Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

El sol irrumpe por la diminuta ventana de la, ya de por sí, pequeña habitación golpeando mi rostro aún adormilado. La molestia me fuerza a apretar los ojos, negada por completo a la idea de abrirlos y asumir que estoy despierta.

Los tragos de la noche anterior comienzan a hacerse presentes con cada puntada que azota mi cerebro, aunque me gustaría que quedaran como venían, olvidados, enterrados. No sé en que estaba pensando ayer para terminar bebiendo tanto, pero definitivamente me arrepiento. Se vuelve muy lógica para mí la razón por la cual no hago estas cosas en casa. Me digo a mi misma que ese es el camino a seguir siempre, el de la lógica y el sentido común, no el de beber con un extraño en un crucero.

Me remuevo un poco debajo de las sábanas esperando que mis sentidos se terminen de activar. Con eso comienzo a darme cuenta que esta cama no tiene el mismo olor que la mía. Mis ojos se abren de golpe, aterrados, y escanean la habitación lo más rápido que pueden. Es un hecho, no estoy en mi propio camarote. El corazón me da un vuelco y la resaca sumada a la impresión me provocan un fuerte mareo que me obliga a apoyar la cabeza de nuevo en la almohada. Quiero vomitar.

Tengo que salir de aquí lo antes posible. Junto valor para levantarme a medias y lo que noto me pone peor. No llevo puesta mi ropa. En cambio, luzco una camiseta tres talles más grandes que la mía de lo que parece ser una banda de rock o algo así. No la conozco, pero tiene muchas calaveras y es de muy mal gusto.

Acerco el cuello de la camiseta a mi nariz y el desconocido perfume masculino vuelve a desorientarme. Levanto con brusca velocidad la prenda y camino hasta el largo espejo que cuelga en la pared para mirar mi trasero. Suspiro aliviada al ver que al menos llevo puesta mi propia ropa interior, y es la misma que anoche. No debería sentirme tan orgullosa por no haber perdido mis bragas, aun así, no puedo evitarlo. Con los pocos recuerdos que tengo lo considero todo un logro.

De pronto escucho unos sonidos que me alarman provenientes del baño. Recorro el suelo con la mirada intentando buscar un pantalón para no salir huyendo con las nalgas al aire, sin embargo, no consigo hacerlo antes de que la puerta del baño se abra de par en par.

De adentro sale el muchacho de anoche. Tiene su cabello naranja húmedo y despeinado para todos lados. Un cepillo de dientes cuelga de su boca y aunque está llena de espuma de pasta dental puedo notar que está sonriendo con amplitud. Mis ojos siguen bajando sin poder evitarlo viendo una toalla blanca envuelta alrededor de su marcada cintura. Pequeñas gotas de agua se encuentran salpicadas por todo su cuerpo.

—Hasta que decides despertar—suelta el pelirrojo en tono burlón.

—¿Qué hora es? —consulto evitando su mirada.

—Las 12:30.

—¿¡Qué?! Imposible, nunca me levanto más tarde de la nueve—el grito que se me escapa logra darme un dolor de cabeza que me deja de nuevo sentada en la cama.

Isaac se acerca a mí con un vaso lleno de agua helada y un frasco de aspirinas.

—Toma, para el dolor de cabeza.

Luego me enseña la pantalla de su celular demostrando que tenía razón con la hora. Espero que Steph y Holly no estén buscándome por todos lados. Explicarles que pasé la noche con un completo desconocido no es precisamente algo que me entusiasme. Ya me las imagino chillando y matándome a preguntas. Lo que me lleva a un asunto muy importante.

—¿T-tú y yo no...? — no logro terminar la frase, me limito a señalarnos repetidamente esperando que entienda a dónde quiero llegar con esto.

—Por supuesto que no. Ibas ebria como para tres días—contesta con pasta de dientes y espuma aún en su boca, luciendo un poco indignado de que yo pensara que se había aprovechado del estado en el cual me encontraba anoche.

Cierro los ojos aliviada y me permito relajar los hombros encorvándome un poco sobre el colchón.

—¿Entonces por qué amanecí en tú habitación, con tú remera y las nalgas al aire?

La pregunta lo hace reír con suavidad. Se dirige al baño y escucho que enjuaga su boca antes de volver.

—La misma razón. No podías conectar dos ideas y tus balbuceos no fueron suficientes para que yo lograra entender qué número de camarote tienes. Te traje aquí, vomitaste en mi inodoro lo que, al parecer, fue la cantidad equivalente a tu propio peso y ensuciaste tu ropa, así que te cambié y te ayudé a acostarte en la cama. Si te deja más tranquila intenté cambiarte mirando hacia otro lado y yo dormí en aquel sillón—dice señalando con su cabeza a una esquina de la habitación donde una pequeña butaca de aspecto incómodo reposa.

Las imágenes de la noche anterior van volviendo a mi mente a medida que habla y desearía que me trague la tierra. Mis mejillas arden por la vergüenza. Supongo que Isaac nota mi incomodidad porque se acerca despacio con unos pantalones deportivos negros en la mano y los extiende hacia mí. Levanto la vista para agradecerle antes de tomarlos cuando noto que al estar sentada en la cama su entrepierna queda demasiado cerca de mi rostro.

—¡Por Dios! ¡Cúbrete un poco que se te está saliendo para todos lados! —chillo quitándole el pantalón con brusquedad para enterrar mi cara teñida de rojo en el mismo.

No puedo evitar hacer una nota mental: comprar toallas más grandes para nuestro crucero.

La carcajada de Isaac es tan grande que inunda todo el lugar y por alguna extraña razón logra relajarme casi de inmediato.

—Te acabo de dar mi último pantalón limpio y así me agradeces.

—Eres un asco—replico mientras ruedo mis ojos—, pero gracias.

Aprovecho que vuelve a retirarse al baño para ponerme la prenda que me prestó. Por suerte no me queda tan grande, aunque sí se amontona la tela en mis pies por nuestras diferencias de altura. Me dirijo hacia la puerta lista para partir. Sin embargo, algo a último momento me hace frenar y esperar que Isaac salga del baño para agradecerle una vez más y disculparme, sobre todo por la parte del vómito. Al cabo de un rato vuelve a aparecer, ahora vestido por completo.

—Pensé que no tenías más pantalones limpios—señalo aparentando estar ofendida por su engaño.

—Y era verdad. Este lo di vuelta del revés.

Como respuesta al desagrado que me dio su comentario mi cara se frunce en un gesto poco atractivo haciendo que el maldito se ría de mí. Es como si siempre fuera un paso más adelante que yo y siempre termino cayendo en su infantil humor.

—En fin—interrumpo su risa denotando mi molestia—, gracias por la ropa y disculpa por todo lo de anoche. No se va a volver a repetir. Jamás.

—Si tú lo dices...

Me calzo mis zapatos y abro la puerta con rabia. No logro entender por qué me irrita tanto su mirada socarrona.

—Por cierto, Charlotte—dice y me giro para enfrentarlo—. Tus ronquidos son preciosos.

No logro descifrar si me molestan más sus palabras o su estúpida sonrisa intentando contener una carcajada, mas no me quedo a descubrirlo. Me voy cerrando la puerta de un fuerte golpe que la hace retumbar.

No sé quién se cree que es este maldito mocoso, y tampoco sé por qué me enfada tanto saber que me ha escuchado roncar y vomitar, todo en una misma noche. Pero ya nada de eso importa. Esta va a ser la última vez que me cruce con Isaac.

***

Intento recordar la clave de la habitación de Holly y Steph, aunque los nervios de que alguien me vea a esta hora con esta ropa y mis rulos despeinados para todos lados me juegan una mala pasada y los números no vienen a mi mente. Muerdo la uña de mi dedo gordo con ansiedad. Piensa, Charlotte, piensa. Empieza con ocho, eso seguro.

Sacudo la cabeza de lado a lado al pensar que mi apariencia le haría creer a cualquiera que tuve una noche de sexo desenfrenado, cuando solo me la pasé pegada al inodoro. Que ridícula.

Me quedo dura cuando visualizo por un fugaz instante cómo sería una noche así con él. O con quien sea, en realidad. Nunca he hecho algo así, conocer a alguien en un bar y pasar la noche con esa persona. Holly me llamaría aburrida, pero a mí la situación no me resultaría llevadera. Hasta pensarlo me tensa.

Basta, necesito concentrarme. Oprimo 8-3-5-1 en la pequeña pantalla frente a la puerta del camarote y escucho el click que hace al destrabar. Ingreso rápidamente a la habitación y cierro de la misma manera apoyándome contra la puerta dejando salir un leve suspiro de alivio, alivio producido por haber superado el momento con el éxito de no haberme cruzado a nadie.

Tengo que dejar de preocuparme tanto por lo que piensen los demás, lo sé. Pero hoy no es el día para eso.

Abro los ojos e intento acostumbrarme a la oscuridad del lugar, evidentemente todavía siguen dormidas. Puedo escuchar un leve ronquido que reconozco en Holly. Stephanie no debe estar feliz de estar compartiendo habitación con mi prima, pero la empresa solo nos pagaba el viaje a los empleados y Holly no trabaja en la compañía. Igual quiso unirse a nuestra pequeña escapada, aunque sin pagar una sola moneda, por lo que se coló en el camarote de Steph.

Intento acercarme a Steph en el medio de la oscuridad para despertarla. Me inclino sobre la cama y acaricio la figura que por poco logro distinguir, pero quito mi mano con velocidad. Mi amiga no es tan musculosa, ni tan peluda. Hago un enorme esfuerzo en mantenerme sigilosa para abrir un poco la cortina y dejar entrar algo de luz para comprobar mis sospechas, Steph no está sola en su cama. A su lado duerme el empleado de seguridad con el que estuvo bailando la noche anterior, si mi memoria teñida por el alcohol no me falla.

Me volteo a ver la cama de Holly y, por supuesto, ella también está acompañada, en este caso por Tara. Perfecto, parece que soy, nuevamente, la única que no tuvo acción anoche.

Por un lado, me alivia que no me hayan visto así, pero al mismo tiempo necesito hablar con alguien. Bufo mientras pienso mi próximo paso, que resulta ser hacerle caso al rugido de mi estómago e ir hacia el bufet a almorzar. Me giro y esto a punto de llegar a la puerta cuando una mano me sostiene con fuerza de la muñeca dejándome en un grito ahogado.

—Casi me matas de un puto susto—susurro con los dientes apretados cuando me giro encontrándome con Holly—. Estabas dormida hace un segundo.

—Me despertó el olor a comadreja escurridiza—suelta sonriendo de lado y mirándome de los pies a la cabeza—. Esa no es tu ropa, a mí no se me escapa nada.

—Me desperté temprano para hacer ejercicio y tuve que comprar ropa en el gift-shop porque me encerré fuera de mi habitación.

—¿Crees que nací ayer? ¿Tienes idea acaso de la cantidad de veces que llegue a mi casa viéndome justo igual que tú ahora mismo?

—N-no, yo...

—Vamos, mi resaca necesita alimentos grasosos y chismerío—suelta y me agarra del brazo para salir juntas al pasillo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro