– Lucy –. Finalmente fue TaeHyung quien dio la noticia.
           
JungKook se sobresaltó al oírlo. Pese a todo lo que ya había vivido junto a SeokJin, aún le sorprendían esas cosas que parecían estar muy relacionadas con el rubio.
           
– Eso… – comenzó SeokJin, con una sonrisa incrédula en los labios –, es prácticamente imposible.
           
– Está muerta, SeokJin – insistió JiMin, tras carraspear brevemente –. Al igual que todos los hombres que la protegían. La última planta del hotel está llena de cadáveres.
           
JungKook miró el perfil de SeokJin. El mayor dejó de sonreír y entrecerró los ojos peligrosamente, clavándolos en sus amigos con una mirada tan dura y fría que JungKook sintió escalofríos.
           
– Min Hyun…– susurró, arrastrando la palabra ásperamente.
           
JungKook aún se acordaba de aquel chico que había irrumpido en casa de SeokJin y que tras intercambiar unas palabras con él, se había ido tras darle un beso.

Desde aquel día su vida junto a SeokJin había sido un desastre…, aunque, realmente, no le había sucedido nada bueno desde que conocía a ese arrogante y calculador hombre.

¡Ni amar podía hacerlo de una forma normal!

Reprimió un amargo suspiro y se levantó, pero antes de que pudiera ajustarse la toalla, SeokJin se giró y lo alzó, montándolo al hombro como si fuera un saco de papas.

JungKook, sorprendido no puso mucha resistencia pero al darse cuenta del bochornoso espectáculo que estaba dando para HoSeok y los demás, se puso a gritar varias incoherencias para que SeokJin lo soltara y se planteó, la posibilidad de comenzar a dar patadas.
           
– Vamos, se un buen chico y deja el berrinche para otro momento – dijo SeokJin, saliendo del cuarto de baño y, tras pasar por el amplio salón, abrió la puerta de la habitación.
           
JungKook cerró los ojos con fuerza. Ver la cara divertida de JiMin, los ánimos exagerados que le lanzaba HoSeok al intentar contener la risa, o la acusadora mirada de TaeHyung no le ayudaban demasiado.
           
– SeokJin…, Lucy… – comenzó TaeHyung.
           
– No puedo hacer nada por ella – le cortó SeokJin con un tono seco que obligó a que todos dejaran de reír –. Y tampoco creo que Min Hyun esté muy cerca de aquí, así que relájense un rato.
           
– ¿Cómo? –. TaeHyung parecía estar a punto de perder la serenidad –. ¿Qué Min Hyun no está por aquí? Es una broma, ¿no?
           
JungKook, dada la posición en la que SeokJin le había dejado no lograba ver bien a los tres chicos y mucho menos la cara de SeokJin, pero el largo e incómodo silencio que siguió a las palabras de TaeHyung, le dio a entender que en ese momento, el chico rubio no era la persona más sonriente del mundo.
           
– Deberías calmarte un poco, TaeHyung. Necesitas tomarte el día.

JungKook se puso tenso y casi dejó de respirar.

El ambiente se había convertido en gélido aire y, las amables palabras de SeokJin no habían sido acompañadas por un tono parecido.

Deseaba que el rubio lo soltara, aunque lo hiciera literalmente y cayese de lleno contra el suelo. Esa idea le resultaba más agradable que seguir junto a aquel hombre que parecía estar a punto de matar a alguien.

Y dadas las circunstancias, él sería el candidato más seguro.

  – Ehhhh, SeokJin… quiero bajar – susurró JungKook con la boca muy seca. Carraspeó suavemente y se humedeció los resecos labios, nervioso.
SeokJin no respondió rápidamente, se apartó de sus amigos y tras cruzar la corta distancia que los separaba, lo lanzó sobre la larga cama.
   
– ¿Satisfecho? – gruñó SeokJin, dándose la vuelta y cerrando la puerta de un portazo mientras se iba con TaeHyung.
   
– No realmente – susurró JungKook tristemente, mirando la puerta cerrada.

¿Cómo iba a estar satisfecho?, se preguntó molesto, levantándose de la cama y poniéndose a rebuscar entre la ropa de SeokJin.

Fue sacando camisas, pantalones, chaquetas, abrigos, incluso encontró su ropa interior. Agarró entre sus manos unos boxers negros y mirando hacia atrás a ver si SeokJin había entrado y no se había dado cuenta —algo que no sería la primera vez— hundió el rostro en ellos durante unos instantes.

Después, sintiéndose ridículo, los volvió a dejar donde los había encontrado y rehusó la idea de ponérselos.
   
– SeokJin me mataría – susurró avergonzado ante la tentadora idea de usarlos.
   
Más sereno, siguió buscando algo de ropa que le pudiera quedar bien y que no fuera excesivamente cara, algo que por supuesto no encontró. Finalmente, escogió una camisa blanca que le quedaba bastante ancha y le sobraba casi la mitad de la manga, y unos pantalones negros que inevitablemente le arrastraban.

Cuando se miró en el espejo se echó a reír.
   
– ¿Cómo le queda esto tan bien a SeokJin y yo parezco un payaso?
   
– Es por la clase.
   
JungKook se giró sobresaltado. Junto a la ventana entreabierta se encontraba Min Hyun. JungKook no necesitaba tener muy buena memoria para acordarse de él, con su cabello rubio y largo y sus claros ojos.
   
– ¿Qué? – susurró alarmado, mientras retrocedía lentamente. ¿Por qué últimamente todos aparecían de la nada en vez de anunciar su llegada con algún ruido?
   
– Clase, ya sabes, elegancia, estilo, como quieras llamarlo. Aunque supongo que el tamaño también hace mucho. ¿Seguro que eres macho? ¿No estarás equivocado?
   
– ¿Ah? –. ¿Cómo podía estar equivocado en algo como eso? –. ¿Cómo entraste? – preguntó rápidamente tras un largo silencio que el intruso no tenía mucha intención de romper.
   
– ¿Por la puerta? – sugirió Min Hyun.
   
¿Se lo estaba preguntando a él? JungKook se agarró la tela de los pantalones y los subió con las manos para poder correr si fuera necesario.
   
– Te quedaría mejor una falda – continuó Min Hyun con su lista de frases sin sentido.
   
– ¿Qué?
   
¿Es que SeokJin no podía relacionarse con nadie normal para variar alguna vez?
   
– No eres muy conversador, ¿eh? Te pareces a SeokJin. Siempre tan serio, tan lúgubre… sólo que a él le da una apariencia de misterio e inteligencia… de hombre bien bueno, vamos, mientras que a ti..., pues…, – Min Hyun comenzó a titubear y hacer exagerados gestos con las manos como si buscase una palabra para describirle.
   
– ¿De idiota? – le ayudó JungKook, cayendo en un abismo negro y profundo.
   
– Eh.., sí, bueno, pero lo dijiste vos, yo estaba buscando una palabra más suave para decirlo.
   
Min Hyun se sumergió repentinamente en extrañas divagaciones mientras JungKook comenzaba a deprimirse.

Una cosa era que SeokJin lo insultara y lo llamara idiota constantemente, y otra que un desconocido corroborara sus palabras sin apenas conocerlo. ¿Tan miserable era?
   
– Bueno, dime, ¿y SeokJin?
   
JungKook disolvió las recientes preocupaciones sobre la verdadera naturaleza de su existencia, y se concentró en el verdadero problema. Min Hyun.

Aquel hombre era peligroso. Acababa de matar a Lucy, según había entendido por la conversación de SeokJin y TaeHyung, sin que la gran cantidad de guardaespaldas que la protegían hubieran podido hacer nada. Además, había algo extraño entre SeokJin y aquel chico.

¿Qué debía hacer? Si quería matarlo, podría sacar sus tripas y hacerse un collar con ellas sin ningún problema. La idea hizo que se estremeciera.
   
– No lo sé.
   
– Ya veo –. Min Hyun se sentó sobre la cama y lo miró intensamente. JungKook rehuyó su mirada nervioso. – Y supongo que debo creerte, ¿no? –. No respondió –. ¿Quieres que te torture hasta que me lo digas o prefieres hacerlo voluntariamente?   

JungKook dio un respingo y miró asustado al sonriente y tranquilo muchacho que seguía observándolo fijamente. Sus palabras serenas, amables, resultaban aún más aterradoras que si le hubiese amenazado a gritos.
   
– No lo sé– repitió débilmente, sintiendo como las manos que aún sujetaban el pantalón temblaban ligeramente.
   
– ¿Y si lo supieras me lo dirías?
   
JungKook no respondió rápidamente.

¿Se lo diría si lo supiera? ¿Por qué no decía nada si sabía la respuesta?

Quería a SeokJin; a pesar de todo lo amaba y, aunque era un estorbo para él, lo había mantenido a su lado.

No, no diría nada, ni aunque lo torturasen y matasen. Ya conocía el dolor, sabía que podía soportarlo e, incluso, había rozado el límite de la muerte antes. Era lo único que podía hacer por SeokJin.
   
– Tampoco – respondió sinceramente.
   
– Interesante.
   
Min Hyun sonrió más ampliamente pero su expresión se ensombreció a la misma vez.
   
– ¿Para qué quieres a SeokJin? – preguntó JungKook tímidamente, tratando que su voz no sonara muy débil.
   
– ¿Para qué lo quieres tú?
   
JungKook enrojeció ante la maliciosa pregunta de Min Hyun. Aquel chico era muy parecido a SeokJin. Siempre tenían una respuesta que decir y nunca necesitaban pensarla. ¡Era tan frustrante!
   
– Me pregunto… – continuó Min Hyun, levantándose y acercándose a él dando un rodeo. JungKook se puso en alerta, pero no se movió –, qué habrá visto SeokJin en ti –. Lo agarró por la barbilla y le levantó la cabeza para mirarle atentamente la cara –. Tienes unos ojos muy bonitos, supongo que tiene que ser muy agradable abrazar un cuerpo tan delicado como el tuyo.
   
Sin esperar a que su comentario se convirtiera en una conversación, le soltó la barbilla y lo abrazó con fuerza de la cintura.
   
– ¿Qué… qué haces? – protestó JungKook, tratando de liberarse.
   
Min Hyun, como si no lo oyera, o no sintiera su forcejeo, lo apretó más contra su pecho y deslizó sus labios por el cuello de JungKook, succionando con fuerza la piel.

JungKook dio un grito y trató de soltarse. Aquello estaba tomando un giro bastante peligroso y, como si Min Hyun quisiera afirmar sus pensamientos, uno de los brazos que se aferraban a su cintura se liberó y lentamente descendió, deslizando la mano por el interior del pantalón hasta llegar a tocarle las nalgas.
   
– ¡No me toques! – chilló desesperado.
   
–  ¿Tan fascinado está SeokJin por esto como para necesitar llevarte de viaje con él? – Min Hyun apretó una de sus nalgas entre sus manos.
   
– No… – susurró JungKook. Él no quería aquello. No le gustaba que aquel tipo lo tocara –. Déjame – suplicó con los ojos llenos de lágrimas.
   
– ¿Tan bueno eres? – continuó Min Hyun sin escucharle –. ¿Por qué no eres un buen niño y me enseñas que le haces a SeokJin? Hazme lo mismo que a él…
   
– Dudo mucho que te guste.

La puerta se cerró con un golpe sordo y seco, y Min Hyun se apartó bruscamente de él, enfrentándose a la furiosa mirada de SeokJin con otra increíblemente inocente.

JungKook corrió hacia SeokJin, alejándose de él y se sentó en el suelo cerca del rubio, secándose las lágrimas con las mangas de la camisa.
   
– ¿No es lo que parece? – preguntó el otro con una sonrisa encantadora.
   
– ¿En serio? –. Fue la escueta respuesta de SeokJin.
   
– ¡Vamos! ¡No pongas esa cara! Antes siempre compartías a tus amantes conmigo – le reprochó infantilmente.
   
JungKook miró a SeokJin sorprendido y negándose a creer que el hombre del que estaba enamorado fuera capaz de ser tan insensible. Frío tal vez, incluso cruel, pero de ahí a no tener ni un poco de corazón…
   
SeokJin, molesto, soltó un bufido, agarró a JungKook por el cuello de la espalda de la camisa y lo obligó a levantarse, mostrándolo a Min Hyun como si fuera un trapo viejo.
   
– ¿En serio ESTO tiene pinta de ser mi amante?
   
Min Hyun desvió la mirada de SeokJin a él y de nuevo al mayor. Por último, apartó lentamente sus grandes ojos del hermoso rostro de SeokJin y lo volvió a mirar fijamente.
   
– ¿Entonces me lo regalas? Si no lo quieres yo podría hacer un buen uso de su cuerpo.
   
JungKook miró horrorizado a Min Hyun. Tal y como estaban las cosas, SeokJin lo entregaría felizmente con tal de que terminara aquella conversación que él consideraría insustancial y trivial.
   
Con angustia, sintiendo que el corazón se le terminaba de destrozar, un dolor agudo y punzante le atravesaba el pecho, la mano de SeokJin lo soltó suavemente y JungKook creyó que se largaría, posiblemente ofreciéndoselo a Min Hyun con alguna típica y fría observación.

Cerró los puños con fuerza, dispuesto a gritar, pelear o cualquier cosa, pero para su sorpresa, los brazos de SeokJin lo rodearon por la cintura y lo apretó contra su cuerpo, apoyando su cabeza en su hombro.
   
–  No quiero – dijo, sin embargo, sin apartar la cabeza del pequeño hombro de JungKook.
   
– ¿Qué?
   
La expresión de Min Hyun era una mezcla entre sorpresa, dolor e incredulidad, pero JungKook sabía que fuese cual fuera la expresión del otro, la suya debía ser mucho peor. Miraba al frente, sin ver nada realmente, sintiendo el abrazo de SeokJin sin creerlo todavía.

Podía notar el aliento de SeokJin en su mejilla, haciendo que un cosquilleo recorriera su estómago como pequeñas mariposas revoloteando en su interior. Las piernas le fallaron y creyó que caería al suelo, pero los fuertes brazos de SeokJin lo mantuvieron firmemente sujeto, estrujándolo contra su cuerpo.
   
– ¿Qué ocurre, renacuajo? ¿No puedes ni mantenerte en pie? Sigues siendo una nena…
   
No lo escuchó. Sí oyó sus cínicas palabras, pero la calidez de su voz cerca de su oído hacía que el contenido perdiera la fuerza con la que siempre le apuñalaban y le herían.
   
– ¿Qué significa esto, SeokJin? – exigió Min Hyun, abriendo los brazos muy expresivamente –. ¿Te has enamorado de él?
   
JungKook contuvo el aliento. La respuesta a aquella pregunta sí podía hacer que se rompiera la magia del momento. Furioso, miró al chico que tenía frente a él. Aún así, esperó en silencio0 a que SeokJin diera una respuesta que nunca llegó.

El rubio permaneció mudo, con la cabeza aún apoyada en su hombro, mirando fijamente a Min Hyun y sin decir una palabra.

En aquel momento, JungKook hubiera deseado más que nada, tener un espejo en frente para poder ver la expresión que tendría SeokJin. Podía oír su corazón, pero éste latía acompasado, tranquilo, inmutable, seguramente igual que la expresión que tendría en su rostro: fría e impasible. No lo había vendido.

¿Qué más podía pedir? ¿Qué lo amara?

Debía conocer el límite de la realidad con los sueños, o lo pasaría muy mal. Aquel era un amor no correspondido y nunca llegaría a ser recíproco. Debía aceptarlo.
   
– ¡Oh! Perdón, perdón – soltó Min Hyun de pronto, balanceándose hacia delante con una perversa sonrisa dibujada en los labios –. Se me olvidaba que la palabra amor no entraba dentro de tu amplio conocimiento. ¿Tienes un diccionario por aquí? –. SeokJin no respondió y Min Hyun, tampoco esperó ninguna respuesta –. Bueno, da igual, la definición sería más o menos…, amor… sentimiento afectivo, búsqueda del bien de los demás, atracción sexual, ternura, benevolencia, afecto… ¿Te sientes identificado con algo?
   
– ¿A qué viene esta estupidez, Min Hyun? Conoces la respuesta, ¿no?
   
Min Hyun dejó de sonreír y suspiró, volviéndose hacia la cama donde se sentó, cruzando las piernas encima de ésta.
   
– Sí, te conozco demasiado. Ni tus ridículos protectores te conocen como lo hago yo. Puedo leer en la frialdad de tus ojos, en la inexpresividad de tu rostro y en la imperturbabilidad de tu cuerpo. Sólo yo –. Ladeó la cabeza y se enfrentó a JungKook.

No había desafío en aquella mirada; tampoco reproche, simplemente lo observaba. Aquel gesto tan vacío de emoción hizo que el abrazo de SeokJin se enfriara en su corazón. Si de verdad sabía la respuesta a la pregunta, su reacción no dejaba dudas de cuales serían los sentimientos de SeokJin.

¿Por qué se sentía tan triste?  ¿No había decidido no desear más de lo que SeokJin le daría? Lo había hecho…, pero dolía tanto…

– Igual, a pesar de todo eso, soy incapaz de romper la coraza de hierro y hielo con la que forjaste alrededor de tu corazón y tu alma –. Apartó los ojos de él y miró a SeokJin duramente –. No olvides que es lo único que te ha protegido y te ha mantenido con vida. El día que encuentre una sola brecha, seré el primero en destruirte.
   
– ¿Te estás poniendo sentimental? – se mofó SeokJin, levantando la cabeza del hombro de JungKook –. ¡No te queda nada bien!
   
– ¿Qué decís? A diferencia de vos, soy todo ternura y sensibilidad.
   
– Sí, tienes una sensibilidad bastante notable a la hora de asesinar. Mataste a Lucy –. No era una pregunta.
   
– Eso depende – soltó Min Hyun, con expresión soñadora –, si la bala atravesó el cerebro o sólo le perforó un poco la piel. Cuando me fui hubiera jurado que estaba muerta… ¡No me digas que fallé! ¡Qué mal! ¡Lo siento!
   
Min Hyun enterró el rostro entre las manos con fingida agonía. ¿A quién le recordaba con esa actitud?
   
– Todo ternura – escupió SeokJin fríamente –. Mi plan no era matarla.
   
– No…, tú prefieres ampliar tu lista de enemigos de los que protegerte la espalda. No sé si lo tuyo es ser temerario o un chiflado.
   
Ambos se miraron desafiantes, y JungKook no sabía cómo acabaría aquello...

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