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♯02 ━ El Ángel caído。

ᴅᴏs
   
      

El océano actúa como un titán errante, asfixiándola sin pretenderlo.
     
       

Está tan asustada, ha visto el vacío marítimo arrastrándola para poder devorarla, pero ella no quiere ceder, a veces encuentra descansos sobre animales, tuvo suerte de cruzarse con ballenas en lugar de tiburones.
      
        

Sus ojos se hallan ciegos, tan dolidos por el llanto y el agua salada que los envolvió muchas veces, puede ver por breves instantes una isla, y lo primero que piensa es en llegar hasta ella nadando, tiene tantas ganas de tocar tierra firme y descansar sin temer a ahogarse, que no le importa si sus pies son heridos al pisar los corales y las piedras afiladas.
    
     

Más que caminar, ella se arrastra, pues sus piernas no pueden sostenerla más tiempo, y apenas puede llegar a sentir con sus dedos la arena húmeda de la superficie. Jadea casi con alivio, pero se transforma en llanto aunque se halla totalmente deshidratada.
     
        

El dolor que la estuvo atormentando por seis meses aún la persigue, y ya no tiene energías para levantarse, tampoco la capacidad de dormir. Hacía tanto frío, creía que en cualquier momento su piel se congelaría hasta destrozarse y convertirse en pequeños trozos de hielo, pero la frialdad aumentaba tan pronto pensaba en su soledad, y los recuerdos tempranos que se asomaban.
    
       

Ella estaba recordando el momento en el que Estados Unidos comenzó a ignorarla, y en seguida los demás imitaron sus acciones. Ser el centro del mundo ocasiona que el resto te siga como ovejas sin criterio. Justo antes de su cumpleaños, tanta crueldad por su parte.
      
        

El detonante de su aflicción resultó ser el conocimiento de un trato no merecido, vivir todos sus recuerdos nuevamente, y el descubrimiento de una relación que se basó en la conveniencia. El que sus hermanos igualmente siguieran la actitud  nefasta de los poderosos, a pesar de tener el poder de la elección, poder escoger no ser una oveja más del rebaño, decidían pertenecer a un grupo incluso si eso significara traicionarse a sí mismos.
    
       

Y las palabras de cada uno de ellos resuenan en su mente, como cuchillos afilados que perforan su corazón, una de las frases que más eco causa en su pecho, «Ella debería simplemente desaparecer».
     
        

Suelta un grito de impotencia aunque su garganta se sienta en llamas, y solo permanece dolida sobre la arena, sin la capacidad de ver nada más que el suelo.
      
       

Solo el dueño de las cadenas es capaz de notar los movimientos de su esclavo. Como toda noche estrellada, siendo él quien se percata de la llegada repentina de un intruso a la isla, no puede evitar levantarse bruscamente de su asiento.
     
        

─Ella está aquí ─afirmó el alemán, su sonrisa se ensancha, y señala el punto fijo donde ella descansa, siendo acompañado por los relámpagos y la lluvia de un tormentoso clima.
     
         

Justo en la única zona donde ningún país podía acceder, pues pecando de un hábitat salvaje que pondría en peligro la salud de sus naciones, habrían de prohibir dicha entrada, que llevaría eventualmente a las afueras del bosque, una playa cercana a su ubicación. Aquel punto color rojo que brillaba intensamente en el radar, fue suficiente para hacer que el grupo de viejas Naciones se preparase.
     
         

─Esperamos sus órdenes, Mein Führer.
     
        

Aquellos seguidores que solo son meros mortales, siguen sus órdenes con placer como si tratasen con un Dios cuya palabra es ley. Siguiendo el objetivo principal, que consiste en llevarlo hasta México de la manera más silenciosa y rápida posible.
    
       

─¿Qué es lo que te emociona tanto de ver a esa débil Nación? ─la forma de preguntar de cierto Imperio generó inquietud en aquel alemán.
    
       

Estaba siendo observado por el alter-ego del Imperio Ruso, el heredero de Zarato. Parecía insinuar que él sentía algo por ella después de todo; aunque la manera de amar del nazi no fuera la más sana.
    
       

─El progreso de sus planes depende del conejillo de indias, ¿acaso no te interesa saber cuál fue el resultado? ─comenta Italia fascista.
      
          

─La curiosidad es un horrible defecto ─opina el ortodoxo ruso.
     
         

El japonés suelta una risa, el comentario podría haber sido ofensivo para él, después de todo la curiosidad es una palabra que define una característica bastante aterradora de aquel Imperio. Vierte algo de té sobre la taza vacía, con una mirada tranquila, mientras observa su reflejo sobre dicho líquido; su rostro grita la frase de «la curiosidad mató al gato».
     
         

─Hah, tus palabras son tan crueles ─suspira, y después de beber el té de un solo trago, se levanta de su asiento con una expresión llena de irritación, que trata de disimular con una sonrisa─. Por supuesto, tal comentario solo cabe en boca de ignorantes.
     
         

Se atrevió a retarlo, y Alemania Nazi siente que están perdiendo el tiempo. Sus hombres indican que los automóviles están listos, y el camino se encuentra despejado.
     
        

El Imperio Ruso se molesta, pero no lo muestra, después de todo ambos ocultan sus emociones, actuando siempre con cautela, después de todo son imperios.
     
        

─Me parece que has perdido tu objetividad, Gran Imperio del Japón ─se acerca a él, una vena se marca en su frente por su ira contenida, y sus ojos miran con desprecio al más bajo.
     
        

─El que indaga no sabe lo peligroso de la curiosidad, el que no indaga no sabe lo bueno que hay en ella ─afirmó, siempre tan sabio pero sin poder esconder más su mueca.
     
        

─¿Dices que debería ceder ante los impulsos de la curiosidad? ─cuestionó, cruzando sus brazos.
     
       

─Apuesto que te cambiará la vida.
    
       

Y así comenzarían una apuesta.
     
       

Acompañando al Tercer Reich hacia los automóviles, no pueden evitar pensar en cualquier cosa que puedan llegarse a encontrar en la orilla de la playa, la imaginación no tiene límites, desde escenarios sanguinarios donde al conejillo de indias puede faltarle un brazo, hasta asquerosos como las consecuencias de las condiciones en las que estuvo expuesta.
       
        

El tiempo pasando en aquel automóvil se vuelve desesperante, pues estar perdidos en sus pensamientos no es del todo reconfortante, el único sonido relajante es el de la lluvia y el paso de los autos aplastando ramas en el camino.
    
      

Alemania Nazi está ansioso por ver los resultados, conocer a la nueva México que ha viajado por tierra y mar sin descanso revuelve su corazón. Italia fascista está ansioso igualmente, mas sus ocultas intenciones se limitan a conocer la relación entre México y Alemania Nazi. El Imperio Japonés por supuesto que siente curiosidad, y libremente lo expresa acompañando al líder de la investigación. Pero el Imperio Ruso, cuya otra personalidad también está consciente de lo que ocurre, por primera vez admite estar curioso, pero teme las consecuencias.
     
         

México, ¿Quién es ella? ¿Y por qué se ha vuelto la protagonista de estos acontecimientos?
      
           

Los automóviles se detienen con lentitud, justo en el límite de la selva y la playa, entre arena y tierra húmeda. Está medianamente oscuro, pues lo único que ilumina el océano es el extraño pero fascinante fenómeno de la bioluminiscencia. Pueden verla ahí, aquella mujer de cabellos azabaches que posee un cuerpo tembloroso y voz rota, que continúa sollozando sin descanso.
      
      

─Preparen sus armas si es necesario, traigan toallas, y aseguren el perímetro ─ordena a través de una radio, y sin esperar a nadie baja del auto.
       
        

Las otras Naciones lo acompañan, y a pesar del inconveniente que presenta la lluvia, poco le importa al líder de la esvástica.
    
      

Cada paso significa escuchar el sonido del llanto dolido en aumento, y cuando se encuentran frente a frente, es que sus ojos se percatan de su estado físico. Bajó de peso peligrosamente rápido, está tan delgada y herida en comparación a hace seis meses, que casi les causa lástima.
     
        

Su vestido está empapado y roto, si no fuese por los tirantes que lo detienen en sus hombros, probablemente se le habría caído desde hace mucho tiempo. En su piel abundan arañazos, probablemente causados por sí misma, dichas heridas estando más presentes en su espalda, como si tratase de arrancar algo con desesperación.
    
        

Sus manos y pies tenían cortadas esparcidas, cualquiera tendría complicaciones para caminar. Su cabello negro descendía hasta la arena, y dejaba que la lluvia golpeara su cuerpo, su espalda subía y bajaba, y era evidente que estaba sufriendo.
     
         

El nazi se agachó con lentitud, mientras los imperios eran los principales espectadores, y el fascista un curioso que mantenía su distancia.
    
        

─México, querida, ¿eres tú? ─habla con normalidad, como si no viera el estado en el que se encontraba.
    
       

Su voz impacta en sus oídos, se vuelve su alivio, como si la tormenta se detuviera derrepente. Estuvo sola tanto tiempo, sufriendo sin tener a nadie que pudiese calmar su dolor, y aunque se trate de él, ni siquiera su cerebro es capaz de ordenarle actuar con cautela.
     
        

Sus alucinaciones se detienen, y las voces dejan de susurrarle sus pecados al oído.
     
        

Suenan relámpagos, pero nada grave, y Alemania Nazi pretende tener una reacción ante eso. Sonríe como si fuese un día soleado, y espera la respuesta de México.
     
      

A este punto, los imperios caídos piensan que la mexicana está perdida como los otros experimentos del alemán, pero tal pensamiento es descartado cuando trata de articular su nombre.
    
        

─¿Están haciendo una fiesta? ¿Dónde están tus amigos, México? ─cuestiona, esta vez con malicia en sus palabras.
     
         

Levanta la cabeza lentamente, sus iris que habían sido de un hermoso color avellana, estaban pintados de un monstruoso y brillante color rojo. Su rostro estaba tan dolido, prueba de la tortura que experimentó.
    
       

Jadea cuando sus ojos se encuentran, su ceño se halla fruncido, pero no se debe al recelo. El dolor y las alucinaciones amenazan con regresar, y ella inmediatamente se abalanza contra él, ambos terminando sobre la arena. Pronto la escuchan llorar, y México solo se aferra al único hombre que puede hacer desaparecer su agonía.
     
        

─E-Ellos me abandonaron... N-No son mis amigos.
     
        

Es tan frágil, tan delicada y rota como los restos de una muñeca de porcelana. En ese mismo momento, toda satisfacción de Alemania Nazi por una venganza fue reemplazada con una punzada en su corazón. Temblorosa en sus brazos, helada y buscando refugio para su corazón herido, quizá era porque sus recuerdos con ella le causaban nostalgia.
     
         

Él duda, no tiene idea de que hacer, pero sus deseos se apoderan de sus acciones, y se aproxima a estrecharla contra él. Ella siente el gesto, y todo dolor se desvanece con una caricia en su cabeza.
      
         

─Está bien... Les mostraremos... Les mostraremos a todos ─susurra en su oído.
    
       

Un ángel ha caído del cielo y se ha estrellado contra la tierra, en realidad, ella fue empujada, traicionada para dejarla caer hasta arrastrarse entre los espectros monstruosos del infierno. Cierra sus ojos un momento, y los abre sin mirar un punto fijo, solo hay ira, decepción y abandono en su mirada, mientras que una lágrima se despega de sus pestañas.
     
         

En ángel expulsado del cielo tuvo la mala suerte de caer en los brazos del Diablo, y en ese momento sentencia la pérdida de sus alas, la libertad que presume en sus omóplatos se ha desvanecido, y lo más deprimente es que ese pobre ser cree que está segura entre la calidez del demonio.
      
        

El general lleva sus manos gentilmente por debajo de sus rodillas, y sostiene su espalda para evitar una caída, entonces se levanta con ella entre sus brazos, y tan pronto ocurre esto, la mujer de ojos rojos rodea su cuello con temor y odio.
        
        

La montaña rusa de emociones que siente en esos momentos, hacen que su mente permanezca exhausta. El calor de una toalla que la envuelve, y los brazos que no la dejan caer resultan el único estimulante que necesita para cerrar sus ojos con calma. Oculta su rostro en su pecho, y exhala el aire retenido en sus pulmones.
     
         

─Puedes dormir tranquila, no te dejaré caer, mi querido ángel ─le susurra, llevando una de sus manos a sus cabellos empapados.
    
        

México abandona todo concepto del bien y el mal, y por primera vez piensa en su propia conveniencia, para caer dormida en los brazos del enemigo del mundo.
     
        

El ángel caído no será el mismo después de despertar, el mundo aún recuerda con temor su llegada.
    
      

Por su propia supervivencia, y sintiendo la humedad de la selva cerca de ella, su cuerpo reacciona increíblemente, gracias a la droga del Nazi que ha logrado tocar su memoria muscular. La piel escamosa, y el cascabel avisando que el depredador siente peligro, indican en lo que ahora el águila se ha transformado.
    
       

Es curioso, que el ángel caído ahora se haya convertido en una hambrienta serpiente. La misma serpiente que en su momento tentó a los mortales a probar el fruto prohibido.
    
        

─Reich... Esto, ella puede... ─balbucea el fascista, señalando aquella cola de serpiente que salió del cuerpo del conejillo de Indias.
    
         

Inmediatamente todos sonríen, pero no porque esta situación fuese medianamente adorable. Las sonrisas maliciosas, la misma que hace uno cuando se sale con la suya, hacen aparición en sus rostros.
    
         

─Esto prueba mi hipótesis... La potencia mundial no es el único que puede permanecer conectado espiritualmente a su territorio solo por tener la corona... No es un privilegio del rey ─sentencia, para soltar carcajadas.
    
        

─Lo que significa que el bastardo le mintió a todos ─gruñe el italiano.
     
        

─Lo que significa, que nuestros hijos pueden adquirir el poder que hemos creado para ellos ─corrige, antes de entrar al auto.
    
       

La verdad que hoy fue revelada tras comer la manzana de Adán, es la consecuencia de haber empujado al ángel al infierno.

2326palabras

Estos han sido los
primeros capítulos,
y principalmente
los que pretenden ser
una introducción a
este «au» que yo
misma creé.

No se que nombre
ponerle, pero por ahora
se quedará como:
«Los ojos rubí».

He estado pensando
en cambiar los gráficos
de este libro, no me
gustan 😠

En fin, al rato veré.
Muchas gracias por
leer, espero les haya
gustado 💕

ATTE⨾ 02~

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