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15. Niño



Las palabras de SeokJin le habían dolido, pero al mismo tiempo avergonzado. Si se detenía a pensarlo, todo lo que había dicho era verdad…

SeokJin lo humillaba, utilizaba sus sentimientos hacia él para humillarlo y avergonzarlo, incluso oír aquella verdad de los  labios de SeokJin le resultaba ultrajante.

– ¿No, qué? – inquirió SeokJin, sin aflojar la mano en sus cabellos –. ¿No te gusta oír la verdad? ¿Es eso?

– Suéltame – pidió al borde de las lágrimas.

JungKook no creyó que SeokJin fuera a soltarlo, así que cuando el chico rubio lo soltó y se apartó de él, perdió el equilibrio y cayó al suelo de rodillas.

Sin poder contener por más tiempo los sollozos, sepultó el rostro en las manos y comenzó a llorar.

– ¿Qué se supone que debería hacer ahora? ¿Consolarte tal vez? ¿Decir que lo siento para que te sientas mejor aunque no sea verdad? – preguntó SeokJin con un tono tan helado que podría haber creado escarcha en la habitación.

JungKook se secó las lágrimas con la manga de su camiseta y enterró la cabeza en las rodillas. Era difícil mirar a SeokJin a la cara después de todo lo que le estaba diciendo. ¿Qué bicho le picó?

– ¿Qué? ¿Piensas seguir callado? ¿No vas a decir nada? – preguntó agachándose a su lado –. ¿Piensas seguir llorando durante más tiempo?

– Deberías salir con SeoHee… hacen muy buena pareja – soltó sin mirarlo y sin sentir realmente lo que decía.

– También fuiste tú quien me lo impidió.

– Sí y no sabes cuánto lo siento. Aunque claro, seguramente con ella conseguirías pasártelo mejor que conmigo.

– Posiblemente – aceptó.

– No creo que cuando te acuestas con una mujer tengas esa expresión tan indiferente que cuando me tocas a mí – prosiguió avergonzado, sepultando aún más su cabeza entre las rodillas. ¿Por qué se lo había dicho?

– ¿Es eso un reproche? – preguntó SeokJin después de unos segundos de silencio.

¡Sí, claro que lo era!

Era un ser humano, no un objeto sin sentimientos, ¿No se había dado cuenta de ese detalle? ¿O tal vez se creía que como todos lo trataban como a una escoria podía utilizarlo sin dañar sus sentimientos?

– ¿Y si lo es? – lo desafió JungKook molesto.

SeokJin se puso a reír y agarrándole la barbilla, le obligó a levantar la cabeza y a mirarle.

– ¿Se supone que soy yo quien tiene que remediar eso?

JungKook lo miró nervioso. ¿Qué debía responder ahora?

Además, ¿A qué venían esos cambios de humor tan repentinos?

SeokJin parecía tener una doble personalidad, algo menos pronunciada que la de HoSeok, pero posiblemente igual de peligrosa.

– ¿Prefieres averiguarlo? – insistió SeokJin –. Tal vez te gustaría ver cómo me revuelco con una mina.

JungKook intentó apartar la cara asqueado pero SeokJin le agarró la barbilla con mayor firmeza.

– Por mí puedes marcharte con la primera tipa que se te cruce en el camino… y si es SeoHee mucho mejor – soltó intentando mantenerse indiferente

SeokJin lo contempló durante unos segundos y lo soltó.

– Bien, si es lo que quieres… –. Y se levantó, volviendo a sorprender a JungKook, quien levantó la cabeza alarmado.

Con un movimiento mecánico se agarró a la tela de la bata de SeokJin y lo retuvo, volviendo a sepultar la frente en las rodillas. ¡Qué poco orgullo le quedaba!

– Era broma – susurró tan bajo que dudó que SeokJin lo hubiera oído.

SeokJin volvió a agacharse y acercó su rostro a la cabeza de JungKook.

– Si tanto te preocupa que no sienta nada contigo, ¿por qué no intentas remediarlo? – preguntó SeokJin.

JungKook levantó la cabeza, sin comprender a que se refería.

– ¿Eh? – preguntó inocentemente segundos antes de abrir mucho los ojos, escandalizado, mientras la sola idea de hacer lo que SeokJin estaba insinuando hacía que la cara le ardiera al punto de pensar que iba a estallarle.

SeokJin, sin embargo, sonrió malicioso.

– ¿A qué viene esa cara? – Le agarró por la muñeca e hizo que la mano de JungKook se introdujera en el interior de su bata –. Adelante, excítame.

– ¿¡Qué!? – chilló apartando bruscamente su mano de la cálida piel de SeokJin. Si pretendía burlarse de él, lo estaba consiguiendo una vez más.

– No seas tímido, enano – soltó SeokJin, volviendo a tomar su mano.

– ¡No! No puedo…

JungKook volvió a sepultar la cabeza entre las rodillas.

– ¿No estabas preocupado por algo? Deberías alegrarte de que no me sienta asqueado al sentir como otro tipo me toca... yo no soy como tú.

– ¡No te confundas! ¡No soy gay!

– ¿No? –. SeokJin parecía incrédulo –. Lo disimulas muy bien, ¿sabías?

– No sé lo que soy – admitió JungKook –. Es la primera vez que me enamoro de alguien…

– ¡Cuánto honor! – se burló SeokJin, soltándolo y levantándose. JungKook sin levantar la cabeza, volvió a agarrarle de la tela, deteniéndolo –. ¿Y ahora qué?

– Te reirás de mí – le reprochó avergonzado. ¡Era deprimente!

– Seguramente – afirmó SeokJin.

– No puedo hacerlo… es vergonzoso – se lamentó JungKook aún más ultrajado.

– De acuerdo – aceptó SeokJin, apartándose de él.

JungKook agarró con más fuerza y tiró de la bata.

– Podrías ser de más ayuda, ¿no?

– ¡Para qué? Si volverás a desmayarte.

– No es verdad…

– ¿En serio? –. SeokJin no se lo creía –. Bien, me voy o me quedo, pero decídete de una vez.

– ¿Y si era algo importante? – preguntó JungKook sin soltarle.

– ¿El qué?

– Quien ha llamado…

– Me voy – soltó SeokJin, soltándose de un tirón.

– ¡No, espera! – exclamó JungKook levantando la cabeza. En cuanto SeokJin se detuvo y se giró, JungKook volvió a enrojecer y sepultó la cabeza nuevamente. ¿Por qué era tan difícil?

– ¿Y bien?

– ¡No me apures! – rogó con una voz tan lastimera que daba pena –. La culpa la tienes tú – le recriminó inconscientemente.

– ¿Yo?

– Sí, tú… tú… tienes mucha… experiencia… y yo…

– Y vos sos idiota – terminó SeokJin tan divertido que JungKook deseó que se abriera el suelo y lo tragara –. Vamos, ánimo, termina lo que vas a decir.

– Sabes lo que quiero decir – se lamentó JungKook decaído.

– Sí – admitió SeokJin cruelmente –. Pero quiero que vos lo digas.– ¡Era humillante! ¿Qué demonios había visto en ese tipo? –. Dale, decilo de una vez.

SeokJin volvió a agacharse, arrodillándose a su lado y, sin necesidad de verlo, JungKook podía adivinar la sonrisa que tendría en el rostro ¡Cómo se divertía a su costa!

– ¡No te rías de mí!

– Dilo.

– No pienso hacerlo.

SeokJin le agarró del pelo y le levantó la cabeza, acercando la suya a escasos centímetros de la del chico.

– Dilo de una vez. ¿Por qué no eres capaz de decir en voz alta lo que los dos ya sabemos? ¿Te da vergüenza?

– Tal vez… tú haces que suene como algo terrible y después siempre dices algún comentario ultrajante para humillarme.

– Cierto… pero si no lo dices para dentro de treinta segundos, me iré.

– ¿Qué te hace pensar que quiero “hacer algo” contigo? – soltó mostrándose desafiante, pese a no estar en la posición más indicada para hacerlo.

SeokJin enarcó una ceja divertido y con una sonrisa malvada, lo soltó e hizo ademán de levantarse. JungKook lo detuvo agarrándolo nuevamente y apoyó la cabeza en el brazo extendido que agarraba a SeokJin.

– No hablaba en serio…

– Dilo…

– No sé qué tengo que hacer… – susurró avergonzado.

– No era tan difícil, ¿no?

– Tampoco es un delito – se defendió JungKook, sin soltarle, por si acaso –. No todos hemos tenido tu suerte. Además, no sería tan terrible si tú no fueras a señalarme cada uno de mis errores.

– Y a reírme de ti, ¿no? – JungKook asintió con la cabeza. Se sentía tan avergonzado que quería echarse a llorar –. Tienes razón… pero si no lo hiciera no sería divertido.

– Eres cruel…

– Lo soy… ¿y bien?

– ¿Y bien qué? No por haberlo admitido sé que hacer ahora – dijo JungKook irritado.

– No es tan difícil, idiota, ¿Qué te gustaría hacer?

– Puede… puede entrar alguien…

– ¿Te preocupa?

– ¿A ti no?

¿Por qué era tan difícil hablar con él? Parecía que vivían en dos mundos diferentes…

– La verdad no.

– ¿Nunca sientes vergüenza, pudor…?

– No.

– ¿Es difícil excitarte?

Genial, ya no podía caer más bajo.

– ¿Era eso lo que te preocupaba?

JungKook no respondió. No iba a poder volver a mirarle a la cara en la vida.

– No piensas ponérmelo fácil, ¿verdad? – le reprochó en un tono lastimero.

– En absoluto. Pienso pasármelo muy bien. Es fácil divertirse contigo.

Sólo le faltaba oír eso. Si solía tener los ánimos por los suelos, ahora, no conseguía ni verlos.

– ¿Puede divertirte acostarte con alguien a quién no quieres?

– No quise a nadie con quien me he acostado.

– Eso es… muy triste.

– ¿En serio? Yo me lo pasaba bien.

– Eres…

– ¿Soy?

– Un monstruo.

SeokJin se puso a reír y JungKook se sorprendió de que no decidiera golpearlo al haberlo insultado.

– Sí, eso también lo sé… pero no soy yo quien se ha enamorado de un monstruo, ¿verdad? ¿En qué lugar te deja eso?

– No sabía que a mí se me dejara en algún lugar – se compadeció.

– Bueno, ¿piensas quedarte hablando todo el día? Tengo cosas que hacer.

– No...

– ¿Y bien? ¿Vas a soltarme la ropa?

– Si lo hago te irás – le acusó deprimido.

– Sólo me iré si me aburro.

Se iría, sin ninguna duda.

JungKook se mordió el labio. No se atrevía a hacer nada. Iba a meter la pata.

¿Qué debía hacer primero? ¿Besarle? Tal vez si intentaba besarle SeokJin le rechazaría…

¿Tocarle? ¿Qué se suponía que debía tocarle para excitarle?

Le daba demasiada vergüenza… él no era SeokJin, quien actuaba con naturalidad fuera lo que fuese que hiciera, por muy bochornosa que fuera la situación.

– ¿Puedo besarte? – se aventuró, apretando el puño que agarraba la tela de la bata. Si SeokJin le decía que no, se suicidaría.

– ¿De verdad me lo estas preguntando? – soltó SeokJin con mofa.

– ¿Por qué no eres capaz de responderme algo directamente sin utilizar otra pregunta? Bastante bochornoso es ya esto.

– A mí no me lo parece.

A él nunca le parecía nada. Y por supuesto, tampoco iba a responderle. ¿Debía besarlo? Si no hacía algo ya, se le iba a salir el corazón del pecho.

Levantó con esfuerzo la cabeza y miró a SeokJin. No le sorprendió verlo con su típica sonrisa maliciosa, sin una pizca de vergüenza. Tenía los brazos cruzados a la espera de que JungKook hiciera algo.

¿De verdad le iba a dejar hacer lo que quisiera?

Suspiró y acortó la distancia que separaba los dos rostros, dándole un rápido beso en los labios. Pero, antes de que pudiera retirarse completamente, SeokJin lo agarró de la barbilla y lo mantuvo cerca de él.

– Piénsalo bien, niño, ¿en serio crees que un beso así puede excitar a alguien? Luego no me culpes si no me emociono.

Era un demonio.

JungKook debía ser una imagen cómica con el rostro teñido de rojo y comportándose de una manera tan estúpida. Y la mano de SeokJin no cedió y éste le obligó a acercar de nuevo su rostro al suyo, manteniéndolo a escasos milímetros de él.

La proximidad era embriagadora y le nublaba los sentidos.

Podía sentir el cuerpo de SeokJin muy cerca del suyo, la mano que le sujetaba la barbilla con firmeza, impidiéndole que se apartara. Su mirada, negra y con un brillo malicioso en los ojos, estaba fija en él, esperando a que decidiera a hacer algo más.

JungKook no apartó sus ojos, pese a que deseaba hacerlo. Perderse en los pozos sin fondo de los ojos de aquel chico podía ser un peligro y, los nervios que gobernaban todo su cuerpo y su cabeza en ese instante le gritaban que su cordura pendía de un hilo.

Aún así, bajó pausadamente la mirada, apartándola de la de SeokJin y observó los labios de éste que se curvaban en una sonrisa. Sólo tenía que hacerlo.

Lentamente terminó por salvar la distancia que separaba ambos labios y al rozar los suyos con los de SeokJin, le introdujo la lengua en el interior de la boca.

La movió con parsimonia, sin saber muy bien qué hacer y cuando rozó la de SeokJin, se apartó rápidamente.

– Patético – soltó SeokJin –. No has aprendido a besar desde la última vez, ¿eh?– JungKook no replicó. No sólo era novato en el tema, sino que, SeokJin, no le ayudaba en absoluto –. Mejor será que no intentes besar a nadie, no es lo tuyo mocoso.

– Cállate… – le cortó JungKook molesto e increíblemente avergonzado. Había esperado que SeokJin hiciera comentarios impertinentes al respecto, pero una cosa era esperarlo y otra muy distinta escucharlo –. Es mi primer beso...

– Niño, yo no he besado así de mal en mi vida. Hazme caso, ha sido lamentable.

– Déjalo ya – le pidió –. Ya te oí.

– Lo hago por tu bien…– se defendió SeokJin inocentemente… – Espero que no seas tan malo para todo…

– Nunca conseguiría… excitarte…

– Hasta ahora no lo has conseguido… lógicamente. Y – insistió –. Con besos te aseguro que no lo vas a conseguir.

– Te odio.

– Sí, sí.

– No soy una chica así que mi cuerpo no te atrae, ¿verdad?

– ¿De verdad quieres que te responda eso?

– Y, por mucho que haga, teniendo en cuenta que tú eres un experto y que habrás estado con decenas de mujeres experimentadas…, nunca lo conseguiré – siguió ignorando su pregunta. No, claro que no necesitaba que le respondiese.

– Tú lo has dicho.

– ¿Entonces para qué me molesto?

– ¿Tal vez porque puede que no tengas otra oportunidad?

Era una buena razón, sí, pero eso no implicaba que se sintiera fatal. Si al menos le animase a continuar, le diera consejos, le guiara… cualquier cosa menos reírse de él.

JungKook suspiró y se incorporó lentamente, alzando una tímida y temblorosa mano hacia el cuerpo de SeokJin.

¡Todo eso era bochornoso!

Con cuidado apartó la tela y acarició con movimientos torpes el torso desnudo de SeokJin.

Deslizó su mano lentamente por la piel pálida, tersa y carente de vello y cuando llegó a uno de los pezones se detuvo, acercando sus labios a él y comenzó a lamérselo con cuidado hasta que oyó una risita por parte de SeokJin.

Levantó la cabeza, sorprendido y avergonzado. SeokJin tenía una mano sobre la boca para disimular la risa y lo contemplaba jocoso.

– ¿Tanta gracia te hago? – preguntó JungKook sintiéndose muy desgraciado.

– Bueno…

JungKook apartó la cara, cerrando los ojos con fuerza mientras sentía como se le humedecían los ojos.

– ¿SeokJin?

La puerta se abrió de golpe y YoonGi detuvo bruscamente su avance al verlos en la situación en la que se encontraban, enmudeciendo.

– ¿Qué YoonGi? ¿Piensas sumarte a la fiesta o vas a decirme a qué viniste? – se interesó SeokJin, sin sentirse avergonzado.

– ¿Eh? –. YoonGi no reaccionó rápidamente, después movió la cabeza como si apartase un pensamiento de ella y les miró con decisión –. Hay problemas, mejor será que vengas.

Ambos chicos se miraron y JungKook sintió celos de la confidencia que había en esa simple mirada. SeokJin asintió con la cabeza y se levantó.

– Bien, vamos a ver qué ocurre – dijo muy serio –. JungKook será mejor que vuelvas a casa.

Y tras decir esas palabras salió del comedor, dejándolo solo en el suelo.

JungKook contempló la puerta cerrada, escuchando los susurros afligidos y furiosos que se oían desde la entrada hasta que tras unos diez minutos, la puerta de la calle se cerró y la casa quedó en silencio.

Sólo entonces se permitió volver a enterrar la cabeza en las manos y se puso a llorar.



SeokJin entró en casa junto a TaeHyung. Pasaban diez minutos de las cuatro de la madrugada y el cansancio se mezclaba con la rabia y la indignación.

Todo el camino hacia casa lo habían hecho en silencio, sus amigos más por respetar su deseo de reflexión y tranquilidad, que por verdadero deseo de mantener un ambiente tan frío y tenso.

– ¿Qué vas a hacer ahora, SeokJin? – preguntó TaeHyung tan insufrible como siempre.

Había sido demasiado esperar que no le hiciera esa pregunta hasta el día siguiente. Claro que, esta vez no había mucho tiempo para pensar las cosas.

Min Hyun por un lado, que aunque no lo había vuelto a ver desde aquel día que se había presentado en su casa de improviso.

Sabía que no andaba lejos, muy posiblemente analizando y observando cada uno de sus movimientos, esperando, tal vez a una oportunidad para volver a insistir sobre la petición de Alexander de encontrarse y hablar.

Y, por otro lado, su familia paterna, aquellos que darían parte de su vida y posiblemente, también su alma por verlo muerto.

– No lo sé – respondió, tratando de restarle importancia al asunto.

– ¿Por qué no volvemos a la casa familiar? – sugirió TaeHyung, insistiendo tozudamente.

SeokJin no respondió rápidamente. Se había planteado esa posibilidad muchas veces, pero no le agradaba la idea de regresar a ese nido de víboras y arpías dónde las intrigas se respiraban en el aire y las conspiraciones parecían un arte familiar.

Había huido de allí y de ellos con la excusa de vigilar los negocios familiares fuera de Japón y había deseado poder vivir así durante algunos años más.

– Supongo que algún día debía volver, ¿no? – respondió finalmente –. Además, creo que es hora que ponga un poco de autoridad y orden por la sede familiar.

– Será peligroso.

– Yo decidí esta vida.

– Igual que nosotros.

SeokJin miró a TaeHyung. El joven tenía su típica expresión serena y decidida. Un buen amigo y su mayor consejero.

No sólo se iba a arrastrar él a ese infierno, sino que los empujaba a ellos también, dónde cada día tendrían que proteger su vida arriesgando la suya.

Suspiró apartando la cabeza. Como TaeHyung había dicho, ellos habían decidido esa vida, habían determinado sacrificar sus vidas por él. La vida y la libertad.

– Ve avisando a los demás sobre un posible regreso a Japón. También sería una buena forma de alejar a Min Hyun y a Alexander.

– ¿No has pensado la posibilidad de matarlo?

– A Min Hyun no se le mata tan fácilmente – soltó SeokJin de forma cortante, dando por finalizada esa conversación.

TaeHyung comprendió lo que le estaba pasando por la cabeza a SeokJin y no volvió a comentar nada al respecto.

Por muy amigos que fueran, SeokJin no había sido quien había consolidado ni iniciado esa relación. Se apartó de su lado mientras SeokJin encendía un cigarrillo y se acercó al sofá.

SeokJin sabía que antes de irse se aseguraría de que no hubiera ningún intruso en la casa, pero aquella noche parecía estar demorando esa actividad. ¡Si quería decirle algo, que lo hiciera de una maldita vez!

– ¿Qué vas a hacer con él? – preguntó TaeHyung de pronto.

SeokJin suspiró irritado y siguió fumando sin molestarse en mirarlo.

– ¿Con quién?

– Con él.

Giró la cabeza para mirarle. TaeHyung estaba frente al sofá y lo señalaba con un dedo. SeokJin comprendió a quien se refería antes de acercarse.

JungKook se encontraba dormido sobre él, bastante encogido y con un puño ligeramente cerrado muy cerca de la boca.

Nunca le había parecido tanto como en ese momento un niño pequeño.

– Maldito mocoso – susurró.

– ¿Lo acompaño a casa? – se ofreció TaeHyung tras unos segundos de silencio.

SeokJin no respondió. Apagó el cigarrillo sin dejar de mirar el rostro angelical del niño y negó con la cabeza.

– No hace falta. Vete ya, TaeHyung.

– Tengo que asegurarme de que…

– No hace falta. Si hay alguien en la casa me aseguraré de matarlo antes de que llegue a acercarse a mí. No olvides con quien estás hablando.

– Lo siento – se disculpó TaeHyung muy serio. Y, tras echarle un último vistazo a JungKook se alejó hacia la puerta. No obstante, se detuvo con la mano sobre el picaporte –. Nunca has mantenido a un extraño tanto tiempo cerca de ti. Y mucho menos a un amante… Si no te importaba tener a un hombre como amante deberías haber escogido a uno de nosotros.

SeokJin no respondió y TaeHyung salió en silencio. Una vez volvió a quedar la casa en quietud, SeokJin se acercó a JungKook y trató de apartarle el puño de la cara. … éste, como si estuvieran tratando de apartarle de un tesoro, gruñó y se revolvió inquieto.

– ¿Qué demonios voy a hacer contigo?

SeokJin se llevó una mano a la cabeza y se apartó el pelo. Estaba cansado, agotado tal vez. Ahora se arrepentía de haber tratado de divertirse con él cuando lo conoció.

La debilidad de JungKook le enfermaba, no lo entendía. A él no le habían enseñado a ser débil, es más había tenido que aprender a ser fuerte para sobrevivir.

– JungKook – lo llamó, apoyando una mano sobre su hombro.

El muchacho, negándose a salir de su sueño, se dio la vuelta contrariado, dándole la espalda a SeokJin mientras se llevaba literalmente la mano a la boca. SeokJin abrió mucho los ojos y negó con la cabeza.

Finalmente pasó una mano por la espalda y otra por las piernas de JungKook y lo tomó en brazos. Como ya se había dado cuenta antes, no pesaba mucho. Su cuerpo era tan débil y frágil como su forma de ser y su autoestima.

Lo llevó hasta la habitación y cuando lo fue a dejar sobre la cama, JungKook se aferró a su camisa como si de ello dependiera su vida. SeokJin intentó soltarle, pero visto que sería imposible hacerlo sin despertarle, decidió acostarse junto a él y le permitió acurrucarse a su lado.

– No podías ser una persona normal ni durmiendo, ¿verdad? – le recriminó en un susurro, apartándole el pelo de la cara. JungKook como respuesta, apoyó su cabeza sobre su pecho sin soltar la mano que aún agarraba su camisa –. Era pedir demasiado.

SeokJin pasó una mano por su frágil cuerpo y lo estrechó contra él, apoyando la cabeza sobre la almohada mientras permitía que las sombras de un sueño inquieto lo sumergieran en un deseado descanso.

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