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11. Dímelo



– ¿Qué?

JungKook abrió los ojos sorprendido, pero antes de que tuviera tiempo de decir nada más, SeokJin lo atrajo hacia él y apretó sus labios a los suyos. Como la vez anterior, la lengua de éste se movía imperiosa y dominante.

El menor se abrazó a SeokJin, rodeándole el cuello con los brazos y se dejó llevar por las embriagadoras sensaciones que los labios de aquel chico producían en él.

– Eres un idiota – soltó SeokJin, cuando apartó los labios. JungKook no respondió. Tenía la cara empapada y se separó de SeokJin de mala gana.– Mejor será que te vayas, tengo muchas cosas que solucionar. Y tú, sólo terminas causándome más problemas.

– ¿Puedo quedarme un rato?

– No. Vete un rato con HoSeok, él estará encantado. Parece que ha decidido adoptarte y dudo mucho que puedas librarte de su compañía fácilmente.

– Ah…– JungKook se secó el rostro con las mangas de la camiseta y miró a SeokJin de reojo, preguntándose si debía hacerle la pregunta. Se revolvió incómodo, sin mirar al chico directamente.

– Si quieres preguntarme algo, hazlo, no te andes con esos estúpidos rodeos. Colmas mi paciencia.

– Esto… ¿Quiénes son HoSeok y TaeHyung? – susurró avergonzado.

– ¿Para qué quieres saberlo? – soltó SeokJin, volviéndose a sentar en el sofá. Encendió tranquilamente un cigarrillo y lo miró perversamente.– ¿Estás celoso?

¿Celoso? JungKook enrojeció aún más, hasta el punto de sentir como las mejillas le ardían.

– Claro que no… – susurró sin convicción. Sí, estaba celoso, ¿y qué? SeokJin vivía con aquellos dos chicos… o al menos se veían con frecuencia y, por tanto, debían ser amigos o tal vez algo más…

Además, TaeHyung tenía una actitud muy protectora con él… muy posiblemente por algún motivo…

JungKook miró a SeokJin y se dio cuenta de que éste no había dejado de observarle y en su mirada estaba impresa la misma burla que en su traviesa sonrisa. Avergonzado, apartó la mirada rápidamente, incómodo.

– En fin, no sé qué hacer contigo. – soltó SeokJin tras un largo suspiro.

Se llevó una mano a la cabeza y apartó los mechones de cabello que caían juguetonamente sobre su rostro.

Era un simple movimiento, pero JungKook se sorprendió de la naturalidad con la que lo había hecho, con los ojos cerrados y una expresión relajada en el rostro.

Algo que era muy raro ver en él. Siempre parecía estar a la defensiva, dispuesto a atacar en cualquier momento. Aquello significaba… ¿Tal vez había dejado de verlo como a un enemigo?

– ¿Me puedo quedar? – insistió. SeokJin volvió a suspirar exasperado y le lanzó una mirada sin emoción.

– No es un buen momento. Tengo problemas… es más, tú eres un problema.

– ¿Qué? Yo…

– Cállate de una vez, pesado – soltó SeokJin sin alterarse. JungKook obedeció inmediatamente, cerrando la boca de golpe. SeokJin le miró unos instantes y apartó la cabeza molesto.– No estoy de humor para nada. Me duele la cabeza y llevo dos días sin dormir. Además… tengo que solucionar algo que no te incumbe. Así que lárgate de una vez.

JungKook guardó silencio. No quería marcharse, pero sabía, por mucho que le doliese, que en verdad él no podría ayudarle con los problemas que parecía que lo estaban atormentando.

No era capaz de enfrentarse a los suyos y sólo conseguiría estorbar a la persona que quería. ¡Pero era tan doloroso! Pensar que solo sería una molestia para él…

– ¡Lárgate!

JungKook se mordió el labio y tras echar una ojeada a SeokJin, quien se sujetaba la cabeza con las manos, se encaminó hacia la puerta. Sin embargo, al pasar por al lado de SeokJin, éste le agarró del brazo, sin tirar de él realmente.

JungKook se giró, sorprendido y sintiendo como el corazón se aceleraba ante el contacto de la mano de SeokJin.

– Dime quien fue.

– ¿Qué?

JungKook tardó unos instantes en comprender a lo que se estaba refiriendo. SeokJin levantó la cabeza y lo miró directamente.

Sus grandes ojos se clavaron en él y JungKook sintió la imperiosa necesidad de sumergirse en aquel pozo negro, perderse en la profundidad de la tempestad que se reflejaba allí.

Era hechizante, cautivador, y dejándose llevar por un impulso repentino, se volvió completamente y rodeó el cuello de SeokJin con sus brazos, abrazándole.

– Dímelo – insistió SeokJin, ausente, sin corresponder al abrazo de JungKook, aunque tampoco lo apartó.

– ¿Para qué quieres saberlo?

– ¡Maldita sea, idiota! ¡Dímelo de una vez! Conseguiré esa información de todas maneras. Ahórrame el trabajo.

JungKook se apartó de SeokJin despacio, No lo hizo por miedo al repentino enfado del muchacho, sino porque le sorprendió la última parte del comentario.

¿Qué conseguiría esa información? ¿Cómo? Y lo que era más importante, ¿por qué?

– ¿Qué…? ¿Por qué…? –. JungKook no sabía cómo hacer la pregunta.– Es mi problema – dijo finalmente.– No tiene por qué afectarte a ti…

– En eso estamos de acuerdo – soltó SeokJin de mal humor. – Es más, tengo demasiadas cosas por las que preocuparme y muchas más que resolver en breve como para estar perdiendo el tiempo con un insignificante pendejo como tú y sus estúpidos problemas.

JungKook perdió toda la capacidad para hablar. ¿A qué estaba jugando SeokJin? No lo entendía.

Había momentos en los que creía que podía ser alguien importante para él y otros en los que simplemente le estorbaba. Le miró confuso, sin saber qué hacer o que decir.

– ¿Piensas quedarte ahí todo el día? Si no me lo vas a decir, puedes marcharte de una vez.

¿Era eso? ¿Le molestaba que no le dijera quién le había dado esa paliza? A esas alturas no sabía qué creer.

Sin duda alguna, su interés no podía ser por cariño o amistad hacia él. Quizá había un propósito perverso en ello… ¿y si era eso? Miró a SeokJin horrorizado, negándose a creer eso, pero temiendo que fuera cierto.

Lo había soportado todo… humillaciones, palizas… cualquier tipo de vejación… sí, todo, y de cualquiera, pero no de SeokJin. Su alma no soportaría que SeokJin lo aborreciera y lo tratase de aquella forma tan ruin… No… lo quería demasiado como para soportarlo.

– ¿Y si…? ¿Y si te lo digo?

SeokJin alzó una ceja, aparentemente interesado, o tal vez a la espera de la información que le interesaba. Cruzó las piernas exasperado y se apartó los mechones que continuamente caían sobre su rostro.

– ¿Y bien?

– ¿Si te lo digo dejas que me quede? – preguntó JungKook, algo incómodo y titubeando.

La expresión de SeokJin no cambió un ápice. Tampoco se movió. Únicamente lo miró.

– De acuerdo… siempre que te estés calladito.

JungKook suspiró y se dirigió hasta la puerta, no muy seguro de cuál sería la expresión que SeokJin tendría en ese instante. No iba a decírselo, de ninguna manera.

Pero al menos tendría tiempo de reflexionar sobre la respuesta que le había dado durante bastante tiempo, ya que dudaba que SeokJin quisiera verlo de nuevo por allí.

Sin embargo, antes de llegar a abrir la puerta de entrada, SeokJin lo agarró del brazo y girándolo bruscamente lo empujó contra la puerta.

– ¿Intentas jugar conmigo, imbécil?

– No… – susurró JungKook rápidamente. Tampoco creía que lo hubiera ofendido en ningún momento... – Lo siento – dijo nervioso.

SeokJin ladeó peligrosamente la cabeza, un gesto que sólo consiguió acentuar aún más el brillo metálico de sus ojos. Después sonrió débilmente, una fría mueca carente de toda emoción.

– Entonces dímelo.

– No… – respondió JungKook tozudamente.– ¿Por qué habría de decírtelo? Me has pedido que me vaya de tu casa y es lo que estoy haciendo. ¿No es lo que querías? Adiós, entonces.

– Has elegido un mal momento para mostrar carácter, mocoso – le advirtió SeokJin, arrastrando las palabras con un tono tan frío que podría haberse creado escarcha a su alrededor.

JungKook se encogió débilmente, asustado.

– No voy a decírtelo – susurró con una voz apenas audible.

– ¿En serio? –. SeokJin se puso a reír y JungKook lo miró aterrorizado. ¿Le estaba afectando no haber dormido? – ¿Qué te apuestas a que me lo dices esta misma tarde?

JungKook no respondió. Se limitó a mirarlo con los ojos muy abiertos, nublados por el miedo.

SeokJin apartó una mano de la puerta y la acercó a su rostro para acariciarle la mejilla, pero JungKook apartó involuntariamente la cabeza, temiendo a que SeokJin fuera a golpearle.

– ¿Me tienes miedo?

– Yo…

SeokJin sonrió perversamente.

– Ahora mismo se me ocurren dos formas de conseguir esa información que deseo. Bueno, en realidad tres, pero esa última depende de ti. ¿Me lo dirás voluntariamente?

JungKook no respondió. Se limitó a mirarle.

– Ya veo que no – rió SeokJin divertido.

JungKook, en cambio, no le encontraba la diversión en ningún lado.

– Otra, por supuesto, sería la de golpearte hasta que terminaras contándolo todo solo para que te dejase en paz. Es muy efectivo…

JungKook se puso muy tenso e intentó apartarse de SeokJin aterrorizado. No podía creer que fuese a golpearlo… y sólo por eso… Sentía deseos de echarse a llorar y dudaba mucho que a ese paso pudiera contener mucho más tiempo las lágrimas.

SeokJin, más rápido que él, lo agarró de las muñecas y lo empujó contra la puerta.

– Cálmate, idiota, no voy a golpearte, casi me parece un delito estropearte la piel.– Si aquel comentario pretendía ser tranquilizador, a JungKook no se lo pareció. La voz de SeokJin seguía igual de fría. – Sin embargo, el placer, a veces, puede convertirse en una verdadera tortura.– SeokJin entrecerró los ojos.– Y, a menos que me facilites esa información… te lo voy a demostrar ahora mismo. Del mismo modo, que me dirás lo que quiero saber. Te lo garantizo.

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