Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Mi concentración está puesta en las vetas de leche mezclándose con el café mientras lo mezclo lentamente. De vez en cuando miro hacia arriba y veo a Warrin hablando con entusiasmo sobre algo, pero no logro prestarle atención, solo asiento para que crea que lo estoy escuchando.

Mueve mucho las manos cuando habla porque eso lo hace sentir importante, lo sé, lo conozco. Sin embargo, no logro que me importe lo que tiene para decir, por lo general solo habla de él sin reparos. No recuerdo la última vez que me hizo alguna pregunta sobre mí. Mi mente se va hacia atrás intentando encontrar el último momento donde lo haya hecho, mientras observo perdida el lunar sobre el lado izquierdo de su boca moverse con cada palabra que pronuncia.

Yo me metí en esto, así que tengo que aceptarlo.

—¿Entonces? ¿Dices que sí?

Su pregunta me toma desprevenida, no tengo ni un poco de idea de lo que me está preguntando. Los nervios se apoderan de mí al instante.

—Sí, por supuesto—contesto apurada por la presión sin saber a qué estoy accediendo.

Me maldigo internamente por ser tan estúpida. Tendría que haberle preguntado y ya, pero sé que, así como yo lo conozco mucho, él me conoce a mí, y si me nota distraída empezará a hacer preguntas que no tengo ganas de responder.

—Genial, no sabes como me salvas la vida. Y la vamos a pasar muy bien, ya verás—sonríe satisfecho. El único problema es que cuando Warrin sonríe, le ofrece la misma sonrisa a todo el mundo.

Le devuelvo una mueca que intento no signifique nada, porque no entiendo a qué acabo de acceder, no la paso muy bien en la mayoría de los lugares que frecuento así que elijo no creerle. Con un movimiento de la mano llama a la camarera y le pide la cuenta. Me termino de una sentada el café que queda en mi taza antes de pagar e irnos.

Cuando estamos en la puerta de la cafetería me acerco a Warrin para despedirme, sin embargo, él se tira hacia atrás con calma.

—No te preocupes, voy a acompañarte a la oficina.

—¿Qué? ¿Por qué? — pregunto de manera algo brusca por mi sorpresa.

No es común que Warrin sea tan dependiente o apegado, somos dos personas bastante ocupadas y eso se refleja en la escaza cantidad de tiempo que pasamos juntos.

—¿Cómo que por qué? Soy tu prometido, ¿acaso no puedo tener ganas de pasar tiempo con mi futura esposa y que nos vean juntos?

Aunque mantiene una cara amable puedo notar la irritación en su tono de voz. Eso de disimular con tal naturalidad viene de familia. La madre de Warrin es una importante figura política y está intentando llevar su carrera hacia una futura presidencia en algunos años. Es un tipo de falsedad con la que he aprendido a convivir en mi día a día, por más que me desagrade. Aun así, mi estómago se revuelve.

Mi prometido llama por teléfono a su chofer y en cinco minutos aparece la impoluta camioneta negra en la entrada de la cafetería. Me abre la puerta para dejarme entrar y el resto del viaje lo transcurrimos sin emitir una sola palabra, lo único que se escucha es la manera en la que Warrin escribe en su celular a toda velocidad.

Al llegar es el chofer quien me abre la puerta y cuando bajo Warrin se aparece a mi lado luciendo una sonrisa esplendorosa, rodea mi brazo con el suyo y de pronto comienzo a escuchar bullicio y flashes de cámaras sobre nuestros rostros. Intento apurar mi paso para llegar rápido dentro del edificio, pero él tiene otros planes, puedo notar en su mirada que sabía que iban a estar esperándonos. En cambio, yo luzco aterrada.

—¿Ya tienen fecha para la boda?

—¿Cuándo empezarás a buscar quedar embarazada, Charlotte?

Las cámaras parecen atacarme, los periodistas no paran de gritar sus preguntas en mi cara logrando marearme. Warrin las contesta con encanto, sin verdaderamente responder nada concreto, y saluda a todos, me expone obligándome a lucir una forzada sonrisa hasta que tironeo de su brazo para entrar lo antes posible.

Una vez adentro me suelto de su agarre con brusquedad.

—Lo arreglaste tú ¿verdad? Los contactaste cuando estábamos en el coche.

—Oh, vamos, Lottie...

Escucharlo llamarme así me pone furiosa.

—¡Sabes que me ponen incómoda!

Tengo todas las oportunidades que existen para exponerme y ser una figura pública, pero no me gusta ese estilo para nada. Mi perfil bajo no es solo algo de lo que me enorgullezco, es también algo que necesito. La ansiedad que me genera la obligada exposición que acabo de vivir me da náuseas y me apresuro hasta los elevadores, presionando el botón de subir con insistencia.

—Estás haciendo una escena delante de todo el mundo—musita tomándome por el codo, paseo mi mirada por la recepción del edificio y noto que tiene razón al descubrir tantos ojos posados en nosotros dos.

—Seguiremos hablando en el ascensor—demando y el asiente.

Las puertas dobles se abren ante mí y subo sin mirar atrás, Warrin me sigue. En cuanto se cierran me vuelve a burbujear la sangre.

—Estoy seguro que entiendes que tanto mi madre como yo necesitamos elevar nuestra imagen pública, Charlotte—su voz es calmada, como si estuviera rogando que me pusiera en sus zapatos—. Ella me pidió que lo hiciera, y te estima muchísimo, eres como la hija que nunca tuvo.

—Y estoy segura de que tu entiendes que no me resulta cómoda esa clase de falsedad y exposición.

—Lamento informarte que sabías a que clase de vida accedías cuando aceptaste la propuesta de casamiento.

Me quedo helada ante sus palabras. Sí, sabía a qué estaba accediendo, no tengo a nadie a quien culpar más que a mí. Mis ojos no se mueven de los suyos y puedo sentir como empiezan a escocer. Hace mucho tiempo no sentía tantas ganas de llorar como justo ahora. Por alguna razón el que elija discutir en vez de intentar consolarme me destroza.

—La próxima vez me avisas de antemano o no me bajo del coche—susurro apretando la mandíbula y cerrando mis manos con fuerza en dos puños—. Es lo mínimo que espero, saber a qué tengo que enfrentarme y no que me tomen desprevenida como a una estúpida.

Cuando la última palabra sale de mi boca las puertas del elevador se abren. No me quedo a esperar una respuesta, plancho mi falda con las manos, carraspeo y me enderezo para salir primera, marcando mi confianza con cada paso que doy hacia mi oficina. No voy a dejar que ninguno de mis empleados me vea siendo débil.

—Charlotte, ¿estás bien? —Stephanie apura su paso en cuanto me ve llegar para colocarse al lado mío y caminar juntas—. Vi desde la ventana el amontonamiento de gente en la puerta.

Mi amiga frota su mano por mi espalda porque sabe que detesto el tipo de situaciones que acabo de vivir. Le dedico una mirada que lo dice todo y ella asiente enseguida. Al llegar a mi ofician me abre la puerta y los tres ingresamos.

Para mi sorpresa, Isaac Hill se encuentra adentro, en un traje gris oscuro que nunca le he visto hasta ahora, por lo que asumo se ha comprado otro más. La tela se ve algo barata, pero verlo de pie, sonriendo, intentando, dando lo mejor que puede dar con las circunstancias, genera algo inexplicable en mi interior. Me distiende tanto que siento que las lágrimas podrían empezar a fluir en serio.

—Oye, Charlie—suelta acercándose a mí y agarrándome por los hombros—. No te ves muy bien.

Lo veo levantar la mirada hacia Stephanie. No sé qué le dice ella que logra que me suelte. Se le escapa de los labios un sonido avergonzado y se retira de la oficina sin más. No quería que lo hiciera, quería que siguiera sosteniéndome hasta sentirme mejor, aunque me cueste admitirlo sé que es así.

Warrin toma asiento y Steph se está por ir al igual que Isaac, sin embargo, mi prometido la llama con un gesto de la mano. Ella se acerca lentamente sin apartar su mirada de mí y le consulta qué necesita. Conozco cuánto le moleta que sea así con ella, después de todo no trabaja para él.

—En una semana hay una gala benéfica organizada por mi madre a la que, por supuesto debo asistir, y nuestra bella Charlotte ha accedido a acompañarme, así que, por favor, Steph, tacha esa fecha en su agenda para que no pueda arreglar otros compromisos.

Con que a eso acepté ir cuando estábamos en la cafetería. Tengo ganas de golpear a la Charlotte del pasado por no haber prestado atención.

Stephanie busca primero mi aprobación, se la doy con una desganada inclinación de cabeza, ella lo anota y se va.

En vez de sentarme al lado de Warrin, decido hacerlo en la silla de mi escritorio. No sé cuánto tiempo más planea quedarse, ya montó su pequeño circo en la entrada y logró que todos nos vieran juntos, así que asumo que su tarea aquí ya ha terminado. Teniendo en cuenta eso me pongo a trabajar de inmediato.

Estoy ocupada en mi notebook revisando emails que debo contestar con suma urgencia cuando la voz de Warrin me interrumpe. Al principio lo ignoro pensando que está en otra llamada, después de todo, estuvo hablando por teléfono más o menos desde que llegó.

Él vuelve a hablar, esta vez más fuerte: —¿Desde cuándo tiene el chico tanta confianza contigo?

—¿De qué hablas? — no intento hacerme la desentendida, simplemente tengo la mente en otra cosa y tardo en entender— ¿Te refieres a Isaac?

—Estoy hablando de tu nuevo asistente, el chico ese con el cabello revoltoso y el traje barato.

—No seas desubicado—le indico y el suelta una risotada incrédula.

—No me vas a decir que no lo notaste. Conoces la ropa cara, Charlotte, y ese traje era de todo menos valioso.

—No tengo ganas de hablar de esto, estoy trabajando, tú deberías ir a hacer lo mismo.

Me gustaría poder decirle que no lo noté. También me gustaría que no me afecte tanto la manera en la que está hablando sobre Isaac. Siento una necesidad imperiosa de defenderlo.

—No cambies el tema tan rápido, te pregunté desde cuándo tiene tanta confianza contigo.

—No sé a qué te refieres— me hago la tonta tecleando sin cuidado en la computadora.

—A que te llama Charlie, te toma de los hombros. Mejor dicho, lo dejas llamarte Charlie, lo dejas tocarte.

La manera en la que enfatiza las palabras me hace dedicarle una mirada cargada de ira que él decide ignorar, para sorpresa de nadie.

—Es solo su forma de ser, Warrin. Es un chico joven y simple. Se crio en un pueblo pequeño, ahí todos se conocen. Es normal que sea así.

—¿Y es normal que tú lo dejes? —cuestiona y ruedo los ojos cansada de esta situación—. No me hagas ese gesto ¿Ahora te da pena el pobre idiota?

Al parecer ese insulto fue mi límite. Me pongo de pie con rudeza casi volteando mi silla y golpeo el escritorio con ambas manos.

—¡Cuida tus palabras!

—Dios mío, Charlotte ¿Por qué lo defiendes tanto? —su expresión se ve genuinamente desconcertada.

—Porque...Porque...—no tengo una respuesta satisfactoria para brindarle, ni siquiera una concreta, así que digo lo primero que me sale de la mente—, porque fue contratado personalmente por mi padre. Si insultas a Isaac estás insultando el criterio de quien es tu suegro y presidente de esta compañía, de la cual tu propio padre también forma parte, te recuerdo.

—Está bien, cariño— suelta Warrin levantando las manos rendido y con voz conciliadora—. Tienes razón. Discúlpame.

Al principio duda, pero luego se acerca hacia mí, planta un sonoro beso en mi frente y se retira. Sé que mi actitud le resulta sospechosa y sus ojos me lo dejan saber. Warrin no está a gusto con la situación ni con Isaac. En cuanto la puerta se termina de cerrar se me escapa un suspiro agradecido.

Empiezo a escribirle un mensaje a Isaac para que venga cuando justo se asoma con dos tazas de café y una expresión amable, como de costumbre. Me pregunto si es consciente de que se le nota la bondad en los ojos.

—Stephanie me contó todo—dice ofreciéndome una de las bebidas— ¿Estás mejor?

—Sí, no fue nada, gracias por preguntar—explico antes de llevar la taza a mis labios y dejarme conquistar por el delicioso aroma a café—. Por cierto, Isaac, te ves muy bien hoy.

—¿De verdad lo crees? —se entusiasma al instante, parece un cachorro, nada más le falta mover la cola—. Me compré esté traje en una feria americana, pero me pareció que estaba en perfecto estado. Todos aquí tienen ropa tan bonita, no me quiero quedar atrás.

—Creo que es un traje maravilloso.

La sonrisa que se dibuja en su cara es radiante,tanto que desearía que nunca la perdiera. Luego nos quedamos en silencio hastaterminar el café. 

💌¡Hola! Este capítulo me gusta mucho por la manera en la que ella lo defiende y que vayan conociendo más a Warrin. 

Espero que a ustedes también les haya gustado, si fue así no olviden dejar sus comentarios y estrellitas, significan muchísimo ✨🥰 ¡Que tengan una bonita semana!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro