En noches como esta,
solo quiero arrancarme el corazón.
Enterrarlo,
alejarlo,
y nunca más sentirlo.

No cargarlo,
no pensarlo,
solo recostarme,
e inundarme.

No volver a presionarlo.
No volver a ahogarlo.
Solo cerrar los ojos,
y olvidarme.

Pero lo tengo pegado,
y estampado a mí.
Porque por siempre,
parece,
que será así.

Así que solo déjenme enredarme,
taparme,
escabullirme,
que de mi corazón hoy,
vivo la prisión,
y para eso,
jamás,
parece,
que habrá
solución.

Me aprieta,
me inquieta.
Y no me permite dejarlo de cargar.
Me inmoviliza.
Y de ahí ya, basta de tranquilidad.

Hasta que pasa el caos,
el ahogo,
y la destrucción,
y se encoje.
Y lo aleje.
Lo aleje todo.
Y por eso,
después,
me esconde.

Me recuerda
porque
solo estoy.
Y si no,
entonces,
decirme porqué
sería mejor.

Porque para mí,
la compañía no es buena opción,
los destruyo,
rompo,
alejo sin compasión.
Los lastimo,
y harto,
y es un enredón.

Por eso,
sí que mataría,
por poder arrancar,
este corazón,
pero al final,
que más da,
al fin y acabo,
todo esto,
ni siquiera tiene explicación.