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Capítulo 12: "Amistad"

CRÉDITOS A LA EDITORA: @Natalia_Ballesteros

Pov's Matt

¡Carajo!

Me odio a mí mismo justo en el momento que veo a Lía escaparse de mis brazos e irse prácticamente corriendo a su habitación.

Me odio por ser tan cobarde, por no decirle lo que de verdad extraño de ella.

Claro que la extraño en el ámbito sexual, pero no podía asustarla diciéndole que extrañaba sus cálidos labios despertándome en la mañana, que extrañaba sus abrazos alrededor de mi cuerpo, sus travesuras, sus ocurrencias, su sonrisa, la paz y comodidad que me da estar con ella. Mí Lía, esa Lía que me hacía perder en su mirada azulada de la que no quería volver, esa mirada que ahora me rehuía.

Solo quiero que todo vuelva a ser como antes, tenerla entre mis brazos, sostener su carita y llenarla de besos.

Mierda, la necesitaba tanto.

Lía siempre fue muy asustadiza con respecto a las parejas formales, así que no iba a convencerla de volver conmigo por el lado romántico, así que iba a intentar seducirla, no era tan difícil, la conocía más que a mí mismo, conocía su cuerpo; cada centímetro de él, cómo reaccionaba a mí.

Sabía que ella nunca quiso una relación de novios conmigo, por eso nunca intenté nada, preferí tenerla como "amiga con beneficio" que no tenerla y no poder tocarla ni poder demostrarle cuánto la quería, mentira la amaba.

La amaba.

Mierda, la amaba.

Era cierto que muchas veces de adolescentes insinúe mis intenciones de una relación seria pero ella decía que no estaba preparada, yo lo sabía, Lía tenía miedo a que le rompan el corazón.

Ese corazoncito estaba cubierto por una capa de escarcha que yo quería descongelar, aunque no sé si lo había logrado, Lía había cambiado un poco, con la adolescencia se había vuelto un poco más cariñosa pero sabía que le costaba expresar sus sentimientos, fue un gran paso cuando me dijo "Te quiero" casi comencé a saltar como idiota la primera vez.

Yo también tenía miedo de que me lastimaran pero con Lía era como si actuara por impulso propio, cada cosa que le decía o hacia me nacían naturalmente.

En cuanto comenzó todo, le entregué mi corazón, no quería que me lo devolviera, eso solo le pertenecía a ella, solo a ella. Con ese pensamiento, solo llegué a una conclusión en aquel entonces estaba enamorado de Lía y debía vivir ocultando mis sentimientos si no quería perderla.

Me levanto del sillón en el cual me había quedado solo hace rato, para dirigirme a mi habitación tirándome en la cama, la cual se sentía grande y fría para una sola persona.

Mis ojos se van cerrando por el cansancio, había sido un día agotador en el trabajo y mañana esperaba otro igual, pero antes de dormirme definitivamente una mirada azulada penetra mi mente acelerando mi corazón y con el recuerdo de sus ojitos me duermo.

. . .

Llego al último piso en donde se encuentra mi oficina después de dejar a Lía en su escritorio. Normalmente ella entra más tarde pero dijo que tenía mucho trabajo así que decidí traerla.

—Hola, señor —Saluda Amelia, mi secretaria en cuanto me ve bajar del ascensor.

—Hola, Amelia. —Me acerco para saludarla con un beso en la mejilla —¿Cuántas veces te dije que no me llamaras señor? —La observo de forma acusatoria por lo que los dos reímos.

—Muchas Matt. —Suspira.

—Así me gusta —Amelia era amiga de la familia, me conoce desde que soy niño.

—Matt, la señorita Paz ya llegó. —Me avisa antes de que entre a mi oficina haciendo que mis nervios se eleven mucho.

No estoy listo.

—¿Ella está en mi oficina? —Le pregunto con nerviosismo tratando de calmarme.

Vamos Matt, se valiente, solo debes dejarle claro lo que quieres.

Amelia asiente. Entro a mi oficina y Melissa se encuentra sentada frente a mi escritorio en una de las sillas, murmura algo mientras sus piernas no se dejan de mover con nerviosismo. Todavía no se percató de que entré.

—Buenos días, señorita Paz. —Aclaro mi garganta y ella pega un salto en su lugar para luego levantarse.

—B-buenos días —Se acerca y estrechamos las manos.

—Tome asiento, por favor —Le ofrezco una vez que estoy detrás del escritorio, ella solo susurra un gracias —¿Quiere tomar un té, un café, algo? —Ella parece dudar —.Tengo muchas cosas que aclarar sobre el contrato, no será una junta rápida. -Advierto un poco divertido.

—Un café está bien —Ella saca un portafolios, supongo que ahí lleva su copia del contrato.

—¿Amelia, podrías traer dos cafés, por favor? —Me comunico con Amelia a través de una llamada.

—Claro, Matt —Sonrió al notar que no me dijo señor. Me vuelvo a enfocar en Melissa.

—Hablé con mi padre y me dijo que podíamos modificar algunos puntos del acuerdo, sacar o poner cualquier cosa.— Hablo mirando a Melissa quien se remueve incómoda en su asiento-Adelante. —Elevo la voz cuando escucho que Amelia toca la puerta permitiéndole que pase.

—Gracias. —Decimos Melissa y yo cuando nos deja el café en el escritorio.

—Puedes retirarte Amelia —Digo. Espero paciente hasta que la puerta de mi oficina vuelve a cerrarse para hablar —.Las damas primero —Me dirijo ahora a Melissa en cuanto estamos solos.

—Bueno, yo quería cambiar la fecha en la que se realiza el casamiento. —Susurra buscando ese ítem en el contrario — .Pagina uno ítem tres, dice que dentro de seis meses. —Le señala mientras yo lo busco en mi copia, asiento cuando lo encuentro —Quisiera que lo extendiéramos. —Pide ahora un poco más segura.

—¿Cuánto tiempo? —Pregunto ahora un poco más feliz, no me emocionaba la idea de casarme.

—Un año —Veo en sus ojos una pisca de esperanza —.Debo arreglar algunos asuntos —Susurra lo último.

—Por mi está bien. —Digo desajustando un poco mi corbata.

—Tú turno. —Dice ella tomando de su café. Melissa es una mujer Bonita pero no era Lía.

Busco los ítems que había marcado anteriormente y leo "consumar matrimonio".

—Pagina cuatro ítem dos. —Le digo pero no le doy tiempo a leer cuando continúo —No tendremos sexo. —Ella se atraganta con su café —No pretendo ofenderte, eres una chica bonita, pero no podría hacerlo. —No podía hacerle eso a Lía.

—No había leído eso —Se apresura a decirme — .Totalmente de acuerdo —Resopla sacándome una risita —Mi turno. —Busca en unas páginas más adelante —Página siete, ítem cuatro. — "Acuerdo de fidelidad" leo rápidamente —Por mí no tienes que ser fiel, ni antes ni después del matrimonio. —Me mira.

—Tú tampoco —Tomo un poco de café — ¿Tienes novio? —Le pregunto y ella se pone pálida.

—Eh... —Aparta su vista de la mía —Algo así. —Se deja caer sobre su silla y ahí es donde todo tiene sentido, ella está en una situación parecida a la mía.

—Escucha... —Hablo para que me mire, sus ojos se encuentran un poco aguados derrepente —Yo sé que esto es difícil —Ella deja de mirarme para tapar su cara —.Te entiendo —Me paro rápidamente cuando escucho un pequeño sollozo por parte de ella, no lo pienso mucho cuando me acerco para arrodillarme frente a su silla y quitarle las manos de la cara. —Ey, escucha, no llores. —Limpio sus lágrimas, sintiendo total empatía hacia ella, era la única que podría llegar a entenderme.

—Lo siento —Susurra con sus ojos perdidos —Es que es difícil. —Dice angustiada, tenía razón.

—Lo sé —Atraigo una silla que estaba al lado de ella y me siento —Pero podemos hacerlo más llevadero, y-yo jamás te obligaré a nada. —Ella me mira sorprendida —Haremos esto: finjamos ante todos que somos pareja pero en la intimidad solo somos amigos ¿Qué te parece? —Trato de darle una sonrisa, ella sonríe feliz.

—Me parece bien. —Suspira y termina de limpiar sus lágrimas —No eres como pensé. —Levanto una ceja mostrándole que no entendí —Bueno, pareces alguien frio y distante y que no te importan los sentimientos de los demás —Dice ya un poco más cómoda, me sie to un poco ofendido —.Estoy segura de que podemos ser buenos amigos —Lo cierto era que en mi trabajo solía ser muy serio, pero era mi trabajo, no podía ir riéndome por todas partes —¿Y tú tienes novia? -Pregunta sentándose derecha.

—No lo sé. —Suspiro y ella me mira con una mueca.

—¿Es por lo del matrimonio? —Asiento —¿Es ella? —Señala el portarretratos que tiene una foto mía con Lía.

—Si... -Suspiro —¿Y cómo se llama tú pareja? —Pregunto cambiando de tema sacando mi corbata, ya estábamos en confianza y no aguantaba más esa maldita corbata.

—Ada —Suspira embobada mirando a otra parte.

—¿Ella no es tu asistente, con la que viniste el otro día? —Pregunto y Melissa asiente —¿Hace cuánto tiempo estás con ella? —Pregunto curioso.

—Dos años y medio —Sonríe, se nota que esa chica la hace feliz —¿Y tú con ella? —Agarra el retrato para observarlo mejor.

—No somos pareja pero comenzamos a "estar juntos" —Simulo comillas —Cinco años y medio.

Uff...Ni ni yo me había dado cuenta de que estábamos hace tanto.

—Wow, cuanto tiempo —Sonrío -—¿Pero por qué no son pareja? Claro, si quieres hablarlo dime si no, no. —Se enredó con sus palabras.

—Tenemos una relación rara, somos amigos y novios o algo parecido. —Paso las manos por mi pelo totalmente confundido, seguro igual que ella.

—Son amigos con derechos. —Dice normal y me sonrojo por estar hablando de esto, pero se supone que Melissa debe saberlo, si quiero que nos llevemos bien, asiento —¿Solo se acuestan, no hay amor? —Pregunta algo sorprendida.

—Si fuera por mi, si. —Suspiro.

—Estoy segura de que tú le gustas, hasta podría decir que el otro día que me vio en tu oficina sintió celos. —Comenta divertida.

—Si, después de que le conté del trato me terminó. —Ella deja de sonreír y toma mi mano.

—Lo siento tanto, pero oye, estás comprometido de mentiritas. ^Me rio ante sus palabras.

—Si, eso hay que hacérselo entender a ella —Melissa hace una mueca.

. . .

Luego de que Melissa se fue me quedé terminando mi trabajo, estaba con muchas cosas retrasadas.

Creo que puedo tener una buena amistad con Melissa, quedamos para salir otro día y hablar para conocernos, después de todo dentro de un año viviremos juntos. Es mejor que nos llevemos bien.

—Hijo —Mi padre asoma su cabeza por la puerta —¿Cómo se encuentra mi primogénito? —Me paro y él se acerca para abrazarme.

—Bien, padre —Nos sentamos uno en frente del otro. A pesar de que trato de evitarlo una sensación de disgusto llega junto a él —.Ya tengo los papeles del contrato para eso te llamé. — Explico tratando de sonar profecional —Melissa y yo ya firmamos pero solo se mantendrá el acuerdo si se cumplen nuestras condiciones —Mi padre asiente.

—Gracias, hijo estoy muy feliz, gracias a ti esta compañía se salvará. —Muerdo mi lengua para no soltar nada de más, papá estaba haciendo las cosas mal y yo no podía hacer nada . Agarra los papeles —Bueno, me voy rápido; tengo una junta con Emilio Paz para discutir sobre esto —.Llaman al teléfono de mi padre —Aguarda un segundo, hijo —Atiende.

Lo del acuerdo surgió cuando la empresa invirtió en un proyecto que no salió como el gran Federico villar, mi padre, había planeado, lo que llevó a la perdida de una suma importante de dinero dejándonos inestables económicamente, por lo que tenemos la necesidad de asociarnos a otra empresa para estabilizar la nuestra.

El trato consiste en un matrimonio aceptado por ambos individuos, o sea, ósea Melissa y yo. Si queríamos salvar la empresa familiar y mantener nuestros sueños en pie debíamos hacerlo.

—Escucha hijo llamaron de la sucursal de Florencia, tienes que asistir a una junta en representación de la empresa principal. —Su anuncio logra emocionarme, este es mi primer viaje de negocios —La junta dura entre dos o tres semanas. —Asiento serio.

—¿Cuándo debo irme? —Le pregunto.

—Dentro de dos semanas tienes programado tu vuelo. —Asiento —Ah, dijo tu madre que quiere que vayas a cenar esta noche. —Sonrío, hace rato no la visitaba por el trabajo.

—Dile que allí estaré, veo si puedo salir más temprano. —Me levanto —Te acompaño a la puerta, debo hablar con Amelia. —Ambos salimos por la puerta.

—Adiós Amelia, estas invitada tú también a la cena de esta noche. —Dice mi padre luego de que se estrechan en un abrazo. Amelia era alguien importante en nuestra familia, para mi padre una hermana.

—Claro, ahí estaré, mándale mis saludos a Lilian. —Dice y mi padre asiente para luego irse.

—Amelia, ¿Podrías cancelar todas mis citas a partir de las ocho treinta? —Ella asiente —Es que quiero ir a bañarme antes de la cena. —Explico aunque no debería hacerlo, yo soy el jefe.

—Claro, Matt, ya organizo todo —Teclea en su computadora.

—¿A qué hora es la próxima junta? — Pregunto acomodando mi traje, desabotonando los primeros botones de mi camisa ya que no llevaba corbata.

—Dentro de una hora. —Levanta la vista para mirarme —Te vez guapo, ya deja de arreglarte. —Dice dándome una mirada cariñosa, reímos ambos.

—Okey, vuelvo dentro de un rato. —Me despido y camino hasta el asesor, tengo una hora libre, iré a molestar a Lía, pocas veces tenía tiempo para escaparme hasta su sector pero hoy podía hacerlo.

Debo seguir con mi plan de
seducción.

En cuanto salgo del asesor todas la miradas se posan en mi intimidándome un poco, pero debía parecer seguro, eso es lo que un jefe debe transmitir, debe parecer que me como al mundo.

Camino hasta el escritorio de Lía en el cual no se encuentra, la busco por todo el piso con la mirada viendo su melena negra entrar al baño.

Camino rápido mirando una vez que deje de ser el centro de atención y observo a los lados antes de entrar asegurándome de que nadie entre ni salga.

Entro en un rápido movimiento yendo directamente hacia uno de los cubículos notando que Lía seguramente está dentro de otro, escucho pasos que van desde el cubículo de al lado hasta el lavamanos, son tacones, miro por la rendija que deje abierta de la puerta, ella termina de lavar sus manos y se encamina a la puerta pero antes de salir la tomo del brazo metiéndola en el cubículo que ocupaba yo anteriormente, tapándole la boca para que no grite.

—Soy yo, cielo. —Susurro en su oído cuando cierro la puerta del cubículo, ella está mirandola con su espalda pegada a mi pecho. Destapo su boca.

—Idiota, me asustaste. —Reprocha dándose vuelta todavía entre mis brazos con el ceño fruncido —¿Qué haces aquí? —Susurra enojada. Yo sigo muy cerca por lo que me atrevo a dejar un rápido beso sobre sus labios sin que ella se lo espere.

—Tengo una hora libre y pensaba en pasar a recordarte buenos tiempos. —Digo con una sonrisa pícara mientras muevo mis cejas de arriba a abajo.

—¿Y tú futura esposa? —Dice con recelo apoyando una de sus manos en mi pecho quizás para mantener la distancia. Sus apetecibles labios brillan llamando mi atención, seguramente sabiendo a bálsamo como siempre, era delicioso.

—La tengo justo entre mis brazos. — Susurro juntando mis labios con los de ella al terminar la frase. Me sorprendo al ser correspondido.

Es un beso tímido al principio pero me encargo de volverlo apasionado y hambriento demostrándole lo que me hace sentir tener sus labios. La oigo soltar un suspiro rendido.

Mis manos van a sus perfectas caderas atrayéndola mientras que las de ella se pierden en mi pelo, mi lengua recorre su boca, nuestras manos recorren el cuerpo del otro, la escucho jadear cuando me atrevo a apretar su trasero, su maravilloso trasero, mi lengua se pierde en su boca jugando con la suya. Nos guio hasta sentarme subiéndola hasta mi regazo.

—Matt —Gimotea cuando su femineidad choca con mi erección, es que tan solo con unos besos ella me ponía tan duro, parecía un adolescente hormonado. Mis manos van hasta su trasero de nuevo para amasarlo a mi gusto —.Esto no está bien —Dice cuando nos separamos para tomar aire juntando nuestras frentes. Suspira cuando levanto de nuevo mis caderas para chocar mi erección contra su vagina.

—¿No extrañas tenerlo entre tus piernas? —Aprieto su trasero para que se frote contra mi pene, sabía que le encantaba jugar así y podía ver lo loca que se estaba volviendo —.Puedo sentir tu humedad Lía —Ella tira su cabeza para atrás cuando vuelvo a levantar mis caderas siguiendo por su cuenta el vaivén que yo había comenzado frotándose solita. Deja su cuello expuesto para que yo lo empiece a besar, lamer y morder. La temperatura comienza a subir y me siento en le puto paraíso mientras beso su cuello y la siento tan excitada sobre mí.

—Lía —Paramos en seco cuando golpean la puerta del cubículo —¿Lía, estás bien, hace rato que entraste? —Pregunta una voz un poco conocida para mí.

—Eh...Sí, si Lissa —Ella suelta mi cabello para tirar de la cadena del retrete —.Solo me siento mal, tu tranquila ya salgo —Seguimos en la misma posición. Contengo una risita al verla tan desaliñada, su cabello revuelto, sus labios hinchados y su respiración errática.

—Si claro, okey —No suena muy convencida —.Los dejo solos, adiós Matt. —Se escuchan unos pasos alejarse, la cara de Lía se prende fuego.

—Ahg mierda, qué vergüenza. —Se levanta rápidamente acomodando su pollera de vestir y su camisa blanca —.Espera a que yo salga, cuando no haya nadie te aviso y corres a tu piso —Susurra histérica acomodando su melena negra —Asiento obediente, solo con ella... —.Ash, espera tienes labial por todo el rostro. —Suelta una risita.

—Tú también tienes por toda la cara. —Digo cuando termina de limpiar mi boca, saco un pañuelo y limpio la de ella agarrando su cara —No sabes cómo me vuelve loco esta boquita. —Susurro y acaricio con mi dedo su labio, me acerco para capturar su labio inferior y succionarlo, dejando una mordida antes de separarme —Anda ve, cielo. —Ella asiente todavía con sus ojos cerrados, sonrío algo que la hace abrir sus ojos para luego salir por la puerta dejándome solo con un pensamiento cuando la veo desaparecer.

Estoy jodidamente enamorado.

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Foto de Melissa en multimedia

Los personajes me los imagino yo así ustedes pueden imaginarlos como quieran.


-Aldi 🥀

CRÉDITOS A LA EDITORA: @Natalia_Ballesteros

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