Capítulo 22
El diminuto elevador del edificio de Isaac tiene el tamaño justo para estar con una pierna levantada y la espalda apoyada contra la pared de este, ahora lo sé.
—Creo que... —intento hablar, pero sale entrecortado ya que los labios del pelirrojo no parecen querer separarse de mi boca—, creo que...ya llegó el elevador.
La potente chicharra avisando que estamos parados en el octavo piso está sonando sin parar y preferiría que no ponga en alerta a ningún vecino. Isaac abre las dos puertas antiguas que hacen un chirrido sin quitar su mano de mi cintura o sus ojos de los míos. Me parece sentir que la temperatura sube a más de lo que mi cuerpo puede soportar.
Aún besándonos nos vamos desplazando por el pasillo hasta llegar a la puerta de su departamento. Mi asistente parece tener la cabeza revuelta por la lujuria porque lucha por encontrar las llaves, luego se le caen al piso y por último parece no poder atinarle a la cerradura.
—Oh por Dios, déjame a mí —digo ansiosa y termino abriendo con prisa. Los vecinos ya no me importan ni un poco, necesito entrar con urgencia.
No estoy segura porqué creí que su casa sería un completo y apestoso desorden. Estaba equivocada. El lugar es pequeño, pero está limpio y ordenado a su manera. Tiene adornos por varios lugares, fotos de su familia en las paredes y una heladera usada repleta de imanes de comidas a domicilio. La cocina se divide de la sala por una barra con dos banquetas por lo que puedo sentir el olor a café hecho hace no mucho tiempo. Una consola de videojuegos espléndida parece ser el objeto de mayor valor que hay en su casa, ubicada justo al lado de un televisor un poco viejo.
—Bienvenida a mi humilde morada —exclama frotándose la parte de atrás de su cabeza. Siempre hace eso cuando está incómodo o avergonzado, aunque en este caso no tiene razón para estarlo y quiero que lo sepa.
—Me gusta mucho, de verdad se puede sentir que es tu hogar. Toda tu esencia está presente en cada rincón.
Isaac sonríe de lado viéndose aliviado y sus ojos brillan con renovado deseo. Está por acercarse a mí cuando un demandante maullido interrumpe y un gato redondo y peludo aparece circulando por entre sus piernas.
—¿Me extrañaste, chiquito? —le pregunta a su mascota y se me escapa una risa porque de chiquito no tiene nada.
—¿Acaso estoy en presencia del famoso Cornelio?
—Así es, el único e inigualable.
La conexión entre Isaac y su gato es innegable, o se podría decir que con los animales en general, ya que con su perro sentí lo mismo. Cornelio no se le despega en ningún momento y friega sus cachetes por las piernas del pelirrojo aplastando todos sus largos bigotes en consecuencia. Me agacho a la altura del gato y extiendo mi mano para dejar que me huela y se familiarice con mi olor.
—Cuidado —La advertencia de Isaac me hace retraerme.
—¿Qué pasa? ¿No le gustan los extraños? —inquiero decepcionada. Esa bola de pelo es demasiado adorable y quería hacerle unas caricias.
—No es eso, de hecho, es muy sociable. Lo digo por tu alergia.
—No te preocupes, solo soy alérgica a los perros. Bueno, y al tomate también, pero no viene al caso —agrego y vuelvo a acercarme al gato.
Cornelio maúlla cuando su pelaje hace contacto con mi mano y de inmediato se pone a ronronear. Lo hace de manera tan fuerte que parece el vibrador de mi teléfono y eso me hace sonreír de oreja a oreja. Isaac tenía razón, el gato no sólo es sociable sino también extremadamente mimoso y cada vez me exige más y más caricias. De pronto comienza a apoyar repetidas veces su pata en mi rodilla y asumo que quiere que me siente. Rendida ante su poder felino obedezco y el gato se ubica sin dudar ni un segundo entre mis piernas donde se acuesta con una comodidad envidiable.
—¡Isaac! ¡Isaac, mira! —chillo sin poder esconder mi emoción.
—Los estoy mirando —ríe y muerde su labio inferior con incredulidad.
—¡Me ha elegido!
—Bueno, ya está bien, muchacho —suelta después de unos minutos levantando al gato en el aire y apoyándolo en una banqueta—, que la invité para estar conmigo, no contigo.
Extiende su mano para ayudarme a ponerme de pie y el vestido blanco está ahora repleto de pelos de distintos colores. Los observo y algo resuena en mi interior al darme cuenta de que es algo que antes me hubiera molestado, pero ahora se siente tan cálido y especial.
—¿Para estar contigo dices? —bromeo con picardía.
—B-Bueno, no me refería a eso...pensé que, es decir...No hace falta que hagamos nada si ya no quieres.
—Isaac, quiero volver a hacer esto desde que nos fuimos de esa maldita isla.
Abre la boca para decir algo más, sin embargo, no lo dejo hablar y planto un beso en sus labios callándolo, con una mano rodeando su cuello por detrás y la otra hundiéndose en su, siempre despeinado, cabello rojizo. El sabor de Isaac me hunde en un estado donde mis sentidos parecen dejar de pertenecerme para estar sometidos a su voluntad.
Con un ágil movimiento que me toma por sorpresa me levanta del suelo tomándome por el trasero y haciendo que mis piernas rodeen su cintura para no caer. Isaac no se destaca por su gran altura ni por tener un cuerpo fornido, aun así, se desplaza de la sala a la habitación conmigo a upa como si no le significara ningún esfuerzo.
—Sólo para que sepas, y por si todavía no te habías dado cuenta —empieza mientras me apoya con delicadeza en su cama—, yo también quiero repetir esto desde aquel día.
Por supuesto que me había dado cuenta, tiene la entrepierna marcando tirante la tela de su pantalón desde que entramos. Con su mano aún acunando mi cabeza termina de recostarme. La suavidad de las frescas sábanas cosquillea la piel de mis hombros y mi espalda. Con un hilo de voz le exijo a Isaac que me quite el vestido y él obedece con una mirada oscurecida por el deseo. En esos ojos no queda nada del dulce chico de todos los días.
Primero quita el bretel de un solo hombro y lo desliza a lo largo de mi brazo. Después comienza a bajarlo y cuando mis pechos quedan descubiertos un breve jadeo escapa de entre sus labios desatando placenteros pinchazos en el centro de mis piernas.
—Eres tan hermosa —dice sin dejar de sacarme la ropa hasta que finalmente deja caer la prenda al suelo.
El recorrido que hace por mi cuerpo con su mirada no me intimida, al contrario, me enciende de una manera inexplicable. Me doy cuenta de que necesitaba ser deseada, quería hace tanto tiempo escuchar a un hombre decir esas palabras y sentirlas en serio, sin embargo, no me dejaba a mi misma pensar en eso o siquiera aceptar que yo también anhelo contacto y cariño sincero. Toda la vida creí que me hacía fuerte no necesitar a nadie, pero resulta que me estuve mintiendo a mi misma todo este tiempo.
Isaac se vuelve a pegar a mí, tomando mis senos con suavidad entre sus manos y jugueteando con mis pezones, dejándome sentir, a sabiendas o sin quererlo, su prominente erección contra mi cuerpo.
—¿Tienes protección? —le consulto y el asiente levantándose para tomar con algo de torpeza por el apuro un condón del cajón de su mesa de luz. Se lo coloca con rapidez y vuelve a posicionarse sobre mí.
El resto es historia.
***
Isaac
¿Cómo que el resto es historia? Y una mierda, fue una de las mejores noches de mi vida y merece ser contada.
Charlotte es la mujer más preciosa que jamás he visto. No sé si ella es consciente de ello, espero que sí, pero por las dudas se lo voy a dejar saber esta noche y todas las noches donde tenga la oportunidad, que anhelo sean muchas.
Tomo la base de mi erección para con calma entrar en ella. Estar dentro de Charlie es una sensación de placer al límite y de inmediato cierro los ojos para permitirme sentir todo con la mayor precisión posible. No los cierro de manera voluntaria, es sólo lo que ella genera en mí. Y al parecer lo que yo genero en ella, porque mis suaves movimientos van provocando que los gemidos más perfectos del mundo se hagan presentes en su boca.
En su rostro se dibuja la más amplia de las sonrisas desencadenada por el disfrute. Afirma su agarre clavando sus uñas en mis piernas haciendo que mis movimientos sean cada vez más fuertes y veloces y sus gritos cada vez más excitantes.
—Me encanta —exclama entre jadeos. Por suerte puedo notarlo, aún si no lo dijera, pero me fascina escucharlo de sus labios, me enciende.
Charlotte es una fuerza avasallante, es energía y sensualidad, es poder cada vez que respira y ahora, con nuestros cuerpos conectados de esta manera, puedo sentirlo todo con mayor detalle. Me doy cuenta de que es algo que me gustaría sentir por el resto de mis días.
Ver sus senos moviéndose de arriba hacia abajo me estremece, poniéndome más duro todavía, si es que es posible, y sus pezones oscuros me llaman a probarlos, cosa que hago sin reparo perdiendo la noción del tiempo. Mi nombre se desliza de vez en cuando entre sus suspiros y me siento enloquecer, nunca me gustó tanto escucharlo como en esta noche y viniendo de ella.
Cuando esto ya no es suficiente salgo de su interior para admirarla por completo de nuevo. Paseo mis manos con fuerza por sus muslos, sus caderas, sus costillas. Es deliciosa por donde se la mire. Charlotte se endereza y se coloca arriba mío con agilidad, su rostro no parece querer seguir esperando y comienza a realizar profundos movimientos de cadera que me dejan estúpido. Con cada empuje que propina se sacuden sus rizos haciéndola lucir jodidamente increíble. Si esto pudiera durar toda la noche no me molestaría.
El sonido de nuestros cuerpos perlados por el sudor disfrutándose mutuamente invade las cuatro paredes. Podría jurar que el mundo exterior deja de existir por un instante porque nada me importa más que la figura de Charlie trepidando sobre mí sin parar, con una velocidad cada vez más desenfrenada.
Y es, de hecho, eso mismo lo que siento al terminar al cabo de un rato, que todo se ha detenido, que solo me importa lo bien que le queda la expresión satisfecha que me regala su rostro y el placer salvaje que significa el sexo con ella.
—Eso le ha pateado el trasero a la isla —menciona entre bocanadas intentado recobrar el aliento luego de desplomarse a mi lado.
Pienso en contestarle, sin embargo, ella se recuesta y cierra los ojos con visible cansancio. Entre los nervios por la fiesta, la emoción por el anuncio y lo que sea que la haya hecho llorar, lo comprendo. Además, no hace falta decir más nada, nuestros cuerpos ya han dicho todo.
Me levanto de un tirón para deshacerme del condón y ponerme un pantalón. A Charlie le ofrezco una de mis remeras y nos cubro con las sábanas y una manta porque por las noches ya se siente el frío. Para mi sorpresa, ella se apoya en mi pecho y me rodea con su brazo, dejándome sentir el aroma dulce y frutal que desprende su cabello. Soy consciente de la felicidad que me daría que todas mi noches fueran con ella al lado. En silencio, acompañados nada más que por el sonido de nuestras respiraciones, nos quedamos dormidos.
Bueno, pasaron cosas, gente 🔥🥵🔥🥵🔥🥵Menos mal porque no sé cuánto más hubieran aguantado estos dos.
🤭 Hubo delicioso y doble narrador, ¿les gustó el capítulo?
¿Qué creen que pasará en la mañana siguiente cuando despierten y tengan que afrontar lo que ocurrió? 👀
⋅˚₊‧ ୨୧ ‧₊˚ ⋅ Si están disfrutando de la historia dejen sus votos y comentarios ⋅˚₊‧ ୨୧ ‧₊˚ ⋅
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro