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♯0 ━ El trato con el diablo。

ᴄᴇʀᴏ
    
      

Repasa con su mirada discretamente las curvas de su cuerpo, consecuencia de su mala alimentación.
    
       

Las sillas de plástico no aguantan su peso, y su rostro redondo hace que no la tomen en serio. Mientras se halla perdida en el escenario del ridículo, y tiene de audiencia a sus amigos y hermanos, que se burlan sin filtro de una mala broma que organizó Estados Unidos, su mente está perdida ocupándose en odiarse a sí misma.
        
       

El estadounidense llega caminando entre risas, casi tambaleándose, coloca su mano sobre su espalda, y da fuertes palmadas.
     
         

─JA JA JA, fue una buena broma, ¿verdad que sí, Mexichubby? ─Al momento no puede aguantar las carcajadas, el apodo dado recientemente causa las risas de los demás países.
         
         

Ella aprieta la mandíbula, fuerza una sonrisa y finge reír con ellos.
        
        

─Eres muy creativo, me duele el estómago de tanto reír ─afirmó, llevando la mano a su estómago como prueba de ello.
    
       

─Sé que lo soy ─responde, y vuelve a ignorar a la principal víctima de sus bromas pesadas.
         
          

─Y no sólo por reír, México ─se burla Chile, causando risas en los latinos.
       
        

Ella trata de levantarse del suelo, y contempla la silla de plástico con una pata rota. Ese intento triste de inclinarse hacia delante solo genera más carcajadas.
    
       

─¡Parece una tortuga, joder! ─se carcajea España.
   
     

─¡Una tortuga gorda! ─continúa Francia, cuyas risas son bastante dramática.
      
      

Ella no recibe ayuda de nadie, ni siquiera de la Organización que los observa desde lejos y trata de no reírse, aquel que existe por el bien de la paz. Junto a él están los agentes de seguridad, como el FBI, o la CIA, y ciertamente le duele que sus miradas sean de asco o repulsión dirigidos a ella.
      
        

Logra ponerse de pie, siente un dolor punzante en la espalda que le impide mantenerse erguida, pero ya irritada e incapaz de seguir fingiendo estar de acuerdo con esos malos tratos, se prepara para abandonar la fiesta.
      
        

Tan solo es la media noche, pero es suficiente para tener una excusa para retirarse.
      
        

─¡Oh vaya, miren la hora, mi novela va a empezar! ─Ella se apresura para tomar su mochila─. Me tengo que ir, pero sigan con la fiesta, después de todo ustedes son el alma de este lugar.
     
        

Como siempre, sus halagos son bien recibidos, pero eso no impide que la traten de convencer de continuar siendo su objeto de burlas.
   
     

─Anda, quédate un poco más, hazlo por nuestra hermandad ─pidió Argentina, y poco a poco los demás latinos se le unían a la súplica.
    
        

─Aunque sea tómate una copa con nosotros ─dijo Uruguay.
     
      

El grupo la mira con ojitos de cachorrito, y ella como siempre, dócil y sumisa, cede ante las insistencias de sus hermanos.
        
         

─Bueno, solo una más.

Su garganta arde como si hubiese tragado ácido, y es producto del vómito ante tantas botellas de alcohol bebidas en unas horas. Son las tres de la mañana, y ella no pudo escapar de la fiesta nuevamente.
     
      

Esta vez fue obligada a beber y comer postres que tenían de base bebidas alcohólicas (hechos por Francia). Su estómago le dolía, así que de cierta forma la hacía sentir mejor el hecho de que toda esa bebida y alimento no deseado saliera de su sistema.
     
         

No tenía agua para enjuagarse la boca, pero podía ocupar el alcohol simplemente para eliminar el olor del vómito. Odió volver a ingerir aquella bebida, pero la escupió tan pronto su objetivo fue cumplido.
    
        

No tiene más asuntos con el exterior, así que se dirige lentamente al lujoso edifico para recoger sus cosas.
      
       

Pero algo le llama la atención, puede ver desde lejos en una ventana como se divierten los países. Estados Unidos se ríe, saca una fotografía de su cámara, la presume a todos como si fuese una hazaña.
   
       

─Los amigos no hacen eso ─la voz de Rusia congela la diversión del estadounidense, y los demás ya saben que esos dos pelearán.
         
          

─¿Acaso los amigos no pueden bromear, Rusia? ─cuestionó molesto, generalmente se comportaba leve con México, pero cuando estaba borracho se sobrepasaba, y esta había sido una de esas miles de veces.
      
        

─No es bueno bromear con la salud de alguien más ─afirmó el albino.
      
        

Probablemente los americanos y uno que otro europeo se la pasaban en grande molestando a la mexicana, aunque esos mismos al poco tiempo presumieran su próspera amistad.
      
       

Sin embargo, y con el resto de países estando de acuerdo con él, Rusia no pudo dejar pasar esto. Habían algunos que simplemente miraban con repulsión la situación en sí misma, no les interesaba en lo más mínimo de quienes se trataba, solo pensaban que un cuerpo no saludable era asqueroso.
       
          

─La obesidad no es un problema de salud, ¡tonto gordofóbico! ─exclamó la potencia con su botella de vino en la mano, mientras señalaba al ruso con enojo.
    
       

─теперь что этот идиот говорит
«Ahora, ¿qué está diciendo este idiota?» ─susurraría el euroasiático para sí mismo.
       
        

─¡La tierra es plana, y tengo pruebas de ello! ¡La reina Isabel no existe! ─También tenía la costumbre de decir estupideces cuando estaba ebrio.
     
        

─¿Qué? ¿Cómo que no? ─inquirió Reino Unido, dejando caer su taza de té que no tenía té, sino vodka.
      
       

─Tu humor es de mal gusto, Estados Unidos ─afirmó Corea del Norte, levantándose para darle su apoyo al ruso.
       
       

Él se molesta por ser atacado por esos dos, especialmente porque se llevan fatal y su relación es conocida por ser peligrosa, una pelea del dúo podría terminar en una feroz guerra. Ni siquiera hay indicios de que pueda empezar una, y aún así es una de las cosas más temidas por el mundo.
    
         

─¡De mal gusto es lanzarle troncos a Finlandia y que eso destruya la casa de Suecia ! ──dijo al momento, y todos miraron a Suecia.
    
       

─Bueno, eso sí fue de mal gusto ─opinó la sueca, cruzando sus brazos.
     
       

─¡Estábamos jugando Caber toss con Escocia! ─se excusó el finlandés.
     
       

─Eso no tiene nada de malo, simplemente se nos fue la mano ─dijo Escocia, cruzando sus fuertes brazos.
        
          

─¡Pues tu pequeño fallo casi me mata!
     
        

─México debería conocer su lugar, no te metas en asuntos de americanos, Rusia ─añadió Francia.
       
         

─¿Y cuál es ese lugar, Francia? ─cuestiona Argentina, disgustado porque literalmente pertenecen al mismo continente.
       
        

─Oh, no me refiero a ustedes, no me malentiendan, ustedes son infinitamente mejor que México, lo digo de corazón ─respondió ella sin disimular su mueca disgustada.
    
      

─En eso tienes razón, México es una gorda odiosa, que solo come y cocina asquerosidades, es decir, ¿han probado su comida? El hecho de que no controle sus porciones lo vuelve asqueroso ─no logra ver quien dijo eso, pero inmediatamente saltan comentarios que están de acuerdo y otros en desacuerdo.
      
       

─Por favor, tengan un poco de respeto por ustedes mismos, sus gastronomías son arte, superiores a la mexicana, la comida que ella hace es tan asquerosa que de solo pensar en ella me dan ganas de vomitar ─el comentario logra hacer que se pongan de acuerdo, por el bien al amor propio.
      
       

─¿México─chan no era su hermana? ─cuestiona Japón a los latinos, y ellos comienzan a reír.
    
      

─¿Esa weona? ¿Nuestra hermana? No digas tonterías, Japón ─responde Chile.
        
          

─Ella es algo así como... La decepción del grupo, finge que es superior a todos nosotros, pero en realidad es la peor, no tiene libertad y le encanta lamerle los pies al yankee.
    
      

¿Por qué esto pasó de ser una fiesta a una reunión para burlarse de ella?
       
         

No quiere escuchar más.
       
        

─Es súper molesta, el otro día dijo que la cultura japonesa "se la pelaba" ─afirmó otra voz.
        
        

─¡Ay no, que cruel! ─solloza el japonés travestido, y siente algo de rencor hacia México─. Escuché de alguien que la escuchó decir que, según inventó el fútbol y la salsa de tomate, y también que Italia es un mentiroso.
    
      

─¿Cómo dices? ¡Sta mentendo!
      
      

─Además, su voz es terrible, cada vez que canta en realidad no lo hace bien, tenemos que aplaudir para no hacerla sentir mal ─dice otra voz.
       
        

─Lo peor es que ella no está consciente de que sus canciones son repulsivas, su himno es muy sangriento.
      
          

Así es como comienzan los rumores, los borrachos no están seguros de quiénes escucharon salir esas palabras, pero por algún motivo, el alcohol revuelve su razonamiento, y lo asocian a que México es la culpable.
          
          

─Ella debería simplemente desaparecer, le haría un favor al mundo.
       
           

Las palabras y el resto del mundo de acuerdo le rompen el corazón.
         
         

Simplemente debería desaparecer, piensa.
       
         

Sin intenciones de recoger sus cosas, camina para salir de ahí, ya no tiene motivos para querer recuperar los recuerdos que se almacenan en su teléfono.
           
          

La tristeza se desborda por sus ojos en forma de gotas saladas, y aquellas llevan dentro de sí tanto tiempo que salen casi como una cascada que estuvo siendo retenida por una muralla durante años.
        
          

Algunos de ellos están en lo correcto, así no se comportan los amigos.
        
         

Pero sin ellos, ¿qué puede hacer? Está completamente sola, sus "hermanos" la odian, sus vecinos poderosos que se hacen llamar amigos también, y los demás que aparecen cuando hay algo para ofrecer, ¿se pueden llamar amigos siquiera?
         
         

Complacer los deseos de los demás la llenó por mucho tiempo, porque nunca esperó nada a cambio. Sus acciones fueron auténticas y repletas de genuino amor, pero por ingenua terminó hundiéndose por esas mismas.
          
          

Los edificios que tienen cristales la hacen querer correr, odia ver su reflejo, su cuerpo marcado con cicatrices, y sufriendo de sobrepeso causado por su gula incontrolable, empieza a pensar que debería hacer algo por ella por primera vez.
         
          

México no los odia por pensar así de ella, están en lo correcto, ella es un mal ejemplo para los demás, y su poco autocontrol se ve reflejado en la gente.
        
          

Ella está tan segura de que tienen razón, que ha desarrollado la capacidad de no odiar a nadie más que a sí misma.
        
         

No tiene que preocuparse de que las multitudes vayan a rodearla en la calle, porque no las hay. Se encuentran en una isla exclusiva para ellos, por lo que todas las casas y edificios se limitan a complacer sus necesidades. Las pocas personas que están en la isla son trabajadores de dichos edificios, sin embargo, no suelen meterse en sus asuntos.
        
         

─Sé lo que piensas, quieres darles una golpiza ─afirmó una voz en la oscuridad.
    
         

El dueño de aquella voz escalofriante permanecía justo debajo de un poste de luz parpadeante, irónicamente eso lo hacía más escalofriante. Precisamente no era el tipo de cosas que se veían en la isla, porque se suponía que debía ser segura.
       
         

Ella siente que su piel se eriza cuando logra divisar de quien se trata. Alto e intimidante, con su perfecto uniforme que lo hacía presumir su poder como general; el negro en su abrigo se veía como algo sombrío y autoritativo. La conjunción de color rojo-blanco-negro era característico.
    
       

Usando tanto insignias como una gorra militar que no despienaba sus perfectos cabellos, las quemaduras en su rostro, o la esvástica tan visible, no eran suficientes para hacer a México retroceder.
     
        

Mas sus ojos rojos brillantes en la oscuridad sí eran suficientemente anormales para hacerla temer. Estaba completamente segura de que sus ojos no eran de ese color en un principio, pero no tiene tiempo de divagar.
       
        

─¿No deberías estar en prisión con los demás líderes inestables? ─cuestionó seriamente, continuando su camino hasta llegar a su lado.
         
        

El alemán acomoda aquella gorra hacia abajo, y esta logra ensombrecer parte de su rostro.
       
        

─Hoy es nuestro día libre ─respondió, y llevó su mano hasta el hombro de la mexicana─. Y parece que el tuyo no fue tan divertido como el mío.
      
        

El nazi logra ver como su expresión se vuelve dolida por un momento, pero ella se vuelve recelosa, y de un manotazo evita que el hombre siga sosteniendo su hombro.
      
        

─Eso no es de tu incumbencia ─contestó, y trató de continuar su camino─. Fingiré que no te ví, así que no me molestes.
    
       

Ella continuaría su camino, pero el Tercer Reich se lo impediría irrumpiendo en el paso.
     
        

─La México que conocí los habría golpeado en el momento que le faltaran al respeto, ¿qué pasó con esa poderosa e imponente líder? ─No recibe respuesta, aunque su sonrisa afilada indique que ya obtuvo una bastante satisfactoria.
    
         

Ella baja la mirada, extraña sus tiempos de gloria, y tal parece que ahora está sufriendo la conocida «crisis de los cuarenta».
    
       

─Mírame, es evidente que ella ya ha muerto ─dijo con un tono de obviedad bastante doloroso.
       
         

─Pero ella podría resucitar ─la voz del nazi se oscureció, y de las sombras emergió una mano que sostenía una caja de cristal, con una jeringa y un frasco que contenía un líquido rojo tan brillante como sus ojos.
     
        

─¿Q-Qué es eso? ─interrogó nerviosa, sintiendo un ligero temblor en sus hombros.
    
       

─Es una droga ─responde con una sonrisa muy alegre─. Sus efectos son... Curiosos, causan alucinaciones que derivan de los recuerdos que se han olvidado, te ayuda a recordar, básicamente.
    
        

Él observaba como ella dudaba en si aceptar aquel ofrecimiento, y sus manos temblorosas le decían que tardaría mucho en decidir tal cosa.
      
        

─N-No puedo, dejé las drogas hace mucho tiempo, no quiero tener más adicciones... ─suspiró nerviosa, negándole la caja al tercer reich.
      
         

─Es algo curioso que lo menciones, ya que... Es imposible que te vuelvas adicta a esta droga, si la usas una sola vez, habrá un gran cambio en tu vida ─trató de convencerla─. Tu vida pasará frente a tus ojos, como si vivieras todo de nuevo, no es una experiencia agradable si tu pasado tiene cicatrices imborrables, pero si te preocupas por tu futuro, es necesario mirar al pasado, podrás vivir el presente una vez superes lo que hubo atrás, a veces recordar es buen método.
       
        

─E-Es demasiado bueno para ser verdad, y viniendo de tí, seguro hay una trampa ─afirmó acusatoria, permaneciendo en la negación.
      
        

Él la miraría con gracia, era verdad, sí había una trampa en aquella droga.
      
       

─No te voy a mentir, México, hay efectos secundarios ─dijo con una falsa tristeza─. Creo que te diste cuenta del cambio desde que me viste.
    
       

─T-Tus ojos ─balbuceó, perdiéndose en el color rojo que ahora poseía esos iris.
     
        

─¡Einwandfrei! Así es, la droga tiene ese tipo de efectos, pero son solo superficiales, no durará mucho, aunque depende del individuo ─expresó, y como si fuese el diablo aún no decía sus intenciones.
    
       

─¿Por qué me ayudas? Estoy segura de que nadie sabe que esa droga existe, ¿por qué dármela a mí sin un precio? ¿Qué planeas? ─sus preguntas venían con sospecha, y por supuesto no aceptaría algo sin saber que es.
       
         

Él soltó unas risitas ante sus preocupaciones, pero no le quedaba mucho tiempo, eventualmente los encontrarían.
    
       

─Creo que conoces mi historial con las drogas, los soldados alemanes fueron parte de mis experimentos ─comenzó a relatar─. Pero en la cárcel no tengo más conejillos de indias que mis compañeros de celda, ellos ya han experimentado los efectos de esta droga, y hasta ahora están tan satisfechos como yo, corriendo por las calles ante este escape improvisado. Naturalmente, viendo mi éxito y su cuidadosa elaboración, decidí usarla en mí mismo, los resultados son más que un gozo.
    
      

─¿T-Todos escaparon? ─preguntó con incredulidad, mirando a todos lados con miedo.
    
       

Él tomó su mano bruscamente, para llamar su atención, colocaría la caja de cristal con sumo cuidado entre sus dedos, y luego llevaría sus yemas cubiertas por sus guantes negros hasta la mejilla rojiza de la tricolor.
    
        

─El precio por recordar es alto, México... Pero pagándolo lograrás averiguar que fue lo que hiciste para recibir tal trato ominoso ─dio justo en el blanco─. Será como si repitieras todo otra vez, arreglará tu ceguera, dejarás de ser presa de la incertidumbre y tus pensamientos, para ser cómplice de la verdad.
    
      

Ella sintió su tacto suave, y luego reconoció la mirada del alemán. Sí, ambos tenían historia juntos, ella conocía a quien se estaba enfrentando.
    
      

─Quieres ver los efectos en mí para saciar tu curiosidad, no sabes que causaría tu droga en países unidos a sus territorios ─adivinó sombría.
    
       

─Será tu decisión, querida. ─Entonces se dio la vuelta, para dirigirse hacia los callejones─. Mientras más cerca de tu cabeza, el efecto será más duradero, pero ten cuidado, podría dolerte.
     
         

─E-Espera, ¿a dónde vas? ─trató de detenerlo.
    
       

─Debo desaparecer ahora, pero no te preocupes, te buscaré en seis meses, hasta entonces, Felíz cumpleaños ─por si fuera poco la desconcertante felicitación le ponía los nervios de punta.
      
         

─Falta un mes para mi cumpleaños...
    
       

─Claro que lo sé, tontita. ─Se ocultó en la oscuridad─. De antemano me disculpo, no podré asistir a tu fiesta de cumpleaños, los oficiales no son tan permisivos para dejarme salir, y me temo que te dejaré sola.
     
        

─Poco te importa lo que piensen los oficiales, de todos modos no pensaba invitarte, y no estaré sola, estarán todos los demás conmigo ─afirmó con el ceño fruncido.
    
       

Una risa ronca se escuchó, su voz iba disminuyendo.
    
       

─Claro, como les importas mucho por supuesto asistirán para celebrar tu existencia, pero qué se yo, soy solo un extraño para tí. ─Hirió sus sentimientos la sola idea de que nadie asistiera, pero era imposible, al menos alguien tendría que venir─. Hasta luego, mi querida «schlange alada».
    
       

Cuando desapareció, y la dejó sola en esa calle, su mirada se posó sobre la caja de cristal. Era imposible que ella lo necesitara, pero aún así guardó la caja entre las bolsas de su vestido, nadie notaría que estaba allí, no quería problemas si fingía que no existía.
    
        

Todos asistirían a su cumpleaños, ¿no es así?
     
       

Saben lo importante que es para ella, por lo que representa y lo que significa, no faltarían por nada en el mundo, ¿cierto?

3014palabras

Un comienzo raro,
lo se, lo siento, hace
mucho no hago
historias de countryhumans,
pido una disculpa aaa

Los separadores no
me convencen, en fin, ya
veré que hago.

Gracias por darle una oportunidad
a esta historia <3

Que tengan un lindo día ✨

ATTE⨾ 02 ~

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