Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Esto está mal, muy mal. Va a terminar en un desastre. No voy a poder mantenerlo oculto por tanto tiempo, me altero cuando miento, empiezo a sudar, no es agradable para nadie. Llevo los nervios de punta desde ayer.

La cena con Warrin fue lo más incómodo que me tocó vivir en mucho tiempo. Sé que pudo notar que estaba rara, pero no se me ocurrió ninguna excusa para justificar mi comportamiento.

El té de tilo que se enfría en la taza frente a mí no está ayudando en nada a la situación como me prometió Stephanie.

—¿No lo vas a beber? —pregunta mi amiga luciendo preocupada por mí—. Es verdad que el tilo relaja, a mi incluso me da sueño.

—Nada va a poder relajarme, trabajo con la persona con la que me acosté. Es por eso que nunca me tomo vacaciones, para no cometer ninguna estupidez. La gente se deja ir en las vacaciones y comete muchos errores y luego termina así, como yo.

Dejo caer mi cabeza sobre la mesa de Steph logrando casi volcar todo el contenido de la taza con el movimiento.

—Ay, Charlotte, no seas tan exagerada—acota Holly dándole un sorbo a su café, bebida que de seguro prefiero estar tomando, aunque sé que solo lograría alterarme más—. Okey, le viste el pene, ¿y? La mayoría de los famosos se ha acostado entre ellos y luego van y hacen películas juntos y no hay ningún drama.

—¿Quiénes? —quiere saber Steph luciendo curiosa de verdad.

—Toby Sinclair y Selena Abbott, por ejemplo, todos saben que tienen sexo cada vez que se ven y luego van y siguen su vida como si nada.

Stephanie abre la boca de par en par genuinamente indignada.

—Pero ¿Selena no está casada hace años? —consulta y Holly asiente dando otro sorbo a su bebida caliente.

—Dice que tiene una relación abierta, pero es solo por parte de ella. El marido no está con otras personas, aunque le perdona las infidelidades por amor.

Continúan su ronda de chisme de farándula y yo las miro incrédula por la situación. Es de no creer lo rápido que se pueden ir por las ramas ellas dos sin un poco de supervisión. Al final me decido a interrumpirlas.

—¿Podemos por una vez en nuestra vida concentrarnos en un solo tema a la vez? —les reprocho—. Necesito que me prometan que no van a decirle a nadie lo que ocurrió entre Isaac y yo.

—Lo que pasa en el crucero se queda en el crucero.

—Eso es en Las Vegas—corrijo a Holly.

—Y si hubiéramos ido a Las Vegas ahora Charlotte no tendría este problema—acota Stephanie.

—¡Allí se hubiera acostado con otro! No sean ilusas.

—¡Ey! —me indigno, pero a ninguna de las dos parece importarle.

—Pero al menos no estaría trabajando con esa persona.

—En eso tienes razón.

—En serio no se puede tener una conversación con ustedes dos—bufo rendida.

No sé ni para que me gasto, la situación no tiene solución. No voy a enfrentar a mi padre y no voy a dejar sin trabajo a Isaac. Sus ojos rogándome que no lo despida aún están clavados en mi mente. Hasta yo tengo mis límites. Aun así, debe entender que no solo por rogar va a conseguir lo que quiera siempre.

Ya que no voy a dejarlo sin trabajo al menos voy a ponerlo a prueba. Si quiere continuar en la compañía va a tener que estar a la altura. Tomo mi teléfono y comienzo a escribir un mensaje a toda velocidad, luego el sonido de la campanita me hace saber que ya lo ha recibido.

—¿Qué haces? —cuestiona Holly con una sonrisa ladina.

—Le acabo de escribir a Isaac que necesito que esté en la oficina en media hora.

—Pero es sábado— el reproche de Stephanie no tarda en llegar, creo que teme que la haga ir a ella también.

—Lo sé. Quiero ver si tiene lo que hace falta.

—¿Lo que hace falta es dejarse explotar por su empleadora?

—No lo estoy explotando, Holly. Es solo una pequeña prueba. Quiero ver si aparece a tiempo y en qué condiciones lo hace ya que el primer día su apariencia era desastrosa y llegó tarde.

—Me suena a una excusa para poder verlo.

Ignoro las palabras de mi prima, que no tienen ningún sentido, por cierto, y me levanto para emprender la ida al trabajo. Para mí no presenta ninguna molestia ir a la oficina, sobre todo porque desde que volvimos de las vacaciones solo pude trabajar ayer. Me coloco los tacones que había dejado al lado de la puerta del departamento de mi amiga y ni siquiera espero el elevador, bajo por las escaleras a prisa golpeando los tacos en cada escalón.

Me subo al coche y manejo sin prisa ni preocupación, me sé el camino de memoria y no es lejos. Al cabo de un rato llego, estaciono en el lugar que tengo reservado y subo hasta el décimo piso. El silencio de la oficina no me resulta chocante. Después de todo, no es la primera vez que vengo en fin de semana, la tranquilidad me da cierta paz que me permite trabajar con mayor concentración.

Camino hacia mi oficina que, como todos los sábados, tiene las persianas blancas cerradas. Coloco la llave en la cerradura, pero me quedo helada al notar que se encuentra abierta. Giro la perilla y al ingresar me encuentro con Isaac inclinado con sus manos en las rodillas intentando recobrar el aliento.

—¡Ja! Te gané.

Se burla, para variar, y se endereza acomodando al mismo tiempo la chaqueta de su traje. Comienza a girar en el lugar con los brazos extendidos.

—¿Qué tal me veo? Bastante bien, ¿no? —el orgullo en su voz es evidente, aun cuando se nota que está agitado.

Lo observo estupefacta mientras da vueltas. Luce un traje que se nota es nuevo, de color azul marino con una camisa blanca, zapatos en punta que imitan cuero negro y un corbatín morado a lunares. El pelo está peinado hacia atrás y prolijamente acomodado detrás de sus orejas. Me encantaría mentirle para molestarlo, pero mi boca abierta debe dejar en claro lo que estoy pensando, se ve increíble. Aunque tampoco me puedo mentir a mí misma, no luce para nada como el Isaac que conozco, por poco que sea. Por lo menos su mirada siempre entusiasmada sigue ahí.

—Es una mejora considerable desde la última vez que te vi, eso seguro—es lo único que decido contestar—. Pero ¿cómo llegaste tan rápido?

—Un mago nunca revela sus trucos.

—Isaac...

—Tengo una moto y muy poca cordura para manejarla.

—Eso lo explica.

—Vamos, no te hagas la dura. Sé que estás impresionada—se regodea y no me encargo de negarlo mientras camino hacia mi escritorio para dejar mis cosas encima de éste—. Te dije que necesitaba este trabajo y voy a hacer lo que haga falta para que estés orgullosa de mí.

No logro explicar la razón por la cual sus palabras me revuelven el estómago así que decido ignorarlo. Inclino mi cabeza para que él también se siente frente al escritorio.

—El lunes a primera hora tenemos que ir a visitar varios cruceros disponibles para la compra. Necesito que me ayudes a realizar un informe de los puntos que no pueden faltar en los mismos. Si vamos a comprar un crucero va a ser el crucero perfecto.

—No esperaba menos de ti.

No le sienta bien el papel de adulador y levanto los ojos para observarlo desconfiada. Le extiendo un papel y lápiz, pero el levanta su mano negando y saca de su portafolio una computadora portátil. El traje es nuevo, la computadora no. Se nota que es un modelo antiguo, veo que está algo golpeada y raspada en cuanto la abre. Me pregunto cuánto le habrá costado conseguirla en su momento y hace cuánto la tendrá.

Una sonrisa se me escapa mientras lo miro. De verdad está comprometido con este trabajo, y esa es una cualidad que encuentro admirable. El pelirrojo joven, despeinado, desprolijo y que maneja su motocicleta a quien sabe cuántos kilómetros por hora con tal de llegar cuando le pido se está tomando esto en serio.

Lanzamos ideas al aire, las anotamos, las borramos y las volvemos a anotar. A cada rato Isaac trae café nuevo y bien caliente para que no dejar de lado la concentración. Perdemos la noción del tiempo trabajando sin parar, recién lo noto cuando mi nuevo asistente personal se pone de pie para encender las luces ya que no entra más sol por la ventana, con un lápiz colgando de la comisura de sus labios y los ojos clavados en el papel que lleva en la mano.

¿Cómo es posible que me sienta tan cómoda trabajando a su lado?

Noto ojeras formándose en sus párpados inferiores, ya no está tan peinado como cuando llegó y no para de bostezar. Un leve sentimiento de culpa se comienza a formar en mi pecho y con un sola mano cierro mi laptop y me pongo de pie.

—Bueno, ya estuvo bien—comienzo al mismo tiempo que guardo mis cosas en mi bolso—. Has hecho un muy buen trabajo.

—¿Terminamos? —el entusiasmo no tarda en evidenciársele.

—Por hoy sí. Es sábado a la noche así que me imagino que debes tener algún plan. Siéntete libre de irte a hacer lo que sea.

En silencio terminamos de arreglar todo y nos dirigimos a la puerta, me deja pasar haciendo un gesto con la mano y caminamos hacia los ascensores para bajar hasta el estacionamiento. Mi auto me espera. En cuanto tintinean las llaves del coche que saco de mi bolsillo escucho que Isaac chifla con los dedos dentro de su boca para llamarme aunque solo me haya alejado unos pasos.

—Charlotte, soy nuevo en la ciudad y no conozco a nadie, lo que significa que no tengo planes para esta noche—su boca sonríe de lado con confianza, pero su voz no esconde la duda—. Estaba pensando que, si tú tampoco tienes planes, tal vez nuestro plan puede ser hacer algo juntos.

Por supuesto que no los tenía, casi nunca, de hecho. Salvo eventos corporativos a los que fuera invitada. Aunque si cuentan estar en el sillón de Stephanie bebiendo una copa de vino y mirando reality shows juntas como un plan entonces sí eran frecuentes. Carraspeo antes de contestarle.

—¿Qué tenías en mente?

En vez de responder levanta su casco con una mano y de una caja enganchada arriba de su motocicleta saco otro, más pequeño y plateado, que también comienza a agitar en el aire.

—Siempre llevo dos, por las dudas, ¿qué opinas?

—Estás loco.

—Sí, pero ¿qué opinas?

—Opino que, en tus sueños, Isaac—ruedo los ojos irritada—. Nunca me subí a una.

—Siempre hay una primera vez para todo.

Y él siempre tiene respuesta para cada cosa que yo diga. Parece que llevarme la contra es la actividad favorita de este chico.

—Estos zapatos no fueron hechos para subir a una moto—me señalo los tacones con molestia.

—Te los sacas y los llevas en la mano, vamos. La vida es demasiado corta, Charlie.

A esta altura ya se había acercado hasta donde me encuentro. Sin dejar de sonreír y con un brillo particular en su mirada extiende el casco plateado hacia mí. Me quedo unos segundos de brazos cruzados hasta que finalmente bufo y se lo arrebato de la mano como si me estuviera obligando. Lo coloco sin cuidado en mi cabeza y comienzo a dirigirme hacia su vehículo dando zancadas cuando su mano agarrando mi muñeca me hace detener.

—Te queda adorable, pero esto—dice pegándose a mi rostro y ajustando la tira del casco que va por debajo del mentón—, tiene que ir así. De lo contrario puede ser peligroso, no debe quedar flojo.

Aunque ya lo ha ajustado sigue con las manos agarradas a la tira. Sus ojos no se separan de los míos y está tan cerca que puedo contar las pecas de su rostro y las pestañas que cuidan su mirada. Su boca entreabierta me deja sentir la cálida respiración chocando con mis mejillas. No distingo cuanto tiempo quedamos así hasta que la incomodidad y la tensión, me hacen dar un paso atrás.

—Vámonos—musito y hago un esfuerzo por subir al asiento de cuero de la moto, cosa que logro después de varios intentos sin perder la compostura.

—Ni siquiera sabes a donde—dice colocándose el casco y subiendo delante de mí con un solo movimiento.

En parte por miedo y en parte porque se me da la gana lo rodeo con fuerza con mis brazos por su cintura antes de hablar: —Aunque no lo parezca, confío en ti. 

˗ˏˋ ★ˎˊ˗

✨Sé que había dicho domingo, pero no me aguanté y lo subí hoy. Espero que les haya gustado✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro