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Capítulo 32 : El Gran Día

El Gran Día

El sol brillaba con fuerza esa mañana, iluminando el lago que se extendía como un espejo de cristal, reflejando el cielo azul salpicado de nubes esponjosas. La ceremonia de graduación estaba a punto de comenzar, y la emoción flotaba en el aire como un perfume dulce y embriagador. Valentina y Lucas se encontraban entre la multitud, rodeados de amigos y seres queridos, cada uno vestido con sus togas y birretes, listos para celebrar un hito que marcaría el comienzo de una nueva etapa en sus vidas.

“¡Mira qué hermoso está todo!” exclamó Valentina, girando sobre sí misma para absorber la belleza del lugar. “Este lago parece sacado de un cuento de hadas”.

Lucas sonrió, admirando su entusiasmo. “Es verdad. Y tú pareces una princesa hoy”, dijo, tomando su mano con ternura. “No puedo creer que hayamos llegado hasta aquí”.

“Ha sido un viaje increíble”, respondió Valentina, sintiendo cómo su corazón se llenaba de gratitud. “Cada momento ha valido la pena, y no podría haberlo hecho sin ti”.

“Nos hemos apoyado mutuamente en cada paso del camino”, añadió Lucas, mirándola a los ojos. “Y hoy, celebramos no solo nuestro esfuerzo, sino también nuestra amistad y amor”.

Valentina sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras. “Sí, hoy es un día especial. No solo por nuestros diplomas, sino por todo lo que hemos compartido”.

En ese instante, sus amigos se acercaron a ellos, riendo y hablando al mismo tiempo. Clara, con su cabello rizado ondeando al viento, fue la primera en llegar.

“¡Chicos! ¡No puedo creer que finalmente haya llegado este día!” gritó Clara, abrazándolos a ambos. “¡Estamos a punto de graduarnos! ¡Es una locura!”

“¡Sí! ¡Es increíble!” respondió Valentina, riendo mientras Clara la apretaba en un abrazo efusivo. “¿Estás lista para recibir tu diploma?”

“Más que lista”, dijo Clara con una sonrisa radiante. “He estado esperando este momento desde el primer día que llegué a la universidad. ¡Vamos a hacerlo!”

“¡Vamos!” exclamó Lucas, sintiendo la energía contagiosa de sus amigos. “Hoy es nuestro día”.

Mientras se dirigían hacia el escenario decorado con flores frescas y cintas brillantes, la multitud comenzó a asentarse en sillas blancas dispuestas en filas ordenadas. La música suave llenaba el aire, creando un ambiente mágico que parecía envolverlos en una burbuja de felicidad.

“¿Te imaginas cómo será nuestra vida después de esto?” preguntó Valentina mientras caminaban hacia sus asientos.

“Un lienzo en blanco”, respondió Lucas con una sonrisa soñadora. “Podemos pintar nuestro futuro como queramos”.

“Me encanta esa idea”, dijo Valentina, sintiendo que cada palabra resonaba en su corazón. “Quiero que sea un futuro lleno de arte, aventuras y amor”.

“Y muchas risas”, añadió Lucas, mirando a sus amigos que estaban bromeando entre ellos. “No podemos olvidar eso”.

La ceremonia comenzó con discursos inspiradores de profesores y estudiantes destacados. Cada palabra resonaba en el aire, llenando el espacio con historias de esfuerzo y perseverancia.

“Recuerden siempre que la educación es la clave para abrir puertas”, decía uno de los oradores. “Pero lo más importante es lo que hacen con ese conocimiento”.

Valentina se volvió hacia Lucas y susurró: “¿Te imaginas qué puertas se abrirán para nosotros? Es emocionante pensar en todas las posibilidades”.

“Sí”, respondió Lucas, sintiendo cómo su corazón se aceleraba ante la idea de un futuro brillante. “Lo importante es que estemos juntos en este viaje”.

Finalmente llegó el momento más esperado: la entrega de diplomas. Los nombres comenzaron a sonar por los altavoces, y cada vez que un compañero subía al escenario, las ovaciones resonaban como un eco de felicidad.

“¡Valentina Rodríguez!” llamó el presentador.

Valentina sintió un torrente de emociones al escuchar su nombre. Se levantó con una mezcla de nerviosismo y alegría, y Lucas le dio un ligero empujón en la espalda para animarla.

“¡Tú puedes!” le gritó Clara desde su asiento.

Con una sonrisa brillante, Valentina caminó hacia el escenario, sintiendo todas las miradas sobre ella. Cuando recibió su diploma de manos del director, la emoción la invadió. Era un símbolo de todo su esfuerzo y dedicación.

“¡Lo lograste!” le gritó Lucas desde abajo, agitando los brazos con entusiasmo.

Valentina levantó su diploma en alto, sonriendo como si estuviera tocando el cielo. “¡Gracias! ¡No podría haberlo hecho sin ustedes!”

Al regresar a su asiento, Lucas la abrazó con fuerza. “Estoy tan orgulloso de ti”, murmuró en su oído.

“Y yo de ti”, respondió Valentina, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono.

El resto de la ceremonia continuó entre risas y lágrimas de alegría. Cada estudiante que subía al escenario representaba no solo un logro personal, sino también el esfuerzo colectivo de todos aquellos que habían estado juntos en este viaje.

Finalmente llegó el turno de Lucas. Cuando escuchó su nombre, sintió una mezcla de orgullo y nerviosismo. Caminó hacia el escenario con determinación y una gran sonrisa.

“¡Vamos, Lucas!” gritó Valentina, sintiendo cómo su corazón se llenaba de amor por él.

Al recibir su diploma, Lucas miró hacia el público y encontró la mirada brillante de Valentina. En ese instante, todo lo demás desapareció; solo existía ese vínculo especial entre ellos.

“¡Lo hiciste!” le dijo Valentina cuando regresó a su lado.

“Lo hicimos”, corrigió él con una sonrisa radiante. “No podría haberlo hecho sin ti”.

La ceremonia llegó a su fin con un discurso emotivo del rector, quien instó a todos los graduados a seguir persiguiendo sus sueños sin miedo.

“Recuerden siempre que cada final es un nuevo comienzo”, dijo el rector con sabiduría. “El futuro está en sus manos”.

Cuando la ceremonia concluyó, los estudiantes comenzaron a celebrar. El aire se llenó de risas y gritos de alegría mientras los graduados se abrazaban y tomaban fotografías para capturar esos momentos inolvidables.

“¡Vamos a hacer una foto todos juntos!” sugirió Clara, emocionada.

El grupo se reunió frente al escenario, todos sonriendo y posando con sus diplomas en mano. Valentina se quedó cerca de Lucas, sintiendo cómo su energía vibrante la envolvía.

“¿Listos? ¡Sonrían!” gritó Clara mientras presionaba el botón de la cámara.

El flash iluminó sus rostros radiantes y llenos de felicidad. En ese instante eterno, Valentina supo que esos recuerdos serían tesoros invaluables que llevarían consigo para siempre.

Después de las fotos y las celebraciones iniciales, el grupo decidió ir a un restaurante cercano para continuar la fiesta. Se sentaron alrededor de una mesa grande cubierta con manteles blancos y decoraciones coloridas.

“¡Brindemos por nosotros!” propuso Lucas levantando su copa llena de jugo de frutas frescas.

“¡Por nosotros!” gritaron todos al unísono mientras chocaban sus copas.

Valentina miró a su alrededor; cada rostro reflejaba alegría y esperanza. “No puedo creer que hayamos llegado hasta aquí”, dijo emocionada. “Este es solo el comienzo”.

“Exactamente”, respondió Clara mientras servía más jugo. “Hoy celebramos nuestros logros, pero también lo que vendrá”.

Mientras compartían historias divertidas y anécdotas sobre los momentos más memorables de su tiempo juntos en la universidad, Valentina sintió cómo su corazón se llenaba de amor por cada uno de ellos.

“Recuerdo aquella vez que intentamos hacer una exposición improvisada en el parque”, dijo Valentina riendo. “Fue un desastre total”.

“Pero fue tan divertido”, añadió Lucas mientras todos reían a carcajadas. “Nunca olvidaré cómo los pájaros se robaron nuestras pinturas”.

Y así continuaron compartiendo risas y recuerdos hasta que la noche llegó a su fin. Las luces del restaurante brillaban suavemente mientras el grupo se despedía entre abrazos y promesas de mantenerse unidos.

Cuando finalmente Valentina y Lucas se encontraron solos fuera del restaurante, bajo el manto estrellado del cielo nocturno, él tomó su mano suavemente.
“No puedo dejar de pensar en lo lejos que hemos llegado”, dijo Lucas con voz suave.

“Es increíble”, respondió Valentina mirando las estrellas. “Siento que hemos creado algo hermoso juntos”.

Lucas se volvió hacia ella con una mirada profunda. “Y estoy seguro de que esto es solo el principio. Estoy emocionado por todo lo que nos espera”.

Valentina sonrió al escuchar esas palabras; sabía que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

“Prometamos nunca perder nuestra pasión por el arte ni por nosotros mismos”, sugirió Valentina con seriedad.

“Lo prometo”, dijo Lucas firmemente. “Siempre seré tu compañero en esta aventura”.

Con esas palabras resonando en el aire nocturno, Valentina sintió cómo su corazón rebosaba de amor y esperanza por lo que vendría. Ese día había marcado un hito importante en sus vidas, pero también había sellado su compromiso mutuo: seguir creando juntos un futuro lleno de color y belleza.

Mientras caminaban juntos hacia el horizonte iluminado por las estrellas, sabían que cada paso sería un nuevo trazo en el lienzo de sus vidas; una obra maestra en constante evolución que contarían con amor durante toda la eternidad.

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